Nuestros
nobles dormilones
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Ilustración de Alfonso Zapico |
El papel clave de los
industriales foráneos en las Cuencas frente al de las grandes familias de la
zona, que prefirieron no invertir en minas y hornos
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Ilustración de Alfonso Zapico |
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En 1905
se constituyó la Compañía de las Hulleras de Ujo-Mieres, una sociedad que venía
a unirse a las que ya estaban explotando el carbón de la zona. En su primer
consejo de administración se hablaba francés, ya que lo componían Felix
Chalchat, Henri de Loune y Solliers, Xavier Lauras y Coste, Henri Marrete y
Piriatelli, Jules Clavier, y Antoine Peraldi. Este es un buen ejemplo de lo que
ocurrió con la industrialización de la Montaña Central, donde los apellidos
extranjeros y de otras regiones vinieron a aprovechar una riqueza que las
fortunas lugareñas no quisieron o no supieron ver.
Está
escrito que cuando los ingenieros ingleses, pioneros de la Fábrica de Mieres,
colocaron las primeras estacas para delimitar sus mediciones por los montes del
concejo, los vecinos de las aldeas próximas las arrancaban porque desconfiaban
de un futuro que empezaba a amenazar unas formas de vida tradicionales
inmutables desde hacía siglos, y cuando más tarde vendieron sus concesiones a
los franceses, la población siguió mirándolos con recelo ya que tanto los unos
como los otros no iban a la iglesia y por lo tanto a los ojos del pueblo no
dejaban de ser "judíos".