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Museo
Arqueológico de Asturias en Oviedo (Asturias). El Museo Arqueológico de
Asturias es una institución de titularidad estatal, adscrita al Ministerio de
Cultura y desde 1991 su gestión ha sido transferida al Principado de Asturias.
(...). Saber más... WIKIPEDIA. |
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Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
La Nueva España
A finales de los 70 compartía pared con la sede de la División Azul y estaba a un paso de la Facultad de Filosofía y Letras, donde entonces todo el mundo militaba en alguna de las organizaciones de aquella izquierda dividida hasta el infinito que caracterizó la transición española. El local de los veteranos falangistas tenía su propio comedor abierto al público, con un precio casi tan asequible como el de la Cocina Económica o el de la HOAC, por lo que, cuando el bolsillo andaba flojo (lo que ocurría a menudo), era frecuentado por los estudiantes que compartíamos salón, aunque no mesa ni mantel, con nuestros oponentes ideológicos. A pesar del ambiente tenso que se notaba en aquellos días en los que la sangre salpicaba con frecuencia las calles de este país, o cuando se estaba viviendo alguna huelga en la Universidad, la cosa nunca pasó a mayores, porque siempre respetamos los dos ruegos que nos hizo la encargada de la cocina: «Cuando estéis aquí, procurad no hablar en voz alta de política ni exhibir demasiado las pegatinas de las carpetas».
A finales de los 70 compartía pared con la sede de la División Azul y estaba a un paso de la Facultad de Filosofía y Letras, donde entonces todo el mundo militaba en alguna de las organizaciones de aquella izquierda dividida hasta el infinito que caracterizó la transición española. El local de los veteranos falangistas tenía su propio comedor abierto al público, con un precio casi tan asequible como el de la Cocina Económica o el de la HOAC, por lo que, cuando el bolsillo andaba flojo (lo que ocurría a menudo), era frecuentado por los estudiantes que compartíamos salón, aunque no mesa ni mantel, con nuestros oponentes ideológicos. A pesar del ambiente tenso que se notaba en aquellos días en los que la sangre salpicaba con frecuencia las calles de este país, o cuando se estaba viviendo alguna huelga en la Universidad, la cosa nunca pasó a mayores, porque siempre respetamos los dos ruegos que nos hizo la encargada de la cocina: «Cuando estéis aquí, procurad no hablar en voz alta de política ni exhibir demasiado las pegatinas de las carpetas».