24 de noviembre de 2012

Huelgas mineras en los años 50

Conflictos mineros 
Ilustración de Alfonso Zapico
las huelgas en la década de los años 50. El desarrollo y extensión de las huelgas de 1957 y 1958, al margen de la represión subsiguiente (detenciones, palizas, despidos) se destacan por el hecho de que fueron verdaderas movilizaciones de masas y tuvieron características sindicales ya modernas
Ilustración de Alfonso Zapico
La reactivación de la inquietud laboral inició en la cuenca gijonesa un largo ciclo conflictivo que hundía sus raíces en el cambio que se estaba produciendo en el mercado de carbón como consecuencia de la competencia de los combustibles líquidos. Ante el desmoronamiento de las defensas autárquicas, la patronal minera inició un proceso de reconversión en el sector, que incidió negativamente en las rentas de los trabajadores. La primera réplica a los planes patronales se manifestó en enero de 1957 en La Camocha, al reducirse totalmente el rendimiento de los trabajadores durante varios días en demanda de una mayor retribución de los destajos. A esta reivindicación se sumaba además el malestar general de los mineros por el incumplimiento de la legislación laboral y por la ineficacia de la representación sindical.
Ilustración de Alfonso Zapico
Paralelamente, en la cuenca del Nalón, algunos delegados sindicales venían transmitiendo, acompañados en ocasiones por comisiones de mineros, la inquietud laboral que suscitaba la desaparición de numerosas primas, restricción que se veía compensada por los incrementos salariales recogidos en la reglamentación que empezó a regir el 1 de noviembre de 1956. Este descontento se desbordó al reducir la patronal el número de "guajes" (ayudantes de picadores), que motivaron reducciones de la producción en toda la cuenca. Esta insatisfacción determinó que a partir del nueve de marzo de 1957, un grupo cada vez mayor de los picadores del Pozo María Luisa completaran la jornada sin haber extraído ni una sola pieza de carbón, resultando inútil la actitud contestataria de la patronal que advirtió que los salarios se abonarían en conformidad con el rendimiento, y posteriormente fue igual el fracaso de las autoridades sindicalistas para paliar este conflicto entre los picadores del sector. Tras el fracaso de los intermediarios, dos secciones de la Guardia Civil se emplazaron en las inmediaciones del pozo con la intención de forzar la reanudación de los trabajos, solución que siguió fracasando puesto que a pesar de que los mineros siguieron bajando al interior ninguno de ellos hizo caso de las herramientas de trabajo, aprovechando además la circunstancia para encerrarse en el pozo, decidiéndose a abandonarlo únicamente en el momento en que la patronal se avino a aumentar la retribución sin ejercer ningún tipo de represalias.
Ilustración de Alfonso Zapico
Cuando el día 25 se comunicó la resolución de los contratos laborales, se anunció la militarización del pozo y se realizaron varias detenciones, los mineros volvieron a encerrarse el día 26 al finalizar la jornada, siendo secundados inmediatamente por el resto de los trabajadores de la cuenca del Nalón. Mientras duró el encierro, las inmediaciones y las localidades adyacentes fueron escenario de frecuentes choques violentos, ya que la fuerza pública pretendía disolver cualquier concentración de personas. Grupos de mujeres e hijos de los mineros, se congregaron en tal número que pudieron interrumpir durante varias horas el tráfico, sembrando un clima de inquietud y de tensión en la región que ya no solo afectaba al sector hullero. Las manifestaciones y protestas se sucedieron, de forma intermitente, hasta el día 26, fecha en que los trabajadores encerrados abandonaron el interior del pozo. El día 1 de abril se reanudaron los trabajos sin haber obtenido los mineros ninguna compensación; con todo, se empezaron a superar los temores que habían alejado a la minería asturiana de la creciente corriente de contestación laboral que venía emergiendo en diferentes focos del país desde el comienzo de la década. Este resurgimiento de "clase" quedó patente en la mayor participación obrera en las elecciones sindicales de 1957, y que permitió que por primera vez, algunos enlaces sindicales se hicieran eco del rechazo laboral y de la tensión en el sector. Así, al comenzar 1958, en aquellas instalaciones hulleras donde mayor referendo habían obtenido las candidaturas alternativas, los trabajadores del interior empezaron a abandonar sus faenas una vez cumplida la séptima hora de jornada. Tras persistir diez días en la misma actitud, las empresas afectadas resolvieron reducir la jornada al tiempo exigido, por primera vez se obtenía una reclamación.
Ilustración de Alfonso Zapico
Con este precedente los mineros pierden el temor a las represalias y comienzan una nueva huelga como respuesta al despido de ocho trabajadores del pozo María Luisa.  Esta se puede catalogar como una huelga de solidaridad, pero en último término también tuvo origen en reivindicaciones de carácter económico, ya que los ocho picadores habían iniciado un descenso del rendimiento como respuesta por la rebaja salarial. La paralización afectó a cerca de 20.000 trabajadores que por primera vez protagonizaban, de consenso una huelga, conocedores de que esto implicaba un acto ilegal de resistencia laboral. Ante este desafío se clausuran las explotaciones mineras afectadas, y se declara la zona estado de excepción, suspendiendo durante cuatro meses los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles, que garantizaban la libertad para fijar la residencia, la inviolabilidad del domicilio y la obligación de entregar al presunto delincuente a la autoridad judicial antes de cumplir 72 horas de su detención. Esta declaración vino acompañada de una intensa actividad policial, reforzada con dotaciones de la Guardia Civil y de la Policía Armada, que se saldó con la detención de cerca de 300 huelguistas. Aunque la situación laboral se fue normalizando paulatinamente tras la publicación de una nota por el Gobierno Civil en la que se ordenaba la apertura de las instalaciones, las medidas represivas no cesaron. Muchos desterrados, confinados a regiones empobrecidas donde se les negaba la posibilidad de trabajar, fueron subsistiendo gracias a la aportación familiar y a la solidaridad de las organizaciones clandestinas. Las secuelas de este conflicto contribuyeron en gran medida a alimentar el descontento laboral que se potenciará en la siguiente década.
Ilustración de Alfonso Zapico
La aparición de comisiones de solidaridad, que recogían aportaciones de los mineros con destino a los represaliados, impidieron que se normalizasen las relaciones laborales. Las huelgas de 1957 y 1958 en Asturias tienen una extraordinaria importancia en el marco general de la evolución histórica del franquismo, fueron el mejor reflejo del síntoma de agotamiento del modelo de régimen autárquico y precipitaron la toma de decisiones que condujeron a un cambio radical en la política económica franquista, cuyo ejemplo más sobresaliente es el Plan de Estabilización de 1959. Tras estos sucesos fue preciso alterar la reglamentación de las relaciones laborales, reguladas hasta entonces por la Ley de Reglamentaciones de Trabajo de 1942, sustituida por la Ley de Convenios Colectivos del 24 de abril de 1958 "elemento fundamental de aceleración de la lucha de clases y de que los trabajadores se tengan que plantear el organizarse para poder negociar esos convenios" según señala Nicolás Sartorius. A nivel regional las huelgas de esta década demostraban la crisis del sector hullero, consecuencia de las primeras medidas liberalizadoras del mercado, de efectos catastróficos para unas empresas privadas que habían sobrevivido gracias a una extremada legislación proteccionista. Significaron también el despertar de una oposición que en los años anteriores había permanecido sumergida en un profundo letargo. Y fueron, por tanto, el detonante para el comienzo de una etapa caracterizada por trascendentales transformaciones económicas, sociales y culturales que entrarán en profunda contradicción con el estancamiento político de un sistema, que estaba empezando a desmoronarse pero aún no lo sabía.
Ilustración de Alfonso Zapico
SALARIOS Y ECONOMÍA PERSONAL MINERA.
..Los motivos salariales han sido los más importantes y los que mayor incidencia y repercusiones han tenido no sólo en las frecuencias de las huelgas mineras, sino también en su intensidad, duración y radicalización de comportamientos... Con el propósito de simplificar consideramos como motivos salariales todos aquellos aspectos utilizados por las patronales para incentivar la producción como las primas, los incentivos, los destajos,..... Esta causa fundamental está enraizada en los intereses de la minería por una serie de circunstancias históricas, laborales y empresariales. Los mineros asturianos a lo largo de su historia, han debido luchar siempre por la consecución de sus mejoras económicas y sociales. Esta experiencia ha creado en el sector un espíritu y estilo sindicalista y reivindicativo característico a la propia minería... El interés y motivo económico de los mineros era debido a la lucha de los obreros por alcanzar un estatus laboral más elevado, englobando no sólo aspectos internos, sino también externos... La importancia y relevancia que estos problemas tenían, se debía en gran medida a las políticas utilizadas por las empresas, que sobre todo en los años anteriores a las huelgas de los años 50 y 60, habían pretendido resolver todos los problemas sociales mediante los incentivos salariales, a pesar de que eso no facilitase la resolución ni hiciese disminuir la tensión... Este interés salarial también estaba favorecido por el peculiar sistema económico utilizado en el mundo hullero, puesto que desde principios de siglo se venían implantando y utilizando sistemas de primas y destajos, llegando a convertirse en fuentes de numerosos problemas laborales con repercusiones conflictivas.
Ilustración de Alfonso Zapico
FUENTES: VARIAS FUENTES: LA NUEVA ESPAÑA, EL COMERCIO, WIKIPEDIA, LA VOZ DE ASTURIAS
Las ilustraciones del artículo son de Alfonso Zapico
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.  Esta magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermin Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia http://alfonsozapico.com
_______________________________________________________________________
_______________________________________________________________________

NOTA: Si te ha interesado esta entrada y quieres preguntar, comentar o aportar algo al respecto, puedes dejar un comentario o escribir a mi dirección de “correo del blog” con la seguridad de ser prontamente atendido.

¡¡¡Difunde “El blog de Acebedo” entre tus amistades!!!

Sígueme en:

·                     § - FACEBOOK - Roberto Cortina Mieres
·                     § Twitter – “El blog de Acebedo”
·                     § - Blog-Blogger.  http://elblogdeacebedo.blogspot.com.es

1 comentario:

  1. A mi suegra le robaron del tendal el único vestido que tenía de niña en esas huelgas. Siempre me lo cuenta jeje. Supongo que tanto tiempo sin cobrar apuraría mucho a la gente

    ResponderEliminar