Crónica del paso honroso |
El Paso
Honroso. Justas medievales en Hospital de Órbigo (León). Hospital de Órbigo es
una localidad leonesa del Camino de Santiago que debe su nombre al hospital de
peregrinos que allí se fundó en la Edad Media aprovechando el puente de piedra
que cruzaba el río Órbigo, el gran paso para salvar el río más caudaloso.
(…). Saber más... Heraldo-diario de Soria.
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Han pasado ya cientos de años y en Hospital de Órbigo sigue recordándose la gesta del Paso Honroso, un magnífico ejemplo de la mentalidad medieval que evidencia cómo el sentido del honor feudal, la caballerosidad, los torneos, el amor cortés y todos esos tópicos que conocemos por las películas de época existieron en la realidad. Ver artículo del blog: "Los sangrientos torneos del Passo Honroso" |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista
e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con
el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa
obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
El Paso Honroso fue un torneo organizado por el caballero Suero de Quiñones, que se mantuvo en el puente de esa localidad leonesa, hito obligado del Camino de Santiago, en el verano del año santo de 1434. Allí estuvo también Pedro -o Pero como entonces se decía- Rodríguez de Lena, escribano profesional nacido en el concejo del que cogía su apellido, que aunque no tomó parte en los combates para la historia fue el hombre más imprescindible de aquellas jornadas, ya que gracias al extenso testimonio escrito que nos dejó de lo que había visto podemos conocerlas hoy. Ahora se lo resumo, porque la historia merece la pena. Todo se hizo para que el caballero, miembro de la conocida familia de los Quiñones, que tenían entonces el señorío de Luna, demostrase públicamente su pasión por una dama. Y para ello no se le ocurrió otra cosa que declararse «prisionero de su amor» fijando el valor de su rescate en trescientas lanzas. Actualmente todo esto nos parece una bobada, pero hay que comprender que en aquellos siglos no resultaba extraño que un caballero manifestase que se encontraba preso por un sentimiento y retase a los demás para dejar claro lo valiente que era y lo limpio que estaba su honor.