23 de noviembre de 2018

Las cosas distintas

Cuando se ofrecían pieles de osos por empleos
Roberto Hartasánchez, con un lobo en brazos, en una imagen histórica
Roberto Hartasánchez, fundador del FAPAS, relacionado con el concejo desde la década de los sesenta del pasado siglo, ha sido testigo de la lucha contra el furtivismo y de la evolución del Parque: "Lo que en Europa ya eran piezas de museo en Somiedo aún estaba vivo"
Dibujo de Josechu Lalanda que muestra un oso pardo alzado sobre sus patas traseras
https://www.lne.es  
La verdad es que sentarse a hablar -sin prisa- con Roberto Hartasánchez (Gijón, 1953) ante unas verdinas bien cocinadas, para rememorar la fundación del Fondo para la Defensa de los Animales Salvajes (FAPAS) y su relación con Somiedo, es un auténtico placer que seguramente pocas personas habrán experimentado, y no solo por la calidad de la cocina, sino también porque estoy ante una gran persona que ha empeñado su vida en la conservación de nuestros recursos naturales.
Alfredo Noval (1929-2001) naturalista asturiano. (Colección Popular Asturiana)
Discípulo predilecto de Alfredo Noval, junto al que participó en la fundación de ANA (Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza) allá por los años 70 pasados, y a quien acompañó tanto en su alejamiento de esta asociación, habida cuenta del sesgo político que protagonizaba en sus inicios, como en numerosos viajes por varios lugares del mundo, Hartasánchez quedó fascinado por Noval, cuando en compañía de su gran amigo, el periodista Benigno Varillas, le visitaron por primera vez en su casa de Miravalles, conocieron a su familia y admiraron su sabiduría, su gabinete de estudios, su biblioteca de naturaleza y los paisajes en que se movía. Este hecho, lo narra Varillas con mucho cariño y simpatía, en el libro que Luis Mario Arce publicó, en 2002, con motivo del homenaje que se organizó tras el inesperado fallecimiento de Alfredo Noval a la edad de 72 años, en noviembre de 2001. El FAPAS nació en 1982, tras muchos años de aprendizaje en plena naturaleza asturiana de su ideólogo y fundador, el propio Roberto Hartasánchez, y en esto Somiedo, y concretamente el alto valle del Pigüeña, tuvo muchísimo que ver, pues allí un pequeño grupo de alumnos del Instituto Jovellanos de Gijón instalaron sus reales en los momentos finales de los años 60.
Roberto Hartasánchez, en una imagen reciente
El llamado Bosque del Monte de las Sendas, del que la Gran Enciclopedia Asturiana decía que era conocido como "la mayor osera de la cordillera", fue el lugar elegido, al que llegaban caminando desde Aguasmestas, donde se apeaban del autobús de línea, haciendo noche muchas veces en Villar de Vildas, a 14 km. del inicio del camino. Más tarde descubrieron que desde el pueblo de Pigüeña, a donde se llegaba por carretera, podían contratar un taxi que les llevaba la carga; no era otro que la recua de burros que utilizaba el lechero para bajar desde Villar y Corés, la producción láctea que vendían los vecinos.
Braña de La Pornacal, una de las entradas naturales al monte de Las Sendas
Amanecer sorprendente y un museo vivo
La primera noche en que Hartasánchez acampó al pie del bosque de Las Sendas, cerca de la braña de La Pornacal y al lado de una cabaña solitaria, iba con un compañero de instituto, conocido con el apodo de "el calláu", pues casi nunca hablaba. Al amanecer, cuando salieron de la tienda, se encontraron con un envoltorio de papel que contenía un pan de escanda -"preñao" y algo mohoso- y no entendieron qué era aquel presente. Más tarde llegó a la cabaña su propietario, "Lolo de Ignacín", con el que Roberto mantuvo una gran amistad a partir de entonces, y les explicó que una mujer de Villar, que iba hacia el lago Bueno a recoger "xanzaina", pensó que estaba ante algún "fugao" de la guerra y les dejó la comida que llevaba para ella; entendieron que aún había gentes con un gran corazón y dieron buena cuenta de la comida que no se habían atrevido a tocar.
Cabaña de Teito en la braña de la Pornacal. (La Voz de Asturias)
Más tarde agradecieron el gesto a la buena mujer y le aclararon quiénes eran en realidad. El lugar fue ocupado reiteradamente durante años, incluso Lolo les autorizó a utilizar la cabaña, y allí pasaban temporadas de hasta dos meses, de forma que cuando retornaban a Aguasmestas, a coger el Alsa, los viajeros se apartaban de ellos pues el olor a humo de sus ropas apestaba. Roberto Hartasánchez comenta, entre risas, que su madre renunciaba a lavar gran parte de su vestimenta y muchas prendas iban a la basura.
Oso pardo macho adulto de más de dos metros de altura, en un bosque de Somiedo, a plena luz del día
Al reflexionar y rememorar aquellos años, confiesa que, a pesar de que allí se movían los osos y otros animales, a ellos les llamaba la atención lo arcaico que percibían el territorio. En 1972, estando Benigno Varillas y él en Alemania, visitaron el museo etnográfico de Münster, y allí se dieron cuenta de que todos aquellos elementos que se exhibían, los había en Somiedo (casas con tejado vegetal, molinos, aperos de labranza, etc.), pero aquí en uso. "Lo que en Europa ya eran piezas de museo, en Somiedo aún estaba vivo", recalca; y eso mismo fue lo que le contestó al entonces consejero de Agricultura del primer gobierno autonómico, Jesús Arango, cuando firmaban el convenio para peritar los daños de los osos y le preguntó algo así como, "Oye, Roberto, ¿a ti te parece que Somiedo tiene alguna importancia?". Poco a poco, en aquellos lugares del alto Pigüeña se hicieron amigos de mucha gente, y los vecinos les buscaban en la cabaña cuando había que retirar rápidamente un cadáver de vacuno que se hubiera despeñado, para que los osos no dieran cuenta de él. Había que aprovechar la carne para hacer embutido y que no se perdiera, y ellos acudían varias veces, de noche, con el farolillo de camping-gas. Años felices en que, como les comentó en su momento el guarda mayor de la Reserva de Caza, Félix "el de Corés", "yo ya os conocía desde el primer día que llegasteis, pero vi que erais inofensivos".
Un oso cerca de una zona poblada asturiana
Todo era bastante distinto, las tierras de labor trepaban por las laderas, el trabajo era duro, los dos coincidimos en haber visto a algunos segadores en tierras tan pendientes que tenían que segar amarrados a algún tronco con una cuerda. Había campos de cereal, escanda y trigo entre otros; "Manolo de Ignacín" vinculaba a estos lugares las polladas de urogallos y los bandos de perdices pardillas. "Algo que afortunadamente no va a volver, pues aquello no era vida". Para recalcar esta idea, narra Hartasánchez una anécdota que presenció; en una plantación de escanda cercana a La Pornacal estaba la familia recogiendo las espigas -"mesorias" incluidas- cuando unos turistas madrileños, pareja y dos hijos, se dirigieron a ellos desde el camino saludando y entablando una conversación a distancia. El forastero hizo una alabanza de la vida en el campo, los bucólicos paisajes en que se encontraban y exclamó: "¡Suerte de vivir aquí!". La reacción del somedano no se hizo esperar, "¡Hijo de la gran p.! ¡Venga usted aquí a trabajar!". "¡Si es que hasta a nosotros no pedían que les buscáramos una portería o algo así para irse a Madrid!", comenta Roberto Hartasánchez.
Hábitat osero somedano, entre La Mochada, a la izquierda, y Cerridiel, a la derecha
Desavenencias políticas, lucha contra el furtivismo y turismo osero
"El Guarda Mayor de aquellos inicios somedanos os consideraba inofensivos, pero ¿seguís siéndolo?", pregunto a mi contertulio, quien me contesta con tranquilidad: "Mira, llevamos desde el año 1968 viniendo a Somiedo; Fonso -su hermano- lleva viviendo y trabajando aquí desde el 85, jamás hemos tenido ningún problema con ningún vecino de Somiedo". A continuación puntualiza que solo hace años, él mismo tuvo una fuerte discusión con el actual alcalde del concejo, que quería que todo lo que hiciera el FAPAS en el Parque Natural debería de pasar por él, e incluso la organización tenía que hacer aquello que él dijera.
Buitres leonados en el comedero instalado por el FAPAS en Santo Adriano
"¡Olvídate, tu nunca tendrás capacidad para manipular el FAPAS, olvídate de poner un dedo sobre nosotros!", fue la respuesta de Hartasánchez; "de ahí que sea la persona que nos pone a parir cuando se refiere a nosotros". 
"Alfonso, Moncho, Joaquín, todos los que trabajamos en el FAPAS somos como estaciones meteorológicas que recogemos datos en el campo, absorbemos información y luego la procesamos". Roberto recuerda una comida en Pola de Laviana a la que acudió un capitán de la Guardia Civil, institución con la que lleva años manteniendo una relación de absoluta cordialidad y confianza mutua. "¿Y vosotros qué hacéis?", le preguntó el militar, quien tras escuchar las explicaciones le dijo: "Ya sé lo que sois, vosotros sois la policía de la policía". Esta forma de trabajar del FAPAS ha hecho que la organización haya sido ciertamente denostada por algunos personajes de las administraciones.
Pieles de oso pardo decomisadas por el Seprona de la Guardia Civil en Villaux, en 1991; a la izquierda, el entonces sargento Virgilio Rico, al que los recursos naturales asturianos deben mucho
Un caso paradigmático lo constituyeron los registros policiales, incautación de pieles de oso y detención de un furtivo en el pueblo de Villaux, de la que Roberto no comenta mucho, pero que toda la operación fue propiciada por el FAPAS, a raíz de unos comentarios de "chigre", cuando alguien ofrecía pieles de oso a cambio de un puesto de trabajo. Los propios guardas del Parque Natural estaban anulados "por algún jefecillo que quería que se olvidaran del tema", pero Hartasánchez conectó con el Seprona y la operación se desarrolló con éxito. 
Ahora las cosas son distintas y los problemas otros: "Hace unos días leíamos en la prensa que en Lena habían aparecido dos osas con sus crías, y las empresas de observación de fauna ya quieren explotar su visión". "Esto que algunas organizaciones venden como éxito solo sirve para tapar el fracaso de algunos programas europeos dedicados a esta especie tan emblemática; de ahí tantas informaciones falsas para argumentar que todo es un éxito", opina el presidente del FAPAS.
Representación de osa con dos oseznos recién nacidos. (desconocido)
Hay mucha confusión en esto del turismo de observación, "un negocio como otro cualquiera en el que abunda la picaresca, con gente que paga para que sus guías les lleven a lugares en que otras personas van sin pagar y son quienes en realidad les enseñan los osos. Es necesario que esta actividad se regule evitando el negocio fraudulento", insiste mi interlocutor. Como colofón, Roberto Hartasánchez comenta su percepción del futuro somedano. Poco a poco se van perdiendo visitantes y eso se pudo ver este año, en el mes de julio de 2018, por razones climáticas o por lo que haya sido. "Hay que pensar mucho, porque si lo que se quiere es un lugar lleno de carteles de neón, por el que deambulan miles de personas, que lleguen en decenas de autobuses, para comprar un imán para la tapa del frigorífico, Somiedo perderá su esencia y dilapidará su futuro y el de sus gentes".
La Encarralina, una de las cumbres más representativas de la sierra del Rebezu, en una mañana soleada de primavera, cuando las osas comienzan a salir con sus crías a la entrada de las oseras
FUENTE: VÍCTOR M. VÁZQUEZ

Víctor M. Vázquez (Oviedo 1954). Biólogo (1977) y diplomado en Ingeniería Ambiental (1982). Funcionario del Principado de Asturias, fue Director General de Recursos Naturales y Protección Ambiental (1999-2003). Miembro numerario del Real Instituto de Estudios Asturianos, es presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, director del Boletín de Ciencias y componente de la Junta Directiva. Autor de libros como El Bosque atlántico (1985), El Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (1993), Somiedo, energía y vida (1994), Redes, agua y vida (1997), Historia Natural y Cultural del Lobo en el Principado de Asturias (2004), Salime, arte y vida (2004) y Concejo de Caso (2005) y coautor de otros como La conservación de los vertebrados terrestres asturianos (1987), Árboles y arbustos de Asturias (1988), Somiedo, Reserva de la Biosfera (2001), Muñiellos, Reserva de la Biosfera (2001) y Redes, Reserva de la Biosfera (2001). Autor de numerosos trabajos científicos y textos divulgativos. Miembro de diversas sociedades científicas y ONGs, entre otras la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) y la Sociedade Galega de Ornitoloxía (SGO).
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