15 de diciembre de 2019

Acercamiento al arte musical a principios del siglo XX

La Banda de Langreo da la nota
Ilustración de Alfonso Zapico
En las elecciones municipales celebradas en diciembre de 1909 el socialismo llegó al ayuntamiento de Langreo iniciando una época de expansión que, a pesar de los altibajos que supusieron la guerra y las dictaduras del siglo pasado, se mantiene en nuestros días
Ilustración de Alfonso Zapico
Entonces era imprescindible animar los mítines y las celebraciones con música y por ello desde el consistorio se decidió impulsar una formación, que aunque se había constituido ya en 1884 no acababa de despegar por falta de fondos que asegurasen sus actividades. Por ello, en la primavera de 1910 se la dotó de un reglamento en el que el punto más importante señalaba que en la práctica pasaba a depender económicamente de la Alcaldía, con lo que su existencia quedaba garantizada.
Ilustración de Alfonso Zapico
Todo el pueblo lo celebró porque la juventud andaba necesitada de cualquier distracción que la alejase de las tabernas y para ello nada más agradable que acercarse hasta el arte de Euterpe, que es una forma pedante de llamar a la música por el nombre de su musa. Y además así se abría también la posibilidad de que sus integrantes se formasen bajo la dirección de un experto, cobrasen alguna pequeña dieta por actuación e incluso pudiesen viajar y conocer otros pueblos, lo que en aquel momento no estaba al alcance de cualquiera. Desde entonces las cosas vinieron rodadas, los conciertos salían cada vez mejor y la agrupación acabó convirtiéndose en el plato fuerte de las fiestas patronales que al llegar el verano se multiplican por el Alto Nalón; pero en agosto, sin comerlo ni beberlo, surgió la polémica, reflejando la tensión que se daba en todo el país en torno a la cuestión religiosa. Se habían celebrado en Pola de Laviana las fiestas patronales en honor de la Virgen del Otero y al igual que todos los años no había faltado la música variada: tambor y gaita, pianos de manubrio y por supuesto la esperada actuación de la Banda. El ambiente fue bueno, corrió la sidra y los más alegres acabaron entonando canciones republicanas y socialistas e incluso se pudieron escuchar a capella algunas coplas en las que se criticaba a la Iglesia. No hubo nada extraordinario y ya muy avanzada la noche los músicos se fueron a sus casas mientras un grupo de jóvenes de la localidad, más perjudicados, continuaron con sus chanzas hasta el amanecer.
Ilustración de Alfonso Zapico
La sorpresa vino después, cuando los diarios católicos El Carbayón y Las Libertades publicaron sendas informaciones, que sin duda provenían de la misma fuente, en las que se contaba que los músicos habían sumado a las bellas notas que salieron de sus instrumentos otra más desagradable al terminar su repertorio profiriendo gritos contra la religión y a favor de la República y vivas a algunos líderes de la izquierda, amen de otros insultos de grueso calibre contra los políticos conservadores, que acabaron provocando un gran escándalo en Laviana. Las acusaciones denigraban de tal modo a la Banda Municipal que tuvieron que ser desmentidas por su propio director, el prestigioso compositor Cipriano Pedrosa Solares, tan poco sospechoso de anticlericalismo que entre su repertorio figuraban varias composiciones religiosas. Don Cipriano, que llevaba al frente de la agrupación desde 1900 y había aguantado estoicamente los tiempos duros, no estaba dispuesto a que se perdiese ningún contrato por una mentira y por ello envió un carta de protesta a otro diario, El Noroeste, en este caso más próximo a las ideas progresistas. En ella hacía constar su indignación por las acusaciones que se vertían contra la Banda y señalaba que era completamente falso que ninguno de sus miembros hubiese tomado parte en el escándalo que había ocurrido en Laviana en la noche de la fiesta.
Ilustración de Alfonso Zapico
Pero la cosa no paró ahí, y para que todo quedase claro tuvo que moverse incluso la diplomacia municipal entre los concejos vecinos, de modo que el alcalde de Laviana decidió hacer públicas sus disculpas ante el de Langreo por el comportamiento del corresponsal local de Las Libertades, expresando su hondo disgusto por las injurias e inexactitudes que se habían redactado y aprovechando de paso para felicitar a los músicos langreanos por su buena actuación y su exquisito comportamiento durante su actuación en las fiestas. Pasado el tiempo, se pueden explicar con claridad cuales fueron los motivos que originaron esta anécdota. En aquel verano toda España se encontraba dividida por la posibilidad de que el Gobierno aprobase una ley prohibiendo el establecimiento de nuevas congregaciones religiosas en el país, las calles de las capitales eran escenario continuo de manifestaciones a favor y en contra del proyecto e incluso se habían vivido situaciones de violencia por ese motivo. Para entender esta tensión debemos situarnos en una época completamente distinta a la nuestra y ante la que no caben comparaciones. No tienen más que recordar lo que aconteció en octubre de 1934 cuando los revolucionarios a la hora de descargar la ira acumulada durante décadas por la situación de desigualdad que venían sufriendo apuntaron sus armas contra los párrocos y los frailes en vez de ir buscar a los capitalistas. Ya ven como ha cambiado En España en el año 2009 se preparaba en el Parlamento la votación para ratificar la nueva ley del aborto y, como es lógico, la postura de la Iglesia es radicalmente opuesta.
Ilustración de Alfonso Zapico
Desde su jerarquía se lanzan toda clase de amenazas contra quienes piensan apoyar la norma, incluyendo la excomunión, que para los católicos es una condena gravísima que les priva de la salvación eterna y sin embargo a los no creyentes no sólo no les incomoda sino que puede llegar a resultarles hasta pintoresca. Afortunadamente, hoy, por diferentes que sean las posiciones, cada uno sabe cual es su espacio y a nadie se le ocurriría llegar a las manos con su vecino por culpa de esta cuestión. 
Pero hace un siglo, en aquel 1910, se daban otras circunstancias. La influencia de la Iglesia entre la población era tan grande que la voz del clero tenía una autoridad superior a la de cualquier otra institución, incluyendo incluso al Ejército; por ello se explica aquel nerviosismo que se vivía entre la feligresía ante la posibilidad de que alguien intentase ponerle freno. Todo el mundo se posicionaba si dejar espacio a la neutralidad, en unos casos defendiendo lo que consideraban un avance para las libertades y en otros un ataque contra las raíces del país y entre estos últimos se encontraba el periodista que envió la información desde Laviana para aportar su granito de arena vilipendiando a la Banda de Langreo, que nunca faltaba a las concentraciones socialistas. Finalmente, el 28 de diciembre de 1910 la Gaceta de Madrid publicaba la llamada
Ilustración de Alfonso Zapico
Ley del Candado con un artículo único en el que se decretaba la prohibición de establecer nuevas asociaciones pertenecientes a órdenes o congregaciones religiosas canónicamente reconocidas, sin la autorización del Ministerio de Gracia y Justicia y ésta nunca se concedería cuando más de la tercera parte de los individuos que las formasen fuesen extranjeros. La norma venía firmada, como era habitual, por el Rey Alfonso XIII y por el entonces Presidente del Consejo de Ministros, don José Canalejas, quien cayó abatido por las balas de un anarquista dos años más tarde, el 12 de noviembre de 1912. 
Lo traigo a colación porque el mismo día en que los periódicos de Asturias publicaron la noticia del magnicidio en sus portadas, también informaron en una reseña sobre la demanda que se estaba tramitando contra Gaspar García Peláez, conocido cacique lavianés, que había sido empleado de estadística en aquel Ayuntamiento antes de la llegada de los socialistas y al que se acusaba de haberse quedado con más de 3.000 pesetas de los fondos municipales antes del cambio de 1910. En el expediente se adjuntaban las declaraciones en su contra del Alcalde y el Secretario entrantes en aquella corporación, respectivamente Segundo Álvarez y Fabriciano González.Ahora díganme si estoy equivocado: han pasado cien años y el estafador de Laviana podría ser perfectamente cualquiera de los concejales corruptos que hoy siguen saliendo en las noticias de cada mañana, la opinión de los obispos continúa pesando en cuestiones de Estado y las leyes se rubrican con la firma del nieto de Alfonso XIII. Sólo nos falta que resucite Canalejas
Ilustración de Alfonso Zapico
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR
Ernesto Burgos Fernández (historiador). Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido galardón anual de  “Mierense del año”.

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de tres tomos.  Esta magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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