Ilustración de Alfonso Zapico |
Con pereza con desgana, dulcemente. Flotan, planean en el cristal inmóvil del aire, copos de nieve, copos de hielo, copos calientes… copos, copos. Antes de posarse mansamente, como pétalos heridos, encima de la capa de sus hermanos muertos, danzan levemente de aquí para allí. El momento, inefable, trasciende intensamente aprisionado en la serenidad del tiempo detenido, sólo se ve turbado, fugazmente, por el aleteo de un pájaro en su sueño desvelado. Empero, este nevar sereno en la disfrazada calma nocturna, es el preludio de la tormenta que, en el espacio, delatan los rumores de inquietantes viajeros. Se levanta el viento con fingido estupor de la adormilada espera. Sopla fuerte, frío el nevador. Nieva intensamente, como nunca o como siempre. La noche se ciega. Hay relámpagos y truenos.