24 de marzo de 2022

El gran despegue industrial asturiano (I)

La Época de las Chimeneas
La fábrica de Mieres en 1877, según grabado de Daniel Perea en La Ilustración Española y Americana. El 17 de septiembre de 1844 es fundada en Londres la Asturian Mining Company, que establece en la vega de Sueros, entre Mieres del Camino y Ablaña, en el concejo asturiano de Mieres, una fundición de hierro. Su único alto horno se puso en funcionamiento en 1848, proporcionando el primer hierro de calidad en España utilizando coque (conocido entonces como «el método inglés»). El establecimiento fue conocido, entonces y posteriormente, como la fábrica de Mieres. Saber más... WIKIPEDIA.

El gran despegue industrial asturiano se produjo desde finales del siglo pasado, cuando las transformaciones tecnológicas, el cambio de política económica, la integración de mercados, la participación de la banca en la industria, la fusión de empresas y el establecimiento de industrias de bienes de consumo convierten al Principado en una región dinámica poblada de chimeneas
Las industrias asturianas se especializaron tarde y a cambio emplearon mucha mano de obra. Historia de la Economía Asturiana. Tomo 2. Pág. 369. La Nueva España.

El Blog de Acebedo
Al empezar la última década del siglo XIX la situación de la industria asturiana era contradictoria. Por una parte, las fábricas siderúrgicas estaban realizando una lenta transformación para adaptarse a la producción de acero pues habían perdido la hegemonía frente a los vascos, pero a la vez se empezaban a proyectar en la región nuevos negocios industriales y nuevas plantas metalúrgicas, que fueron estableciéndose en los años siguientes, de tal manera que si Asturias perdió en este tiempo el liderazgo de la industria básica, ganó en cambio un nuevo tejido industrial con la instalación de numerosas empresas fabriles, hasta el punto de poder afirmar que ésta fue la época de las chimeneas.
El 21 de mayo de 1857 el riojano Pedro Duro (1811-1886) funda la Sociedad Metalúrgica de Langreo, más tarde Duro y Compañía, con la ayuda de sus socios Vicente Bayo y el ingeniero Francisco Elorza. Lo hacía con la intención de levantar en La Felguera una siderurgia completamente moderna aprovechándose de los recursos ya existentes en esa zona como eran el carbón, que venía explotándose desde el S. XVIII, el agua del río Nalón y el río Candín, y las ventajas en comunicaciones proporcionadas por la Carretera Carbonera y el Ferrocarril de Langreo (tercer ferrocarril peninsular) que unía al municipio de Langreo con el puerto de Gijón. (…). Saber más... WIKIPEDIA.

A mediados de los años ochenta del siglo XIX, se había llegado en la industria siderúrgica asturiana a «un punto final a los pasados negocios y a los antiguos principios». la revolución del acero, la crisis de sobreproducción y el descenso de precios imponían una transformación de las viejas fábricas para adaptarse a los nuevos tiempos. No era posible volver al pasado, porque en Europa los nuevos métodos que permitían el aprovechamiento de minerales fosforosos se estaban generalizando, y en España los vascos no sólo fabricaban excelente lingote de hematites, sino que habían iniciado la elaboración de acero Bessemer en gran escala. Las fábricas asturianas sólo tenían una alternativa: renovarse o morir.
Había que incorporarse a la revolución del acero, pero ¿Qué procedimiento concreto había que adoptar? Según Adaro, «sólo los recursos naturales, los elementos de vida propios, pueden conducir con firmeza a un fin industrial», por lo que debían aprovecharse preferentemente los minerales fosforosos de la región, y en consecuencia los tratamientos adecuados eran «los procedimientos básicos», concretamente por el método Martin-Siemens.
La fábrica de Moreda y Gijón cambió la idea tradicional de colocar las siderurgias ¡unto al carbón, instalándose en la costa. Más de medio siglo después, las fábricas asturianas UNINSA y ENSIDESA le seguirían los pasos. Historia de la Economía Asturiana. Tomo 2. Pág. 375. La Nueva España.

Ahora bien, la sustitución de los antiguos hornos de pudelado por los nuevos de fusión, donde pudieran ser empleados total o parcialmente los minerales asturianos, no era sin embargo suficiente. No bastaba producir acero, había que fabricarlo «con ventaja». Por eso, el programa de transformación siderúrgico propuesto por Adaro contemplaba además el disponer de ese mineral a bajo coste, fabricar un mejor coque y montar hornos altos adecuados, que permitieran obtener lingotes a precios más económicos, base de la necesaria especialización en los productos acabados. Pero todo este programa requería, para realizarse, «fecundos e inteligentes capitales» que se empleasen en la transformación industrial, y, para consolidarse, «una política verdaderamente regional» que favoreciese esa especialización productiva. Sin capitales; escribía Adaro: «sería quimérico pensar en el desarrollo de la metalurgia y de la minería»; sin política regional no habría coordinación de «intereses complementarios (y) aprovechamiento de todos los esfuerzos». Pero los capitales no llegaron (muchos se habían invertido antes en la industria vasca) y la política de especialización regional no prosperó. En consecuencia, el programa trazado por Adaro para la transformación siderúrgica tuvo que esperar. Fue realizándose lentamente, primero cuando una demanda asegurada garantizó la inversión (Duro y Compañía), después en el marco de la expansión hullera (Fábrica de Mieres) y finalmente por la creciente política proteccionista que reservaba el mercado nacional para los productos nacionales.
La utilización de carbón y mineral propios dieron ventaja a Fábrica de Mieres en la producción de hierros. Historia de la Economía Asturiana. Tomo 2. Pág. 370. La Nueva España.

Del hierro al acero
Al faltar ese impulso de nuevos capitales, las fábricas asturianas no podían emprender su transformación, porque habían hecho en los años anteriores un notable esfuerzo para perfeccionar sus instalaciones y no disponían ahora de recursos suficientes. Además, la crisis de pedidos y la baja de precios empeoraba su situación. En realidad, si pudieron resistir la crisis fabricando hierros fue porque disponían de combustible y minerales baratos y de relaciones comerciales viejas, porque consiguieron limitar la competencia de los vascos mediante determinados acuerdos sobre precios, y, sobre todo, por el atraso del mercado español, que recibió “reacio” los nuevos productos y continuó «por algún tiempo dando preferencia a los hierros sobre los aceros». En esta situación, la fabricación de acero sólo podía emprenderse en Asturias si se garantizaban pedidos suficientes que asegurasen la rentabilidad de las posibles inversiones. Y eso fue precisamente lo que sucedió en Duro y Compañía, que entre 1887 y 1889 suscribió acuerdos con la Marina española para la producción de chapas de acero. Como explicó uno de sus dueños, Federico Bayo, la fábrica de la Felguera había montado el gran taller de laminación de chapas y barras cuando se le hicieron «algunos pedidos de planchas de hierro para los arsenales», pero, terminado de instalar en plena crisis, estuvo parado por falta de pedidos. Ahora, la Marina iba a encargar a la industria nacional planchas de acero y Duro decidió montar los hornos directos adecuados, pues entendía que era la oportunidad de poder modernizarse y, también, de aprovechar la anterior inversión realizada en los trenes laminados. 
Gijón. De El llano a Begoña, una vista de la zona de El Llano desde los altos de Ceares, a principios del siglo XX. Archivo de Juan Martín Merino, «Juanele». La Nueva España.

Pero la renovación realizada era modesta (dos pequeños hornos de acero) y para completar la transformación parecía necesario instalar nuevos hornos de coquización y levantar otros hornos altos que abaratasen las primeras materias. Porque, en efecto, como señalaba la Revista Minera, «sus altos hornos están 15 o 20 años atrasados y su fabricación de coque pertenece a un género... insostenible», de tal manera que si quería «poder vender hierro barato» la ventaja era para Mieres, que poseía minas de hierro más próximas y coque más económico, y «cuando se trataba de acero bueno» el dominio lo tenía Vizcaya, con instalaciones nuevas y mineral adecuado. En consecuencia, era previsible que «una gran parte de los esfuerzos (de Duro y Compañía) por incompletos pueden quedar totalmente en estéril». Sin embargo, por estos años, las cosas iban a mejorar en La Felguera. El arancel proteccionista de 1892, que elevó los derechos a los hierros extranjeros, la continuación de los pedidos de la Marina y, sobre todo, la expansión de la industria hullera asturiana habían contribuido a mejorar mucho su situación, de tal manera que cuando a partir de 1894 el ramal ferroviario Ciaño-Soto del Rey abrió una nueva posibilidad para Langreo de comunicarse por Avilés hacia el mar y por Pajares hacia el resto de España, Duro y Compañía decidió ampliar sus talleres de reparación y ajuste, instalar nuevas fraguas, levantar un nuevo alto horno y construir finalmente en 1895 un tercer horno Martin-Siemens en marcha básica para adecuar su establecimiento a las nuevas necesidades. Se preparaba, pues, para la expansión siderúrgica de los años posteriores.
'Ferreru' de Fábrica de Mieres en 1904. (Colección Familia Patón). Foto de Contraportada. (Historia de la Economía Asturiana. Tomo I). La Nueva España
La otra gran empresa siderúrgica asturiana, Fábrica de Mieres. evolucionó gradualmente hacia la transformación de su establecimiento, sin las dificultades de Duro y Compañía. Especializada en estructuras metálicas, con carbón y mineral de hierro muy baratos, estuvo en condiciones de producir hierros a precios competitivos que le permitían mantenerse en los mercados. Además, había realizado anteriormente las principales inversiones en sus instalaciones hulleras y en la compra de la fábrica de Quirós, así que hasta 1895 no decidió montar el primer horno para fabricar acero. La mejor posición relativa de Mieres comenzaba por los hierros que vendía. En los años anteriores a la crisis, la fábrica de Guilhou había preparado sus trenes y cilindros laminadores para fabricar hierros para edificios, mercados cubiertos y puentes (que sustituían a la madera), esto es, productos para un mercado de contratación en continua expansión desde los años ochenta, mercado que además fue incorporando lentamente el acero. En cambio, La Felguera había orientado su especialización en la elaboración de grandes chapas y barras, precisamente las piezas que más sufrieron los efectos de la recesión y las primeras donde el hierro fue reemplazado por el acero. 
Personal de los altos hornos de Fábrica de Mieres a finales del siglo XIX. COLECCION: FAMILIA PATÓN (ALBÚM FOTOGRÁFICO DE MIERES 1864-1939). (Historia de la Economía Asturiana. Tomo I. pág. 227). La Nueva España.
La principal ventaja para Mieres era, sin embargo, el precio y la calidad de sus primeras materias. La fábrica de Guilhou, en efecto, tenía a pie de hornos el mineral de hierro asturiano a precios notoriamente inferiores a Duro, por eso Mieres consumía mayoritariamente los minerales de la región. Y el combustible no sólo salía a precios muy bajos en la fábrica por ser las minas propias y estar próximas, sino que, sobre todo, disponía de las hullas adecuadas para producir buen coque metalúrgico. Estas condiciones determinaron que Mieres, al contrario que Duro, padeciese poco la crisis y recuperase pronto la marcha. Pese a continuar con los viejos procedimientos, fabricando con «el vicioso anacronismo» del pudelado, la economía en minerales y combustibles garantizaba por algunos años todavía el éxito de la empresa. Guilhou insistiría en continuar por la vía del hierro, comprando en 1888 la fábrica de Quirós, cuando las principales fábricas ya vendían acero o instalaban hornos modernos para adaptarse a los nuevos tiempos. En Quirós había carbones y minerales más baratos aun «que en ninguna otra fábrica», así que con la nueva adquisición Mieres tenía asegurado el mercado del hierro.
Horno de cok e instalación de recolección de subproductos en el Valle del Caudal (Mieres). Los hornos de cok sirvieron para aprovechar los carbones menudos. (Historia de la Economía Asturiana. Tomo I. pág. 182). La Nueva España.
BIBLIOGRAFIA.
  • ADARO Y MAGRO, L., «La industria siderúrgica asturiana», El Economista, 1900.
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  • GASCUE, F., La industria del Acero en el Norte de España, Madrid, 1890.
  • GOITIA, F. y ANGOLOTI Y ME¬SA, J., El material para ferrocarriles y la industria del país. Madrid, 1892.
  • GOMEZ MENDOZA, A., Ferrocarriles y cambio económico en España, 1855-1913, Madrid. 1982.
  • Meeting-protesta contra los Tratados del Comercio celebrado en Bilbao el 9 de diciembre de 1893, Bilbao, 1894.
  • Memorias de Duro Felguera.
  • Memorias de Fábrica de Mieres.
  • Memorias de Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara.
  • Memorias de la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias.
  • NADAL, J., El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913, Barcelona, 1975.
  • OJEDA, G., Asturias en la industrialización española, 1833- 1907.
  • TORTELLA, G., Los orígenes del capitalismo en España. Banca, industria y Ferrocarriles en el siglo XIX, Madrid, 1973-
  • VIZCONDE DE CAMPO GRANDE, La cuestión Arancelaria, Madrid, 1890.
Fuente: Historia de la Economía Asturiana. Tomo 2. "La época de las chimeneas". (páginas de 368 a 384)
Fábrica de Mieres, en los años 20. (Fondos de la Asociación Sta. Bárbara). Facebook: Mieres “Antes y Ahora” de Carlos Díaz marcos.

FUENTE: GERMÁN OJEDA. Historia de la Economía Asturiana. Tomo 2. Págs. 369 a la 374. Editado por: Editorial Prensa Asturiana S.A. Directores científicos: JUAN VÁZQUEZ y GERMÁN OJEDA. La Nueva España.
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AUTORES.

Germán Ojeda Nació en Llanes en 1949. Licenciado en Historia y Doctor en Economía por la Universidad de Oviedo, es Profesor Titular de Historia e Instituciones Económicas y Empresariales de dicha Universidad. Se ha especializado en la industrialización, la minería, las infraestructuras y la emigración asturianas, escribiendo sobre el particular libros y trabajos científicos, entre ellos: “Asturias en la industrialización española” (ed. Siglo XXI, 1986); “Campesinos, emigrantes, indianos” (Ayalga ed., 1985), “Pautas regionales de la industrialización española” (en colaboración, ed. Ariel, 1990), y “Los transportes” (tomo IX de la “Historia de Asturias”, Ayalga ed., 1981). Fue director editorial del tomo X (“Franquismo y la Transición Democrática”) de la “Historia de Asturias” (Ayalga ed., 1988) y codirector de la “Historia de la Economía Asturiana” (4 volúmenes), editada por el diario ovetense “La nueva España”. Con anterioridad, dirigió la Fundación José Barreiro, vinculada al socialismo asturiano y al SOMA-UGT, donde promovió la edición de distintos estudios sobre las organizaciones obreras de Asturias y publicó “Manuel Llaneza. Escritos y discursos” (1985). Asimismo, es autor de libros de historia colonial (“Nuestra guerra de Cuba. Una campaña de prensa”), local (estudio preliminar a “Historia de Llanes y sus hombres”) y empresarial (“Duro Felguera. Historia de una gran empresa industrial”). Parte de su trabajo como articulista y ensayista ha quedado recogido en los libros “Asturias invertebrada” (pentalfa Ed., 1991) y “Geografías e Historias” (ed. Nobel). Ha sido presidente del club de fútbol Sporting de Gijón, de la Asociación por el Progreso de Llanes y director general de Oviedo Televisión. FUENTE: CINCUENTENARIO.

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“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.

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