El salmón de Asturias
Existen investigaciones biológicas que sostienen que el salmón asturiano es el más antiguo de Europa, siendo el descendiente más directo de aquellos otros que durante la época de las glaciaciones, hace unos 40.000 años, comenzaron a buscar refugio en las cabeceras de los ríos que vertían sus aguas al Cantábrico
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Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero nadie parece dudar de la solera del salmón autóctono. Hoy en día su carne es también una de las más caras y, quizás, de las más sabrosas de los ríos del continente. Su alta cotización obedece tanto a la calidad de la especie como a la escasez actual, que contrasta con la abundancia de antaño. En el siglo XVIII, durante la costera, se capturaban sólo en el Sella más de 12.000 salmones. En el monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva, en Cangas de Onís, los vecinos del concejo que prestaban servicios a los monjes llegaron a exigir “que no se les daría salmón a la comida más que dos veces por semana”. Condiciones semejantes imponían los obreros que trabajaban en otras villas ribereñas como Pravia, Pola de Laviana o Cangas del Narcea.
Suelta de un
salmón en el río Esva. Saber más… La Voz de Asturias. |
Cada año, a
finales de marzo, la apertura de la temporada de pesca en el Principado se
convierte en un acontecimiento mediático para conocer quién, dónde y cómo pesca
el primer salmón. Saber más… Jara y Sedal |
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero nadie parece dudar de la solera del salmón autóctono. Hoy en día su carne es también una de las más caras y, quizás, de las más sabrosas de los ríos del continente. Su alta cotización obedece tanto a la calidad de la especie como a la escasez actual, que contrasta con la abundancia de antaño. En el siglo XVIII, durante la costera, se capturaban sólo en el Sella más de 12.000 salmones. En el monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva, en Cangas de Onís, los vecinos del concejo que prestaban servicios a los monjes llegaron a exigir “que no se les daría salmón a la comida más que dos veces por semana”. Condiciones semejantes imponían los obreros que trabajaban en otras villas ribereñas como Pravia, Pola de Laviana o Cangas del Narcea.