Antes de seguir, les voy a recordar en unas
líneas como se produjeron los hechos aquel día en que el pueblo
madrileño se alzó contra uno de los ejércitos más poderosos que jamás
han existido; luego conoceremos el papel que jugaron allí algunos de
nuestros paisanos de la Montaña Central de Asturias. A ello. La
gestación de una guerra siempre es compleja, pero los inicios de esta
que marcó a varias generaciones hay que buscarla en la inteligencia de
Napoleón, quien supo aprovechar la enemistad entre el Príncipe de
Asturias, el futuro Fernando VII, y Godoy, el valido de su padre Carlos
IV. El emperador firmó un convenio secreto con éstos últimos por el cual
se autorizaba a sus tropas a cruzar la Península para conquistar
Portugal y hacer de él tres partes: el norte para el rey español; el
llamado reino de los Algarbes para Godoy y el resto para los reyes de
Etruria, que acababa de ser ocupado por el Emperador francés.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Un
caramelo que lógicamente nunca les dio a sus incautos aliados, tan
crédulos que incluso les convenció para que enviasen hasta Holanda y
Dinamarca a 10.000 soldados para así tener menos resistencia a la hora
de invadir España que era lo que único que le importaba desde el
principio. El caso es que aquel Dos de Mayo los dos Borbones,
padre e hijo, ya se encontraban en Bayona peleándose por nuestra corona
en uno de los espectáculos más lamentables que haya protagonizado una
dinastía europea, mientras el pueblo indignado estaba convencido de que
habían sido secuestrados y dispuesto a evitar que la última hija del rey
que quedaba en Madrid, María Isabel de Borbón, y su marido el infante
don Francisco corriesen la misma suerte. Cuando los coches que
debían llevarlos ya estaban preparados para la partida, una mujer del
pueblo gritó: ¡Válgame Dios, que se llevan a toda la familia real! Y así
empezó todo.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
La multitud se lanzó contra la escolta francesa y el
general Murat decidió enviar hasta allí fuerzas de infantería y
artillería para contener el tumulto. El resto es sabido, los madrileños
en vez de amilanarse respondieron a las bayonetas con palos, tijeras,
herramientas y todo aquello que pudiese convertirse en arma y algunos
soldados encabezados por los capitanes Pedro Velarde y Luís Daoíz y el
teniente Ruiz se unieron al movimiento prendiendo la llama de una
hoguera de guerra que iba a acabar prendiendo por todo el país. Desde
la conclusión de la Guerra de la Independencia se han manejado varias
cifras sobre las víctimas de aquella sangrienta jornada, aunque casi
siempre tendiendo a la exageración por las dos partes. Los españoles
magnificaban de esta forma la gesta de los patriotas sublevados y a los
franceses les interesaba demostrar su firmeza ante las revueltas. El
mismo Murat dejó escrito en una carta que en aquella jornada habían
perecido en las calles 1.200 personas. Finalmente, después de rastrear
todos los archivos en los que se fueron anotando los ingresos del día,
el total que aceptan los historiadores asciende a 581 víctimas, de los
cuales 410 fallecieron y 171 fueron atendidos por heridas de diferente
consideración.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Entre ellos había militares, civiles e incluso
eclesiásticos y también numerosas mujeres y niños y en muchos casos,
junto a su nombre y edad encontramos también datos sobre su procedencia y
su trabajo y a veces hasta un pequeño relato de la acción en la que
fueron alcanzados. Por eso sabemos que allí estaban asturianos de
diferentes concejos, aunque resulta imposible conocer el número exacto
que corresponde a cada uno porque en ocasiones casi no hay datos. Vean
una muestra de lo que les digo: «Domingo Girón, de treinta y seis años,
natural de Asturias, casado, carbonero; murió en el tumulto del día 2
de Mayo de 1808 de un balazo, calle de Bordadores, frente de la bóveda
de esta iglesia (San Ginés) y fue entregado a ésta por la justicia y
enterrado de limosna en el día 3»; «Domingo Méndez, natural de Asturias,
criado del convento de la Merced; fusilado en el Prado»; «Ramón Huerto,
natural de Asturias, mozo de cuerda»?Y a estos debemos añadir los que
puedan encontrarse también entre aquellos que no tienen ni nombre y solo
aparecen como «un hombre», «un hombre joven», «una mujer» o «un
pordiosero», por ejemplo.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Entre los que están plenamente
identificados, hay dos langreanos. Una es una mujer con apellidos
suficientemente conocidos en el Nalón, Bernarda de La Huelga y Argüelles
que según consta en la parroquia de San Martín murió el 30 de agosto a
consecuencia de las heridas que había recibido el Dos de Mayo en su
propio domicilio de la calle conde Leganitos. El otro es Antonio
Fernando Garrido, albañil de 20 años, natural de Turiellos, herido en el
Parque de Artillería y muerto en el Hospital General de Madrid el 10 de
Mayo. Pero curiosamente, el personaje de quien conocemos más
cosas entre todos los que lucharon aquel día, es un herido del que no
nos consta que acabase muriendo por su causa, al menos en los meses
inmediatos. Se trata de Manuel Armayor, maestro cerrajero, natural de
San Pedro de Ladines, en Sobrescobio y que tiene el honor de aparecer en
una página de la novela Un día de cólera, donde el ínclito Arturo Pérez
Reverte reconstruye aquellos hechos a partir precisamente de la
información que puede leerse en las partidas de defunción y los libros
de hospital.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Vean primero lo que aparece en el Archivo municipal
de Madrid: «Manuel Armayor, natural de Sobrescovio (Asturias), maestro
cerrajero; fue herido en las primeras descargas que se tiraron en la
Plaza de Palacio. Al retirarlo herido hacia su casa recibió otros tres
tiros, que por fortuna no le dieron. Vivía en la calle de Segovia, donde
había sido grande la mortandad que el pueblo había hecho de los
soldados franceses. Uno de éstos sé hallaba muerto y tendido junto a la
puerta de su casa, por lo que los que lo conducían, aunque se iba
desangrando, no lo quisieron dejar allí, sino llamando a su mujer, y con
todos sus penates, fueron a albergarse a casa de un criado del Príncipe
de Anglona, en la Morería vieja. Mientras se verificaba esta
traslación, en que le acompañaban, para defenderle en caso necesario,
los sirvientes de la Condesa-Duquesa de Benavente y los lacayos del
Príncipe, los franceses pusieron fuego al domicilio abandonado. Del
pánico de aquellas escenas, la mujer de Armayor murió a pocos días». Y
ahora la interpretación del autor, que sitúa a uno de sus personajes en
aquella escena: «Al crepitar la fusilada y llenarse la plaza de humo y
sangre, Blas Molina corre aterrado agachando la cabeza. En mitad del
tumulto, mientras pierde la capa y la busca, ve caer herido a otro
cerrajero al que conoce, el asturiano Manuel Armayor. También cree
identificar, en una mujer que está en el suelo con la cabeza abierta de
un balazo, a la alta y bien parecida que entró con él en Palacio
agitando un pañuelo blanco. Deteniéndose un instante, Molina intenta
socorrer al colega caído, pero el fuego francés es intenso, así que
desiste y corre como todos, buscando ponerse a salvo.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
En cuanto a Manuel
Armayor, alcanzado por las primeras descargas, consigue al fin
levantarse y, dando traspiés, corre hasta caer desmayado en manos de un
grupo de fugitivos. Entre todos lo llevan a rastras hasta su casa en la
calle de Segovia; desangrándose, pues mientras lo retiran recibe tres
disparos más». Creo que estarán conmigo en que es una interpretación impecable para un relato histórico. Sabemos
poco más de este personaje; sin embargo Fermín Canella, recogió en
Sobrescobio una canción de la Guerra de la Independencia, a medias entre
el castellano y el bable, atribuyéndola a un Manuel Armayor, que
posiblemente sea el mismo una vez retornado a su tierra: «Si viene Pepe
Botella / chacha tienes i que dar / todo un pelleyu de vino / regüeltu
con rejalgar. / Ya verás que lu suerve enseguida, / ya verás que gusto
le da / y ojalá que con ello reviente / ¡Ojalá, ojalá y ojalá!» Debo
decirles que esta semana he intentado encontrar a alguien que guardase
en Ladines el recuerdo de este héroe del Ddos de Mayo que debe ser
antepasado de muchos vecinos a juzgar por la abundancia del apellido
Armayor en la zona. Ha sido en vano, pero a lo mejor ahora, con este
artículo, tengo más suerte. Si es así, no duden en llamarme, que la
historia -ya lo saben- debemos hacerla entre todos y así no corremos el
riesgo de que la tuerzan los académicos en Madrid.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
FUENTE: ERNESTO BURGOS - HISTORIADOR
Ernesto Burgos Fernández (historiador). Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957.
Historiador, columnista y biógrafo, éstas son algunas de las facetas de un
Ernesto Burgos que rescata con talento personajes y anécdotas de nuestra
historia. Un notorio investigador y gran divulgador. Licenciado en Geografía e
Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en
Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de
Asturias» 2006). Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los
institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino
de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES
«Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue
distinguido con el reconocido galardón anual de “Mierense del año”. Secretario
General de Izquierda Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del
Partido por la III República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo
Republicano de Asturias. Coautor de los libros de texto «Entre amigos»
(Conocimiento del Medio) para Asturias y Cantabria (2002); coordinador de la
revista de Ciencias Sociales «Cuadernos de Mieres» (2001-2002); experto en la
cultura y la historia de las cuencas mineras asturianas. Ha impartido varios
cursos sobre el patrimonio arqueológico de Aller, Lena y Mieres y defendido
ponencias sobre su temática en jornadas y congresos. Desde los años 70 escribe
desinteresadamente artículos para numerosas publicaciones, álbumes y periódicos
locales (Esquisa, Mieres 30 días, La Voz de Ujo, Camín de Mieres, Mieres, El
Carbón, Por tierras del Caudal, Aula de Paz…). Ha sido pregonero en las fiestas
de Santa Bárbara (2002); La Teyerona (2006); San Xuan de Mieres (2007) y Santa
Cruz (2011). Histórico militante republicano. Secretario General de Izquierda
Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III
República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de
Asturias. Biógrafo de los revolucionarios mierenses Manuel Grossi Mier («Cartas
de Grossi». 2009) y Jesús Ibáñez («Y el verbo se hizo furia». Semana Negra
2010), también ha prologado a varios autores asturianos. Colaborador del diario
asturiano La Nueva España, donde ha firmado las series: «El patrimonio de Las
Cuencas» (1998-2000); «100 años de historias y andanzas» (2000-2002) y «Los
personajes de nuestra historia» (2003-2004). Desde febrero de 2005 mantiene
ininterrumpidamente la página semanal «Historias heterodoxas». FUENTE: http://www.elvalledeturon.net/historia/autores/ernesto-burgos
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance.
Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del
Principado de Asturias (Aula Didáctica de
los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de
Asturias y Poitou-Charente (Francia). Realiza ilustraciones, diseños y campañas
para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es
ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…). Se estrena en 2006 con un álbum de corte
histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo
publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción
determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto
palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James
Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011),
que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno
de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).
Vive en la localidad francesa de
Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri,
2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se
encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que
constará finalmente de tres tomos. Esta
magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja
la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes
luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el
susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente
poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el
sonido de "La balada del norte". Sus libros han sido traducidos al
inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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