El mes del amor del "Rey del río"
Diciembre es el
momento del solemne ritual de la reproducción de los salmones atlánticos, el
denominado desove, que convierte los caudales asturianos en testigos de
seducciones y romances
http://www.lne.es
Los primeros mantos de nieve en las cumbres presagian la recta final de un otoño que, pese a todo, se resiste a finalizar. Las puras y cristalinas aguas de los ríos cantábricos se visten de gala para recibir uno de los mayores espectáculos naturales que, año tras año, tiene lugar en tierras astures: la reproducción de los salmones atlánticos. Otra de tantas riquezas que posee esta maravillosa tierra. Después de meses de espera, después de recorrer miles de kilómetros desde el Atlántico Norte, después de superar cientos de peligros y sortear todo tipo de obstáculos, los salmones asturianos han alcanzado sus zonas de desove, generalmente ubicadas en las cabeceras de los ríos.
Los supervivientes han llegado a la última etapa de su ciclo biológico, se encuentran en el mismo lugar donde nacieron años atrás. El enorme instinto de supervivencia con que está dotado esta admirable especie les hace regresar a sus raíces, a sus orígenes, al punto exacto en que vinieron al mundo. Tienen el deber y la obligación de emular a sus antecesores para perpetuar la especie. Tarea nada fácil que solo unos pocos conseguirán. Selección natural. Después de haber permanecido un período de uno a tres años engordando en aguas oceánicas, los salmones sienten la llamada de sus ríos de origen, a los cuales regresan tras realizar un largo y aventurado viaje desde las islas Faroe y Groenlandia. Su etapa marina no está exenta de peligros. Tanto predadores naturales como focas o lubinas y, principalmente, la pesca industrial, producen un importante número de bajas. A su regreso, las rías y estuarios son las puertas de acceso al final del viaje. Los primeros en arribar, en los meses de febrero y marzo, son los denominados "vernales", generalmente los mayores del año, actualmente con una presencia meramente testimonial.
Posteriormente llegan los "abrileños" y
"mayucos", que suponen el mayor remonte en cuanto a número de
ejemplares se refiere. Los pequeños salmones de verano, denominados "añales"
por su breve estancia de un solo invierno en agua salada, y los rezagados de
principios de otoño completan el grueso de salmones adultos, sexualmente
maduros, que tendrán la difícil tarea de perpetuar la especie. Desde que se adentran en agua dulce dejan de alimentarse,
nutriéndose exclusivamente de las reservas de grasa que traen acumuladas de su
período oceánico. Otro de tantos misterios que rodean estos magníficos peces.
En realidad siguen siendo grandes desconocidos. Durante su estancia en agua dulce,
poco a poco, van ascendiendo río arriba, parando a descansar en los distintos
pozos y corrientes que se encuentran en su trayecto. Esta etapa fluvial tampoco
está libre de peligros. Los rigores del cambio climático hacen que los períodos
estivales sean cada vez más secos y prolongados. Los ríos cantábricos se
resienten ante la escasas precipitaciones de verano, y los exiguos caudales son
el denominador común durante los meses de estío. Los peces tienen que
sobrevivir en unas aguas poco oxigenadas y con temperaturas más elevadas de lo
recomendable. En estas circunstancias el río apenas pueden esconder sus
tesoros, haciendo más visibles y vulnerables a los salmones que moran en sus
aguas.
Una vez finalizada la temporada de pesca, en el mes de
agosto, los peces han ganado un merecido descanso. Los salmones se agrupan en
los pozos en espera de la llamada del agua para remontar a las zonas altas, a
sus áreas de freza. Aguardan pacientemente la llegada de las lluvias para
continuar con su viaje y así poder cumplir con el único fin que les ha hecho
regresar. Miles de kilómetros y cientos de peligros han quedado atrás. Otros
aún están por llegar. La danza de los salmones. Por fin llegan las primeras
lluvias de otoño. Los ríos acogen ese necesario aporte y ven incrementados sus
caudales significativamente. Un reclamo que muestra a los salmones el camino a
seguir. Recorrido lleno de obstáculos, tanto naturales como artificiales, que
han de superar con las escasas fuerzas que poseen a estas alturas. Se produce
así otro ceremonioso ritual en los ríos asturianos relacionado con estos
prodigiosos luchadores: el remonte de obstáculos. No se me ocurre mejor forma
para describirlo que rememorar el título de la fábula novelada de Mercedes
Salisach, editada por primera vez en 1985, "La danza de los
salmones", en la que sus protagonistas Patricio y Potámide, dos salmones,
nos aportan una historia llena de enseñanza y valores, directamente relacionada
con el complejo ciclo biológico de estos emblemáticos peces. La máxima expresión de este espectáculo tiene lugar en el
río Sella, en la localidad de Caño. El agua se precipita con fuerza entre rocas
y peñas, modelando uno de los parajes más bonitos del cauce cangués. Para
facilitar el ascenso de los salmones, se construyó una escala a modo de
artesas.
En ese afán por alcanzar su objetivo, los salmones nos obsequian con
docenas de saltos, demostrando todo su poderío, elegancia, y esa tremenda lucha
por la supervivencia que les caracteriza. Una maravilla. Algunos consiguen
superar los obstáculos sin mayor problema, otros, los menos ágiles, fallan
algunos de sus intentos. Imágenes que regalan al afortunado espectador que lo
contempla bellas estampas que no hacen otra cosa que aumentar nuestra
admiración por estos guerreros. Sentarse al pie de la presa y contemplar esta
exhibición es un regalo visual. El baile nupcial. A pesar de la llegada del inminente
inverno el río sigue teniendo vida, más vida, si cabe, que en otras épocas del
año. Es tiempo de amoríos y cortejos. Diciembre es sinónimo de apareamiento de
salmónidos. Los salmones, junto a truchas y reos, ya se encuentran en sus zonas
de desove. En unos casos será en las cabeceras de los ríos y en pequeños
arroyos y afluentes de los mismos; en otros, en su curso medio y bajo. Las cristalinas
aguas del Ponga, Sella, Dobra, Cares, Pigüeña, Narcea, Trubia... son marcos
incomparables que nos permiten ser voyeurs durante unos días. Escenarios
naturales de belleza sin igual.
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Rutas de los salmones asturianos. El salmón asturiano, ese gran nadador de fondo que anualmente recorre el mar del Norte y el Cantábrico para completar su ciclo vital en las cabeceras de los ríos, es el más antiguo de Europa. Es el descendiente de los que buscaron refugio en las cabeceras de los ríos que vierten sus aguas al Cantábrico durante la época más fría de la última glaciación, hace unos 40.000 años. Sus migraciones eran entonces más cortas, sobrevivían más tiempo y podían desovar en los ríos dos o más años consecutivos, según una reciente y singular investigación. http://www.senderismoenasturias.es/fausalmo.htm |
Se producen las primeras contiendas entre los machos,
generalmente más numerosos que las hembras. Comienzan las pugnas por ganarse la
compañía de sus damas. Los salmones sufrirán importantes cambios fisiológicos,
sus libreas se tiñen con pinturas de guerra. Su aspecto nada tiene que ver con
el de aquellos peces plateados y pletóricos que llegaron del mar meses atrás.
Las hembras adquieren un color oliváceo, con pintas negras, abultando su
abdomen por el aumento de los ovarios. Desarrollan, además, una papila genital
muy prominente, a la altura del ano, por donde proyectarán las huevas al
exterior. Los machos alcanzan una tonalidad amarilla verdosa en el vientre, con
manchas rojas y amarillentas en lomo y costado. Pero su rasgo más significativo
es la deformación de su maxilar inferior en forma de gancho con una gran dentadura,
el cual emplean como arma de defensa en las disputas que mantendrán con
ejemplares de su mismo sexo.
No es raro que estas disputas finalicen con la
muerte de alguno de los contendientes. El cortejo tiene lugar en zonas poco profundas, con lecho de
fina grava y aguas frías de corriente moderada, limpia y oxigenada. Serán las
hembras las encargadas de escoger el lugar adecuado. Se ponen de costado y
mediante enérgicas y rápidas batidas de su aleta caudal sacuden las pequeñas
piedras del fondo, haciendo una cama donde posteriormente depositarán las
huevas. Estas zonas, denominadas "fregones", quedarán más claras que
el resto del fondo del río, siendo fácil localizarlas. Mientras, los machos
siguen pugnando entre sí por adquirir una posición de privilegio. Solo los más
fuertes lo conseguirán. La selección natural sigue su curso. Los ejemplares que
no salgan airosos de estos combates son los denominados "satélites",
que durante todo el proceso permanecerán a cierta distancia de la pareja
esperando su oportunidad y cumplirán un importante y necesario papel de actores
secundarios.
En los instantes previos a la puesta, la hembra permanece en
posición arqueada con su aleta anal apoyada en el sustrato. El macho, cada
cierto tiempo flirtea con ella, se aproxima y, mediante vibraciones de su
cuerpo, trata de estimularla. Juegos de seducción que no tardarán en dar sus
frutos. El momento cumbre se acerca. Ambos ejemplares ponen sus cuerpos
paralelos, completamente excitados, con sus mandíbulas abiertas. La hembra
despide toda la vida que durante meses ha llevado dentro, expulsa las huevas al
tiempo que el macho hace lo propio con el esperma. Un manto blanco cubre el
escenario durante unos breves instantes. Un baile nupcial, de apenas unos
segundos, que dará comienzo a una nueva vida, a un nuevo ciclo vital. Todo
aquello por lo que han luchado durante meses, se resume en este efímero
momento. Es importante que la pareja actúe en perfecta sincronía, la
fecundación sólo será viable en los segundos posteriores a la puesta. Los machos
"satélite", atentos en todo momento, también acuden a expulsar el
esperma, reclamando su parte de protagonismo. De esta forma se evita que las
huevas queden sin fertilizar ante la posible esterilidad del macho dominante.
La hembra, mediante el mismo sistema con que hizo la cama, cubre la puesta para
proteger las huevas de posibles peligros.
Finalizado el proceso, los ejemplares descansan tratando de
recuperar fuerzas. El desgaste ha sido desmesurado, y su espíritu de lucha
tiene un precio muy alto. Muchos no superan esta fase, especialmente los
machos, seriamente dañados después de las contiendas, y después de cumplir con
su objetivo, mueren. Los cadáveres de aquellos que entregaron su vida por
perpetuar la especie, reposan en las orillas y en los pozos junto a esa nueva
generación que está a punto de nacer. El precio de la supervivencia. Un
injusto, triste y necesario final para semejantes luchadores. Aquellos que
logran sobrevivir, se dejan llevar por la corriente río abajo, son los
denominados "zancados". De media han perdido la mitad de su peso
desde que llegaron del mar, lo que demuestra el tremendo esfuerzo que realizan
para cumplir su propósito.
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A
medida que los salmones pasan tiempo en el río su librea deja de tener el
característico colo plateado y se vuelve más cobriza, mucho más similar a la
trucha, pero todavía son salmones fuertes, de cuerpo robusto que se preparan
para la freza. Los machos (I) sufren algunas transformaciones en las mandíbulas
para pelearse en la época de apareamiento. Las hembras (II) sufren menos
deformaciones. http://nitas1.rssing.com/chan-7658694/all_p5.html |
Si las escasas fuerzas y la fortuna les permite
alcanzar las aguas salobres, emprenderán de nuevo su singladura marina,
teniendo oportunidad de regresar de nuevo al río. En Asturias solo un 5% de los
salmones consiguen realizar por segunda vez su ciclo biológico. Entre las piedras del lecho del río descansan las huevas.
Dependiendo de la temperatura del agua, aproximadamente dos o tres meses
después de la puesta nacen los alevines. El río vuelve a llenarse de vida. Una
nueva generación de salmones que deberá enfrentarse a todos los obstáculos y
peligros que anteriormente superaron con éxito sus progenitores. Deberán ser
tan fuertes como ellos, tan listos y astutos como ellos. Tendrán un mismo y
único objetivo: dar continuidad a su especie. Permanecerán en los arroyos y
ríos donde nacieron un período de uno a dos años para, después, sentir la
llamada del océano, emprender su viaje marino para engordar y, posteriormente,
regresar a sus ríos de origen y cerrar su fascinante ciclo biológico.
FUENTE: MIGUEL
AGUILAR. Artículo publicado por La nueva España el 18-12-2016. Ver Blog: https://www.lne.es/noticias-suscriptor/asturias/2016/12/18/mes-amor-rey-rio/2029908.html
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