Hay que ser un paisano: un futuro para la Asturias rural
Aldeanos de Asturias de J.Cuevas |
La
"extirpación" de los valores rurales y su sustitución por la cultura
urbana es el origen del grave despoblamiento que sufre el mundo campesino
asturiano, según analiza el antropólogo Adolfo García
La fila de Manuel Medina Díaz. Museo de Bellas Artes de Asturias |
Llamémosla "la paradoja de la nevera". Adolfo
García Martínez, antropólogo, uno de los más profundos conocedores de los
mecanismos que construyeron y ahora destruyen la Asturias rural, confiesa que
su trabajo consiste en observar, preguntar, "fisgar" y anotar. Por
eso, recientemente, en la cocina de una casa, en una aldea de Salas, abrió la
nevera para ver qué productos había allí y comprobó que ninguno procedía del
pueblo. Ni el queso, ni la mantequilla, ni la fruta, ni siquiera el agua.
Posteriormente, en su libro "Alabanza de aldea" escribió: "No
deja de ser impactante el hecho de que mientras la ciudad está robando a los
pueblos sus marcas de calidad (“casero”,
“artesano”, “tradicional”, “natural”, “de leña”, “de aldea”, “de corral”, “de
caleya”) el pueblo está consumiendo marcas industriales anunciadas en los
medios de comunicación.
Mercado de Quirós de Mariano Moré |
"Alabanza de aldea" (Editorial KRK) es el pequeño
libro donde aparece esta "paradoja de la nevera". Son 157 páginas,
incluida la bibliografía, pero su paginación y manejable tamaño no hacen
justicia a las dimensiones del contenido de este volumen grande por contener casi
todas las claves de uno de los más graves problemas que sufre Asturias: el
acelerado proceso de despoblamiento que padece nada menos que el 80 por ciento
de su territorio, la zona rural de la región, que desde hace décadas vive
condenada a convertirse en desierto verde. Adolfo García, autor de referencia
en los estudios antropológicos asturianos desde su trabajo sobre los vaqueiros
de alzada, ha destilado en estas páginas todo su saber, acumulado a fuerza de
lecturas y, sobre todo, mucho trabajo de campo, mucha caleya. "Alabanza de
aldea" puede (debe) leerse con una doble intención: primera, saber cómo
hemos llegado a este deterioro del mundo rural, y, segunda, preguntarse si
tiene sentido recuperar la aldea y, en ese caso, cómo hacerlo.
Adolfo García parte de una tesis. "No se puede
comprender el proceso que están viviendo los pueblos si no se entiende que es,
sobre todo, una crisis de valores y de sentido", escribe. Las
mentalidades, dice, son "cárceles de larga duración".
Ilustración gallega y asturiana - J.Cueva |
"La idea de que las
personas que viven en el pueblo, o en el caserío, de la agricultura están en
grado de inferioridad material y espiritual con respecto al empleado o al
obrero de la ciudad es un idea que va generalizándose de un modo alarmante y
que puede llegar a tener las peores consecuencias prácticas, pues conduce a la
ruina de una región, de una provincia o de un país".
Ahí está, subraya Adolfo, el origen del mal del campo
asturiano. "Ha cambiado totalmente el proceso de socialización, de
enculturación como yo digo. La sociedad campesina delegó, las familias
delegaron en las instituciones externas la formación de sus hijos para que
aprendiesen una profesión no de agricultor, para la que ellos no se sentían
absolutamente capacitados.
La iglesia el atrio y el árbol de juntas de J. Cuevas |
Y ahora, tras esa extirpación a la que alude Adolfo, ¿qué ve
el antropólogo en el medio rural asturiano? "Desde lejos ves pueblos
llenos de vida, pero cuando entras dentro te vas dando cuenta de que aquello
está muerto".
Ilustración gallega y asturiana -- J.Cueva |
El paisaje también se ha transformado. El campesino,
"que no está en lucha con la naturaleza, sino que se siente dentro de
ella", organiza un espacio multiusos a través de generaciones, escribiendo
el "libro del territorio".
Elaboración del lino en Asturias. Dibujo de José Cuevas-siglo XIX |
En ésas estamos. Pero ¿tiene sentido esforzarse por salvar
esa sociedad rural? La respuesta, previsible, de Adolfo García es un sí
rotundo. "Hoy la sociedad se va al garete porque hemos perdido una serie
de pautas de conducta absolutamente necesarias que hunden sus raíces en las
aldeas", argumenta. ¿Qué ganamos de esa revitalización de la aldea?
La trashumancia de J. Cuevas |
1º.- Primero
Conservación del paisaje. Ser campesino implica conocimiento del medio, un cúmulo de saberes que se aprendían en la escuela-taller de casa. Esa biodiversidad que tanto echamos en falta se ha roto porque rompimos el orden de la cadena trófica, hemos provocado una desorganización del paisaje. La conservación es producción y, para ello, el espacio tiene que estar ocupado y cultivado por campesinos, aunque haya que ayudarlos, no custodiado por una masa de funcionarios.
2º.- Segundo,
Bienes de calidad frente a la sociedad de la prisa y de la hiperproductividad.
3º.- Tercero
Vecindad y solidaridad. La casa era el átomo del poblamiento y la casa generaba necesidades de colaboración. El 'hoy por ti, mañana por mí'. Eso es necesario y sin eso no funciona ningún semáforo, ninguna lista de espera, ninguna comunidad de vecinos.
4º.- Cuarto
Espacio estructural. En el ciclo vital del individuo, en cada nivel, hay un espacio para cada uno. Hoy eso se ha roto. Hoy los niños tienen un espacio estructural más amplio del que les corresponde y, por el contrario, los viejos no tienen espacio estructural. Y el parado tampoco. Y el dependiente tampoco. No tienen ni espacio ni tiempo. Por tanto no tienen identidad. ¿Qué dicen los paisanos cuando hablas con ellos? 'Andamos por ahí, matando el tiempo'.
5º.- Quinto
La recuperación de los ritmos naturales, ver cómo aminoramos esta sociedad de la prisa..."
Bien, ¿y cómo se recuperan los pueblos, el medio rural, el
paisaje? La respuesta es breve: recuperando al paisano, subraya Adolfo García.
Añade que no hay que inventar nada, que ya los franceses lo vieron claro hace
décadas.
Molino J.Cuevas |
En "Alabanza de aldea" cita dos elocuentes discursos de dos
mandatarios galos. Ahí van. Georges Pompidou, año 1971: "Salvar la
naturaleza, que será mañana la primera necesidad del hombre, es salvar la
naturaleza habitada y cultivada. Una naturaleza abandonada por el paisano,
aunque esté cuidada, se convierte en una naturaleza artificial e incluso
fúnebre". Valéry Giscard d'Estaing, año 1977: "La agricultura es el
mejor guardián de la montaña. Cualquiera que sea la actividad, debemos apoyar
sobre todo la instalación de los jóvenes y sus familias, ya se trate de jóvenes
nativos o de aquellos venidos de otras partes".
Indica Adolfo García que la sociedad reclama a los
agricultores productos de calidad y también que actúen como "ama de
casa" de un territorio que el urbanícola utiliza como espacio de recreo.
Pero eso no puede hacerse sin su concurrencia.
Madreñeros de José Ramón Zaragoza |
Salida de misa de J. Cuevas |
Hay que mirar qué hicieron nuestros países vecinos: "El
paysan francés, el bauer austriaco o el contadino italiano, a pesar de sus
problemas, se sienten orgullosos de su profesión, y hay que lograr que lo mismo
ocurra con el paisano español". En este proceso Adolfo García alerta sobre
los riesgos de un colonialismo urbanita sobre los campesinos y para ilustrar
sobre los peligros de esta actitud, que algunos ven residenciada en la
Administración, refiere el cuento oriental del mono y el pez arrastrados por
una gran riada. "El mono logró asirse a una rama y, con gran esfuerzo y
desafiando el peligro, logró sacar al pez del río. La sorpresa del mono fue que
el pez no se lo agradeció".
En las imágenes:
Besullo, en Cangas del Narcea. 1928 |
Besullo, en Cangas
del Narcea. En la imagen de 1928, tomada a principios de agosto,
"se observan los siguientes paisajes: construcciones, cortinales de maíz
ya candelado, tierras de trigo ya recogido", indica Adolfo García.
"Alrededor de los cortinales hay muchos prados de secano ya segados. En el
perímetro hay manchas de bosque autóctono", añade.
Besullo, en Cangas del Narcea. 2016 |
Llamera, en Cangas del Narcea. 1927 |
El pueblo de
Llamera, en Cangas del Narcea. En la imagen de 2016 se observa cómo
"el bosque autóctono invadió casi todos los prados de secano y los de
regadío de las vallinas", indica Adolfo García en su libro "Alabanza
de aldea". Y añade que los cortinales están ahora dedicados a pradería
excepto alguna pequeña parcela, y el bosque también los recortó.
Llamera, en Cangas del Narcea. 2016 |
Villaux, en Somiedo. 1980 |
Villaux, en
Somiedo. Dos imágenes con 36 años de diferencia. En una se puede ver
"un paisaje diversificado pues las aldeas organizaban el espacio conforme
al multiuso que practicaban sus moradores, creando así un territorio formado
por diversos paisajes diferenciados", indica Adolfo García.
Villaux, en Somiedo. 2016 |
En la imagen el antropólogo Adolfo García, en LA NUEVA ESPAÑA, con su libro 'Alabanza de aldea'
FUENTE: E. LAGAR
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