El Blog de Acebedo: La Iglesia «Basílica Metropolitana» de San Salvador de Oviedo

La Catedral de Oviedo y Asturias

Ilustración de Manuel Adolfo García Fernández. Adolfo García, es un historietista español, nacido en Oviedo el 12 de junio de 1945. Adolfo García trabajó como ilustrador publicando historietas en la prensa regional y otros medios asturianos. (El blog de Acebedo cuenta con la autorización expresa del dibujante ovetense Adolfo García para utilizar sus dibujos en sus artículos). Saber más…. Fuente WIKIPEDIA.
En el capítulo primero de La Regenta, dice Clarín de la Catedral de Oviedo: «La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne...» Y poco más adelante, añade: «La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo».
Ilustración de Manuel Adolfo García Fernández. Adolfo García, es un historietista español, nacido en Oviedo el 12 de junio de 1945. Adolfo García trabajó como ilustrador publicando historietas en la prensa regional y otros medios asturianos. (El blog de Acebedo cuenta con la autorización expresa del dibujante ovetense Adolfo García para utilizar sus dibujos en sus artículos). Saber más…. Fuente WIKIPEDIA.
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Lo cierto es que la Catedral de Oviedo ha estado siempre indisolublemente unida a la historia de Asturias. En ella, y en torno a ella, se desarrollan los más importantes sucesos de la historia medieval de la región, y a su alrededor se ha agrupado la ciudad, hasta el comienzo del presente siglo, como los pollitos se arremolinan en torno a la clueca. "Durante los años de gloria del Asturorum regnum (reino de Asturias en latín), el templo del Salvador fue el centro de la corte; cuando ésta se traslada a León, son los obispos ovetenses los que deciden la vida de la región desde la sede de San Salvador". Durante toda la Edad Media, Oviedo es una ciudad episcopal, que vive en torno a la Catedral y sus reliquias.

Ilustración de Manuel Adolfo García Fernández. Adolfo García, es un historietista español, nacido en Oviedo el 12 de junio de 1945. Adolfo García trabajó como ilustrador publicando historietas en la prensa regional y otros medios asturianos. (El blog de Acebedo cuenta con la autorización expresa del dibujante ovetense Adolfo García para utilizar sus dibujos en sus artículos). Saber más…. Fuente WIKIPEDIA.

Los orígenes de la Catedral de Oviedo se remontan a la fundación de la ciudad por el rey Fruela I, de quien su propio hijo (Alfonso el Casto) nos dice que allí había levantado un templo a Nuestro Señor y Salvador, «dedicando también doce altares a los doce apóstoles». Y añade que el «edificio que aquí antes había, en parte fue destruido por los gentiles y profanado con muchas suciedades», por lo que el propio Alfonso lo fundó de nuevo, «todo del mejor modo renovado». Esta destrucción del templo de Fruela hubo de tener lugar en el año 794, tras una de las campañas de Hixam I; y la reconstrucción (y verdadera fundación) de Alfonso II fue anterior al 812, puesto que el día 16 de noviembre de ese año otorga una escritura relatándolo con bastante detalle. Por ese texto sabemos que la primitiva Catedral estaba rodeada de un atrio, todo ello cercado por un muro, dentro del cual había un acueducto, casas y edificios. Uno de esos edificios, como se ha demostrado arqueológicamente, era el propio palacio del rey.

Lamentablemente, nada nos queda ya del templo levantado por Alfonso II el Casto, aunque su disposición era la misma que tiene el templo de San Julián de los Prados, más conocido como Santullano. Su tamaño sin duda era bastante mayor, puesto que, a los lados del altar principal, dedicado al Salvador, tenía «dos veces seis» altares, dedicados a los doce apóstoles. También sabemos que estaba decorado con pinturas. Ambrosio de Morales, que aún vio la parte que quedaba en sus tiempos, dice que su piso era de argamasa, como el de la Cámara Santa. "El mismo Rey Casto mandó levantar, al norte del templo del Salvador, otro más, dedicado a Santa María, con dos altares laterales, en honor de San Julián y San Esteban". En su parte occidental, a los pies de la iglesia, hizo un panteón para recoger los restos de los reyes asturianos. Esta basílica permaneció en pie y entera hasta el siglo XVIII, en que se derribó para construir, en estilo barroco, la que aún se llama «Capilla del Rey Casto», que conserva el panteón de los reyes de Asturias.

Al lado sur del templo del Salvador se levanta la Cámara Santa, antigua capilla palatina de Alfonso II, según todas las trazas, que formaba parte del conjunto de palacios, adosada a una de las torres gemelas, que aún se conserva. Consta de dos cuerpos superpuestos: uno inferior, llamado cripta de Santa Leocadia, porque en ella estaba enterrada esta santa, y otro superior, dedicado a San Miguel, que es la actual Cámara Santa, donde se conservan las reliquias que tanta fama dieron al Oviedo medieval en todo el mundo cristiano. En cuanto al resto del palacio real de Alfonso II, que fue excavado en los pasados años cuarenta, debían de formarlo todas las edificaciones de que nos hablan los cronistas del siglo IX: «baños, triclinia (se supone que refectorios, o salones para banquetes), promtuaria (posiblemente almacenes), domata (es decir, viviendas) y pretoria (lugares en los que se administraba la justicia). La Crónica de Albelda nos dice que todo estaba decorado con pinturas, y la de Alfonso III asegura que el Rey Casto los había «fabricado bellísimos». Hoy conocemos cómo sería su aspecto gracias a los trabajos de los señores Hevia y Buelta, sus excavadores e investigadores».

La iglesia del Salvador de Oviedo fue posteriormente favorecida por los reyes que sucedieron al Rey Casto en el trono, y más concretamente por el rey Alfonso III, que edificó en su torno una muralla para defenderla «de los piratas que venían del mar». Hubo multitud de donaciones de joyas, tierras y bienes muy diversos, a lo largo de la Edad Media, pero el conjunto de edificios que formaban la Catedral debió de permanecer inalterado durante varios siglos. Sabemos que el obispo don Pelayo mandó renovar varias vigas de la techumbre, que estaban en mal estado por su mucha vejez, pero nadie parece haber introducido ningún cambio en el conjunto catedralicio hasta que, posiblemente en el último cuarto del siglo XI, se levanta la «torre vieja», como todo el mundo llama a la románica, que protege la entrada de la Cámara Santa seguramente desde tiempos del rey Alfonso VI. La torre románica, la parte más antigua de la Catedral (si se exceptúa la Cámara Santa), conserva todavía un cierto aspecto de fortificación en su parte baja. De la misma época era, también, el claustro románico, que fue derribado en el siglo XIII para levantar el actual, gótico, pero del que se han encontrado restos suficientes para saber cómo era.

No es cosa de repetir ahora lo que ya se dijo en su momento acerca de las reliquias de la Catedral de Oviedo, conservadas en la Cámara Santa, y de las peregrinaciones, de las que fue un importante foco en toda la Edad Media y aun después. "En todo caso, esas reliquias y esas peregrinaciones fueron las que, de manera inconsciente, acabaron con el templo levantado por Alfonso II el Casto". Lo cierto es que llegó un momento en que la ignorancia de los eclesiásticos y el exceso de riquezas que llegaban al cabildo del Salvador hicieron que el templo prerrománico fuese considerado de una vergonzosa pobreza para contener los tesoros de reliquias y joyas que poseía. Obispo y cabildo decidieron hacer una nueva Catedral de acuerdo con lo que ellos deseaban que fuese el marco apropiado de tanta gloria. Y así fue como comenzó a nacer la actual Catedral gótica, allá en el último cuarto del siglo XIII. De todos modos, los primeros intentos aún no se atrevieron a realizarlos en el templo propiamente dicho, sino a un lado del claustro.

Los elementos más antiguos de la obra gótica con que se comenzó la nueva Catedral están en la actual Sala Capitular. Sus obras debieron de comenzar ya a finales del siglo XIII, y el obispo Fernando Alfonso, hizo un donativo de 2.000 maravedíes para los trabajos. Es muy posible que éstas fuesen, precisamente, las primeras obras que se hacían en Asturias en un estilo que ya era abiertamente gótico. El sucesor del citado obispo, Fernando Álvarez (1301-1322), consideraba que el edificio de la Catedral «por su antigüedad estaba ya muy gastado, y era más bajo de lo que convenía a la autoridad ya acostumbrada en tales edificios». Así que, según nos cuenta el arcediano de Tineo, el obispo decidió mejorarla dando nueva forma al altar mayor, al coro, a las naves, torres, claustro, capilla y bóvedas, pero sin tocar la capilla del Rey Casto ni la Cámara Santa, ni mudar el antiguo sitio que entre ellas ocupaba el templo. De todos modos, no parece que en tiempos de Fernando Álvarez se haya hecho ninguna obra; ni aun después.

En el año 1344, el rey Alfonso XI quiso venir en romería (o sea, en peregrinación) a San Salvador de Oviedo, y dio la cantidad de «quatro mil maravedises para la obra de la claustra de la Eglesia de San Salvador, e diólos desta guisa: que enviasen en el alfolí de la sal de Avilés quatro mil maravedises cada año por seyes años», lo que indica que el anónimo cronista que recoge la noticia andaba muy mal de matemáticas, ya que cuatro mil maravedíes por seis años son 24.000, y no 4.000. En todo caso, el claustro no se terminaría hasta el siglo XV, unos cien años más tarde. El obispo don Alonso (1371-1377) intentó comenzar las obras de la Catedral propiamente dicha, pero tuvo tales jaleos con los papas de Aviñón (justamente por cuestiones de dinero, que le valieron la excomunión incluso), que el arte gótico tuvo que esperar a la llegada del enérgico Gutierre de Toledo para hincar el diente en el viejo templo prerrománico.

Sucesor de don Alonso, y mucho más inteligente que él, don Gutierre supo ganarse la confianza de los reyes de Castilla, en una época en que ni siquiera confiaban éstos en sus propios hermanos. "Entre 1377 y 1389, don Gutierre se bandeó maravillosamente con Enrique II y Juan I, y llegó a ser el amo de Asturias, consiguiendo incluso el condado de Noreña para él y sus sucesores en la sede ovetense. Las obras realizadas por encargo de don Gutierre debieron de dar comienzo en 1379, justamente con la construcción de una capilla destinada a su propio panteón. Para ello, tuvo que cambiar unos terrenos de la Catedral por otros del vecino monasterio de San Vicente, para levantarla allí". Lo más curioso de todo es que, siglos más tarde, sería derribada esa capilla de don Gutierre para levantar en su solar la actual sacristía, en el frío y desangelado estilo de los siglos XVII y XVIII. Los restos de don Gutierre se trasladaron justamente a la capilla de enfrente, actualmente llamada «de Covadonga», que hasta hace muy poco se llamó «de San Ildefonso», o «de don Gutierre».

El propio don Gutierre, un año antes de su muerte, ordenó el comienzo de las obras góticas de la Catedral propiamente dicha, en la capilla mayor, es decir, el ábside. El mismo lo explicó así: «Nos, veyendo que la nuestra Santa Iglesia Catedral de San Salvador sea una de las más honradas de toda España e de las más antiguas, e sea mucho fallescida e menguada en edificios según que a la su honra pertenesce, e deseando en los nuestros días que fuesse más edificada e noblescida, e superada de lo que agora es...» Desgraciadamente para él, sólo llegó a ver el inicio de las obras, que fueron terminadas con el cerramiento del ábside por el siguiente obispo, Guillermo de Monteverde, entre 1410 y 1412. Su sucesor, el obispo Ramírez de Guzmán (1412-1441), continuó decididamente las obras. La vieja construcción prerrománica, pobre y achaparrada, iba siendo sustituida por las esbelteces aéreas de la obra gótica. Ramírez de Guzmán terminó la parte norte del crucero, y dos capillas a los lados de la mayor (que más tarde desaparecerían, al abrirse la giróla), así como un ángulo del claustro.

La planta de la actual catedral gótica es, como es habitual en este tipo de edificios, de cruz latina (es decir, el brazo vertical más largo que el horizontal), con tres naves. El crucero (brazo horizontal de la cruz) se acusa mucho en el edificio, pues sus brazos superan bastante a las naves laterales, como sucedía en las catedrales románicas. La nave central es el doble de ancha que las laterales, de las que está separada por arcos apuntados sobre pilastras con columnas adosadas. En el siglo XVII se le añadió la giróla, especie de nave semicircular que rodea el ábside por la parte de atrás. Posteriormente a la terminación de la Catedral (que, aun siendo de estilo gótico, fue terminada en pleno período del Renacimiento, ya en el siglo XVI), se fueron abriendo huecos en las paredes exteriores de las naves laterales, y adosando a ellas capillas más o menos particulares, por capitulares o prelados. Generalmente, son de obra barroca. En conjunto, la nave mayor, o central, de la Catedral, es una obra bonita y armónica, realizada en un estilo gótico algo arcaizante, por lo que parece casi obra del siglo XIII, de no ser por los adornos flamígeros.

El retablo del altar mayor de la Catedral de Oviedo es, sin la menor duda, la mejor obra gótica del templo, y uno de los mejores de este estilo en toda España. Fue construido en el primer tercio del siglo XVI por unos maravillosos escultores: Giralte de Bruselas (que estaba afincado en Zamora, pese al nombre) y Juan de Balmaseda. Con ellos colaboraron, en la policromía de las imágenes, los dorados y otras técnicas, los maestros León Picardo y Miguel Bingeles, y hasta se firmó un contrato con Alonso de Berruguete, el 23 de julio de 1522, pero no parece que haya llegado a trabajar en Oviedo. La obra del retablo duró veinte años. Al cabo, fueron llamados dos tasadores que lo examinaron bien y a conciencia. Dieron su total satisfacción por la obra, y la valoraron en la nada despreciable cantidad de 926.500 maravedíes. El retablo se divide en cinco cuerpos verticales, de los que el central tiene cuatro cuadros, y los demás cinco. Es totalmente de madera, con figuras exentas, y representa escenas de la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo.

El claustro de la Catedral, que sustituyó al anterior de estilo románico, comenzó sus obras en el siglo XIV y se terminó a mediados del XV. Está cubierto con magníficas bóvedas de crucería, y tiene las arquerías del más puro estilo gótico ya flamígero, que curiosamente conserva capiteles, muchos de ellos interesantísimos, con figuras bíblicas, simbólicas, fantásticas o de animales, sin que falte el típico sentido del humor de los asturianos, en escenas como «el entierro de la gallina» o unos frailes bailando despendoladamente. Desde el claustro hay acceso a la cripta de Santa Leocadia, prerrománica, bajo la Cámara Santa, y al viejo cementerio de peregrinos, único lugar que permite ahora contemplar el exterior de la obra prerrománica de la Cámara Santa. Desde el claustro hay acceso también a la sala capitular, recientemente restaurada en toda su pureza gótica, y en la que, en el mes de mayo de 1808, la Junta General del Principado declaró, en nombre de España, la guerra a Napoleón.

La «torre nueva», o torre gótica de la Catedral de Oviedo (por contraposición a la «vieja», o románica), es en sus partes principales del más puro estilo gótico, aunque a su terminación, ya en el siglo XVI, se le hicieron algunos añadidos renacentistas que, afortunadamente, no estorban en el conjunto de la obra, y que hace de ella uno de los mejores ejemplares del arte gótico español. La piedra con que se construyó la torre, al igual que el resto de la Catedral, procedía de las canteras de Aspra (junto al Cristo de las Cadenas) y Piedramuelle. En las obras de esta torre gótica, terminada en tiempos del obispo Cristóbal de Rojas y Sandoval (1547-1556), intervinieron destacadamente los arquitectos Juan de Badajoz, Pedro de Buyeres y posiblemente Rodrigo Gil de Ontañón, aparte de otros de menor interés, como Pedro de la Tijera de León, autor de la escalera de caracol, que afea bastante la fachada sur de la torre. En uno de sus pisos se encuentra la famosa campana Wamba, construida en el año 1219. Es la más antigua de Asturias.

Uno de los obispos ovetenses que más hizo por la Catedral gótica fue Juan Arias del Villar (1487-1498), que fue quien cerró las obras con la fachada de los pies. Mandó edificar para sí mismo un fastuoso sepulcro, con estatua orante, en la pared del lado del evangelio del ábside del templo. Luego, el destino quiso que no lo llegase a estrenar. En el año 1498 fue trasladado a la diócesis de Segovia, donde falleció y fue enterrado. Su caso recuerda a otro anterior: el del famoso obispo don Pelayo, que había preparado su sepultura en el claustro románico de la Catedral de Oviedo, y fue a morir a Santillana del Mar, siendo enterrado allí. "Otra de las obras que realizó Juan Arias del Villar en la Catedral fue el coro, que ocupaba parte de la nave central, y fue desmontado por el obispo Martínez Vigil a finales del siglo pasado". La magnífica sillería gótica de este coro, perdida en gran parte, ha sido recientemente restaurada en lo posible, e instalada en la sala capitular en la actualidad.

La actual Catedral de Oviedo tiene, además, muchas otras capillas adosadas a los laterales de las naves, añadidas a los pies, etc. En su mayor parte, se trata de obras de época barroca o neoclásica, es decir, posteriores al siglo XVI, por lo que ya no tienen cabida en este capítulo, que sólo trata de la parte medieval (la más importante) del primer templo asturiano. De cualquier modo, el antiguo templo que Fruela I levantó, dedicándolo al Salvador del mundo, y que fue reedificado por su hijo Alfonso II el Casto, nos muestra en su conjunto una especie de resumen de la historia medieval de Asturias. Durante largos siglos, desde mediados del VIII hasta la actualidad, generaciones de asturianos dejaron algo propio entre sus piedras. «Como también lo dejaron visitantes de lugares lejanos, poniendo sus firmas en las viejas piedras del acceso a la Cámara Santa, cuyas reliquias, que ellos venían a visitar, dieron a nuestro templo el título de Sancta Ovetensis».

FUENTE: EL BLOG DE ACEBEDO. Textos: CARLOS MARÍA DE LUIS. Dibujos: ADOLFO GARCÍA. Artículo extraído de “Historia dibujada de Asturias” “Edad Media”. Tomo 2. Págs.: 225-240. © AYALGA EDICIONES. S. A. 1987. Salinas-Asturias.

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AUTORES.

Carlos María de Luis García-Montoto. Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Oviedo, periodista y dibujante. Nació en Salas, en noviembre de 1934. Desde 1963 a 1969 fue jefe del Servicio de Investigaciones Arqueo-lógicas de la desaparecida Diputación Provincial, y director del Museo Arqueológico Provincial de Oviedo. Dejó la arqueología por el periodismo, pasando a la redacción del diario ovetense La Nueva España, donde trabajó hasta 1984, año en que fue privatizada la prensa del Estado. A partir de esa fecha y hasta su jubilación, presta sus servicios en el Gabinete de Prensa de la Dirección Provincial de Asturias del Ministerio de Educación y Ciencia. Ha publicado en la prensa regional y en diversas revistas multitud de trabajos y reportajes, en serio y en clave de humor, sobre la historia, la arqueología, el arte medieval, el pasado de la Iglesia, y también sobre la historia de los diversos ferrocarriles asturianos, que son otra de sus debilidades. Colaboró en diversas publicaciones nacionales e hispanoamericanas con trabajos sobre temas asturianos. También ha publicado varios artículos de investigación en el Boletín del Instituto de Estudios Asturianos y en revistas de distintas universidades, y dos guías didácticas para escolares, dentro del programa «Conocer Asturias», del Ministerio de Educación y Ciencia y la Consejería de Cultura del Principado. FUENTE: Carlos María de Luis. Foto: El Comercio.

Manuel Adolfo García Fernández. Historietista - Dibujante - Humorista Gráfico. Nace en Oviedo Asturias) el 12 de junio de 1945. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo y trabajó como decorador e ilustrador en una agencia publicitaria ovetense en el comienzo de su trayectoria profesional, aunque siempre le atrajo el dibujo humorístico y la historieta e hizo sus primeros pinitos en la prensa regional. Se pluriempleó dibujando historietas de corte infantil para Bruguera, con un estilo deudor del de F. Ibáñez, comenzando en el inicio de la década de los años setenta en cabeceras como Din Dan, a la que destinó sus series Pepe Murciélago y Maratón, ambas sobre guion de Francisco Alonso. Entró en litigio con Bruguera, por impago de una obra, a raíz de su historieta San Juanín de la Lumbre, primeramente, aparecida en La Nueva España y que Bruguera rescató en un Zipi Zape Especial en 1984. Publicó brevemente en la revista Trinca y siguió dibujando, pero la mayor parte de su obra posterior quedó sin publicar en España debido a que fue dirigido al mercado exterior por mediación de la agencia Bardon-Art. De su producción patria nos quedaron sus colaboraciones con empresas asturianas, como Chocolates La Herminia, La Nueva España, La Pega Tina, Trabe y otros emprendimientos, entre ellos algunas autoediciones. En el siglo XXI ha recuperado algunas de sus obras a través del sello Madú (como Xuanón) y por mediación del periódico La Nueva España (Pelayo). FUENTE: TEBEOSFERA.

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