Comandante Martín - Gaspar García Laviana (La Voz del Sandinismo) |
El 11 de diciembre de 2018 se cumplieron 40 años de la caída en combate
del asturiano Gaspar García Laviana. Hoy, calles, placas o instituciones llevan
su nombre y también muchos asturianos y asturianas recuerdan su figura. Edén
Pastora, compañero suyo, afirmaba:
<<entre los tesoros que costó la libertad de Nicaragua, está la
muerte de Gaspar García>>. Esta es su historia
Gaspar García Laviana. (Cristianos Gays) |
«Hermanos, les quiero comunicar una
noticia dolorosa: el Comandante Martín, Gaspar García Laviana, el cura
sandinista, cayó en combate hace unas pocas horas. Sin embargo, no es el
momento de llorarlo. Hoy más que nunca tenemos que seguir el ejemplo heroico de
nuestros mártires. ¡Adelante!«. Así, con esta fórmula que transita entre la
muerte y la esperanza, anunciaron las tropas del Frente Sandinista de
Liberación Nacional la caída de su compañero Gaspar García Laviana. El 11 de
diciembre de 1978. Un encuentro casual con la Guardia Nacional acabó con la
vida de este sacerdote, poeta y revolucionario que había llegado a Nicaragua
con sus cantos de amor y que terminó decidido a entonar también los de guerra.
Ilustración de Alfonso Zapico |
Humo, castilletes, acero y carbón.
Elementos comunes a todos los niños que crecieron en este valle. La mina, cruel
sustento de la comarca, hizo las veces de madre: alimentó y vio crecer a su
vera a todos los rapaces de aquellos años. Y, como una madre, marcó también la
vida y las ideas de los que entre sus paisajes medraron. Como a los demás niños
de Tuilla y Roces, aldeas en las que Gaspar ocupó su infancia y adolescencia,
el ambiente minero le imprimió el ideal de justicia social y le otorgó una
sensibilidad y un contacto con el mundo del trabajo que serán decisivos para
él. Sus padres, Silverio y Queta, vieron en el seminario la forma de que el
«rapaz» nunca saliera a hombros de sus compañeros tras algún accidente en el
pozo. Estudiar, casi daba igual el qué, era una forma más o menos extendida
para no tener que jugarse la vida cada día.
Ilustración de Alfonso Zapico |
Animado por sus padres, Gaspar inicia
sus estudios de seminarista en Valladolid. Simpático, inteligente, gracioso,
tierno; se muestra ya en esta etapa como una persona carismática y alegre y así
se mantendrá hasta el final. Termina los cursos en la capital castellana y se
traslada junto con algunos amigos al seminario de Logroño, donde toma una
decisión que da la medida de su carácter: no se limita a dar catequesis a los
niños y las niñas de la parroquia, sino que comienza a trabajar con grupos de
obreros. Se acerca de esta forma al mundo del trabajo en un periodo en el que
se iniciaba cierta sensibilidad social de la iglesia. Gaspar, junto con otros,
fue partícipe de esa apertura.
Iglesia de San Federico, Madrid. (WIkipedia) |
Los años de Madrid
De Logroño a la parroquia de San
Federico, en Madrid. La forma de ser de García Laviana hace que en unos pocos
meses se haya ganado el respeto y el cariño de los vecinos. «Lo conocí como a
un amigo, hasta que otro de los que estaba allí dijo: padre Gaspar. Yo no me
había podido imaginar que se vistiera y actuara así». En este barrio trabaja
con una juventud que comienza a verse afectada por el consumo de drogas. Con su
empatía natural, armado de paciencia, se arrimaba a los parques donde se
consumía, trataba de hablar día a día con los jóvenes, que a los dos o tres
minutos lo dejaban allí solo. Incapaz de sentir indiferencia, la sentía como
«el dolor ajeno/ pasa por nosotros/ sin calarnos dentro».
Gaspar García Laviana (El Comercio) |
Primeros años en Nicaragua
«Un buen día nos llegó a tiempo
completo Gaspar / de Asturias el misionero/ que araba sobre la mar» Así
recuerda el cantautor Carlos Mejía Godoy al sacerdote asturiano, con el que
compartió amistad y militancia sandinista. Mientras desarrollaba su labor
sacerdotal en Madrid, llegó a su parroquia la petición: faltan curas en
Nicaragua. «Cuando en mi orden, la Congregación de Misioneros del Sagrado
Corazón de Jesús, pidieron voluntarios para venir a Nicaragua, yo me levanté el
primero» Con esa decisión, firme desde el principio, llegará a la isla. La realidad nicaragüense golpea a
Gaspar desde los primeros momentos. La pobreza, el analfabetismo, la
corrupción, la falta de libertades y la prostitución infantil transforman,
pasados los años, al cura y al poeta en guerrillero. Tuvo duros enfrentamientos
con las autoridades locales por intentar acabar con la prostitución de niñas y
adolescentes, a las que veía como «Rosas jóvenes, negras/ piel gastada por el
roce/ como cigarrillos apagados/ en boca de borrachos».
Del dolor que sintió en
aquella Nicaragua nos hablan poemas como este: «me hieren tus mortajas
prematuras de hambre serena/ me hieren tus huesos entubados en pieles
sedientas/ me hieren tus ojos humillados hendiendo la tierra/ me hieren tu duro
trabajo y tus malas cosechas/ me hieren tu ignorancia y tu eterna tristeza/ me
hieren tus plantas desnudas cuando pisan las piedras/ todo tu yo me hiere
campesino, sobre todo tu impotencia». Pasa mucho tiempo intentando transformar
el país con la palabra: funda escuelas, prepara programas de alfabetización y
trabaja con los campesinos pobres de la comunidad de San Juan del Sur, cerca de
Granada. Él mismo resumía la situación: «Todos analfabetos, sin escuelas, sin
comida, sin casas, sin nada, vamos». Durante cuatro largos años recorrió las
oficinas del gobierno, buscó la financiación y la ayuda necesaria. Cuatro años
de esfuerzos baldíos, tirados a la basura. Todo lo que se sacaba adelante era
por su propia voluntad. Más tarde, la petición del reparto de tierras a los
campesinos y la difusión de la cultura le generó, como tantas otras veces en la
historia, la antipatía del poder. El somocismo comienza a hostigar y perseguir
a un cura incómodo con el régimen.
Gaspar García Laviana (Wikipedia) |
El dictador Anastasio Somoza Debayle en 1978. rtve.es. (YouTube) |
Matar a Somoza: «Nuestra idea consistía en que el mal era Somoza y, por
tanto, había que eliminarlo»
Transcurrido todo este tiempo
entiende y asume que nada puede cambiar de manera pacífica. Junto con algunos
maestros y compañeros planea, en 1973, matar al dictador. Somoza tenía una casa
en San Juan del Sur a la que asistía regularmente, cada quince días, más o
menos. El grupo de Gaspar lo tiene controlado y encuentran una manera de saltar
la vigilancia: unas viejas alcantarillas les permitirían entrar, poner una
bomba y activarla a distancia. Entienden, finalmente, que de nada serviría
eliminar a una sola persona. Nada cambiaría.
Gaspar García Laviana, cura párroco de San Juan del Sur y Tola. (Nicaraocalli-wordPress.com) |
El paso al FSLN
Llegado a este momento de su vida
debe reflexionar sobre el uso de la violencia. A él, un sacerdote con una
formación pacífica, le provoca enormes dudas y un hondo sufrimiento personal.
«Me planteé el ya antiguo problema teológico-moral: ¿Es lícito matar al tirano?
La respuesta era sí, no había más remedio, era por el bien de toda la
comunidad. (…) Hay que ser consecuentes con las ideas. El bien de muchos
justificaba el que este hombre desapareciera». Gaspar da los primeros pasos en
la clandestinidad, llevando comunicaciones, temas de propaganda y organizando
pequeños actos. Paulatinamente el compromiso va creciendo al mismo ritmo que lo
hace la guerrilla, hasta que se ve totalmente inmerso en el organigrama
sandinista. Las autoridades de la dictadura aprietan más su persecución y, a
finales de 1977, Gaspar vuelve a España tras escapar, por poco, a Guatemala.
Aquí duda algún tiempo, consciente de que la vuelta a Nicaragua supone ya un
paso más en la lucha armada y que, tomada la decisión, no habría vuelta atrás.
Reúne a familiares y amigos y así se lo comunica.
Gaspar García Laviana, Sacerdote español, poeta y guerrillero del ejército Frente Sur Benjamín Zeledón. (Agaton) |
«Yo tiro a matar, desde luego»
Así respondía, en 1978, a la pregunta
«¿Has matado alguna vez?», formulada en una entrevista para la revista
Interviú. Integrado ya plenamente en la guerrilla, comienza a combatir en
febrero de 1978, en el frente de Rivas y, tras las primeras entradas en
combate, lo ponen a dirigir una columna en el Frente Sur. Durante ese año la
lucha continúa y Gaspar se muestra optimista: «Esperamos que la Guardia
Nacional se enfrente con nosotros, que venga con sus tanques, con sus Sherman.
Los barreremos antes de que acabe este año». Gaspar García Laviana no verá, por
escasos meses, el triunfo del Frente Sandinista. Muere en diciembre de 1978 en
una escaramuza con la Guardia Nacional. Fue en todo momento consciente de los
riesgos asumidos y fue coherente con su decisión. Sus versos dejan constancia
de ello:
«a morir/ a morir guerrillero/ que para subir al cielo/ hay que morir
primero».
Recuperación de los restos de Gaspar García Laviana. (Nicaraocalli-WordPress.com) |
FUENTE: ALEJANDRO FERNÁNDEZ (EL COMERCIO)
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