ASTURIAS 1888 |
Un grabado que refleja algunos de los
efectos de las nevadas de 1888 publicado por la revista 'La Ilustración
Española y Americana' en marzo de ese mismo año. El Comercio |
Lentamente, muy lentamente, se desprenden del cielo los copos blancos. Sobre la calle dormida y el silencio de la noche se ha posado apacible todo el blanco inmaculado del invierno
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Ilustración de Alfonso Zapico |
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Con pereza con desgana, dulcemente. Flotan, planean en el cristal inmóvil del aire, copos de nieve, copos de hielo, copos calientes… copos, copos. Antes de posarse mansamente, como pétalos heridos, encima de la capa de sus hermanos muertos, danzan levemente de aquí para allí. El momento, inefable, trasciende intensamente aprisionado en la serenidad del tiempo detenido, sólo se ve turbado, fugazmente, por el aleteo de un pájaro en su sueño desvelado. Empero, este nevar sereno en la disfrazada calma nocturna, es el preludio de la tormenta que, en el espacio, delatan los rumores de inquietantes viajeros. Se levanta el viento con fingido estupor de la adormilada espera. Sopla fuerte, frío el nevador. Nieva intensamente, como nunca o como siempre. La noche se ciega. Hay relámpagos y truenos.