Alfonso XII llevó en su testa la corona de España desde que fue
proclamado rey en 1874 por el general Martínez Campos hasta 1902, año en
el que le pasó a su hijo los costosos trastos de la monarquía. En este
período se celebraron en el país 11 elecciones generales. En la primera y
las seis últimas estuvo vigente el sufragio universal -lógicamente sin
incluir a las mujeres, que como ustedes saben tuvieron que esperar a la
II República para poder ejercer este derecho- pero en los otros cuatro
comicios (los de 1879 y los tres que se convocaron en la década de los
años 80), el sufragio fue censitario, lo que quiere decir que el número
de votantes se redujo a aquellos varones que gozaban de buena posición y
cartera abultada.
El responsable político de esa situación fue
Cánovas del Castillo, quien hizo que las Cortes de la Restauración
aprobasen en diciembre de 1878 una ley electoral que excluía a todos los
trabajadores e incluso a una gran parte de la clase media española.
Para votar había que ser varón, mayor de 25 años y haber pagado a las
arcas públicas un mínimo de cincuenta pesetas anuales en los dos últimos
ejercicios de contribución, o veinticinco en el último año si se
trataba de un propietario rural. Asturias tenía entonces 576.000
habitantes, es decir poco más de la mitad de los que hay ahora; muy
repartidos, porque Oviedo y Gijón no pasaban de ser dos pueblones, de
manera que algunos concejos estaban más poblados que en la actualidad.
Cuando se convocaron las elecciones de 21 de agosto de 1881, solo un 4,3
% de la población cumplía las condiciones para poder acercarse a las
urnas, lo que se traducía en unos 25.000 electores y, de ellos, el día
del sufragio se quedaron en casa 10.000, con lo que pueden suponer que
cada papeleta valía su peso en oro. Otra característica de este
tiempo era la división territorial. Recordarán que a la hora del voto
nuestra región se divide hoy en tres circunscripciones: una central y
otra en cada ala del territorio.
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Familia Real Española. La imagen muestra a la reina María Cristina, Crista, sosteniendo a su primer retoño, una niña bautizada Mercedes en honor a la difunta esposa de Alfonso XII, que aparece en pie. A la izquierda de la imagen, la infanta Paz, en pie. A la derecha, Isabel y Eulalia. Esa era, en esencia, la familia real española a finales de 1879. http://dinastias.forogratis.es |
Seguro que también conocen que algunos
partidos afirman que este reparto es injusto y solicitan que se
establezca una única circunscripción autonómica. Pues bien, en aquel
1881 a nuestra región le correspondían catorce representantes,
repartidos entre once distritos que tocaban a un diputado cada uno más
una gran circunscripción que elegía a tres. En esta última, centrada en
la capital, se incluían todos los concejos de la Montaña Central. Siguiendo
la norma de aquellos años, abundaron los pucherazos y las
irregularidades de todo tipo y finalmente tanto en España como en
Asturias acabaron venciendo los liberales de Mateo Sagasta, que aquí
obtuvieron un triunfo abrumador con ocho diputados; mientras los
conservadores solamente pudieron sumar dos y la Unión Católica otros
dos, aunque en este caso fue un excelente resultado, ya que en el resto
del país este partido solo añadió otro más. No fue nada extraño,
porque los dos grandes partidos se iban turnando en el Gobierno y el
resultado respetó aquel pacto no escrito. Luego, para completar los 14
escaños, también hubo un demócrata y un republicano y fue precisamente
con este último donde surgió el problema. Se trataba de Manuel Pedregal y
Cañedo, un jurista nacido en Grado, que había sido ministro de Hacienda
durante la Primera República y volvía en aquel año a la vida política. Hoy
les traigo este caso, que tuvo como escenario a Santullano y llegó
hasta el Congreso merced a la denuncia presentada por otro candidato que
había sido derrotado solo por 49 votos de diferencia y alegó que su
rival debía la victoria a los que habían salido de esta localidad
mierense y entraban en un lote de papeletas falsas, porque allí se había
hecho votar a 105 muertos.
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José María Álvarez Celleruelo - Iconografía de asturianos ilustres. (Pinterest) |
El denunciante fue José María
Celleruelo, natural de La Carrera, en Siero, abogado, periodista y
dirigente del partido que dirigía Emilio Castelar, con el que llegaría a
ocupar el cargo de gobernador civil en Segovia, Almería y Alicante,
para acabar siendo ministro de Gracia y Justicia en 1906. Pero en
aquel 1881, Celleruelo protestaba por la pérdida de su escaño asturiano,
aunque sin darse mucha prisa, ya que siguiendo lo que en aquel tiempo
admitía la ley electoral, se había presentado a la vez por la
circunscripción de Lérida y allí sí había resultado elegido. De manera
que su reclamación no llegó a las Cortes hasta el 26 de enero de 1883.
Veamos ahora como transcurrió, según la información que publicaron al
día siguiente los diarios, especialmente «El Globo», que compartía las
ideas del perjudicado y se puso claramente de su lado. El primer
trámite fue constituir el tribunal de actas graves para juzgar la
cuestión de validez del acta de Oviedo y, ante él se defendió el señor
Pedregal -decía el diario- «con la facilidad de palabra que le ha dado
el mucho uso que de ella hace en círculos y meetings». Ocupó su tiempo
en rechazar la acusación de abusos y atropellos que se hacía contra sus
correligionarios y amigos, especialmente los que se referían a la
sección de Mieres y colegio de Santullano, donde el respetable
economista había sacado los 200 votos que le dieron la ventaja en el
escrutinio general sobre el señor Celleruelo, y se asió al argumento de
suponer que muy bien podían existir personas vivas que figurasen en el
censo electoral con el mismo nombre y apellido de aquellos cuyas
partidas de defunción se habían presentado al tribunal. Afirmó
también que en otras partes de Mieres hubo muchos muertos que habían
votado a favor del señor Celleruelo y que en cambio él traía
certificaciones de numerosos electores que afirmaban haberle votado en
Santullano; pruebas que no admitió el alcalde de la villa. Que ambos
hechos estaban demostrados y que siendo relativamente corta la
diferencia de votos debería resolverse a su favor. Además rogó al
tribunal que se fijase en la declaración de don Inocencio Fernández,
quien afirmaba que las actas de Santullano se habían llevado en blanco. Luego
le tocó el turno a José María Celleruelo, para impugnar el acta,
empezando por expresar el sentimiento con que cumplía un deber que la
justicia y la gratitud a sus amigos, los electores de la circunscripción
de Oviedo le imponían y dijo que él ya había pedido que se abriera una
información para probar que era imposible esa notable coincidencia de
nombres entre los vivos y los muertos, pero que el tribunal se había
negado a hacerlo.
Según «El Globo» «en esto, como en todo, ni usó
tono campanudo y pretencioso ni se apartó al hablar de su adversario de
las reglas de la más perfecta cortesía. Habló con aplomo y seguridad,
como quien está penetrado del derecho que le asiste, pero sin encono ni
dureza» para decir que aún admitiendo todas las hipótesis que el señor
Pedregal se había dignado hacer, se partía siempre del hecho innegable
de los 105 muertos, que tomaron parte tan activa en el triunfo del
infatigable orador economista, y así, de cualquier manera que las
cuentas se ajustasen, el triunfo era suyo. Aclaró además cosas muy
curiosas sobre la manera en que se hacía el censo electoral, casi
siempre limitándose a copiar unas listas de otras, por lo que no
resultaba extraño que muchas veces figurasen en la relación electores
muertos en 1855. A continuación hubo dos brevísimos turnos de réplica.
Pedregal utilizó el suyo para aclarar que en lo de los muertos solamente
se atenía al censo y Celleruelo insistió en que debía su derrota a los
105 electores que salieron de sus sepulcros para votar en la urna de
Santullano. Luego, a las cuatro de la tarde, el presidente mandó
despejar las tribunas para que nada turbase las deliberaciones del
respetable tribunal que se constituyó en sesión secreta. Cuando
se reanudó la sesión, no hubo sorpresas: el secretario del tribunal,
Antonio Ferratges, leyó la sentencia por la cual el acta de Oviedo se
declaraba válida y Manuel Pedregal conservaba su acta de diputado; el
Congreso volvió a reunirse en secciones y enseguida se trató el
siguiente asunto que tocaba unas disposiciones sobre el Código de
Comercio. Igual que El Cid ganó en Valencia una batalla después de
muerto, los difuntos de Santullano pudieron servir a la Patria desde sus
tumbas, aunque lo más grave es que este no fue un caso aislado y todos
los españoles sabían que se trataba de una práctica habitual dirigida
por los caciques locales. Llegados a este punto, hace unos años
todos nos habríamos preguntando como nuestros mayores pudieron soportar
esta situación, pero hoy, cuando nosotros estamos padeciendo una
realidad aún más humillante, ya no nos escandaliza nada.
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Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista
e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con
el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa
obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR . Publicado por La Nueva España el 11-06-2013. Ver enlace.
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AUTORES.
Ernesto
Burgos Fernández (historiador). Nació
en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Historiador, columnista y biógrafo,
éstas son algunas de las facetas de un Ernesto Burgos que rescata con talento
personajes y anécdotas de nuestra historia. Un notorio investigador y gran
divulgador. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo
(1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La
romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006). Profesor de
Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera»
(Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia),
«Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año
2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido
galardón anual de “Mierense del año”. Secretario General de Izquierda
Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III
República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de
Asturias. Coautor de los libros de texto «Entre amigos» (Conocimiento del
Medio) para Asturias y Cantabria (2002); coordinador de la revista de Ciencias
Sociales «Cuadernos de Mieres» (2001-2002); experto en la cultura y la historia
de las cuencas mineras asturianas. Ha impartido varios cursos sobre el
patrimonio arqueológico de Aller, Lena y Mieres y defendido ponencias sobre su
temática en jornadas y congresos. Desde los años 70 escribe desinteresadamente
artículos para numerosas publicaciones, álbumes y periódicos locales (Esquisa,
Mieres 30 días, La Voz de Ujo, Camín de Mieres, Mieres, El Carbón, Por tierras
del Caudal, Aula de Paz…). Ha sido pregonero en las fiestas de Santa Bárbara
(2002); La Teyerona (2006); San Xuan de Mieres (2007) y Santa Cruz (2011).
Histórico militante republicano. Secretario General de Izquierda Republicana en
Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y
actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Biógrafo de los
revolucionarios mierenses Manuel Grossi Mier («Cartas de Grossi». 2009) y Jesús
Ibáñez («Y el verbo se hizo furia». Semana Negra 2010), también ha prologado a
varios autores asturianos. Colaborador del diario asturiano La Nueva España,
donde ha firmado las series: «El patrimonio de Las Cuencas» (1998-2000); «100
años de historias y andanzas» (2000-2002) y «Los personajes de nuestra
historia» (2003-2004). Desde febrero de 2005 mantiene ininterrumpidamente la
página semanal «Historias heterodoxas». FUENTE:
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.
“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se
adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y
CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
____________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________ NOTA: Los nombres de los autores aparecen en el pie de cada
imagen o al final de cada artículo, si no es así, se debe a que es un dato que
se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se
ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo figurar o para borrarla si es su
deseo, porque es justo reconocer a los autores.
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