La foto se realizó a principios de los años 20 y no en 1915 como indica su pie. Foto realizada por Frank. |
Las
violentas correrías del inspector Cirino y del agente "Manguitas" de
la Policía Local de Mieres que deshonraban al cuerpo en 1898
Ilustración de Alfonso Zapico |
El 6 de abril de 1898 se aprobó el
Reglamento Orgánico de la Guardia Municipal de Mieres. La primera plantilla la
componían un inspector, dos cabos y doce guardias armados con sable y revolver,
si patrullaban por el casco urbano, o carabina y bayoneta cuando tenían que
acercarse hasta las zonas rurales. A cambio de ochenta pesetas mensuales el
Reglamento les imponía unas condiciones draconianas: debían estar en la calle
nada menos que doce horas diarias y no tenían descanso semanal. No sé si fue por esta circunstancia o
porque entre ellos había antiguos alguaciles que ya venían quemados de su
antiguo puesto como oficiales de categoría inferior obligados a ejecutar las
órdenes directas del alcalde, pero enseguida deshonraron su uniforme.
La calle Camposagrado (ahora Manuel Llaneza) hacía 1910 |
La primera noticia sobre este asunto la
leemos en "El Noroeste" el 3 de febrero de aquel 1898. El diario
contaba que 20 días antes los dos guardias habían detenido a un joven cuando
salía pacíficamente de un establecimiento de Requejo -en alpargatas para salvar
mejor los numerosos charcos de la zona- y "Manguitas" lo llevó al
cuartón dándole sablazos, bofetones y pellizcos, hasta que su compañero el
inspector Cirino, que tampoco destacaba por ser caritativo, lo llamó al orden y
le hizo suspender los achuchones. Sin embargo nadie se disculpó con el chaval,
que había sido detenido por error y tuvo que ser puesto en libertad tres horas
más tarde.
Carteros famosos de Mieres. (Colección Julio León Costales) |
Por su parte, en "La Voz de
Mieres" encontramos otro altercado que se produjo el sábado 20 de febrero
cuando el inspector penetró en el Casino con la cabeza más acalorada de lo que
debiera, y diciendo "que no había más potencias en Mieres que las
suyas", lo que obligó a llamar a una pareja de policía para que lo
sometiesen al orden. Como era de esperar, cuando llegaron el señor Cirino
contestó a los municipales que el jefe era él y los despidió a cajas destempladas.
El historial del inspector más parece la
ficha de un delincuente habitual que de un agente de la autoridad y sus
desmanes fueron aumentando en intensidad. El 2 de noviembre el objeto de su
iras fue Ruperto Castro Sierra, un soldado del Regimiento Gerona nº 22
destinado en Cuba, quien estaba en Mieres con licencia temporal de tres meses. El repatriado había ido hasta Gijón para
recoger un libramiento de 100 pesetas a cuenta de su haber y regresó en el
mixto de la noche sin novedad, pero ya muy cerca de su casa fue sorprendido por
la pareja, a los que el periódico calificó como "esbirros pidalinos"
(aludiendo a que estaban controlados por el todopoderoso marqués de Pidal), que
le sacudieron varios leñazos, hiriéndole en un brazo, y aún pudo ser peor si el
bravo soldado no se hubiese resistido.
José Valdés Hevia (Pepón Valdés), jefe de la Policía Local de Mieres |
En realidad buscaban a José Rodríguez
Bernardo, director de "La Voz de Mieres", quien también tenía cancha
en "El Noroeste" y el día 17 de noviembre añadió más detalles. Según
su versión, el suceso había tenido lugar cuando el pobre joven llegó al puente
de San Juan y se encontró con Juan Mangas, quien hacía el servicio nocturno y
sin decir palabra comenzó a darle garrotazos de la manera más brutal que puede
concebirse, entonces a Ruperto se le cayeron al suelo algunos objetos que su
verdugo destrozó a pisotones ebrio de furor, mientras continuó descargando
golpes hasta que el agredido pudo escapar dejándose el paraguas en la refriega. Luego llegó el inspector Cirino para
unirse al pendenciero sereno, y quiso la mala suerte que José Rodríguez pasase
a su lado, entonces Mangas lo agarró de un brazo para preguntarle al oído si
había tenido "algún lío por ahí". Más adelante se supo que tanto el
inspector como el municipal habían estado aquella tarde bebiendo en la cantina
de la estación, donde mandaron preparar unos callos o una fabada mientras
esperaban por el tren en el que suponían que iba a llegar el director de
"La Voz de Mieres", con el que confundieron al soldado Ruperto
Castro.
Policías locales en La Pasera en el año 1960. Foto Alonso |
El periodista, que estaba en el punto de
mira por su posición crítica con la política del Ayuntamiento, pudo salvarse en
aquella ocasión porque había varios testigos viendo la escena, pero Mieres era
muy pequeño y el 23 de noviembre cayó por fin en manos de los municipales.
Aquella tarde estos volvieron a
esperarlo en la estación y lo siguieron cuando se bajó del vagón para acompañar
hasta su vivienda a un amigo al que se le había dislocado un pie. Después, al
regresar para su casa se encontró con los dos municipales que sin decir palabra
empezaron a darle golpes, cual si fueran salvajes, y allí lo hubieran asesinado
de no ser por la intervención de los vecinos, ya que Mangas llegó a desenvainar
su sable y en ademán de pincharle, le gritó: "Ladrón, ahora no va usted a
chillar más".
Policías locales en la Plaza del Ayuntamiento de Mieres. Foto Alonso |
De todas formas, José Rodríguez Bernardo
resultó herido, tuvo que guardar cama varios días en su domicilio y allí fue
muy visitado por numerosos amigos y por personas de todas las clases sociales.
La agresión fue durante semanas el tema central de las conversaciones; por
todas partes se oyó hablar del salvaje atentado, que se condenó con duras
palabras. Esta brutalidad causó la indignación del pueblo y se solicitó la
mediación de los gobernadores civil y militar, y del presidente y el fiscal de
la Audiencia, pidiendo la dimisión del Alcalde, Manuel Gutiérrez, al que
acusaron de estar sometido al caciquismo. Por su parte, la pareja armada lejos de
desempeñar su trabajo con neutralidad, continuó sirviendo a intereses muy
determinados. Se les veía dando paseos la mayor parte de la noche cerca del
Círculo Republicano y el Socialista, y también en el Ateneo de Artesanos y
junto a la redacción del periódico de José Rodríguez Bernardo; incluso se
aseguraba que el inspector Cirino había dicho en público antes de su ascenso:
"En siendo yo Inspector, 'La Voz de Mieres' morirá".
Diciembre de 1956, policías municipales en la calle Teodoro Cuesta. Foto Alonso |
Y parecía querer cumplirlo, porque
después del salvaje atentado contra su director, en otra ocasión le cortó el
paso con actitud amenazante a Fernando Piedra, corresponsal del mismo
periódico, quien se dirigía camino del Ateneo, y tuvo que huir apresuradamente.
Más tarde se supo que
"Manguitas" ya había sido expulsado de un puesto similar en
Villaviciosa a causa de la violencia que le asistía como autoridad en aquella
villa, y que Cirino también tenía un pasado como combatiente carlista, lo que
añadió argumentos para que ambos fuesen cesados a finales de noviembre junto a
un tercer municipal identificado como "Marcelo de Cenera". Pero aun así todos siguieron disfrutando
de amplia libertad y apostándose por la noche en diferentes puntos solitarios
de la población, causando el temor de los transeúntes, por lo que parecía que
seguían recibiendo las órdenes de alguien que les pagaba por este servicio.
En el cruce de Requejo, Falo el municipal en 1953. Facebook Mieres años 80 y 90 de José Ramón Viejo |
El 13 de enero de 1899 vemos citados por
última vez en "El Noroeste" a los municipales camorristas en otra
crónica firmada por el director de "La Voz de Mieres", quien la
empezó aclarando que debía recurrir al diario gijonés porque la censura no le
dejaba publicar el texto en su propio periódico. Se trata de una queja por los
privilegios de Cirino, "Manguitas" y "el guapo Cenera", ya
que aunque estaban cesantes y no cobraban sueldo como agentes, seguían en poder
de sus uniformes.
"¿Cómo y por qué no han entregado
esas prendas que costaron la friolera (pásmense los que no lo sepan) de muchos
cientos de pesetas ¡Tantas pesetas para vestir al criminal Cirino, servidor
fiel de criminales ocultos, según opinión pública, que tan pocas veces se
equivoca!" -se pregunta el periodista- y luego añade que "si el Sr. Alcalde
quería practicar la tan meritoria obra de misericordia de vestir al desnudo,
debió de apurrir de su propio bolsillo las pesetas del pico cuando trató y
consiguió engalanar al criminal Cirino con el costoso o infantil uniforme de
Teniente Coronel, para mandar 11 ó 12 individuos". Hace 20 años, en 1998 se conmemoró
adecuadamente en Mieres el centenario del Reglamento Orgánico de su Policía
Local con exposiciones, charlas y conferencias de primer nivel, entre ellas la
del exministro de Justicia Juan Alberto Belloch. Por supuesto, nadie se acordó
del inspector Cirino ni de "Manguitas", que están en la cara oculta
de nuestra historia.
Un personaje muy popular en Mieres. Año 1958. (Foto Frank). (El Cabo Blanco). Facebook de Carlos Díaz Marcos |
FUENTE:
ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR
Ernesto Burgos Fernández nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957.
Licenciado en Geografía e Historia
por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en
Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de
Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los
institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino
de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES
«Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue
distinguido con el reconocido galardón anual de
“Mierense del año”.
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