El padre José
María Patac poco antes de su fallecimiento en el año 2002. - Ana Muller. LNE |
Panorámica de Gijón
desde la Campa Torres, con los Picos de Europa de fondo. Turismo Asturias |
Se cumplieron (en octubre de 2020), 18 años de su muerte, un segmento cronológico que puede ser utilizado para no perder la memoria histórica de personas relevantes, yo quisiera evocar, aquí y ahora, dos notas de su personalidad en las que el padre Patac fue ejemplar: su condición de jesuita y su talante jovellanista. Su condición de hijo de San Ignacio de Loyola marcó toda su vida. Recordemos brevemente la singladura de una de las órdenes religiosas más influyentes no sólo en el occidente europeo, sino también en la historia de la educación de los cinco continentes. Fue fundada por un vasco de raigambre aristocrática, Ignacio de Loyola. Su conversión religiosa, ya en su juventud, es un acontecimiento mil veces relatado y constituye un interrogante difícil de explicar desde categorías exclusivamente psicológicas. La Universidad de la Sorbona, en París, fue testigo de aquel acontecimiento y de su proyecto, en el que participó asimismo otro español universal, el que hoy conocemos como San Francisco Javier.