El largometraje Mieres del Camino, de Juan Díaz Quesada, fue producido por el industrial Gerardo Pombo, miembro de la familia propietaria del cine local que estrenó la película en 1928. Patrimonio Industrial. |
Un cubano de origen asturiano rodó en 1926 “Mieres del Camino”, primera película hecha en la villa
Cartel de la
película, obra de César Fernández Ardavin “Vinfer”. Reproducción de A. V. La
Nueva España. |
La Nueva España
Decía Orson Welles que David Wark Griffith, director de películas tan notables como la controvertida –“El nacimiento de una nación” o la monumental “Intolerancia”– “prácticamente había inventado el cine” y puede que así fuera, si entendemos esto último como un arte y no como una mera captación de imágenes en movimiento, invención que dejaremos a los expertos; que sean ellos quienes la atribuyan a los hermanos Lumiere, Edison o a Louis Le Prince. Aunque, lógicamente, el genio sureño no se encuentra solo en ese olimpo pues está acompañado de cineastas de todo el mundo que supieron configurar el séptimo arte tal y como lo conocemos a día de hoy, dejando un sinfín de anécdotas y de historias en cada punto en el que la cinematografía daba sus primeros pasos. Más allá del fin propagandístico del metraje, la película atesora ciertos hitos que merecen que sean al menos reseñados, como la suerte de ser una de las pocas películas españolas anteriores a la II República Española que se conservan o el honor de tratarse de uno de los primeros largometrajes rodados en Asturias junto al documental “Llanes 1917” rodado por la productora francesa Pathè o el film “Bajo las nieblas de Asturias” dirigido por Manuel Noriega.
Decía Orson Welles que David Wark Griffith, director de películas tan notables como la controvertida –“El nacimiento de una nación” o la monumental “Intolerancia”– “prácticamente había inventado el cine” y puede que así fuera, si entendemos esto último como un arte y no como una mera captación de imágenes en movimiento, invención que dejaremos a los expertos; que sean ellos quienes la atribuyan a los hermanos Lumiere, Edison o a Louis Le Prince. Aunque, lógicamente, el genio sureño no se encuentra solo en ese olimpo pues está acompañado de cineastas de todo el mundo que supieron configurar el séptimo arte tal y como lo conocemos a día de hoy, dejando un sinfín de anécdotas y de historias en cada punto en el que la cinematografía daba sus primeros pasos. Más allá del fin propagandístico del metraje, la película atesora ciertos hitos que merecen que sean al menos reseñados, como la suerte de ser una de las pocas películas españolas anteriores a la II República Española que se conservan o el honor de tratarse de uno de los primeros largometrajes rodados en Asturias junto al documental “Llanes 1917” rodado por la productora francesa Pathè o el film “Bajo las nieblas de Asturias” dirigido por Manuel Noriega.