Ravachol nunca estuvo en Bustiello
Los atentados anarquistas en Francia y la visita de Claudio López Bru, marqués de Comillas, a sus posesiones mineras y urbanas de Mieres
La Nueva España
1892 fue un año explosivo para los franceses. El día 11 de marzo una bomba destruyó en la ciudad de Clichy la casa de un juez que se había destacado en la persecución de los anarquistas; dos semanas más tarde, se repitió la faena en la vivienda de un procurador y, cuando aún no se había disipado el humo, un tercer artefacto estalló en una comisaría de París. En ningún caso hubo víctimas, pero el autor de los tres hechos, que actuaba en solitario, ya tenía las manos manchadas por otras muertes anteriores y pagó por ellas. Se trataba del famoso Ravachol, un terrorista que actuaba por libre y que antes de acabar el mes fue detenido cuando se encontraba en el restaurante Lhérot, gracias al soplo de un camarero que lo reconoció. Ravachol se llamaba realmente François Claudius Koënigstein y tuvo una infancia mísera, manteniendo a su familia gracias a la venta de cartones y al acordeón que tocaba por los bailes, hasta que decidió robar y matar sin respetar a nada ni a nadie, saqueando a los ricos, llegando a veces a violar sus tumbas para hacerse con joyas y pertenencias, para repartir luego lo que cogía con los más pobres.
François
Claudius Koënigstein (1859 - 1892), más conocido por Ravachol, fue un
anarquista francés que se volvió famoso por sus atentados. (…). Saber más... WIKIPEDIA. |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un
historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue
galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de
destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
1892 fue un año explosivo para los franceses. El día 11 de marzo una bomba destruyó en la ciudad de Clichy la casa de un juez que se había destacado en la persecución de los anarquistas; dos semanas más tarde, se repitió la faena en la vivienda de un procurador y, cuando aún no se había disipado el humo, un tercer artefacto estalló en una comisaría de París. En ningún caso hubo víctimas, pero el autor de los tres hechos, que actuaba en solitario, ya tenía las manos manchadas por otras muertes anteriores y pagó por ellas. Se trataba del famoso Ravachol, un terrorista que actuaba por libre y que antes de acabar el mes fue detenido cuando se encontraba en el restaurante Lhérot, gracias al soplo de un camarero que lo reconoció. Ravachol se llamaba realmente François Claudius Koënigstein y tuvo una infancia mísera, manteniendo a su familia gracias a la venta de cartones y al acordeón que tocaba por los bailes, hasta que decidió robar y matar sin respetar a nada ni a nadie, saqueando a los ricos, llegando a veces a violar sus tumbas para hacerse con joyas y pertenencias, para repartir luego lo que cogía con los más pobres.