El primer boceto de Mateín, de Ánxel Nava. LNE |
Fue un viernes soleyero, como ayer por la mañana, horas antes del pregón, cuando Arnaldo, el último sereno de Ciudad Naranco, ya desplazado al servicio de limpieza, quitó su boina, agarró aquella recién salida de Elósegui que le habían mangado al muñecón y resolvió dar el cambiazo con el argumento del verismo. “Un paisano la lleva más gastada”. El bautismo del Mateín en el Nido, el chigre del barrio en cuyos talleres el grupo Abra había dado forma al encargo de la Sociedad Ovetense de Festejos, fue completo. Otro parroquiano se enfadó porque “esi me mira mal”, aquel le puso un pito en la boca y Gonzalo López, ese oviedista que decía que “si en Asturias hubiera mil equipos él sería de 999 pero de uno no”, se quitó su pin del Real Oviedo y se lo clavó en la solapa.