El calzado
de madera en AsturiasEl calzado de madera por excelencia en Asturias es la
madreña. Junto a ella se ha usado, y se usa aún, el zueco de madera en zonas
marginales
A juzgar por
referencias bibliográficas relativas a siglos pasados, en esas mismas zonas
también se calzó el zueco con suela de madera y empeine de cuero. El etnólogo
alemán Kriiger informa de otros calzados de madera dedicados a usos
específicos, tales como las tablas que, fijadas al pie, se utilizaban para
deserizar las castañas. La madreña, según el
Diccionario de la Real Academia Española, es “un zueco, es decir, un zapato de
madera de una pieza, que usan en varios países los campesinos y gente pobre”.
Según una definición más ajustada a la realidad, la madreña sería “un calzado
ahuecado de una única pieza de madera, que presenta una parte superior, o tapa,
y una suela con un tacón y dos tacos independientes o, alternativamente, un
taco corrido, en la parte anterior”.
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Madreñas. Alfonso Fernández Canteli -1 |
Estos resaltos le permiten asentarse sobre
el suelo con una relativa estabilidad, aislándose mejor del barro y de la
humedad de los caminos, y girar sobre el eje del apoyo delantero, compensando
así el inconveniente de su falta de flexibilidad, que se contrapone a la
comodidad del calzado de cuero. Para realizar las labores en la cuadra o en la
huerta, para ir a segar, al chigre o a misa, en definitiva, en todas las ocasiones
que exigían salir de casa, el asturiano calzaba las madreñas, que descansaban
en el zaguán. A diferencia de lo que ocurre en el área de utilización del
zueco, no se entraba en las casa con las madreñas: a la vuelta del trabajo, una
simple sacudida del pie permitía librarse del rígido calzado y entrar en casa
en zapatillas. Sólo en algunas casas del occidente astur- galaico, en las que
el suelo de las dependencias de la planta baja era de losas de pizarra, se acostumbraba
a entrar con madreñas, o en este caso galochas.
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Alfonso Fernández Canteli - (Madreña Tarna - caso) - 2 |
El calzado de madera
en sus diferentes versiones ha encontrado acogida entre los campesinos de una
amplia área de Europa que se extiende desde Portugal hasta Escandinavia,
incluyendo la práctica totalidad de los países latinos, germánicos y nórdicos.
La madreña es la variante más evolucionada de la gran familia del calzado de
madera. Su variedad tipológica y su distribución zonal, coincidente con la de
los dialectos asturianos, su riqueza decorativa y la pervivencia de su uso
hasta la actualidad, demuestran que el núcleo geográfico de difusión, tal como
lo describe Krüger a finales de los años treinta, reside en la cordillera
astur-cantábrica. La madreña, que,
frente al zueco, se caracteriza por un mayor desarrollo funcional y por una
factura considerablemente más compleja, se elaboró y se sigue elaborando en
toda una franja geográfica situada en las vertientes Norte y Sur de la
Cordillera Cantábrica, y limitada entre la Sierra de los Aneares en Lugo y el
valle del río Miera en Cantabria, incluyendo toda la cordillera asturleonesa.
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Alfonso Fernández Canteli -3 |
También se observa la presencia ocasional de madreñas (en algunos casos muy primitivas, con tacos meramente incipientes) en
el Macizo Central francés, Norte de Alemania, Dinamarca, Noruega y Suecia, pero
ni su difusión, en casos meramente local, ni su aceptación por la población, ni
su variedad tipológica, son comparables a las de sus parientes españolas. Las condiciones
climáticas, con una alta frecuencia de precipitaciones, la existencia generalizada
de caleyas o caminos embarrados, la abundancia de prados húmedos o lamas, la
escarpada geografía y la abundancia de la madera como materia prima,
imprescindible para su fabricación, son factores que junto a la tradición
cultural, justifican la gran difusión que la madreña ha encontrado en el Noroeste
español, y especialmente en las zonas productoras por excelencia, Asturias y
Cantabria, acompañando al campesino en su pausado caminar por sendas y caminos
o en sus trabajos agrícolas. |
Alfonso Fernández Canteli -4 |
La denominación de las partes de la madreña
Las madreñas se
calzaban con escarpines, es decir, zapatillas hechas de sayal abatanado, o
estameña, o incluso a pie descalzo, con un lecho de yerba (heno) o de hojas de panoya (mazorca
de maíz). Posteriormente se generalizó el
uso de zapatillas comerciales, como alternativa moderna a los escarpines.
Esta sustitución no es in-trascendente, ya que da lugar a una primera
clasificación. La madreña
denominada “de escarpín” es una madreña robusta y muy cerrada de boca. Es la
más antigua, cronológicamente hablando, y representa, en sus distintas modalidades,
los prototipos zonales. Su uso está prácticamente extinguido en Asturias, y lo
mismo cabe decir de su elaboración, aunque aún hay algunos madreñeros que saben
hacer el tipo propio de su zona. Sus características, relativas a la decoración
y forma de la puntera y tacos, se han ido desvaneciendo con los años, adaptándose
a formas más acomodaticias y fáciles de fabricar, hasta desembocar en la
madreña “de zapatilla”.
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Alfonso Fernández Canteli -5 |
La madreña “de zapatilla”
responde al tipo utilizado en la actualidad y converge, desde los diferentes
prototipos, hacia una forma redondeada en la puntera, de poca personalidad. Es
más escotada, presenta menores espesores de “madera y está adaptada a la zapatilla
comercial con la que se calza. Su aparición
coincide con la progresiva reducción de las labores agrícolas, en especial de
la mujer, cuya actividad fue limitándose progresivamente a un área cada vez más
cercana a la casa, y con el desplazamiento de la población hacia los centros
urbanos. La denominación de
las diferentes partes de la madreña varía apreciablemente de una zona a otra,
en consonancia con las diferentes variantes dialectales. A título de ejemplo se recogen las denominaciones de La Malvea (Lena) y de Tama
(Caso), por su representatividad e integridad. Desde el punto de vista de la calidad,
se puede decir que la parte más importante de la madreña es “la casa”. En
segundo término figura la altura y posición de los tacos, que determinan la
comodidad en el giro. El resto de elementos pueden entrar en el concepto de
accesorios. |
Alfonso Fernández Canteli -6 |
La elaboración de las madreñas
El oficio de
madreñero se simultaneaba con las labores del campo, y sólo en los núcleos
rurales o urbanos pasaba a ser un oficio en exclusiva. El área de abastecimiento
solía limitarse a la del mercado de la zona, aunque los grandes núcleos
productores, como Somiedo, Caso, Lena y Aller, extendían su zona de influencia
mucho más allá del concejo, inundando la capital, o las grandes poblaciones con
su producción, o exportando considerables cantidades a otras zonas, colindantes
o no, de León. El oficio se fue
transmitiendo, a lo largo de generaciones, de padres a hijos, o a jóvenes
aprendices, en una larga cadena sólo interrumpida en estos últimos años, en los
que una masiva emigración del campo hacia los núcleos urbanos, así como la
aparición de puestos de trabajo alternativos, menos duros y más rentables, y la
generalización de la percepción de pensión de jubilación entre los madreñeros
de más edad, decidieron una drástica reducción del número de artesanos, hasta
el punto de que esta tradición está en vías aceleradas de extinción en
Asturias. Según comentaba Adriano Capa, madreñero de Tama (Campo Caso), hacia los años cuarenta había en el pueblo más de
cien madreñeros. Hoy no queda ninguno en activo. |
Alfonso Fernández Canteli -7 |
El uso de la
madreña, aunque disminuido, continúa siendo común en los pueblos. Sin embargo,
la madreña artesanal al cien por cien, es en la actualidad excepcional, siendo
habitual la venta de la casa con el táladru (taladrar),
reduciendo el espesor de las paredes desde el interior, se talla el calcañu y
las cuestas con la gubia (gurbiar) y
por último se rebaja y limpia todo el interior con la legra (llegrar). En este momento el madreñero
comprueba su dimensión con la vara de medir. Desmontada del
taller, se acuchilla con el raspón (raspar),
manteniéndola presionada sobre el pecho, protegido por un cojín, y se repasa el
calcañu y el papú con el cepillu (cepillar).
El perfil definitivo de la boca se logra con el cuchillu, hecho de una navaja
barbera, y manteniendo la madreña apoyada sobre las piernas (desbocar). Finalmente, se procede al
ahumado sirviéndose de cortezas de abedul y con escobas de los puertos (afumar), y se unta con grasa. Estos
procesos garantizan una mejor protección y conservación de la madreña. Una
incisión en forma de arco, situada paralelamente al borde de la boca, con un
sencillo motivo ornamental, imprime el carácter final a la madreña taminá (pintar).
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Alfonso Fernández Canteli -8 |
Todo este proceso
queda magistralmente recogido en el popular soneto “El madreñeru”:
Trabaya pal inviernu
peí verana
si tien mucha
parroquia ‘l madreñeru
pos ya baxó del
monte un bon maderu
de pumar, o de fay
a, o de avellanu.
Teniendo los preseos
a la mano
co l’azada lu
cuartia’n picaderu
desbastando co ’l
hacha cada tueru
y con l’azuela dai
forma muy ufanu.
Ya n’elpotru
adelgaza con barrenes
y después los agüeca
per docenes
los esmolda, los
pule y pintarraxa
debuxa fueyes,
páxares y flores
y al desboque a
navaya con primores
ta fecha una madreña
ya permaxa.
FUENTE: ALFONSO FERNÁNDEZ CANTELI (Enciclopedia de la Asturias Popular). Imagenes y fotos de Alfonso Fernández Canteli (Catedrático de Universidad. Doctor Ingeniero Industrial)
Sobre el autor: Alfonso Fernández Canteli (Oviedo, 1945). Catedrático de Universidad. Doctor Ingeniero Industrial, profesor emérito de la Universidad de Oviedo. Es ingeniero industrial y catedrático de Mecánica de los Medios Continuos con prestigio nacional e internacional. Dirigió la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón.
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