7 de junio de 2024

Recintos fortificados a finales de la Edad del Bronce

Los primeros asentamientos fortificados en Asturias
Cabo Blanco, Valdepares (El Franco). Actualmente en proceso de excavación, ha proporcionado fechas que prueban la ocupación de los castros marítimos occidentales durante la Edad del Hierro. ©Castros de Asturias.

La existencia de recintos fortificados a finales de la Edad del Bronce es un hecho documentado en Asturias. En realidad, aquellos yacimientos donde la continuidad en la investigación permite explorar superficies con cierta amplitud y abordar, por consiguiente, la datación sistemática de sus estructuras, están proporcionando, sin excepción, testimonios suficientes para proponer la existencia de asentamientos delimitados por cinturones defensivos, de carácter monumental, cuya fundación se remonta, cuando menos, al siglo VIII a.C. (1)
 Recintos fortificados a finales de la Edad del Bronce es un hecho documentado en Asturias. ©Castros de Asturias.
Castros de Asturias.
Se trata de recintos instalados sobre posiciones topográficas destacadas, que habrán de evolucionar hacia morfologías inequívocamente castreñas durante los siglos posteriores y cuya dispersión sobre los más variados biotopos regionales indica también una relativa generalización territorial desde la rasa costera hasta las tierras altas interiores. Se perfilan así dos características (continuidad y frecuencia de los asentamientos) de singular relevancia por las diferencias sustanciales derivadas respecto a la evolución de los patrones del poblamiento en ámbitos castreños más orientales (2) y en regiones limítrofes como Galicia (3) y León (4)
Os Castros de Taramundi. Bajo la trama edificada durante la Edad del Hierro se rastrean las evidencias de la primera ocupación del poblado. ©Castros de Asturias.

Es más, la estabilidad secular que muestran estos asentamientos, manifestada en ocasiones como empeño pertinaz por recomponer un paisaje urbano en el que son patentes las huellas de destrucción más o menos generalizada, podría contar con precedentes en tiempos anteriores a la instalación de las monumentales defensas constatadas durante el Bronce Final. Aunque con la prudencia necesaria, no deben ignorarse algunos datos cuya reiteración en el registro de ciertos yacimientos, precisamente aquellos que cuentan con una base analítica más extensa, podrían estar indicando la existencia de horizontes de ocupación anteriores a su transformación en recintos fortificados. Estos indicios no poseen hoy otro sustento que la identificación de paleosuelos, carentes de cualquier repertorio instrumental, cuya datación se remonta varios siglos atrás respecto a la establecida para las primeras defensas monumentales (5)
Pico San Chuis en San Martín de Beduledo, Allande. Los cinturones defensivos de los poblados prerromanos constatan, a partir del siglo IV a.C., la generalización de las murallas de estructura modular. ©Castros de Asturias.

Sin embargo, el solapamiento calibrado de las fechas durante el siglo XII a.C. (6) parece indicar una formación más o menos coetánea de estos horizontes, circunstancia tanto más sugerente si se considera la estabilidad de que disfrutaron los paleosuelos anteriores cuya evolución se escalona, allí donde han sido datados, en dos episodios principales cuya antigüedad, también calibrada, puede establecerse en 11.000 y 5.000 años respectivamente (7). En Asturias, el repertorio de yacimientos excavados con indicios de ocupación asignables al Bronce Final no es muy extenso. 
Castro de Camoca. Foto: J. Camino Mayor. ©Castros de Asturias.

Hacia el este, los castros de Olivar y Camoca, en el concejo de Villaviciosa, a pesar de contar con dataciones atribuibles a este periodo y una identidad cultural marcada por la herencia, sino continuidad del Bronce Final Atlántico, han sido encuadrados por su investigador en una primera Edad del Hierro (8). Algo similar ocurre con el castro gijonés de la Campa Torres, en el que los testimonios metalúrgicos y horquillas cronológicas más antiguas han sido desestimadas, “en clara tendencia a la baja”, en beneficio de una secuencia de ocupación cuyos niveles fundacionales “no abogan por una adscripción al Bronce Final, sino a la Edad del Hierro” (9).

Lám. 01: Localización de los lugares arqueológicos mencionados en el texto. ©Castros de Asturias.

Hacia occidente, los testimonios que permiten defender la existencia de recintos fortificados a finales de la Edad del Bronce cuentan, por el contrario, con un pequeño pero significativo grupo de yacimientos, todos ellos en curso de excavación o sondeados con cierta amplitud (Lám. 01). El castro de Chao Samartín, en Grandas de Salime, es sin duda el ejemplo más representativo de los documentados en Asturias (Lám. 02). En este lugar, cercando la explanada que corona el yacimiento, se estableció hacia el año 800 a.C. un recinto delimitado por monumentales obras de cierre en torno a una gran cabaña construida frente al crestón cuarcítico que preside el lugar. La estructura del edificio se sustentaba en gruesos postes de madera, apoyados directamente sobre la roca y embutidos en paredes de mampostería.
Lám. 02: Chao Samartín, Castro (Grandas de Salime). A la izquierda, la puerta que franqueaba el acceso a la Acrópolis. En la zona central de la imagen, vía de acceso al poblado romano que alcanza el recinto tras cruzar el foso sobre un machón y superar los cuerpos de guardia que flanqueaban la puerta. Frente a ella se alza el foro y el edificio termal. ©Castros de Asturias.

Dos apoyos alineados sobre el eje del edificio soportaban la techumbre que cubría una superficie interna de 12,50 m x 4,40 m. El ajuar recuperado, fundamentalmente metalistería de base cuprífera, en el que están presentes asas de sítula, restos de caldero y de un gran disco fabricado sobre chapas metálicas remachadas y claveteadas, rechaza por el momento cualquier interpretación de carácter industrial, doméstico o habitacional sugiriendo más bien, un destino ceremonial, interpretación, por otro lado, coherente con la escenografía dispuesta ante el visitante de la época, en su tránsito sobre la vía que franqueaba el acceso al recinto, para alcanzar la explanada superior en la que se alzaban la gran cabaña y la roca, bajo la cual ardía una pira. Circunstancias que, junto al depósito funerario dispuesto a la entrada, subrayan, en definitiva, el carácter ritual de la Acrópolis del Chao Samartín, denominación en principio estrictamente topográfica y hoy más próxima al término arqueológico convencional en su acepción de recinto sacro o témenos (Lám. 03).
Lám. 03: Sección idealizada de la Acrópolis del Chao Samartín con indicación de los sectores que proporcionaron dataciones radiocarbónicas. ©Castros de Asturias.

En la actualidad se disponen de referencias suficientes para sospechar que, en torno a la Acrópolis, ocupando la superficie sobre la cual habría de desarrollarse el poblado de la Edad del Hierro, se extendía un primitivo asentamiento del cual son hoy único testimonio algunos hoyos, surcos y relictos de estructuras que se asocian estratigráficamente a depósitos contemporáneos del recinto superior (10) (Villa y Cabo, 2003). Parece probable que tal asentamiento estuviese también fortificado, pues así lo indica la existencia de varias líneas de fosos subyacentes a las murallas que cercaron este mismo espacio durante la Edad del Hierro. Un asentamiento de antigüedad semejante parece probable en el castro de San Chuis, y así ha sido propuesto a partir de la reinterpretación estratigráfica de los sedimentos datados a partir de las viejas excavaciones dirigidas por Francisco Jordá (11)
El castro de San Chuis se localiza en las inmediaciones surorientales de la localidad de San Martín de Beduledo, parroquia de Santa María de Celón, concejo asturiano de Allande. (...). Saber más... WIKIPEDIA.

Las analogías cronoestratigráficas constatadas en ambos yacimientos permiten defender una primitiva ocupación de la colina entre los siglos IX-VI a.C., identificada inicialmente sobre la estrecha meseta que la corona y que evoca, en su disposición y superficie, las condiciones descritas en el Chao Samartín. En ambos casos, como en el castro de El Picón (en la marina de Tapia de Casariego) donde también se ha identificado una ocupación atribuible al Bronce Final, el asentamiento perdurará hasta la dominación romana. Las dataciones radiométricas indican una antigüedad similar para algunas de las fortificaciones del poblado de Os Castros, en Taramundi (12)
Os Castros de Taramundi. Vista aérea. Año 2001. ©Castros de Asturias.

A los restos de la cerca que protegió el primitivo asentamiento, identificada durante la primera campaña de excavación, se sumó el descubrimiento, sobre la explanada que corona el poblado, de un gran foso de dimensiones aún no precisadas que discurre bajo las cabañas construidas durante la Edad del Hierro. Además de los lugares descritos, caracterizados por una ocupación que habría de intensificarse en siglos posteriores durante los que se produjo la progresiva adaptación topográfica a los usos defensivos y de habitación dominantes, se conocen hoy otro tipo de recintos donde puede apreciarse una notable divergencia respecto a los patrones morfológicos que rigen el conjunto de los castros ocupados durante la Edad del Hierro y época romana. Así ocurre en el Cortín dos Mouros en Santa Eulalia de Oscos y en La Forca (13).
Castro de La Forca, Grado. Vista general de la excavación en 2004. Foto: Camino et alii, 2009. ©Castros de Asturias.

El Cortín dos Mouros (14) se dispone, a unos 675 m de altitud, sobre la línea de cumbres de los Montes de Brañavella, ocupando un abrupto crestón, pendiente y pelado que se orienta hacia el poniente y rompe en forma de escarpes casi verticales al este. El recinto está delimitado por un muro de proporciones soberbias que lo cerca en todo el perímetro asequible. Se define así un espacio protegido sobre la cumbre de unos 80 m de longitud que no supera los 30 de anchura. Por desgracia, la roca aflora omnipresente sin que se adviertan depósitos sedimentarios susceptibles de contener información arqueológica, limitando, de esta forma, las posibilidades de su estudio mediante excavación. 
Lám. 04: Cortín dos Mouros, Brañavella (Santa Eulalia de Oscos). Recinto fortificado sobre la línea de cumbres mediante una muralla de bloques de cuarcita y anchura en torno a los 3 m. Al fondo, sobre un meandro del río Agüeira, el poblado fortificado de Os Castros de Ferreira. ©Castros de Asturias.

La muralla es, como ya se ha dicho, una obra monumental. Fue fabricada a hueso empleando bloques de cuarcita blanca, de tendencia tabular y proporciones ocasionalmente ciclópeas, conformando una estructura que alcanza los 4 m de potencia y mantiene en alguno de sus tramos hasta 3 m de altura (Lám. 04). A pesar de su divergencia con las topografías castreñas convencionales, muestra sin embargo ciertos paralelismos con la Acrópolis del Chao Samartín o su probable réplica en el castro de San Chuis. Se trata de fajas de terreno que se extienden en posición topográfica dominante, cercadas con un aparato defensivo monumental y a partir de los cuales se desarrollará, en épocas posteriores, un hábitat castreño tradicional, en este caso trasladado al pie de monte, donde se localiza el poblado de Os Castros de Ferreira. 
Monte Castrelo de Pelou, Grandas de Salime. Cabecera absidiada de una sauna de la Edad del Hierro sepultada por las fortificaciones de época romana. ©Castros de Asturias.
Al igual que ocurre con los paramentos más antiguos del castro de Chao Samartín, la muralla del Cortín fue montada a hueso y el acceso principal se abría hacia el mediodía. Aún así, la carencia de cualquier referencia cronológica había impedido hasta el momento afrontar con mínimas garantías su interpretación. Esta situación se ha visto modificada en fechas recientes con los sondeos arqueológicos practicados sobre las ruinas de La Forca, en San Juan de Villapañada, concejo de Grado (15). En este lugar, las excavaciones han revelado la existencia de un recinto fortificado que se extiende, al igual que los casos descritos, en posición cumbreña sobre una estrecha banda de medio centenar de metros y apenas 40 de amplitud, delimitado por una poderosa muralla que se data, en fechas calibradas, en un periodo asimilable al referido para el Chao Samartín, Os Castros o San Chuis (16). (…) Seguir leyendo... ©Castros de Asturias (PDF)
Lám. 05. Os Castros, Taramundi. Durante el siglo I d.C. la trama edificada de época romana se superpone y convive, según los casos, con los edificios prerromanos construidos entre los siglos IV y I a.C. ©Castros de Asturias.

REFERENCIAS. 

  • 1.- VILLA VALDÉS, A. “Periodización y registro arqueológico en los castros del occidente de Asturias”, en M.A. de Blas y A. Villa (eds.): Los poblados fortificados del noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la Cultura Castreña. Ayuntamiento de Navia-Parque Histórico del Navia, 2002, pp. 177-179.
  • 2.- Cf. CAMINO MAYOR, J. “Excavaciones arqueológicas en castros de la ría de Villaviciosa. Precisiones cronológicas”, en Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1995-98. Oviedo, 1999, pp. 151-161.
  • 3.- Cf. CARBALLO ARCEO, X. “Los castros de la cuenca media del río Ulla y sus relaciones con el medio físico”, en Trabajos de Prehistoria 47. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1990, pp.161-199; XUSTO RODRÍGUEZ, M. “O contexto territorial e o urbanismo dos castros”, en Historia da Arte galega, Vol.I, A Nosa Terra. Vigo, 2000, pp. 129-144; PARCERO OUBIÑA, C. “Tres para dos. Las formas de poblamiento en la Edad del Hierro del noroeste ibérico”, en Trabajos de Prehistoria 57, nº1. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 2000, pp. 75-95.
  • 4.- Cf. SÁNCHEZ-PALENCIA, F. J. Las Médulas (León). Un paisaje cultural en la “Asturia Augustana”. Instituto Leonés de Cultura. León, 2000; CELIS SÁNCHEZ, J. “El Bronce Final y la primera Edad del Hierro en el noroeste de la Meseta”, en M. A. de Blas y A. Villa (eds.): Los poblados fortificados del noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la Cultura Castreña. Ayuntamiento de Navia-Parque Histórico del Navia, 2002, pp. 97-126; del mismo autor y en la misma obra: “La ocupación castreña en el alto valle del río Cúa: El Castro de Chao. León”, pp. 189-210.
  • 5.- Beta-201675; CSIC-1543; Beta-201680, ver TABLA I
  • 6.- En un periodo inmediato a las obtenidas para los estratos subyacentes a la muralla de la Campa Torres: GrN-18059 y GrN-18060 (Maya y Cuesta, 2001: 28).
  • 7.- CSIC-1644; CSIC-1542; CSIC-1645
  • 8.- CAMINO, ob.cit., p. 158.
  • 9.- MAYA, J.L. y CUESTA F. “Excavaciones arqueológicas y estudio de los materiales de La Campa Torres”, en J.L. Maya y F. Cuesta (Ed. Cien- tíficos): El castro de La Campa Torres. Período prerromano. Gijón, 2001: 83.
  • 10.- VILLA, A. y CABO, L. “Depósito funerario y recinto fortificado de la Edad del Bronce en el castro del Chao Samartín: argumentos para su datación”, en Trabajos de Prehistoria 60-2, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 143-151.
  • 11.- Los sedimentos que proporcionaron la muestra UBAR-351 fueron considerados originalmente contemporáneos de las cabañas circulares del castro (CUESTA et alii, 1996:230). Esta apreciación es errónea pues los sedimentos de procedencia -una gruesa franja de tierra negra, rica en carbones y semillas-, aunque tomados en el interior del edificio, se extienden también bajo sus paredes (VILLA, 2002: 163).
  • 12.- CSIC-1654 2572 + 31 BP Cal BC 814-549 CSIC-1653 2466 + 29 BP Cal BC 761-413
  • 13.- Sobre su reconocimiento como fortificaciones prehistóricas véase (VILLA, 1992: 224) y (GONZÁLEZ, 1976: 138) respectivamente.
  • 14.- A este lugar, también conocido por los lugareños como Pena del Muro, hace referencia el diccionario de Martínez Marina cuando indica “Se conservan en este Concejo vestigios de mucha antigüedad, es asaver (sic) en las eminencias de los montes unas cuatro fortificaciones de las cuales tres son hechas de tierra acomodadas a la naturaleza del terreno, y la otra la guarnece por un lado la superficie de un gran peñasco y por el otro un muro, que aún permanece parte de él, hecho por la mano del hombre sin argamasa de dieciséis pies de ancho, admira la magnitud de sus piedras, todo lo cual acredita haber sucedido combates reñidos en esos sitios y cercanías”. Fue reconocido durante la elaboración del inventario arqueológico de Santa Eulalia de Oscos, en 1990.
  • 15.- Los datos de esta intervención, aún inéditos, han sido facilitados por Jorge Camino Mayor, coordinador de la intervención realiza por los arqueólogos Yolanda Viniegra Pacheco y Rogelio Estrada García.
  • 16.- Beta-194075.
FUENTE: ©ÁNGEL VILLA VALDÉS. ©JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ-TRESGUERRES VELASCO. MIL AÑOS DE POBLADOS FORTIFICADOS EN ASTURIAS. (siglos IX a.C.-II d.C.)”. Extraído del trabajo “NOTA EPIGRÁFICA” en PDF. ASTURES Y ROMANOS: NUEVAS PERSPECTIVAS. Servicio de Patrimonio Histórico y Cultural Consejería de Cultura, Comunicación Social y Turismo del Principado de Asturias. COORDINADOR: Juan Fernández - Tresguerres. ARQUEÓLOGOS: Carmen Fernández Ochoa Fernando Gil Otila Requejo Ángel Villa Jorge Camino. REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS. (RIDEA) Ver enlace... Castros de Asturias.
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AUTORES.

Ángel Villa Valdés. Ejerce como arqueólogo en el Museo Arqueológico de Asturias. Con anterioridad, desde el Servicio de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, dirigió el Plan Arqueológico del Navia-Eo, programa por el cual se planificaron, entre 1995 y 2009, las intervenciones arqueológicas en los yacimientos del occidente de la región, tanto en las tareas de excavación como de conservación, restauración y musealización del patrimonio arqueológico. Desarrolla su trabajo en ámbitos diversos de la Prehistoria y Antigüedad con particular atención a la investigación del mundo castreño y la minería aurífera antigua, temas sobre los que desarrolló su Tesis Doctoral, trabajo galardonado con el Premio Extraordinario de la Universidad de Oviedo. Ha sido responsable de numerosas intervenciones arqueológicas en los castros más relevantes del occidente de la región como Coaña, Pendia o Chao Samartín y es autor de un centenar de artículos científicos. Seguir leyendo... FUENTE: LinkedIn

Juan Fernández-Tresguerres (Mieres, 1941-Oviedo, 2011). Dominico, profesor de Prehistoria de la Universidad de Oviedo Presentó su tesis en 1981. En 1992, Juan Fernández-Tresguerres se puso al frente de la Misión Española en Amman, un organismo que pretendía aglutinar toda la vida cultural y de cooperación vinculada con España en la capital jordana. El mirense enseñaba a sus alumnos a lavar las piezas halladas, clasificarlas y seleccionarlas. A pesar de tener una cierta inclinación por los países bíblicos, donde trabajó una buena parte de su vida, también era un gran conocedor de la arqueología del oriente asturiano. Uno de los yacimientos a los que prestó mayor atención fue la cueva de los Azules, en Cangas de Onís. Allí excavó entre 1974 y 1990 consiguiendo con su investigación abrir la puerta al conocimiento de la cultura aziliense en el Cantábrico. Del yacimiento procede el primer esqueleto humano localizado en una excavación arqueológica en Asturias. FUENTES. El Comercio.La Nueva España.

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