1 de agosto de 2018

Rogelio Vigil de Quiñones

El médico de origen asturiano que salvó a los últimos de Filipinas
ROGELIO VIGIL DE QUIÑONES Y ALFARO MÉDICO DEL DESTACAMENTO DE BALER. (www.adurcal.com)
Rogelio Vigil de Quiñones era el doctor de la compañía que, hace 120 años, permaneció sitiada once meses en la iglesia de Baler, y contuvo una epidemia de beriberi pese a la escasez de víveres y medicinas
Los supervivientes de los últimos de filipinas. (National Geographic)
En la costa oriental de la isla de Luzón, la más grande de las Filipinas, hay un pequeño pueblo llamado Baler. Allí, hace ahora 120 años, se escribió una de las gestas más insólitas de la historia de España: la improbable resistencia de una compañía de soldados a casi un año de sitio, tras atrincherarse en una iglesia. Esos hombres, después inmortalizados en libros y películas, pasarían a la historia como "los últimos de Filipinas". Y entre ellos ocupó un lugar destacado un médico militar, descendiente de asturianos, que logró mantener la salud de la guarnición e incluso erradicar una epidemia. Se llamaba Rogelio Vigil de Quiñones. Heredero de una estirpe de militares que se remonta al saregano Sancho Vigil de Quiñones, nacido siglo y medio antes que el "último de Filipinas", Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro era natural de Marbella, donde nació en 1862. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada, Vigil de Quiñones se embarcó para las Filipinas cuando se barruntaba una rebelión inminente en las islas.
A la izquierda, el médico Rogelio Vigil de Quiñones. En el centro, de pie, el cabo Jesús García Quijano. A la derecha, el segundo teniente Saturnino Martín. (Wikipedia)
Tal y como recoge Enrique de la Vega Viguera, en una disertación sobre el médico, Vigil de Quiñones llegó a Baler a bordo del vapor "Compañía de Filipinas", donde también viajaban el capitán Enrique de las Morenas y el teniente Saturnino Martín Cerezo. Todos ellos iban a integrarse a un destacamento del Batallón de Cazadores número 2 acuartelado en Baler, que entonces tenía apenas dos mil habitantes, y formado por 55 hombres. La presencia de tamaña guarnición en ese enclave se debía a que era una zona por la que se estaban introduciendo armas para las fuerzas tagalas. Por ello, unos meses antes de que estallara la revuelta se reforzó la vigilancia en la zona con ese destacamento. Y allí estaban aquel 27 de junio de 1898, hace ahora 120 años, en el que Baler amaneció desierto. Era el indicio definitivo de un ataque inminente, y el capitán De las Morenas decidió atrincherar a sus hombres en el único edificio con muros robustos del pueblo: la iglesia. Los soldados reforzaron las defensas del edificio, cavaron trincheras e hicieron acopio de víveres. El primero de julio, los tagalos atacaron, dando inicio efectivo a un sitio que duraría once meses. Ya desde los primeros combates, Vigil de Quiñones alternó su responsabilidad como médico con la defensa efectiva, arma en mano, de la iglesia.
defendiendo la guarnición. Pinterest)
Tras cuatro meses de sitio, entre la guarnición se desató una epidemia de beriberi, debido a la escasa alimentación. La enfermedad descabezó a la compañía a finales de noviembre, cuando murió De las Morenas. Martín Cerezo se puso al mando. Para entonces, Vigil de Quiñones estaba herido y padecía también la enfermedad, pero coordinó la atención al resto de enfermos e impulsó una exitosa incursión tras las líneas tagalas en busca de víveres. Entre medias, tuvo un enfrentamiento con Martín Cerezo, por su negativa a marcar, en un informe oficial, las bajas de dos soldados como muerte natural, cuando habían sido ejecutados por orden del teniente, que sospechaba que se iban a amotinar.
El sitio concluyó el 2 de junio de 1899, tras descubrir Martín Cerezo, leyendo un periódico, que las Filipinas habían dejado de ser españolas más de seis meses antes. De los casi sesenta hombres, entre militares y religiosos, que iniciaron el asedio, quedaban treinta y tres, que fueron homenajeados por sus enemigos tagalos y recibidos como héroes a su llegada a España.
Imagen de los 33 militares supervivientes de Baler, fotografiados en los cuarteles de Jaime I de Barcelona. (El Mundo)
FUENTE: FRANCO TORRE
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Los Vigil de Quiñones: una familia entroncada en la milicia
Rogelio Vigil de Quiñones  Peque. (Francisco saro Gandarillas-blogger)
No es raro encontrar el apellido Vigil de Quiñones  en oficiales de distintas armas y cuerpos durante los siglos XVIII y XIX. Procedentes de Asturias, las dos Castillas, Andalucía o Extremadura, se extienden por toda la geografía española, incluidas las plazas norteafricanas
Prisioneros de guerra españoles en manos estadounidenses en Manila tras la capitulación de la capital filipina. (Wikipedia)
Manuel Vigil de Quiñones nació en Orán en 1749, y era hijo  del  oficial de Infantería Sancho Vigil de Quiñones, natural de Sariego (Asturias), y de doña María Neveras, nacida en Melilla, con quien se casó don Sancho cuando estuvo de guarnición en esta plaza. Manuel asistió a la expedición de Argel de julio de 1775, donde fue herido de bala, y llegó a ser mariscal de campo.
Otros Vigil de Quiñones participaron en la guerra de la Independencia y en las guerras carlistas, y se les puede encontrar en lugares más lejanos como Cuba o México  en los dos siglos mencionados. Una sencilla reseña biográfica haría estas líneas interminables. Los  antepasados de don Rogelio se relacionan principalmente con la ciudad de Marbella Su tatarabuelo, don Francisco Vigil de Quiñones y Jimenez, fue regidor perpetuo de Marbella, y su muerte en 1794, le sucedió en el cargo su hermano Pedro. Su bisabuelo, don Francisco Vigil de Quiñones y del Castillo, nació en Marbella en 1776, e ingresó muy joven como cadete de Caballería. En 1797 contrajo matrimonio con doña Catalina de Avilés y Castro, hija del regidor perpetuo de Ronda don Juan de Avilés. Estuvo en Dinamarca a las órdenes del marques de la Romana, y falleció cerca de Medellín en 1809, en plena guerra de la Independencia, al frente de su compañía de Dragones.
Los últimos de Filipinas. (National Geographic)
En 1805 había perdido en Ciudad Real a su mujer y a dos de sus hijos en una epidemia de tercianas, quedándole únicamente Francisco, de seis años, abuelo del médico de Baler.
Francisco Vigil de Quiñones y de Avilés, ingresó como cadete del Regimiento de Ronda en 1812, y en Ronda pasó casi toda su corta vida militar, llegando a alcanzar el empleo de subteniente, en el que se retiró voluntariamente en 1819, pasando a vivir a su ciudad de nacimiento, Marbella. Aunque volvió temporalmente a la actividad militar en 1824, por disposición del general don Juan Caro, jefe de las tropas realistas de la Serranía de Ronda, y quiso después continuar en el servicio, le fue denegada la petición, retirándose definitivamente a su ciudad natal.
Mientras permaneció en el servicio  no percibió sueldo alguno, viviendo a cargo de las rentas que le proporcionaban un cortijo y tres casas que tenían en Marbella.
En 1816 se había casado con doña Josefa Diez de Oñate y Cañabate, hija del regidor perpetuo de la ciudad de Guadix, con quien tuvo a don Francisco, padre de don Rogelio.
http://investigacionesprovincialesmalaguenas.blogspot.com/
Don Rogelio
El médico de Baler nació en el número 9 de la calle Nueva de Marbella, la misma calle en que nació su madre, un  1 de enero de 1862, efectuando sus primeros estudios en Málaga.
Para cursar la carrera de Medicina,  como su hermano, se desplazó a Granada, donde recibió el título de  licenciado en Medicina y Cirugía  el 5 de abril de 1886.Ejerció de médico en dos pueblos de la provincia de Granada, Chite y Talará, sobre la carretera de Granada a Motril. Según le contó años más tarde su hijo Rogelio a  Ricardo Fernández de la Reguera, su padre  se enamoró  de una muchacha del pueblo de Talará, pero el padre, hombre de fortuna, se negó rotundamente a que su hija entablara relaciones con un modesto médico de pueblo.
El disgusto amoroso fue, al parecer, la causa de que Rogelio solicitara una plaza en Ultramar como médico provisional.
Vigil de Quiñones.
En Filipinas
La Real Orden de 1 de octubre de 1897 nombraba a  Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro médico provisional del Cuerpo de Sanidad Militar con destino al Ejército de  Filipinas. El 4 de diciembre siguiente embarcaba en el puerto de Barcelona  a bordo del vapor correo "Isla de Mindanao", y tras  un mes de navegación, arribaba  al puerto de Manila el 2 de enero siguiente.
Destinado en principio al Hospital Militar de Malate, un mes más tarde  es designado como médico director de la nueva enfermería de Baler, un pueblecito en la costa oriental de la isla de Luzón, lugar en donde hizo su presentación el 12 de febrero siguiente.
Los supervivientes del sitio de Baler, a su llegada a Barcelona en septiembre de 1899, en una fotografía publicada en 'La Ilustración Artística'
Los acontecimientos ocurridos en Baler en el año que duró la defensa de la iglesia  han sido suficientemente recordados durante el último año y, sobre todo, en los últimos días. No voy a insistir en ello. Sobre  el  mismo no hay más que recordar las palabras del  presidente de la neonata Republica filipina, Emilio Aguinaldo, haciendo notar que los defensores de Baler  se habían hecho "acreedores a la admiración del mundo...por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno ha defendido su bandera por espacio de un año."
El actor Guillermo Marín, que encarnó a Vigil de Quiñones en 'Los últimos de Filipinas' (1945)
En el relato está más que explícita  la contribución del médico Vigil de Quiñones a la defensa de la iglesia del poblado, una contribución meritoria que nadie le negó, ni siquiera el teniente Martín Cerezo, con quien tuvo sus diferencias, pero quien no tuvo inconveniente, por justo, en proponer a  al médico marbellí para que se le concediera la Cruz de San Fernando.
Cruz Laureada de San Fernando
Vigil de Quiñones volvió a España embarcando el 29 de julio de 1899 en el vapor "Alicante", y desembarcando en  Barcelona el 1 de septiembre siguiente. Según manifiesta el que fue embajador en Filipinas, don Pedro Ortiz Armengol, en el expediente abierto para juzgar la actuación de los  españoles de Baler, fue instructor el entonces coronel Olaguer-Feliú, uno de los firmantes del acta de capitulación de Manila el 24 de agosto de 1898, quien propuso a  Martín Cerezo y a Vigil de Quiñones para la laureada. Pero una mano  desconocida tachó el nombre de Vigil de Quiñones y dejó solamente el de Martín Cerezo, poniendo de manifiesto una notoria injusticia. Para acallar la mala conciencia de quien le privó de la máxima recompensa se le concedieron dos cruces de María Cristina, una  distinción que equivalía, en el plano moral solamente, a un ascenso, ascenso que seguramente hubiese alcanzado si hubiese  formado parte de la escala general del Cuerpo de Sanidad Militar.
La película; Los últimos de Filipinas. (FilmAfinity)
FUENTE: FRANCISCO SARO GANDARILLAS
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