4 de julio de 2021

El 3 de enero de 1902, un día infernal en Gijón

El muelle traidor de Gijón
Vapor de ruedas Piles, guardacostas del siglo XIX de la Armada española. Facebook
Hacia 1844 la marina de guerra del reino de España adquirió un barco de ruedas a Vapor, al que tuvo a bien ponerle el nombre de un rio entonces hermoso que bañaba las cercanías de Gijón
El Vapor Piles, cargando en los Drops del muelle del carbón en la Dársena de Gijón, el Noray del primer término pleno de cadnas es un viejo cañón de bronce, destinado a un mucho mejor uso. Foto postal de Hauser y Menet de Madrid a principios del siglo XX. Facebook
Hernán Piniella Iglesias
“El Piles,” Aquel vapor de ruedas destinado a patrullar la periferia de la península en labores de guardacostas, artillado con seis fieros cañones y una dotación de ochenta marineros de la Armada. Tuvo que conocer los horrores de las guerras entre humanos y en cierta ocasión tras declararse un violento incendio en un puerto español, hubo de arrastrar hacia alta mar a un navío repleto de municiones para hundirlo a cañonazos donde no corrieran más peligro que las vidas de su marinería. Siguió navegando y protegiendo España hasta su jubilación para el servicio en el año 1899. Para entonces la naviera con sede en el muelle de Gijón. Propiedad de Don Melitón González, se había hecho con la titularidad de un vaporcito de bello porte, de 45 metros de eslora, 7 de manga y 3 de puntal, bautizado también como “Piles” por su armador inicial el gijonés Don Evaristo Prendes, para quien lo había construido en 1874, el astillero Gourlay Bros, con sede y gradas en Dundee, Escocia. Adquirido poco después por Don Melitón en poco más de 200.000 pesetas, compra aquella, que pronto le darían serios quebraderos de cabeza por la escasa salud del barco, con constantes visitas a los diques secos a raíz de sus extenso historial de averías, que a principios del siglo XX lo llevarían a venderlo en casi 40.000 pesetas a un naviero vasco, bajo cuya bandera y con el nombre de Iturrri Gazte, fue llevado al desguace en 1924.

El Vapor Iturri Gaztei. Biblioteca Marítima Menorquina.

Cuando paseaba por los mares con la bandera de Gijón y el hermoso nombre de nuestro rio Piles, era capitaneado frecuentemente por Don José Antonio Sotura, recio marino gijonés, experto en sortear dificultades y vencer galernas, a quien la muerte había citado en el muelle de Gijón. El día invernal que la hoja del calendario señalaba como el tercero del mes de enero de 1902, el Vapor Piles se hallaba atracado en la dársena, cercano al edificio que fue de la Aduana y también Rula, justamente en el muelle llamado entonces de Abtao y que hoy es muelle Claudio Alvargonzález, enfrente de la casa enorme de cuatro alturas y gallardo mirador en el ático, propiedad de otro naviero, a la sazón responsable del muelle en aquel entonces; Don Oscar Olavarría. Los muelles de Gijón aquel día de invierno eran un hervidero de personas que iban y venían afanadas en trabajos de carga, descarga y transporte de los variopintos productos que se exportaban e importaban por aquella entonces puerta de Asturias. Era poco más de la una de la tarde a bordo del vapor Piles un “hombre” de 14 años, Don Ovidio Prendes, que trabajaba a bordo como “Marmitón” (pinche de cocina) acababa de echar unas paladas de carbón a la caldereta de cubierta, cuando le dio la espalda a la misma una explosión brutal sacudió el muelle de Gijón, aquel niño hombre se deshizo en mil pedazos de carne quemada que cayeron sobre cubierta, sobre el muelle y en el mar. 

Trayectoria que siguió la caldereta de tres toneladas que salvó limpiamente la casa del señor Olavarría y cayó en la calle posterior sin hacer ya más daños que los materiales. Facebook.

La caldereta de tres toneladas de peso, salió volando y superó con creces la enorme casa del señor Olavarría, cuando llegó más o menos a treinta metros de altura comenzó un vertiginoso descenso sobre la calle de San Juan Bautista (hoy Olavarría), destrozo el balcón del segundo piso de la casa signada con el número 16 de aquella calle de Cimavilla, y cayó sobre el pavimento con gran estrepito, pero afortunadamente sin causar daños a los muchos viandantes, que fueron a buscar el favor de Dios en las capillas cercanas. A bordo del barco el fogonero Don Faustino Vázquez, tenía unas quemaduras horrorosas y otros más estaban heridos ya de menor consideración, el Capitán Don José Antonio Sotura, no se hallaba en ese momento en el buque siniestrado y otros once barcos que se hallaban amarrados en la dársena solo se zarandearon levemente por efecto de las olas que produjo el violento estallido. Al poco llegó al muelle el personal médico del Hospital de Caridad que con la premura del caso transportaron a los heridos en camillas, al cercano edificio del nosocomio levantado merced a la generosidad de Don Juan Nepomuceno Cabrales, donde serían socorridos con la medicina de la época. Las autoridades municipales prontamente hicieron acto de presencia, felicitándose por la protección que los hados o los dioses ejercieron aquel día sobre este pueblo laborioso.
La catástrofe de Santander. Facebook
Pocos años antes, en 1894, la explosión del vapor Cabo Machichaco había causado más de seiscientos muertos en el vecino puerto cántabro de Santander. Claro que las circunstancias fueron diferentes, por aquel entonces algunos capitanes de navíos mercantes, no solían traer todo lo que decían o no decían todo lo que traían en sus bodegas y en el caso del vapor cabo Machichaco, tras declararse un incendio en cubierta las llamas llegaron a las bodegas donde había almacenadas clandestinamente 50 Toneladas de Dinamita que sembraron la muerte y la destrucción en Santander ya que tras la explosión brutal, un violento incendio arrasó el barrio portuario. La muerte es paciente y espera, pero no olvida, aguardó en aquel muelle de Gijón, irritada quizás por haber cercenado aquella vida infantil, y así cinco inviernos después, en la madrugada del 9 de Diciembre de 1907, se desató un violento temporal que rompió las amarras de varios navíos que se hallaban al resguardo del Dique de Santa Catalina o de Liquerique. Esa noche estaba de guardia en la Casa de Prácticos del puerto, quien había sido hasta hacia poco capitán de la marina mercante; Don José Antonio Sotura, que fiel a su cita con la muerte, se dirigió con varios valientes del Salvamento Marítimo a ver qué podía hacerse en mitad de aquella galerna horrorosa, en medio de aquella oscuridad nocturnal.
Pescadores, marineros de Gijón haciéndose a la mar en 1902. Foto postal de ediciones Villegas. Facebook
Llegados a las cercanías de la grúa de artillería, casi en el final del Dique, orientándose más por los gritos desesperados de los marinos a bordo, que de la propia vista, comenzaron a lanzar cabos con escasa fortuna a los barcos a la deriva. De repente como la inmensa boca de un demonio feroz una montaña de agua rebasó el dique, aquellos valientes se aferraron a la vida al sujetarse al enrejado de protección de la grúa y salvaron ese momento fatal, volvieron de nuevo a lanzar cabos, algunos de los cuales fueron sujetados por marineros a borde de los barcos en peligro, cuando una segunda montaña de agua rebaso el dique y nuevamente buscaron amarrarse de la reja de la grúa. Don José Antonio que se había alejado algo más para enviar un cabo salvador al barco “Eduardo Marina” cabo aquel, que fue recogido por los marineros de a bordo, cuando vio la ola era demasiado tarde para llegarse a las cercanías de la grúa, quiso entonces Don José Antonio buscar cobijo de la ola arrimándose al muro interior, hacia donde echo a correr…
Vapor Piles con las banderas de su naviera, de Gijón y de España. Facebook.
No hubo clemencia, al poco se oyó el fatídico grito desde el navío “Eduardo Marina”: -“Hombre al agua…” Los sobrevivientes, tanto en tierra como en los barcos, con la ayuda del fogonazo de un relámpago creyeron ver a Don José Antonio Sotura, luchado contra los elementos, de nada sirvió lanzar cabos y salvavidas, llegaron más hombres y arriaron botes en medio de aquella locura, cuando finalmente amaneció y la calma vistió de tristeza el puerto de Gijón, solo hombres con los rostros desencajados seguían buscando una vida imposible, creyendo ver el cuerpo del capitán en cada espuma de aquel mar inmisericorde El viejo y hermoso capitán por fin se había encarado con quien tanto lo buscaba, había cumplido con su última misión, salvaguardar las vidas y los navíos puestos bajo su tutela, nada importaba ya que Neptuno o Poseidón lo hubieran devorado. Su vida ya era historia mientras los marineros afanosamente buscaban sus restos sobre aquel mar traidor. Para ese entonces el capitán Don José Antonio Sotura ya estaba en la gloria en compañía de su breve marmitón, Don Ovidio Prendes, para juntos navegar toda una eternidad.

Gijón. Muelle de Carbón a principios del siglo XX, hoy actual Puerto Deportivo de Gijón. Puerto de Gijón.

FUENTE: ‎HERNAN PINIELLA IGLESIAS. Publicado en el facebook de Hernán Piniella Iglesias el 06-11-2017. Ver enlace.
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AUTORES.

Hernán Piniella Iglesias. Maestro Industrial jubilado, Gran entusiasta y ávido buscador de la historia local de Gijón. Tuvo una azarosa vida. A su padre lo mataron en 1963, apareció tirado con la cabeza rota de un golpe sin más señas, en el camino de su casa. Al poco Tiempo Hernán tomó el camino a Gijón, para quedar internado en el Hogar de San José, donde estudió Maestría Industrial. Tras el servicio militar emigró a Venezuela donde residió por casi veinte años, allí a causa de un accidente tuvo que dejar de lado la mecánica industrial por un tiempo y estuvo unos diez años de gerente en tiendas de mercancías secas, Ropas y electrodomésticos, línea blanca y marrón, llegando a estar considerado como gerente A1, de Woolworth. Posteriormente y a causa de un atraco violento sufrido por su mujer, retorno a España en 1996, con sus cuatro hijas. Ya en Asturias paso por un periplo de empresas; Trabajo en INMICRO Riaño (Langreo), Refractaria el Berrón (Siero) y en Talleres y Fundiciones Marte de Gijón. En la actualidad se encuentra jubilado y rebuscando infatigablemente en los archivos, la historia de Gijón. FUENTE: El Blog de Acebedo.

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío nella

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