Conflictos mineros
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Ilustración de Alfonso Zapico |
las huelgas en la década de los años 50. El desarrollo y extensión de las huelgas de 1957 y 1958, al margen de la represión subsiguiente (detenciones, palizas, despidos) se destacan por el hecho de que fueron verdaderas movilizaciones de masas y tuvieron características sindicales ya modernas
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Ilustración de Alfonso Zapico |
La reactivación de la inquietud laboral inició en la cuenca gijonesa un largo ciclo conflictivo que hundía sus raíces en el cambio que se estaba produciendo en el mercado de carbón como consecuencia de la competencia de los combustibles líquidos. Ante el desmoronamiento de las defensas autárquicas, la patronal minera inició un proceso de reconversión en el sector, que incidió negativamente en las rentas de los trabajadores. La primera réplica a los planes patronales se manifestó en enero de 1957 en La Camocha, al reducirse totalmente el rendimiento de los trabajadores durante varios días en demanda de una mayor retribución de los destajos. A esta reivindicación se sumaba además el malestar general de los mineros por el incumplimiento de la legislación laboral y por la ineficacia de la representación sindical.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Paralelamente, en la cuenca del Nalón, algunos delegados sindicales venían transmitiendo, acompañados en ocasiones por comisiones de mineros, la inquietud laboral que suscitaba la desaparición de numerosas primas, restricción que se veía compensada por los incrementos salariales recogidos en la reglamentación que empezó a regir el 1 de noviembre de 1956. Este descontento se desbordó al reducir la patronal el número de "guajes" (ayudantes de picadores), que motivaron reducciones de la producción en toda la cuenca. Esta insatisfacción determinó que a partir del nueve de marzo de 1957, un grupo cada vez mayor de los picadores del Pozo María Luisa completaran la jornada sin haber extraído ni una sola pieza de carbón, resultando inútil la actitud contestataria de la patronal que advirtió que los salarios se abonarían en conformidad con el rendimiento, y posteriormente fue igual el fracaso de las autoridades sindicalistas para paliar este conflicto entre los picadores del sector. Tras el fracaso de los intermediarios, dos secciones de la Guardia Civil se emplazaron en las inmediaciones del pozo con la intención de forzar la reanudación de los trabajos, solución que siguió fracasando puesto que a pesar de que los mineros siguieron bajando al interior ninguno de ellos hizo caso de las herramientas de trabajo, aprovechando además la circunstancia para encerrarse en el pozo, decidiéndose a abandonarlo únicamente en el momento en que la patronal se avino a aumentar la retribución sin ejercer ningún tipo de represalias.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Cuando el día 25 se comunicó la resolución de los contratos laborales, se anunció la militarización del pozo y se realizaron varias detenciones, los mineros volvieron a encerrarse el día 26 al finalizar la jornada, siendo secundados inmediatamente por el resto de los trabajadores de la cuenca del Nalón. Mientras duró el encierro, las inmediaciones y las localidades adyacentes fueron escenario de frecuentes choques violentos, ya que la fuerza pública pretendía disolver cualquier concentración de personas. Grupos de mujeres e hijos de los mineros, se congregaron en tal número que pudieron interrumpir durante varias horas el tráfico, sembrando un clima de inquietud y de tensión en la región que ya no solo afectaba al sector hullero. Las manifestaciones y protestas se sucedieron, de forma intermitente, hasta el día 26, fecha en que los trabajadores encerrados abandonaron el interior del pozo. El día 1 de abril se
reanudaron los trabajos sin haber obtenido los mineros ninguna
compensación; con todo, se empezaron a superar los temores que habían
alejado a la minería asturiana de la creciente corriente de contestación
laboral que venía emergiendo en diferentes focos del país desde el
comienzo de la década. Este resurgimiento de "clase" quedó patente en la
mayor participación obrera en las elecciones sindicales de 1957, y que
permitió que por primera vez, algunos enlaces sindicales se hicieran eco
del rechazo laboral y de la tensión en el sector. Así, al
comenzar 1958, en aquellas instalaciones hulleras donde mayor referendo
habían obtenido las candidaturas alternativas, los trabajadores del
interior empezaron a abandonar sus faenas una vez cumplida la séptima
hora de jornada. Tras persistir diez días en la misma actitud, las
empresas afectadas resolvieron reducir la jornada al tiempo exigido, por
primera vez se obtenía una reclamación.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Con este precedente los
mineros pierden el temor a las represalias y comienzan una nueva huelga
como respuesta al despido de ocho trabajadores del pozo María Luisa. Esta se puede catalogar como una huelga de solidaridad, pero en
último término también tuvo origen en reivindicaciones de carácter
económico, ya que los ocho picadores habían iniciado un descenso del
rendimiento como respuesta por la rebaja salarial. La paralización
afectó a cerca de 20.000 trabajadores que por primera vez
protagonizaban, de consenso una huelga, conocedores de que esto
implicaba un acto ilegal de resistencia laboral. Ante este
desafío se clausuran las explotaciones mineras afectadas, y se declara
la zona estado de excepción, suspendiendo durante cuatro meses los
artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles, que garantizaban la
libertad para fijar la residencia, la inviolabilidad del domicilio y la
obligación de entregar al presunto delincuente a la autoridad judicial
antes de cumplir 72 horas de su detención. Esta declaración vino
acompañada de una intensa actividad policial, reforzada con dotaciones
de la Guardia Civil y de la Policía Armada, que se saldó con la
detención de cerca de 300 huelguistas. Aunque la situación
laboral se fue normalizando paulatinamente tras la publicación de una
nota por el Gobierno Civil en la que se ordenaba la apertura de las
instalaciones, las medidas represivas no cesaron. Muchos desterrados,
confinados a regiones empobrecidas donde se les negaba la posibilidad de
trabajar, fueron subsistiendo gracias a la aportación familiar y a la
solidaridad de las organizaciones clandestinas. Las
secuelas de este conflicto contribuyeron en gran medida a alimentar el
descontento laboral que se potenciará en la siguiente década.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
La
aparición de comisiones de solidaridad, que recogían aportaciones de los
mineros con destino a los represaliados, impidieron que se normalizasen
las relaciones laborales. Las huelgas de 1957 y 1958 en
Asturias tienen una extraordinaria importancia en el marco general de la
evolución histórica del franquismo, fueron el mejor reflejo del síntoma
de agotamiento del modelo de régimen autárquico y precipitaron la toma
de decisiones que condujeron a un cambio radical en la política
económica franquista, cuyo ejemplo más sobresaliente es el Plan de
Estabilización de 1959. Tras estos sucesos fue preciso alterar la
reglamentación de las relaciones laborales, reguladas hasta entonces por
la Ley de Reglamentaciones de Trabajo de 1942, sustituida por la Ley de
Convenios Colectivos del 24 de abril de 1958 "elemento fundamental de
aceleración de la lucha de clases y de que los trabajadores se tengan
que plantear el organizarse para poder negociar esos convenios" según
señala Nicolás Sartorius. A nivel regional las huelgas de
esta década demostraban la crisis del sector hullero, consecuencia de
las primeras medidas liberalizadoras del mercado, de efectos
catastróficos para unas empresas privadas que habían sobrevivido gracias
a una extremada legislación proteccionista. Significaron
también el despertar de una oposición que en los años anteriores había
permanecido sumergida en un profundo letargo. Y fueron, por tanto, el
detonante para el comienzo de una etapa caracterizada por
trascendentales transformaciones económicas, sociales y culturales que
entrarán en profunda contradicción con el estancamiento político de un
sistema, que estaba empezando a desmoronarse pero aún no lo sabía.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
SALARIOS Y ECONOMÍA PERSONAL MINERA.
..Los motivos salariales
han sido los más importantes y los que mayor incidencia y repercusiones
han tenido no sólo en las frecuencias de las huelgas mineras, sino
también en su intensidad, duración y radicalización de comportamientos... Con
el propósito de simplificar consideramos como motivos salariales todos
aquellos aspectos utilizados por las patronales para incentivar la
producción como las primas, los incentivos, los destajos,.....
Esta causa fundamental está enraizada en los intereses de la minería por
una serie de circunstancias históricas, laborales y empresariales. Los
mineros asturianos a lo largo de su historia, han debido luchar siempre
por la consecución de sus mejoras económicas y sociales. Esta
experiencia ha creado en el sector un espíritu y estilo sindicalista y
reivindicativo característico a la propia minería... El interés y
motivo económico de los mineros era debido a la lucha de los obreros
por alcanzar un estatus laboral más elevado, englobando no sólo aspectos
internos, sino también externos... La importancia y relevancia
que estos problemas tenían, se debía en gran medida a las políticas
utilizadas por las empresas, que sobre todo en los años anteriores a las
huelgas de los años 50 y 60, habían pretendido resolver todos los
problemas sociales mediante los incentivos salariales, a pesar de que
eso no facilitase la resolución ni hiciese disminuir la tensión... Este
interés salarial también estaba favorecido por el peculiar sistema
económico utilizado en el mundo hullero, puesto que desde principios de
siglo se venían implantando y utilizando sistemas de primas y destajos,
llegando a convertirse en fuentes de numerosos problemas laborales con
repercusiones conflictivas.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
FUENTES: VARIAS FUENTES: LA NUEVA ESPAÑA, EL COMERCIO, WIKIPEDIA, LA VOZ DE ASTURIAS
Las ilustraciones del artículo son de Alfonso Zapico
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias,
1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año
2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula
Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros
educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia). Realiza ilustraciones, diseños y campañas
para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es
ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca
del Nalón, Les Noticies…). Se estrena en
2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra
del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente
en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una
ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto
palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce,
Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz
del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011). Vive en la localidad francesa de Angouléme,
donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias
natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y
ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.
Esta magnífica obra es un autentico
tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros
de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador
de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos
y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a
la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En
un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico
completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta
como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo
Madina y el músico Fermin Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés,
francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia http://alfonsozapico.com
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A mi suegra le robaron del tendal el único vestido que tenía de niña en esas huelgas. Siempre me lo cuenta jeje. Supongo que tanto tiempo sin cobrar apuraría mucho a la gente
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