17 de noviembre de 2018

La iconografía de Don Pelayo

Los rostros de Pelayo
RETRATO IDEALIZADO DE PELAYO EN COVADONGA, OBRA DE LUIS DE MADRAZO Y KUNTZ (MUSEO DEL PRADO). LNE
Bien entrado el siglo XIX, la figura del rey asturiano capta la atención de grandes pintores como los Madrazo, que consolidan su imagen idealizada
Estatua de don Pelayo en Covadonga (Asturias). (Pinterest)

Resulta más que sorprendente que la iconografía de Don Pelayo, personaje con el cual se dice comienza la Reconquista, no hubiera adquirido un mayor protagonismo entre los siglos VIII y mediados del siglo XVIII. Entre ese periodo apenas podríamos ponerle cara a su idealizada figura. Debemos exceptuar, eso sí, algunos casos como los grabados que se insertan en publicaciones dedicadas a resaltar valores históricos y patrióticos de la nación española, como por ejemplo el realizado por Juan de Noort para el libro "El Fénix Católico Don Pelayo el Restaurador", obra de José Micheli y Márquez publicada en Madrid, en 1648.
EL FENIX CATÓLICO DON PELAYO EL RESTAURADOR. (Todocolección)
Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando la figura iconográfica de Don Pelayo comienza a recobrar su merecida relevancia, gracias al primer concurso público con el que se presentaba la recién creada Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando.
Para dicho concurso, realizado en 1753 y dentro de la sección de pintura, la Academia eligió como tema "La elección de Don Pelayo por Rey de España", tema de gran relieve histórico y enaltecedor de la monarquía y del catolicismo. Algunos de los concursantes pudieron inspirarse en los pasajes referentes al tema que el padre Mariana publicó en 1608 en su "Historia General de España"; en las "Antigüedades del Principado de Asturias", del padre Luis Alfonso de Carvallo, impresas hacia el año 1613, o en el "Patrocinio" de Fray Manuel Medrano que vio la luz en 1719. Los premiados fueron Francisco Casanova Zudamel, natural de Zaragoza y fallecido en Ciudad de México; José Martín Rufo, nacido en El Escorial y del que se tienen escasas noticias, y Juan Ramírez de Arellano Benavides, también natural de Zaragoza. Con motivo de la conmemoración del primer centenario de la basílica de Covadonga, hace ahora diecisiete años, las obras ganadoras fueron prestadas por el Museo de la Academia al Cabildo del Santuario para formar parte de la exposición "Covadonga, iconografía de una devoción", que se llevó a cabo en la planta baja del actual Museo de Covadonga.
Museo de Covadonga. (Info Cangas de Onís)

Unos años antes, entre 1750 y 1751, el escultor asturiano Juan de Villanueva y Barbales, que precisamente fue uno de los fundadores de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizó una estatua de Don Pelayo en piedra caliza de colmenar que se colocó en los aledaños del Palacio Real de Madrid, concretamente en la plaza de Oriente, donde aún se encuentra dentro de una cronología de reyes visigodos y cristianos. Sin embargo, no es hasta bien entrado el siglo XIX cuando la figura de Don Pelayo recaba mayor importancia gracias a pintores y grabadores como Federico y Luis de Madrazo, Manuel Rodríguez Castellano, Francisco de Paula Van-Halen, Antonio Roca, Tomás Padró o Pascual Serra, entre otros. Los hermanos Madrazo lo retrataron en numerosas ocasiones, incluso durante sus estancias en París y Roma. Para Federico el tema Pelagiano le resultaba muy interesante y varias veces llegó a abocetar motivos para realizar una gran obra dedicada al primer rey astur. Incluso cuando se le encargó decorar el Congreso de los Diputados él mismo propuso realizar un cuadro que lo representara alzado sobre su pavés, pero sus ideas no se llegarían a materializar.
Luis de Madrazo. Retrato fotográfico. (Wikipedia)

Sería su hermano Luis de Madrazo quien se encargara de realizar dos grandes obras pictóricas que son las que hoy ponen cara a la persona que comenzó la sublevación contra las tropas islámicas en las montañas de Covadonga. Ambas son dos óleos sobre lienzo que llevan por título "Don Pelayo en Covadonga" (1855), y "Don Pelayo, rey de Asturias" (1856), y se encuentran depositadas por el Museo Nacional del Prado en la Basílica y en el Museo de Covadonga, respectivamente.
De esa misma época es la escultura que realiza en mármol José Pagniucci y Zúmel adquirida por el Estado tras presentarse en la Exposición Nacional de 1856. Pertenece a las colecciones del Prado, aunque hoy se encuentra en la Academia de la Historia. Resulta sorprendente que en el lugar donde se supone que Pelayo enarboló su estandarte contra las tropas sarracenas no se le haya dedicado un monumento que perpetuara su memoria. Es cierto que tras el incendio ocurrido en la Santa Cueva en 1777 se había proyectado un gran mausoleo dentro del templo que Ventura Rodríguez pretendía llevar a cabo con el apoyo de Carlos III, pero la oposición del Cabildo a la obra debido, entre otros motivos, a que este desplazaría la devoción a la Virgen a una nave lateral hizo dar al traste con esa idea.
Carlos III fue un gobernante inusual e irrepetible. (El Confidencial)
No es hasta 1880, seis años más tarde de ver consagrada la nueva capilla de la Santa Cueva, diseñada por el alemán Roberto Frassinelli, cuando Bernardo González Fresno realiza dos tallas de madera que representaban las figuras de Don Pelayo y a Alfonso I. La de Pelayo, si nos fijamos en los pies, espada y malla seguía el modelo de Pagniucci y fue colocada en la parte derecha de la entrada de acceso a la Santa Cueva por las escaleras de las promesas, donde hoy se encuentra el busto en bronce que conmemora la visita de Giuseppe Roncalli. Es probable que fuera diseñada por Frassinelli, al ser éste quien diseñó los dibujos de los trabajos que esos momentos se llevaban a cabo en el Santuario, pero detrás de los trabajos se encontraba el canónigo Don Máximo de la Vega, quien ordena a su sobrino residente en Madrid comprar los utensilios necesarios para poder realizar las tallas.
Poco tiempo estaría la talla de Pelayo dando la bienvenida a los peregrinos que se acercaban hasta la Santa Cueva ya que ambas estatuas fueron retiradas de su ubicación original, llegando la de Don Pelayo a manos del Fernando Fernández Rosete, natural de Cangas de Onís y más tarde Presidente del Club de Pelayo que se encargaba de velar por los históricos y gloriosos monumentos del concejo. La talla estuvo durante muchos años en su librería anticuaria de la calle del Mercado de Cangas de Onís, hasta que a su fallecimiento los herederos la donan al Instituto Rey Pelayo de la misma localidad. Durante este verano pudo verse expuesta, junto a Don Pelayo, rey de Asturias en la exposición titulada "La imagen de un reino", que conmemora los mil trescientos años del origen del Reino de Asturias.
COVADONGA REYES ASTURES. ((Grandes batallas de la historia)

Asturias habría de esperar hasta 1891 para ver un monumento que estuviera a la debida altura de un personaje al que se le atribuye ser el restaurador de la Monarquía. Fue el Ayuntamiento de Gijón la primera institución que levantó una estatua digna de ser colocada entre uno de los lugares más nobles de la villa y el barrio de pescadores de Cimadevilla, en la plaza del Marqués. Realizada con el bronce donado por el Gobierno del Estado y contando con la ayuda de otras entidades, entre las que se encontraba el Centro de Asturianos de Madrid, fue fundida en la fábrica de Moreda de Gijón por Carlos García Nosti, siguiendo el diseño de José María López Rodríguez. Su inauguración se llevó a cabo el 5 de agosto de 1891, aunque con anterioridad ya Jovellanos había solicitado su erección.
Una vez levantado el monumento de Gijón surgieron voces discordantes de por qué no levantar otro monumento en la capital de Asturias. De este modo, la Diputación Provincial planteó llevar a cabo un concurso entre escultores españoles de renombre. Corría el mes de abril de 1893 cuando se hicieron públicas las bases del concurso, al que más tarde se presentarían diez proyectos que estuvieron expuestos al público en la Universidad de Oviedo y fueron remitidos para que juzgaran a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
'Don Pelayo después de Guadalete', de Madrazo. (Pinterest)
Dicha institución dio el concurso por desierto y la Diputación convocó un tiempo más tarde un nuevo concurso del que finalmente acabaría desistiendo.
Con las conmemoraciones del XII Centenario de la batalla de Covadonga, en 1918, se retoma la idea de levantar una nueva estatua dedicada a Pelayo, pero sólo se quedó en eso, una simple idea.
En 1942, en la zona ajardinada del costado norte de la catedral de Oviedo y coincidiendo con los actos organizados con motivo del Milenario de la Cámara Santa, se levantó un conjunto de esculturas realizadas en piedra que representaban a los doce reyes de Asturias, entre ellas la de Don Pelayo, obra del escultor Gerardo Zaragoza. Sin embargo en el Santuario de Covadonga hubo que esperar a que la Dirección General de Arquitectura encargara a Javier García Lomas y Mata erigir un monumento que perpetuara la memoria Don Pelayo en Covadonga para rematar las obras de reformas llevadas a cabo en el Real Sitio a comienzos de los años sesenta. De nuevo sería escultor Gerardo Zaragoza, natural de Cangas de Onís, a quien Lomas confía dicho trabajo.
La Cueva de Covadonga, óleo de Jenaro Pérez Villamil, conservado en el Museo de Bellas Artes de Asturias. (LNE)
También se hizo de rogar la vieja capital del reino astur, Cangas de Onís, dado que no fue hasta 1971 cuando se levantó la estatua en piedra que a día de hoy adorna los jardines que hay frente a la actual iglesia parroquial de Santa María, es obra del escultor y pintor Félix Alonso Arena.
La figura de Pelayo ha sido continuamente exaltada y degradada, según los intereses de quienes piensan de una u otra forma, pero parece que a día de hoy nadie duda de la existencia de una realidad auténtica: Covadonga aparece siempre como el lugar donde comienza a decaer la invasión islámica y es donde nace Asturias como Reino. Aquí hubo sin duda alguna unos sucesos que llámense batalla, escaramuza, alzamiento o rebelión fueron el origen de nuestra historia, de la historia de la España y de la Europa Cristiana, y en ese origen siempre aparecen Don Pelayo y Covadonga.
Don Pelayo. (Todocolección)
FUENTE: JAVIER REMIS RESPONSABLE DEL MUSEO DE COVADONGA
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