Cuando las aguas del Caudal bajaban negras
Una pintura de Urbina, en la entrada del Ayuntamiento de Mieres. Foto Archivo. |
El gran avance que
supuso para toda la comarca el saneamiento del río
Sacando carbón
del rio Caudal a la altura de Baiña (Mieres), en al año 1948. (Fondo fotográfico
de la Asociación Santa Barbara). Facebook: “Mieres Antes y Ahora” de Carlos Díaz Marcos. |
La Nueva España
Sí. Es cierto. Hubo una época en que las aguas del río Caudal -para la gente de entonces río grande- bajaban negras, pero que muy negras. Varios puntos derivados de la explotación minera, principalmente en el concejo y en el río Aller con dos importantes pozos hulleros, y algún chamizo desde Lena, todo unido a las vertientes de los río Turón, Miñera y San Juan, con residuos procedentes de estos grupos de la explotación hullera de gran envergadura, convertían el cauce principal en un movimiento de aguas exento de riqueza piscícola y con el color oscuro y triste de la noche. ¿Por qué? Era la lógica consecuencia de una desenfrenada ausencia de control de la explotación del subsuelo que conllevaba, por falta también de una previsión del movimiento de aguas, inundaciones como las ocurridas en el barrio de Santa Marina de Mieres y San José en Ujo, allá por el año 1953, que, sin bien no registraron efectos mortales, sí produjeron pérdidas y trastornos de primera magnitud.
Sí. Es cierto. Hubo una época en que las aguas del río Caudal -para la gente de entonces río grande- bajaban negras, pero que muy negras. Varios puntos derivados de la explotación minera, principalmente en el concejo y en el río Aller con dos importantes pozos hulleros, y algún chamizo desde Lena, todo unido a las vertientes de los río Turón, Miñera y San Juan, con residuos procedentes de estos grupos de la explotación hullera de gran envergadura, convertían el cauce principal en un movimiento de aguas exento de riqueza piscícola y con el color oscuro y triste de la noche. ¿Por qué? Era la lógica consecuencia de una desenfrenada ausencia de control de la explotación del subsuelo que conllevaba, por falta también de una previsión del movimiento de aguas, inundaciones como las ocurridas en el barrio de Santa Marina de Mieres y San José en Ujo, allá por el año 1953, que, sin bien no registraron efectos mortales, sí produjeron pérdidas y trastornos de primera magnitud.