19 de enero de 2017

El tiempo pasa, pero la historia vuelve a repetirse

Melquíades Álvarez advirtió del riesgo de que un partido monopolice una idea
Melquíades Álvarez Álvarez, fundador del Partido Republicano Liberal Demócrata. (1864-1936)
El conocido político gijonés alertaba sobre las fuerzas bolcheviques y fascistas en un discurso en defensa de la Constitución
Mitín de Melquíades Álvarez
El pasado siempre llama a la puerta para que no estemos ni sordos, ni ciegos ante el presente que nos ha tocado vivir. Por ello hay que aclarar un concepto fundamental: los partidos radicales de izquierdas no pueden monopolizar el republicanismo, ya que no es patrimonio de ellos, sino de todas las personas (sean conservadoras, liberales o progresistas), que creen en la República como forma ideal de Estado.
Un buen ejemplo de ello es el político gijonés Melquíades Álvarez, fundador del Partido Republicano Liberal Demócrata y quien llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados, quien durante un debate de la Constitución defendió la idea de que ésta no fuera "el reflejo de un partido político (que siempre sería mezquino y deleznable), sino, sencillamente, el reflejo de un criterio más amplio, mirando al porvenir y a la evolución total de la vida", recordando que ese tipo de constituciones, como la Constitución de 1876, "han disfrutado de una vida precaria porque no reflejaban el criterio de la vida nacional, sino el criterio del partido vencedor".

El kiosco de Pachín de Melás, en la plaza del Seis de Agosto
También llamó entonces la atención sobre la necesidad de "prevenirse" contra las "dictaduras como el bolchevismo y el fascismo, que tienen una ideología particular muy semejante, porque absorben la nación en el Estado, al Estado lo identifican con el Gobierno y el Gobierno lo vinculan en el poder político personal". El tiempo pasa, pero la historia vuelve a repetirse.
Siempre hay que aprender de la historia, a fin de no volver a equivocarnos con los populismos. Politólogos de la llamada "generación del recambio" que analizan en profundidad la historia de Podemos -en un libro recientemente publicado por Pentalfa Ediciones- los califican de socialfascistas.
Incendiado el kiosco de Pachín de Melás. Al gran poeta asturiano Emilio Robles Muñiz, "Pachín de Melás" -quien salvó el osario de Jovellanos, tras el incendio de la iglesia de San Pedro, y lo trasladado a la Escuela de Industrias, donde daba clases en sus talleres-, le incendiaron el kiosco que tenía. Sus familiares contaron que, con la entrada en Gijón de las tropas sublevadas, el kiosco de la familia Robles fue quemado por un grupo de falangistas, ya que los kioscos estorbaban. Cuando su hija Pilar se asomó a la ventana vio junto al kiosco de su padre a un hombre vestido con un traje oscuro, por lo que bajó corriendo y no le dio tiempo a nada más. Sostenía en su mano una botella encendida que coló rápidamente al interior del kiosco a través del cristal que antes había roto. El puesto ardió y comprendió que, desde ese momento, su vida iba a cambiar irremediablemente. Meses después, el escritor fue encarcelado sin saber por qué en la prisión de El Coto y allí murió vestido con una camisa blanca con su mano derecha sobre su corazón de izquierdas.
Emilio Robles, más conocido por Pachín de Melás (1877-1938)
El periodista Félix Población escribió en el diario "Público" una columna con una versión similar: "Con la entrada en Gijón de las tropas sublevadas, el kiosco de Pachín de Melás fue también quemado, esta vez por un grupo de falangistas, y el escritor pasó a ocupar una celda junto a muchos otros republicanos en la prisión de El Coto, donde falleció de tuberculosis".
Sin embargo, el republicano Juan Ramón Pérez Las Clotas (un gran experto en todo lo referente a la Guerra Civil y cuya biblioteca, de más de cuatro mil volúmenes, fue cedida gratuitamente a la Universidad de Oviedo y se encuentra en el campus universitario gijonés, ya que nadie en el Ayuntamiento se interesó por ella) rectificó esa versión. En su réplica publicada en LA NUEVA ESPAÑA aseveró que: "En un artículo titulado 'Fanatismo laico', Félix Población atribuye a los falangistas el incendio que en el verano del treinta y seis destruyó el kiosco de Pachín de Melás, situado frente a la Casa de Correos. Mal pudiera haber sido así, dado que el vandálico suceso ocurrió en un Gijón gobernado por el Frente Popular y sus autores lo fueron una partida de mozalbetes cuyas edades los hacían más aptos para pegar tiros en El Escamplero que para zanganear por Corrida. Idéntico final que el de Pachín de Melás lo tendrían otros cinco o seis kioscos del centro que le conferían a la ciudad una cierta y grata fisonomía. ¿Rechazo a un concepto urbanístico tachado de burgués? ¿Mero afán destructivo? En cualquier caso, mayúscula estupidez. Como lo sería igualmente el incendio del pabellón del Club de Regatas y los balnearios 'Las Carolinas' y 'La Favorita', aunque en estos casos con nocturnidad y alevosía".
Club de Regatas de Gijón
La estética oriental imperante en los años treinta. Otros fuegos (aunque éstos hedonistas y terpsicorianos), daban marcha nocherniega antes de la tragedia. No se sabe muy bien la causa de la tendencia estética de que cafés y salas de fiesta fuesen decoradas en los años treinta con un cierto aire oriental. Así lo fue el Café Príncipe, en Corrida Street esquina a la calle de San Antonio, y el gran bar americano La Gloria, gran dinamizador de la noche gijonesa en la década de los treinta que se encontraba ubicado en el número 13 de la calle de Juan Alonso. El gran cabaret La Gloria se anunciaba así: "Todas las noches Grandiosos Soupertangos desde las once y media de la noche en adelante. 25 elegantes bailarinas de Salón, 25. Una orquesta superior 'Los Peerless' para pasar horas alegres en La Gloria". Allí, según narra Faustino González-Aller en su magnífica novela "El Onceno Mandamiento", destacaba el poderío de la "Patro", una rubia espectacular más conocida con el mote de guerra de "La Harlow de Vigo". Que quede claro que, en principio, no era un local para urgencias sexuales, sino para disfrutar de comidas en sus mesas con manteles de cuadros y, entre plato y plato, bailar.
Grandes pérdidas culturales en el incendio del Ateneo Obrero. La Gloria estaba muy cerca del Ateneo Obrero, su última sede estuvo en el número 7 de la calle de Ezcurdia, gracias a una suscripción popular de noventa y cinco mil pesetas, de las cuales cincuenta mil fueron remitidas por el mecenas Magnus Blikstad desde su residencia en Lysaker (Noruega), en una manzana, al lado del muro de San Lorenzo, popularmente conocida como las casas de Veronda. El edificio de cuatro plantas fue proyectado por el gran arquitecto Mariano Marín Magallón, con decoración art-decó y mobiliario racionalista.
Nicanor Piñole ( 1878-1978)
Allí daba clases de francés Eleuterio Quintanilla. La biblioteca llegó a tener más de quince mil obras y una valiosa pinacoteca constituida por las donaciones de obras de los pintores que allí expusieron, como Nicanor Piñole. Nemesio Lavilla, Evaristo Valle, Paulino Vicente, Aurelio Suárez, Mariano Moré, Darío de Regoyos, José Gutiérrez Solana? Todo aquello también se perdió el 9 de marzo de 1938, a causa de un incendio que -según la versión oficial- fue debido a un cortocircuito, aunque hay testimonios de personas que aseguraron que fue provocado por los fascistas.
La prohibición de los nombres que no estuviesen en castellano. Todo se españolizaba por la imposición de que desapareciesen los nombres extranjeros de los rótulos callejeros de todos los establecimientos comerciales. Así, por ejemplo, el Parque Japonés pasó a llamarse Parque Gijonés, y el prestigioso bar Richmond de la calle Corrida fue rebautizado como Café Alcázar. Fue entonces también, claro, cuando el Real Sporting perdió su histórica denominación inglesa para pasar a llamarse Real Gijón, a secas.
Postal de Gijón nº 44, Calle Corrida, el Gran Café Oriental
Como la vida tenía que proseguir y había que mirar hacia adelante, la hostelería volvió a animarse con la reapertura del Gran Café Oriental en octubre de 1939, regido por Carlos Junquera, cuyas tardes amenizaba la orquesta de Adolfo Vega, y la inauguración aquel mismo mes del Gran Café Arrieta (al lado del Parque Gijonés) con la actuación de una orquesta dirigida por el violinista gijonés Tomás González, que interpretó obras de gran sabor español. También actuaron los "Clown Hermanos Gabriel, Alfonso y Rocío Aragón Bermúdez", dirigidos por Emilio Aragón Fourceux (el abuelo de Milikito) con gran éxito y aceptación por parte del respetable.
Más les valía reír que llorar.
Pompoff, Thedy y Emig es el nombre artístico del grupo de payasos españoles cuyos nombres artísticos corresponden respectivamente José María (1886-1970), Teodoro (1885-1974) y Emilio Aragón Foureaux (1881-1946). https://es.wikipedia.org
FUENTE: MANUEL DE CIMADEVILLA 
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