En 2015 llegó a las librerías
"El tercer ruido", resumen de la investigación realizada por José
Luís Cervero y José Antonio Landera sobre una red de espías que operó en la
mitad norte de España, durante la segunda guerra mundial. Los dos autores están
vinculados a la Guardia Civil: José Antonio Landero, en activo, es un conocido
colaborador en la investigación de las fosas comunes asturianas y ha
participado en documentales sobre este espinoso tema; mientras que José Luís
Cervero siempre se ha movido en los Servicios Secretos de Información, siendo
condecorado varias veces por su labor y cuenta con varios premios de periodismo
por sus publicaciones sobre aspectos poco conocidos de la propia Benemérita.
Ilustración de Alfonso Zapico
Hablamos entonces de verdaderos
especialistas en la localización y el manejo de informes, que conocen los
entresijos de los archivos y saben seguir cualquier pista con facilidad. En
esta ocasión, apoyándose también en los testimonios personales de los
supervivientes y los familiares han estudiado este asunto apasionante y poco
conocido que presenta episodios de suspense, violencia y sexo, los tres
ingredientes imprescindibles para una buena película de acción, sacando a la
luz esta organización que en plena posguerra española recibía órdenes y
financiación del Gobierno británico y mantenía relaciones con los Servicios
Secretos de Francia y EE UU. Se trataba de una red que cumplió con
todos los tópicos que conocemos sobre el espionaje: cada agente ocultaba su
nombre tras una o dos letras del abecedario, hubo falsas identidades y
disfraces, contaban con bases operativas en varias ciudades donde se emplazaron
emisoras para enlazar con Londres y se comunicaban con documentos escritos en
una clave cifrada.
Ilustración de Alfonso Zapico
La organización conocida como
"La Central" funcionó activamente y no se limitó solamente a labores
de información, sino que tuvo éxito en algunas operaciones, entre ellas la
voladura, en la noche de 22 de junio de 1943, del arsenal militar de El Ferrol,
cuyos astilleros se utilizaban para reparar los submarinos y torpederos nazis,
ayudando además con sus soplos a los británicos a hundir posteriormente 24
submarinos alemanes, algo que según los autores del libro fue fundamental en el
desarrollo de la II Guerra Mundial ya que ayudó a salvar gran cantidad de
material y vidas de los aliados facilitando el desembarco en Normandía. Comprenderán ustedes que es imposible
resumir tanta acción en una página y por ello les recomiendo la lectura de este
libro; con esta premisa quiero que sepan que entre los cadáveres que yacen en
la Fosa Común de Oviedo se encuentran los de cuatro hombres fusilados cuando amanecía el 23 de mayo de 1944 después
de ser haber sido condenados a muerte en el Consejo de Guerra que juzgó dos
meses antes en la Sala de Justicia del Regimiento Milán 3 de Oviedo a 57
implicados en esta trama.
Ilustración de Alfonso Zapico
Se llamaban Cesar Quiñones Rodríguez,
Manuel Rivero Sanjuán, Miguel Mauro Estévez García y Juan Martínez Riestra,
este último natural de Pola de Siero, pero vecino de La Felguera y trabajador
de Duro Felguera, y fueron acusados de haber recibido instrucción en temas de
inteligencia por agentes británicos destinados en la embajada inglesa de Madrid
para que controlasen los movimientos que realizaban impunemente en España los
nazis amparados por el franquismo. En el mismo proceso, la mayor parte
de sus compañeros y compañeras recibieron penas de todo tipo, que fueron desde
los cincuenta a los dos años de prisión, mientras que cuatro hombres y nueve
mujeres fueron absueltos e incluso se dio el caso de que un tío de Lorenzo San
Miguel, el organizador de todo el tinglado, fue internado en el psiquiátrico
ovetense de donde ya no pudo salir hasta que falleció veinte años más tarde. Ya he citado que uno de los fusilados
en la tapia del cementerio de San Salvador estaba relacionado con La Felguera.
No fue el único, y precisamente la caída de toda la red se debió a la delación
de otro vecino de esta villa, quien actuó impulsado por los celos hacia Lorenzo
San Miguel, quien por lo visto era un hombre apuesto, de buena conversación,
con gran atractivo y bragueta fácil. Este personaje había nacido en
Ponferrada y heredado la tendencia izquierdista de su padre, un ferroviario
emigrado a Méjico donde la familia residió 11 años.
Ilustración de Alfonso Zapico
Cuando retornaron, él se
incorporó a un regimiento de Infantería y fue destinado al cuartel de Astorga
en el que inició su actividad revolucionaria hasta que fue detenido y juzgado
en un causa en la que tuvo por defensor al capitán Eduardo Rodríguez Calleja,
quien durante la guerra iba a asumir en Mieres el mando de la 63 División del
ejercito republicano. José Luis Cervero y José Antonio
Landera relatan en su libro la intensa peripecia vital de Lorenzo, que incluye
el relato rocambolesco de su viaje en 1939 desde la casa de su abuela en Gijón
hasta la de sus padres en León, después de haberse dejado crecer el pelo para
hacerse pasar por una mujer llamada Mari. Una identidad falsa, como también lo
fue la de Juan Martínez Martínez que usó en repetidas ocasiones tanto para
disimular su misión política como en sus relaciones con el otro sexo. Los autores también pasan revista a
sus numerosos amoríos con mujeres a las que acabó introduciendo en su red de
espionaje y así sabemos que uno de estos episodios, que tuvo como escenario la
cuenca del Nalón, llevó a la caída de toda la red, cuando Florentino Arias
Moral, natural y vecino de La Felguera se lo contó todo a la policía para
vengarse de la infidelidad de su esposa con el cabecilla de la organización. Este felguerino, fogonero de oficio,
había contactado en 1941 con la trama de espías porque su hermana trabajaba
como sirvienta en casa de los padres de Lorenzo, y una vez integrado, con su
identidad escondida tras la letra "G", se encargó de ir llevando
sobres con documentación y dinero y de recoger las informaciones de todos los
agentes de Galicia, por lo que su conocimiento del tinglado era completo y le
convirtió en el segundo responsable de la estructura secreta.
Ilustración de Alfonso Zapico
Hasta que se dio cuenta de que su
jefe le hacía la corte a su joven y atractiva esposa Margarita Blanco Casado,
según parece con el consentimiento de ésta. Al percatarse de que los dos se
veían en su domicilio cuando él se ausentaba, Florentino Arias le dio un
ultimátum a su mujer avisándola para que rompiese su relación, pero no lo
consiguió, y este hecho sumado a que Lorenzo también había intentado llevarse
al huerto a su hermana Higinia le decidió a contárselo todo al teniente coronel
de la Guardia Civil José Blanco Novo, entonces delegado de orden público de
Asturias, conocido por haber dirigido la persecución de los fugaos en las
montañas asturianas con un rigor excesivo del que hizo partícipes a sus
familiares y allegados. El 20 de octubre de 1943, Lorenzo San
Miguel fue abatido mientras dormía en una buhardilla de la calle Condesa de
Sagasta, en León, en una intervención dirigida personalmente por el mismo José
Blanco Novo y en la que junto a los uniformados estuvo presente el delator,
seguramente para tener la satisfacción de ver muerto a su rival; entonces lo
que podía haberse quedado ahí arrastró consigo a toda la trama, puesto que en el
registro de la vivienda se encontró mucho material, cartas, informes y la
relación de espías que integraban la red y que fueron inmediatamente detenidos.
El Tercer Ruido. Espionaje en España durante la
Segunda Guerra Mundial. (…). En
1942, en plena Guerra Mundial, el Servicio Secreto inglés creó una res de
espías con ciudadanos españoles que actuaron por todo el territorio nacional
informando sobre los submarinos y las bases alemanas el III Reich estacionadas
en España. Un año más tarde, la Red fue desarticulada y cuatro de sus miembros
fusilados, tras ser condenados por un consejo de guerra sin ningún tipo de garantías judiciales. (…). http://mountain-soft.es/producto/el-tercer-ruido-espionaje-en-espana-durante-la-segunda-guerra-mundial/
Además del propio Florentino Arias y
de su hermana Elena (agente "U") figuraban en esta lista varias
personas relacionadas con la Felguera, que fueron llevados a juicio: el cuñado
de Florentino, Manuel Sánchez González (agente "V"), quien trabajaba
allí como como albañil; Aurelio Huerta Alonso (agente "AC"), Juan
Martínez Riestra (agente "H"), que ya hemos nombrado entre los cuatro
fusilados, y Anselmo Granda Camino (el agente "I"), encargados de
investigar lo que se cocía en Duro Felguera, donde también trabajaba como
calderero Manuel Fanjul Cuesta, otro de los condenados. También hubo un natural de Lada,
Julio Argüelles Díaz (agente "AE"), aunque era vecino de Venta las
Ranas; y otro nacido en Mieres, José García Fernández, pero vecino de León, y
con ellos pasaron por comisaría una de las amantes de Lorenzo llamada Consuelo
Argüelles Díaz, natural y vecina de Sama de Langreo, y más personas
relacionadas con Florentino; su madre Florentina, su esposa Argentina y su
hermana Higinia. Supongo que todo esto les habrá
despertado el interés por profundizar en esta historia apasionante. Si es así,
recuerden que todos los datos están sacados de un libro llamado "El tercer
ruido".
Ernesto Burgos Fernández (historiador).
Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Licenciado en Geografía e
Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en
Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de
Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos
«Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La
Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata
Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue
distinguido con el reconocido galardón anual de
“Mierense del año”.
Alfonso Zapico(Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance.
Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del
Principado de Asturias (Aula Didáctica de
los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de
Asturias y Poitou-Charente (Francia). Realiza ilustraciones, diseños y campañas
para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es
ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…). Se estrena en 2006 con un álbum de corte
histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo
publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción
determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto
palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James
Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011),
que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno
de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).
Vive en la localidad francesa de
Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri,
2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se
encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que
constará finalmente de tres tomos. Esta
magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja
la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes
luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el
susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente
poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el
sonido de "La balada del norte". Sus libros han sido traducidos al
inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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