HISTORIA DEL REAL OVIEDO.
Los orígenes - 1900 - 1926.
A finales del siglo XIX en Oviedo ya se tenía constancia de la
existencia de un deporte llamado foot-ball. En unos tiempos en los que
comenzaba a preocupar lo que se conocía como el culto al cuerpo, en el
ámbito universitario se tenían las primeras referencias de este nuevo
deporte a través de las influencias de la Institución Libre de
Enseñanza. No en vano diversos profesores de la Universidad de Oviedo
como Adolfo Álvarez-Buylla, Aniceto Sela y Adolfo González Posada fueron
pioneros en nuestro país en el ámbito deportivo, estando presentes en
el congreso celebrado en París en 1894 donde nació el olimpismo moderno.
Pero no sería hasta los primeros años del XX cuando se comenzase a
practicar con cierta asiduidad. Y sería, principalmente, gracias a los
estudiantes de las clases más acomodadas quienes, tras cursar sus
estudios en colegios de las islas Británicas, donde descubrieron la que
para ellos era novedosa actividad deportiva, la siguieron practicando a
su regreso dándola a conocer.
Así pues, con la iniciativa de figuras como Pedro Rubín, Santiago de la
Riva y otros, en 1903 ya existía un equipo que bajo la denominación de
Oviedo Foot-ball Club disputaba partidos en la zona del campo de
maniobras, así como en diversos puntos de la geografía asturiana,
midiendo sus fuerzas con otros conjuntos pioneros de otras localidades.
Siendo asombrosamente rápida la integración social y el arraigo que
tendría el fútbol, pronto surgieron multitud de equipos por las
distintas zonas de la ciudad de Oviedo, destacando de entre todos ellos
desde poco tiempo después de su nacimiento allá por 1914, el Real
Stadium Club Ovetense, que se convertiría en el equipo referencia de la
capital asturiana en aquellos años en los que se empezaba a regular la
práctica de este deporte con la creación de las federaciones regionales y
los campeonatos que estas organizaban. Jugaba al principio en el campo
del Hospicio y poco después en el de Llamaquique y lucía unas vistosas
camisetas de franjas verticales azules y amarillas.
Con la aparición en 1919 —producto de una escisión del Stadium— del
Deportivo Ovetense (uniformado con camisetas de rayas verticales azules y
blancas y que disputaría sus encuentros en un nuevo campo, el de
Teatinos, mucho más apto y confortable, reflejo de su mayor potencial
económico), los dos equipos de la capital se enzarzarían en sus
enfrentamientos directos, que en ocasiones terminaban con disturbios que
incluso obligaban a suspender los encuentros, fiel reflejo de la dura
rivalidad existente entre ellos que superaba lo deportivo. Y es que
mientras el Stadium era el equipo de las clases populares (mucho más
modesto pero con mayor seguimiento social), el Deportivo era considerado
el equipo de las clases sociales pudientes (mucho más poderoso en
recursos, se permitía lujos como el de realizar fichajes de renombre,
como el de J.L. Zabala, que sería el primer futbolista que, aportado por
un equipo ovetense, alcanzase el entorchado internacional con España).
Pero pese a ello, los stadiumnistas, con el legendario portero Óscar
Álvarez (reserva del mítico Ricardo Zamora en la selección) al frente,
casi siempre salían victoriosos en sus duelos directos.
La posibilidad de fusionar ambos conjuntos flotaba en el ambiente
buscando, uniendo fuerzas, crear un equipo capaz de dominar a nivel
regional para poder disputar el único torneo nacional existente, el
Campeonato de España (la Copa del Rey), si bien se enfrió al lograr el
Stadium (que se había trasladado a un nuevo campo llamado Vetusta)
proclamarse por fin campeón de Asturias en la temporada 1924/25. Este
logro fue algo excepcional y, con la creación del Campeonato Nacional de
Liga en el horizonte, la fusión volvió a plantearse con más fuerza.
Fundación e inicios - 1926 - 1933.
Presentándose como inminente el inicio del Campeonato Nacional de Liga
(en la práctica fue un largo proceso que no cristalizó hasta la
temporada 1928/29, buscando consenso entre quienes defendían una Liga
con un reducido número de equipos —los minimalistas— y quienes
pretendían una mayor participación —los maximalistas—) se intensificaron
las negociaciones para buscar la unión de los dos equipos de la
capital. El objetivo era contar con un conjunto con potencial suficiente
para subirse al carro de la nueva realidad que se avecinaba, con una
competición liguera y el profesionalismo avanzando con paso firme, algo
que se presumía imposible por separado tanto para el Stadium como para
el Deportivo.
La figura Óscar Álvarez, favorable a la fusión, sería fundamental,
lográndose que las comisiones gestoras de ambas entidades que se
formaron, consensuasen las bases de un acuerdo que, tras ser aprobado
por las respectivas asambleas, posibilitó que en la tarde del 26 de
marzo se firmase el acta fundacional de una nueva sociedad que nacía
bajo la denominación de Real Oviedo Foot-ball Club. Se adoptaron como
sus símbolos los de la ciudad (el color azul y la Cruz de los Ángeles).
Bajo la presidencia de Carlos Tartiere desde el primer día, el objetivo
era ambicioso, adaptándose a los nuevos tiempos que se presentaban en
materia futbolística, una actividad que cada vez concitaba mayor
seguimiento.
La nueva entidad se presentó en sociedad disputando un partido con el
Arenas de Guecho el 1 de mayo de 1926 (Justo marcó el primer gol).
Cuando en la temporada 1928/29 por fin se inicia el Campeonato Nacional
de Liga, los ovetenses quedan encuadrados en la 2.ª División, tras
eliminar en la primera ronda de clasificación para logar una plaza en la
máxima categoría al Iberia de Zaragoza y caer en la segunda con el R.
Betis, en la prórroga.
En dura pugna por la supremacía del fútbol asturiano con el Sporting,
comienzan a lograrse los primeros campeonatos regionales mientras se
intenta el asalto de la 1.ª División, que llegará en la temporada
1932/33 al proclamarse campeón después de vencer por 5-1 en el encuentro
decisivo al At. Madrid (19/03/1933), ya en Buenavista, el nuevo y
flamante estadio que sustituía al de Teatinos. Inaugurado el 24 de abril
de 1932 con el enfrentamiento entre las selecciones nacionales de
España y Yugoslavia, el campo vio cómo el debutante como internacional
aquella tarde, el oviedista Isidro Lángara, anotaba el primer gol de su
historia. Contaba con todo un hito arquitectónico, como era el de
disponer de una tribuna de 100 m. de longitud cuya cubierta no tenía
ninguna columna de sujeción que obstaculizase la visión del terreno de
juego.
La línea atacante del ascenso, integrada por Casuco, Gallart, Lángara,
Galé e Inciarte, sería bautizada como la “delantera eléctrica” por su
facilidad goleadora, algo que se haría costumbre en los siguientes años,
ya en la máxima categoría.
Los años dorados - 1933 - 1950.
La presentación en la máxima categoría iba a dejar claro que el paso
por la 1.ª División no sería anecdótico. El equipo que dominaba con
insultante superioridad a nivel regional adjudicándose todos los
campeonatos de Asturias y suprarregionales que disputaba, comenzó su
andadura entre los mejores recibiendo en Buenavista al Barcelona el 5 de
noviembre de 1933, derrotándole por un contundente 7-3. Es el mejor
debut de un equipo en la 1.ª División española y pondría de manifiesto
las características principales que iba a tener el devenir del conjunto
azul en los siguientes años: un extraordinario ataque (la línea formada
por Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín sería conocida como la
segunda “delantera eléctrica”, quizás la mejor del momento) unido a una
excesiva facilidad para encajar goles.
Con la base que había logrado el ascenso y fichajes sonados como el de
Herrerita al máximo rival regional, aquel equipo que nutriría
habitualmente de jugadores a la selección nacional finalizaría su
primera campaña con los mejores siendo semifinalista de Copa y sexto en
Liga, clasificación mejorada en las siguientes con dos terceros puestos.
Cuando más próximo se veía que aquel conjunto que se codeaba en los
primeros puestos obtuviese algún título nacional, la Guerra Civil
española partiría de cuajo las expectativas, destrozando un conjunto
llamado a alcanzar importantes logros.
Terminado el conflicto bélico, a la reanudación de las competiciones el
equipo estaba muy debilitado por las pérdidas sufridas en el campo de
batalla (hombres como Casuco o Chus perdieron la vida) y de quienes por
motivos políticos estaban fuera de España (Lángara, Castro o Sirio).
Además, las secuelas de los bombardeos dejaron destrozado el estadio de
Buenavista, con lo que la Federación, en una medida sin precedentes,
concedió a los carbayones una dispensa especial por la que se les
permitía estar una temporada sin competir mientras reconstruían el
estadio, reservándoseles la plaza para reincorporarse a la siguiente, a
cambio de que sus futbolistas fuesen cedidos a otros conjuntos durante
ese tiempo (por ejemplo Herrerita y Emilín, los más apetecibles,
jugarían esa temporada con el Barcelona).
La reincorporación a la competición en la temporada 1940/41 sería dura,
con un puñado de los jugadores del gran equipo anterior a la guerra
retornados de sus cesiones con cuatro años más, salvando la categoría
las dos primeras campañas con grandes dificultades. Pero después
volverían las clasificaciones entre los mejores (dos veces cuarto y
otras dos quinto) aunque sin alcanzar el nivel de los años treinta,
siendo el espíritu del equipo el mismo: un ataque demoledor (surgió la
tercera “delantera eléctrica”, integrada por Antón, Goyín, Echevarría,
Herrerita y Emilín) que obtendría goleadas históricas (9-2 al Sabadell,
6-0 al Barcelona o 7-1 al Real Madrid entre las más destacadas),
manteniendo la vulnerabilidad defensiva, algo que era tónica general en
el fútbol de la época pero que en el caso de los oviedistas era muy
acentuado.
Con Carlos Tartiere al frente de la entidad, rechazando suculentas
ofertas por las estrellas del equipo a la vez que se realizaban
incorporaciones, con incluso el regreso del añorado Lángara en 1946, se
reharía un equipo que se codearía con los mejores en la zona noble de
las tablas clasificatorias durante toda la década.
Sin Carlos Tartiere - 1950 - 1958.
Diecisiete años después del ascenso y tras una continuada estancia
desde entonces en 1.ª División (trece temporadas sólo interrumpidas por
la Guerra Civil y el año de dispensa), al término de la campaña 1949/50
los azules iban a ocupar plaza de descenso, si bien una reestructuración
de la categoría les iba a brindar la posibilidad de mantenerse en la
máxima categoría vía promoción a disputar con el Real Murcia,
oportunidad perdida pues el 2 de julio de 1950, en eliminatoria a
partido único disputada en Madrid, los pimentoneros derrotaron a los
azules por 2-0 certificando el descenso de estos últimos a 2.ª División.
Era el fin de una era de gran brillantez para los azules, que se iba a
ver acompañada a las pocas fechas (el 31 de ese mismo mes de julio) por
una noticia trágica: el fallecimiento de Carlos Tartiere, el único
presidente que había tenido la entidad, que durante los veinticuatro
años de su mandato había logrado situar al Real Oviedo en la elite del
fútbol nacional.
Sin Carlos Tartiere llegarían tiempos de vacas flacas. Sin su mecenazgo
las estrecheces económicas obligarían al club a tener que desprenderse
de los jugadores apetecibles para otros conjuntos, disminuyendo el
potencial de un equipo que pasaría a ser lo que se conoce como un equipo
ascensor, siempre en la zona alta de 2.ª División peleando por el
ascenso pero al que le costaba mucho mantenerse en la máxima categoría
cuando la alcanzaba. En los primeros años sin Carlos Tartiere los azules
obtuvieron dos ascensos y participaron sin éxito en dos fases de
promoción de ascenso, mientras en 1.ª División únicamente en una
temporada iban a lograr la permanencia.
Una de las consecuencias de las penurias económicas iba a ser la venta
del estadio de Buenavista al Ayuntamiento de Oviedo en 1954, estadio que
desde 1958 pasaría a llevar el nombre de Carlos Tartiere, como homenaje
a quien había presidido la entidad durante su época más gloriosa.
Vuelve el esplendor - 1958 - 1965
El ascenso logrado en la temporada 1957/58, certificado con una
victoria a domicilio por 0-2 ante el Rayo Vallecano, iba a suponer el
inicio de una edad de plata para el conjunto oviedista. Sin alcanzar el
nivel de los años treinta y cuarenta, los azules se iban a mantener
siete campañas consecutivas en 1.ª División, entrelazando aquellas en
las que la permanencia se lograría con muchas dificultades (dos
promociones para evitar el descenso fueron solventadas con éxito) con
otras en las que se alcanzaría con holgura, no faltando alguna
clasificación brillante, destacando sobremanera el tercer puesto de la
temporada 1962/63, algo que la entidad lograba por tercera vez en su
historia.
En todo caso, aquel conjunto volvió a tener la solidez suficiente para
ser considerado un clásico de la máxima categoría, agrupando una serie
de futbolistas de reconocido prestigio en el fútbol español como eran
Toni, Marigil, Paquito, Iguarán, Girón, José María o un argentino que
dejaría huella como Sánchez Lage, hasta el punto de representar al
fútbol español en la Liga Internacional de Clubes que entonces se
disputaba en EEUU, en lo que podría considerarse como el bautismo
internacional de un equipo que, en aquellos años en los que las
competiciones europeas y mundiales de clubes daban sus primeros pasos,
se quedó sin participar en la incipiente Copa de Ferias a la que habría
tenido derecho por su clasificación liguera, al no celebrarse en Oviedo
una feria internacional de muestras, motivo del nacimiento de la
competición que sería el germen de la Copa de la UEFA.
La guinda que para aquel conjunto solvente había significado el tercer
puesto no podría ser disfrutada, pues vendría seguida de un
desmantelamiento del equipo producto de la venta de los jugadores más
relevantes, que tendría como consecuencia lógica la pérdida de categoría
solamente dos años después.
Las siempre presentes estrecheces económicas llevarían a desprenderse
de los jugadores fundamentales —no siempre a precios adecuados—,
debilitándose mucho un equipo que luego, ya en 2.ª División, iniciaría
un largo periodo de mediocridad que tendría durante muchos años como
referencia más próxima de los buenos tiempos, esos primeros
La travesía por el desierto - 1965 - 1988
El retorno a 2.ª División en 1965, supondría el comienzo de una larga
etapa muy gris en la historia de la entidad. Durante más de veinte años
los azules iban a navegar casi siempre con más pena que gloria por la
categoría de plata del fútbol español, lejos de aquel equipo que, en
dicha categoría, siempre era claro aspirante a retornar con los mejores.
Con escasas excepciones, la tónica habitual sería la de tener la
permanencia en 2.ª División como única preocupación. Con una trayectoria
paulatinamente descendente desde el principio, incluso tuvo que superar
en la temporada 1970/71 una promoción para evitar caer en la 3.ª
División.
Tras solventar aquel trance, los primeros años setenta serían los
únicos de este periodo en los que, al menos, se retornaría a 1.ª
División, si bien de manera fugaz, recordando al equipo ascensor de los
años cincuenta, pues sólo en la campaña 1972/73 se conseguiría la
permanencia. Esos pocos años alternando ambas categorías (tras caer a
continuación, retornar la temporada siguiente y volver a descender
inmediatamente) darían paso a que se tocase fondo en la segunda mitad de
los años setenta.
Durante esa breve estancia entre los mejores se produjo un hecho
noticiable como fue la consecución del gol número mil en la máxima
categoría, obra de Marianín el 28 de enero de 1973 en el Vicente
Calderón madrileño.
Después, de nuevo en 2.ª División, la temporada 1977/78 certificaría la
trayectoria descendente hasta el punto de que los carbayones iban a
jugar por primera vez en toda su historia por debajo de las dos primeras
categorías del fútbol nacional. Descenderían a la recién creada 2.ª
División “B” y, si bien el paso por ella sería sólo de un año,
retornando a continuación, las siguientes temporadas serían las de un
conjunto que deambularía por la zona baja de la 2.ª División “A”,
salvándose in extremis en muchas ocasiones de volver a caer.
Con ocasión de la celebración en España del Campeonato del Mundo de
fútbol en 1982, el estadio sería totalmente reformado, siendo demolida
la conocida como “tribuna Sánchez del Río”, en homenaje al ingeniero que
la ideó, única en su género al ser construida medio siglo atrás. El
nuevo recinto se reinauguró oficialmente el 29 de abril de 1982
enfrentándose el Real Oviedo y la selección de Chile (0-0 fue el
resultado final).
En medio del triste caminar por la categoría, un único momento de
cierta celebración llegó en la temporada 1984/85, al alcanzar el primer y
hasta el momento, único título de la entidad: la Copa de la Liga de 2.ª
División, derrotando en la final al At. Madrileño después de firmar una
trayectoria inmaculada. Se trataba de una competición oficial, aunque
considerada “menor”, de la que únicamente se disputaron cuatro ediciones
y que, compitiendo los equipos de cada categoría entre sí, otorgó a los
azules como único premio jugar al año siguiente la misma competición
pero con los equipos de 1.ª División, galardón nada relevante para un
equipo que lo que necesitaba era retornar a la Liga de 1.ª División,
algo que llegaría de manera imprevista, cuando un proyecto de futuro
planteado a medio plazo, con el retorno al banquillo de Vicente Miera en
1987, daría sus frutos a las primeras de cambio poniendo fin a más de
dos décadas sin casi alegrías.
13 años en la élite - 1988 - 2001.
Cuando Vicente Miera retornó a la entidad oviedista en 1987 para
entrenar de nuevo al conjunto que ya había dirigido en los años setenta,
el planteamiento acordado con el entonces presidente José Manuel Bango
era el de hacer un proyecto sólido que, a medio plazo, pudiese llevar a
plantearse el salto de categoría con unas bases sólidas. Pese a ello el
caso es que la temporada concluiría con los azules jugándose el ascenso
en una promoción (sistema que volvía a aplicarse después de muchos años
apartado) con el R. Mallorca. El 2-1 del partido de ida disputado en
Oviedo —con un gol de Carlos cuando se jugaban los minutos de
prolongación— unido al empate sin goles del encuentro de vuelta en las
islas, significaron la vuelta de los azules a la 1.ª División doce años
después.
El inesperado éxito hizo que la explosión de júbilo que se viviría en
Asturias desbordase todas las previsiones. El centro de la región se vio
colapsado con motivo del retorno del equipo, originándose una recepción
que desbordó todas las expectativas, con varios cientos de miles de
personas celebrándolo.
Aquel sorprendente ascenso sería el inicio de una prolongada estancia
en la máxima categoría, hasta el punto de igualar la marca de trece
temporadas consecutivas en 1.ª División de la época dorada de la entidad
(en aquella ocasión con el lapsus provocado por la interrupción de la
competición por la Guerra Civil y el posterior año de excedencia
concedido al conjunto ovetense).
Y no sólo se obtendría el logro de la permanencia, sino que se iba a
alcanzar la clasificación para disputar una competición europea por
primera vez en la historia (las anteriores clasificaciones de los azules
en los primeros puestos habían tenido lugar cuando todavía no
existían): la Copa de la UEFA en la campaña 1991/92, en la que el
conjunto oviedista caería en primera ronda frente al Genoa italiano, con
un gol en el último minuto del encuentro de vuelta en tierras
transalpinas.
Sucedieron a esa exitosa temporada otras también brillantes que
convivieron con aquellas en las que se obtuvo la permanencia con apuros
(teniendo que recurrir incluso a la fase de promoción para salvarla en
la 1997/98, enfrentándose a Las Palmas), si bien el equipo se mantuvo
durante toda la década entre los mejores, vistiendo la elástica
oviedista grandes jugadores de primer nivel mundial.
En 1992 el Real Oviedo, como la mayoría de equipos españoles, se vio
obligado a convertirse en SAD (Sociedad Anónima Deportiva). El capital
inicial fue de 605 millones de pesetas.
La normativa en materia de seguridad en los recintos deportivos obligó a
convertir las localidades de pie de los estadios en otras de asiento,
con lo que la notable reducción de aforo del estadio Carlos Tartiere
motivó la construcción de un nuevo campo. El Nuevo Estadio Carlos
Tartiere, con 30.500 localidades, pasaría a ser el terreno de juego del
conjunto carbayón desde la campaña 2000/01. Se inauguró oficialmente con
un partido Real Oviedo – Partizán (0-2) disputado el 20 de septiembre
de 2000, aunque tres días antes ya había sido testigo del choque liguero
entre los oviedistas y Las Palmas.
Si bien los primeros meses tras la mudanza servirían para acumular una
gran racha de resultados como local, con el cambio de siglo se
confirmaron los negros presagios con los que había dado inicio la
temporada con el lamentable fallecimiento en accidente del jugador azul
Petr Dubovsky. Pese a no haber ocupado plaza de descenso durante casi
toda la Liga, en la última jornada, con extraños comportamientos en
otros campos de equipos implicados, una derrota en Mallorca —el mismo
lugar donde se había obtenido el ascenso en 1988— iba a certificar el
descenso a 2.ª División. Se ponía fin a trece temporadas consecutivas
con los grandes, dando paso a la que iba a ser época más negra en la
historia de una entidad que acababa de celebrar sus 75 años de vida.
La lucha por la supervivencia - 2001 - 2013
Después de trece años seguidos en 1.ª División, el objetivo al caer en
la 2.ª División “A” fue el de retornar de inmediato, realizando una
apuesta arriesgada que buscaba regresar a la máxima categoría, único
sitio donde se presumía factible combatir los problemas económicos que
acechaban al conjunto azul y que eran generalizados en todos los
equipos. La no consecución del ascenso provocó que estallasen problemas
de todo tipo, saliendo a relucir una multimillonaria deuda que ponía el
futuro de la sociedad muy en entredicho.
Eugenio Prieto, el presidente del club durante los trece años en la
máxima categoría y ese primero en 2.ª División en el que no se logró el
ascenso, abandonó la entidad, sustituyéndole Manuel Lafuente, quien
logró in extremis al término de esa temporada 2001/02, evitar el
descenso administrativo con el que se castigaba a los equipos que tenían
denuncias de futbolistas por deudas.
En la siguiente, con una plantilla debilitada, una calamitosa temporada
llevaría a los azules a terminar la Liga en penúltima posición,
descendiendo a 2.ª “B” por segunda vez en la historia, lo que iría
acompañado de un nuevo descenso, en esta ocasión administrativo, al
negarse los componentes de la plantilla a retirar las denuncias que
habían interpuesto contra la entidad, rechazando los compromisos de pago
que se les ofrecieron. Tras unas trepidantes jornadas, al cierre del
plazo, en agosto de 2003, con un doble descenso, el Real Oviedo se
encontraba en 3.ª División, sin jugadores y con una deuda agobiante que
había obligado a entrar en proceso concursal como único medio para
intentar evitar la desaparición.
En esa crítica situación, desde la alcaldía de la ciudad, el primer
edil Gabino de Lorenzo impulsaría un nuevo equipo bautizado como Oviedo
ACF, creado desde el modesto conjunto del Astur de la 3.ª División, para
convertirlo en el nuevo conjunto representativo de la capital asturiana
en sustitución del Real Oviedo.
Con la afición oviedista rebelándose, entregada sin reservas a la causa
de salvar a su equipo, se fueron dando los pasos necesarios para
reflotarlo, algo que en muchos momentos parecía imposible. Y es que
desde lo que se conocía como “los barrizales” del fútbol regional, en
3.ª División, una categoría impropia del Real Oviedo, la fidelidad de la
afición se puso de manifiesto mucho más allá de lo previsible,
trabajando y colaborando en todo aquello que fuese necesario para que la
entidad siguiese con vida, con un número de abonados y de asistentes a
los encuentros (hasta por encima de los 25.000 espectadores) superior
incluso a los de algunos equipos de 1.ª División. Mientras, en lo
deportivo se volvía poco a poco a la normalidad de lo que ha de ser un
club de fútbol —pese a que se tardaron dos temporadas en lograr el
ascenso desde la 3.ª División a la 2.ª “B”— y en los despachos Manuel
Lafuente logró que se solventase el proceso concursal firmando un
convenio de acreedores que posibilitaba la supervivencia de la sociedad.
Cuando parecía que lo peor había pasado, los siguientes consejos de
administración que se pusieron al frente del club llevaron a cabo una
gestión extradeportiva que llevaría a que, lejos de completar el proceso
de recuperación que posibilitaba el convenio firmado, se reprodujesen
los problemas, volviendo a estar en peligro la subsistencia de la
entidad. Y en lo deportivo se firmaría el mayor borrón de la historia
azul, pues la temporada 2006/07 culminaría con el retorno a 3.ª
División, esta vez por deméritos deportivos, tardándose de nuevo dos
temporadas en retornar, al menos, a 2.ª “B”.
La gestión llevada a cabo hizo que en pleno verano de 2012 se volviese a
vivir una situación límite. En esta ocasión tomó el mando de la entidad
un nuevo equipo directivo bajo la presidencia de Toni Fidalgo, el cual
se vio obligado a convocar una ampliación de capital que, de no tener
éxito, obligaba a proceder a la liquidación de la sociedad. Y aquí de
nuevo la afición escribiría una página de la historia azul con letras de
oro, como en 2003 pero además desembolsando en la suscripción de
acciones los casi dos millones de euros que eran necesarios para evitar
el fin de una entidad que contaba ya con más de 86 años de vida. En esta
ocasión, gracias a mecanismos como los que ofrecía internet y las redes
sociales, el movimiento por la salvación se globalizó, alcanzando
multitud de países por los cinco continentes, lo que sirvió para que el
proceso culminase con la entrada como accionista de referencia del grupo
empresarial de Carlos Slim, empresario de referencia mundial.
Con las renovadas fuerzas adquiridas por todo lo sucedido, desde la 2.ª
“B” se intenta el retorno a la LFP, primer paso de lo que ha de ser el
regreso del Real Oviedo a su sitio natural, la 1.ª División del fútbol
nacional.
FUENTE:
http://www.realoviedo.es