¡Toros a la fuga! Pánico en la noche gijonesa de 1913
La primera corrida celebrada en Gijón de la que se tiene noticia nos lleva hasta el año 1660. (El Comercio) |
En la
madrugada del sábado 10 al domingo 11 de mayo de 1913, dos novillos de cerca de
trescientos kilos se escaparon de El Bibio, pasando la noche por las calles de
la ciudad y viviendo no pocas aventuras y desventuras que los gijoneses
tardarían en olvidar
Jardinera en el apartadero del Natahoyo , 1899 ( Archivo CT . G . ). (Pinterest) |
Noche
cerrada en el barrio alto y que los críos, ¡vaya por Dios!, no quieren dormir.
«Mamá, todo». Así lleva el pequeño cinco minutos, haciendo rodar su lengua de
trapo en combinación con el timbre agudo de los pocos años, insistente y
pesadillo: «Mamá, todo. ¡Mamá, todo!» ¡Qué cruz, qué imaginación desbordante,
qué cansancio de guaje! La madre prende un candil y respira hondo: las voces,
lo sabe bien, no funcionan con ese par de demonios; es mejor la diplomacia y la
paciencia para atajar los malos sueños de los chavales. «Vamos ver, Fulanito»,
murmura, frotándose las legañas. «Cómo va haber toros en Cimavilla». Hace calor
esa noche, es mayo. Quizás más de la cuenta para la primavera. ¿No hace más de
la cuenta? La mujer se gira para abrir las ventanas. Y lo ve. «Mamá, todo». Ahí
está, ahí está el «todo»: un hermoso cornúpeto de pelo azabache, bocinegro, con
el moquillo colgando del morro e inmensas pestañas bovinas, que sabe Dios cómo
ha logrado introducir el velamen entre las hojas de la ventana de una de las
casas de la calle de la Vicaría y que, ante la perpleja mirada de la máter,
tuerce la cabeza y dice, así de sencillo, «mú». He ahí su sentencia. «Mamá,
todo». Hay que buscar una salida, rápido. Algo que tranquilice a los
chiquillos. «¡Ah, nenos!», chilla la madre, fracasando en el intento de ocultar
los nervios, «¡mirái al vuestru padre los cuernos que-y salieron! ¡Ya-y debe
durar el Antroxu!»