Millones en oro y piedras preciosas perdidos en Covadonga
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El grabado más antiguo de Covadonga de 1744. LNE |
Las guerras, los
robos y el incendio de 1777 que arrasó el viejo templo de madera de la cueva
causaron la desaparición de un tesoro en ornamentos y alhajas del santuario,
muchos de los cuales se detallan en un libro. Ver artículo del blog; “El Santuario de Asturias” del 20 de septiembre de 2014. Ver enlace... El Santuario de Asturias
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El Santuario de Covadonga, que se encuentra rodeado de naturaleza, en el monte Auseva. LNE |
La Nueva España
Las guerras, los robos y el trágico incendio de 1777
provocaron la desaparición de valiosísimas alhajas y ornamentos del santuario
de Covadonga. Regalos de príncipes y reyes, objetos de oro y plata, adornados
con piedras preciosas, paños de terciopelo... Ese tesoro perdido, al que habría
que añadir las piezas que tuvieron que venderse para paliar las puntuales
penurias del santuario, sumaría hoy millones de euros. Un equipo de
investigadores, del grupo Ceán Bermúdez de la Universidad de Oviedo, ha
detallado la riqueza artística del real sitio, incluidos los objetos
extraviados, en el libro "El santuario de Nuestra Señora de Covadonga.
Historia y patrimonio artístico". Tras el enfrentamiento entre los astures y los árabes, en el
siglo IX, Covadonga se convirtió en un centro de peregrinación, y la cueva que
le da nombre, en el espacio de la revelación. La devoción de los fieles y las
exigencias litúrgicas y funcionales fueron generando un destacado patrimonio
artístico, cuyo estudio global resulta "imprescindible" para
comprender "la trascendencia histórica del real sitio", según los
autores del libro.
Nada queda y nada se sabe del primitivo monasterio (o tal
vez colegiata) que pudo existir en la época medieval. Sí está documentado el
templo de madera construido en la cueva, que fue arrasado por un incendio.
Existen descripciones (en especial la de Ambrosio de Morales, enviado por el
rey Felipe II para que le diera cuenta del estado del santuario), pinturas y
grabados que documentan su peculiar diseño, encajado en la roca y sostenido por
una viguería volada, lo que le daba la apariencia de estar suspendido en el
aire, algo que asombraba a los fieles, que relacionaban esa
"milagrosa" estabilidad con "la intervención de ángeles
constructores". En Covadonga hubo un antes y un después del 17 de octubre de
1777. Ese día, a las cinco de la madrugada se declaró un incendio que arrasó el
templo de la cueva. Resultó imposible rescatar los objetos custodiados en la
"iglesia del milagro", en palabras de Morales. Sólo algunos días más
tarde se pudieron recoger algunos restos sumergidos en el río que discurre bajo
la gruta, según detalla el profesor Vidal de la Madrid en el capítulo del libro
dedicado a la arquitectura en el santuario. Así, a la pérdida de la vieja iglesia lignaria colgada en el
vacío se añadió la de las alhajas y ornamentos litúrgicos.
Del Pozón situado
bajo la gruta de la Santina se rescataron 58,7 kilogramos de oro y plata
fundidos, según señala Yayoi Kawamura en el capítulo dedicado al alhajamiento
del santuario.
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La fuente de
los siete caños. Esta fuente se encuentra debajo de la cueva donde está La
Santina de Covadonga, se alimenta por un caudal que surge de la pared rocosa a
través de una réplica de La Cruz de la Victoria adosada a la roca. Saber más… Guía de Asturias. |
Las crónicas posteriores a la catástrofe detallan alhajas de
gran valor perdidas o gravemente dañadas: cuatro láminas de plata que pendían
delante del altar, una de ellas regalo de Carlos II; dos cálices donados por
Felipe II; un viril con rubíes, diamantes y esmeraldas donado por Felipe IV; un
terno de tisú de oro donado por Bárbara de Braganza, y un crucifijo con la
imagen de oro que perteneció a San Francisco de Borja. Este último crucifijo,
hallado muy deteriorado en el Pozón, desaparecería años tras ser requisado
durante la Guerra de la Independencia. Una parte de un terno donado por la
reina Bárbara de Braganza se salvó y se integró en una nueva casulla, que
podría ser la que aún se conserva en la sacristía de la basílica, aunque
algunas fuentes afirman que se perdió durante la Guerra Civil. ¿Qué alhajas tenía el santuario antes del incendio? Un
listado de 1692 incluye las que el cabildo se vio obligado a poner en venta
ante las falta de recursos económicos: una cadena de oro, dos joyas de la
Virgen, una de esmeraldas, dos sortijas de esta misma gema, otra de diamantes y
varias joyas más que el documento no detalla. Un platero tasó todo en 2.185
reales. En 1723 se realizó otro listado: un copón, tres formas de
corazón, cruces pequeñas, vinajeras, lámparas, medallas, sacras y otras piezas
fragmentarias de plata vieja. Eran alhajas en desuso o menores y algunos
fragmentos rotos, que se fundieron para elaborar unos lisos de plata ideados
realzar el retablo de la Virgen y que desaparecieron en el incendio de 1777.
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Estatua de D. Pelayo en Covadonga, D. Pelayo fue el primer monarca del reino de Asturias. LNE |
Una relación de alhajas del santuario realizada en 1725
perseguía lograr una nueva corona y un rostrillo de plata sobredorada para la
Virgen, que remataran el retablo y, con él, el proceso de lucimiento de la
imagen de la Santina. El rostrillo se decoró con diamantes. La obra pictórica
realizada un año antes del incendio por Francisco Reiter, expuesta en el Museo
de Covadonga, recoge fielmente la corona y el rostrillo de 1725. Un inventario completo de 1730 incluye cinco lámparas, dos
arañas con tres candeleros, cuatro bujías de plata, una cruz y varias imágenes
pequeñas de plata (las de Nuestra Señora, San Juan, San Pedro y San Pablo),
chapas y huecos también de plata (exvotos de los fieles), dos medallas de plata
sobredorada, una efigie de la Virgen con dos ángeles, otra con Santo Domingo,
la imagen de la iglesia principal con su corona y su rostrillo, la del Niño con
su propia corona, varias cadenillas, una joya de oro con 70 esmeraldas y 15
rubíes en el pecho de la talla de madera vestida de Nuestra Señora, así como
otra joya de perlas guarnecida en oro, dos joyeles de vidrio y cadenillas
colgadas.
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La basílica de
Santa María la Real es un sitio de culto católico situado en Covadonga,
Principado de Asturias (España), declarado basílica menor el 11 de septiembre
de 1901. Saber más… WIKIPEDIA. |
La iglesia de Covadonga contaba entonces con alhajas litúrgicas
como una cruz procesional, cuatro copones y siete cálices, dos de los cuales
eran regalos de Felipe II. Aparte había cinco juegos de vinajeras, dos
incensarios, una naveta, una palmatoria, un viril liso, una caja que servía de
portaviáticos y la llamada corona de túmulo, que se usaba en las exequias
reales. Las piezas de plata sumaban más de 89 kilos. El inventario incluye
otros materiales: libros, candeleros y más de un centenar de piezas textiles,
entre ellas, 25 casullas, 10 capas pluviales y 44 sábanas. Y en el sagrario,
rematado por un calvario de plata, imágenes de Santa Ana, San Fernando, San
José y San Miguel. En 1733 un indiano piloñés legó al santuario 1.000 escudos
de a diez de plata; esto es, 10.000 reales, con los que se renovó el órgano del
santuario, se colocaron ventanas con vidrieras y se encargó un nuevo
confesionario y nueve sillas para el coro.
En 1734 Covadonga recibió seis blandones de plata, cuatro
candeleros de plata y dos de bronce, un espabiladero, ocho albas, siete amitos,
tres casullas, un frontal, seis cíngulos, una campanilla y una nueva joya de
oro con perlas y una esmeralda en medio. Tres años más tarde se registra una
nueva entrega, en este caso de objetos textiles. Entre 1769 y 1774 se renovaron los ornamentos litúrgicos y
otros objetos del santuario, como las vestiduras de los canónigos o el hisopo y
el cetro, hasta entonces de madera, que en 1771 se sustituyeron por otros de
plata. El cabildo arregló un viejo reloj de música, mandó componer otros dos y
encargó un marco de plata liso con remates y sobrepuestos dorados para
colocarlo en el altar mayor. Se recibió otra donación de un indiano: 6.000
reales. Casi todo se perdió en el incendio, del que se salvaron, aunque
ennegrecidas, 8.802 reales en monedas que estaban guardadas en tres arcas de
limosnas.
Tras la catástrofe se encargaron nuevas piezas al
prestigioso platero Francisco Collas, francés afincado en Oviedo, que falleció
en 1783, cuando aún no había concluido algunos de los encargos. Muchas de las
alhajas repuestas tras el incendio se perdieron durante la Guerra de la
Independencia tras requisar el Gobierno los metales preciosos que eran
propiedad de la Iglesia para hacer frente al coste del conflicto bélico. En
Covadonga quedaron entonces muy pocas piezas, sólo se tiene constancia
documental de seis candeleros de plata. En 1827 el cabildo encargó una corona de plata sobredorada
para la Virgen y renovó su vestido, para lo cual compró en Oviedo un galón de
oro. Y al año siguiente se adquirieron nuevos ornatos y alhajas de culto, entre
ellos un cáliz con su patena y cucharilla y un relicario, ambos de plata.
Treinta años después, los duques de Montpensier visitaron Covadonga e hicieron
una donación: un viril y un cáliz de plata. Ninguna de estas piezas se conserva.
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Joyas expuestas en Covadonga. (LNE) |
La visita de la reina Isabel II al santuario en 1858
favoreció la llegada de nuevas alhajas: un manto azul y un vestido para la
Virgen, así como dos ternos completos de pontifical. Sólo se conservan, aunque
a falta de algunas piezas, estos dos últimos, regalo del entonces príncipe de
Asturias, Alfonso Francisco. Una casulla entregada por Margarita Borbón-Parma y
dos cálices enviados por sendos canónigos fueron algunas de las donaciones
registradas a finales del siglo XIX, muchas de ellas llegadas para costear la
construcción de la nueva iglesia, la actual basílica, consagrada en 1901. En 1904 fue entregada a la Virgen otra joya, costeada por
289 devotos gijoneses: un corazón de oro con 124 diamantes y 5 adornos de
perlas, que se colgaba en el pecho de la imagen de Covadonga en los días de
grandes solemnidades. Ese mismo año la Casa Real donó al cabildo un abrigo de
terciopelo blanco que había pertenecido a María de las Mercedes de Borbón,
princesa de Asturias, fallecida unos meses antes. Aquel abrigo se convirtió en
un manto para la Virgen. Todo ello se perdió con la Guerra Civil. Otra pieza de
excepción, que se ha perdido, era una corona de plata sobredorada con 66
brillantes, 13 esmeraldas, 5 rubíes, 12 granates y 2 perlas, donada en 1907 por
un asturiano residente en Cuba.
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Recreación de
la batalla de Covadonga. Pelayo es el personaje principal y en quien se centra
todo el protagonismo de la resistencia a la invasión musulmana. Covadonga es el
escenario donde tuvo lugar el primer enfrentamiento con resultado positivo para
su causa. (…). LNE |
Con motivo del XII Aniversario de la batalla de Covadonga,
en 1918, que coincidió con el acto de la coronación canónica de la Virgen, se
registró la llegada de nuevas alhajas al santuario. Un inventario realizado en
1920 evidencia el tesoro que poseía entonces Covadonga: anillos, sortijas,
pendientes, rosarios, broches, condecoraciones, cadenas, collares, pulseras,
objetos litúrgicos... Kawamura destaca por su enorme valor una pieza
desaparecida, un tríptico recubierto de plata, oro y piedras preciosas, de 2,25
por 2,25 metros. Cerrado, era un retablo dedicado a Cristo Crucificado; abierto
se convertía en un altar con la Virgen de Covadonga, cuya imagen se deslizaba
automáticamente hacia adelante. De esta obra sólo se conserva la imagen de Nuestra
Señora, en la colegiata de San Fernando. La Guerra Civil supuso para el santuario una gran pérdida de
patrimonio, sobre todo de alhajas de metales preciosos, aunque se salvaron
milagrosamente verdaderos tesoros, como dos coronas encargadas en 1918 para la
Virgen y el Niño, un cáliz de Francisco Collas o la cruz pectoral y el anillo a
juego, de oro amatistas y diamantes, que entregaron en 1904 los testamentarios
del obispo Ramón Martínez-Vigil, impulsor de la construcción de la basílica de
Covadonga.
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Joyas en Covadonga. LNE |
Un humilde tallista
reflejó cómo era el santuario antes del incendio
Algunas obras expuestas en el Museo de Covadonga reflejan
cómo era el santuario antes del incendio de 1777. Una de las más singulares es
una talla datada entre 1774 y 1777. Según los investigadores del grupo Ceán
Bermúdez, es la única muestra en bulto conservada que representa la imagen que
se veneraba en el altar de la Real Congregación de Asturianos de San
Hermenegildo, en Madrid. La pieza, obra de "un tallista de condición humilde
y escasos recursos técnicos", incluye la imagen de la Santina, la
colegiata, la hospedería, el mesón, las escaleras de acceso al templo de la
cueva, el nacimiento del río, la casa de los músicos y el "milagro"
de Covadonga, el templo que parecía estar suspendido en el aire y cuya
construcción la leyenda atribuía a los ángeles. Algunos detalles se han
perdido, como el trono a los pies de la Virgen, con don Pelayo y Favila (o
quizás el escudo real, según Francisco Crabiffosse).
La escultura reproduce un
diseño realizado en 1742 o 1743 por el pintor ovetense Francisco Martínez
Bustamante y es un depósito de la parroquia de Santa María de Sábada, de
Lastres. Los autores del libro sobre la historia y el patrimonio
artístico de Covadonga (Javier Barón Thaidigsmann, jefe del área de
conservación de pintura del siglo XIX del Museo Nacional del Prado; Alfonso
Palacio Álvarez, director del Museo de Bellas Artes de Asturias, y los
profesores de la Universidad de Oviedo Javier González Santos, Yayoi Kawamura y
Vidal de la Madrid) destacan la reciente recuperación de varios libros, uno de
los cuales incluye el grabado "Verdadero retrato de Nuestra Señora de
Covadonga", de 1744, la imagen más antigua que se conoce del santuario.
FUENTE: RAMÓN DÍAZ. Publicado por La Nueva España el 13-02-2016. Ver enlace. _________________________________________________________________________
AUTORES.
Ramón Díaz, redactor
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última vez el 07 de abril de 2023 a las 21:41 horas.
Muy útil. Lo incorporo a mis clases, citando fuentes e incluyéndolo en bibliografía recomendada.
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