Aliatar, el mensajero que llegó de Oviedo
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Dibujo antiguo de los Reyes Magos |
Si los de la Guerra
fueron tiempos duros para todos, aún más lo fueron para los niños, testigos
mudos de la barbarie de las bombas, de la ausencia del padre y la muerte de los
hermanos por causas injustas, en general, e injustificadas, en particular, para
los más pequeños
La Cantera de BABI.
Cuando acabó la contienda o, al menos, cuando acabó
parcialmente, cualquier intento de recuperar la normalidad de la vida cotidiana
sería liderado y deformado por los vencedores, que llegaron a politizar,
incluso, a los Reyes Magos. De toda aquella larga y difícil posguerra, empero,
no solo salieron cosas malas. ¿Alguna vez se ha parado a pensar el lector, por
ejemplo, cuál es el origen del mensajero real Aliatar y la razón de que, más
allá de los Picos de Europa, ese nombre (aunque árabe) suene a chino?
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Cartel de Mariquita Pérez anunciando los Reyes Magos (Selegna) |
EL MISTERIOSO VIAJE
DE 1939
El Frente Norte había caído tres meses atrás. En enero de
1939, los niños gijoneses aun recordaban el estruendo de las bombas cuando a
los Reyes Magos, por mor de aportar algo de luz al negror absoluto de la ya
posguerra asturiana, hubo que traerlos costase lo que costase y aunque no
fueran ni tiempos ni clima para andar recibiendo a monarcas extranjeros. El
acto era necesario para alegrar a los más pequeños pero, sobre todo, para
convencer a los mayores; no en vano estaba organizado por las Organizaciones
Juveniles que, un par de años más tardes, se integrarían en el Frente de
Juventudes. VOLUNTAD, el órgano oficial de Falange en Gijón, participó
con entusiasmo de aquella primera gran cabalgata de después de la guerra,
llegando a enviar un -por supuesto, ficticio- corresponsal a Ceuta para recoger
a los Reyes Magos en barco. Lo hizo, y así se publicó en el ejemplar del 5 de
enero, junto con otros emisarios “protegidos por varios contratorpederos de la
Gloriosa Escuadra Nacional, que nos envió el Generalísimo para que nos diesen
escolta”. Primer fallo logístico: no había dinero para gastarlo en vistosos
barcos que varasen en el puerto gijonés, con gloriosa recepción de los monarcas
incluida, de modo que los Reyes llegarían a la ciudad en coche. Jomi, el
corresponsal, atribuyó el pequeño desliz al temporal que azotaba la costa y que
obligaba a los reyes a bajarse en “cualquier punto del Cantábrico próximo a
Gijón”, desplazarse de allí en avión al aeródromo de Carreño, y desde allí,
dirigirse a ´Gijón en coche.
Los camellos, desgraciadamente, habían tenido que
quedarse en Ceuta, “porque nos dijo el camellero que no les sentaba en clima
húmedo del Norte de España. Claro, los pobrecitos están acostumbrados al clima
seco del África y seguramente se constiparán y habría que ver a los camellos
desfilando por todo Gijón, tosiendo y estornudando. Eso diría muy poco de la
seriedad y majestuosidad que tiene que presidir la Cabalgata.” De modo que los
Reyes visitaron a los niños gijoneses, aquel año, montados a caballo, un animal
bastante más fácil de conseguir por estas latitudes que un camello. Y, aun así,
la cosa no estaría exenta de problemas. La primera, las suspicacias que levantó el hecho de que
nadie pudiera ver en las primeras horas a aquellos misteriosos Reyes, que se
decía habían llegado en yacht a Navia y
se habían desplazado en un trimotor cortesía del Generalísimo hasta Carreño.
Fue “para evitar que el campo de aterrizaje fuese invadido por la multitud”,
afirmó el VOLUNTAD del 6 de enero, y porque sus Majestades venían muy cansadas
después de haberse cruzado en el campo de batalla con una trifulca sostenida
entre el avión del ejército rojo José Luis Díez y el Vulcano, de los
nacionales. Lo cierto, de cualquier forma, fue que finalmente y para cuando los
pudieron ver los Reyes entraron en Gijón en un coche verde de lo más sencillo y
pelín cochambroso, al paso de petardos más que de voladores, y que, durante su
visita, lanzarían mensajes más fúnebres que festivos e incluso más bélicos que
religiosos. Para muestra un botón: en su primera parada, en la Radio
Emisora Gijón, el mensaje de los Reyes Magos fue radiado justo antes que una
oración fúnebre dedicada a José Luis Sánchez del Villar, flecha de once años
muerto el año anterior y sobre cuya figura de héroe infantil de aquella Nueva
España levantada sobre los méritos de una guerra se centraría la cabalgata.
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El Príncipe Aliatar con los Reyes Magos en 1954 |
LOS REYES MAGOS TOMAN
PARTIDO… POLÍTICO
En la radio, a la hora de comer, pronunciaron, en fin,
aquellos Reyes de posguerra sus discursos para los niños gijoneses. El de
Gaspar, tremendo: “Este año”, transcribe de las palabras del barbudo del medio
el VOLUNTAD, “tampoco nosotros los Reyes Magos podemos visitar a otros
hermanitos vuestros que sufren hambre y dolor en la zona roja, como vosotros lo
sufristeis hace dos años. Pero el año que viene sí los visitaremos a todos,
porque el Jefe de todos los Ejércitos de España, que es un genio mayor que
todos los demás del mundo y que se llama FRANCO,“ -las mayúsculas no las pongo
yo, ¡las pone el diario original!- “a quien todos conocéis, va a hacer que
todos los españoles seamos hermanos y por eso ahora se disparan tantos
cañonazos y tantos tiros. Pero este año terminará todo, y el que viene, tendréis
juguetes de cuerda, aeroplanos de verdad, (…), caballos de cartón…” Baltasar,
por su parte, advertía que ningún niño era malo, si acaso travieso, pero
amenazaba, con un auto odio de psicólogo, que tal vez, cuando se hicieran
mayores y olvidasen a los Reyes Magos, sí lo serían. “Abro el libro de los
niños malos” -¡contradicción!- “y apunto vuestro nombre, para ahora traeros el
carbón negro, muy negro, como las travesuras que cometisteis, como mi cara y
mis barbas.” Aquel año, sin embargo, Baltasar dijo sentirse especialmente
orgulloso de que abundasen los niños buenos y “hayan disminuido los malos”.
Esperemos que quien, bajo el tizne del betún en la piel, lo dijera, lo hiciera
metafóricamente en aquellos años de desapariciones forzadas y muertes prematuras.
¡A saber!
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Voluntad en 1940 |
La cabalgata salió a las seis de la tarde de la Jefatura de
Falange y recorrió Marqués de San Esteban, Jardines de la Reina, Claudio
Alvargonzález, la Cuesta del Cholo, Oscar Olavarría, la Plaza del Marqués y la
Mayor, San Bernardo, Jovellanos, Capua, la Plazuela y Covadonga, Begoña y la
carretera de la Costa, el paseo de San José, la calle Asturias, Corrida, la
Plaza del 6 de agosto, Moros, Tomás Zarracina, Corrida de nuevo, San Antonio,
Instituto, Jovellanos y Cabrales hasta finalizar en el Cuartel Enrique Cangas.
Los Reyes -Baltasar sufrió un incidente con su caballo, que se encabritó, y
hubo de hacer el resto del recorrido… a pie- visitaron después el comedor José
Antonio, donde los niños “reciben el plan blanco, la comida caliente y el
cariño de esas mujercitas abnegadas y buenas que llevan sobre su corazón el
yugo rojo y las flechas rojas”, y compartieron trono con los retratos de Primo
de Rivera y Franco, con las banderas del Movimiento y con un ostentoso
crucifijo: la muerte, de nuevo, presidiendo la fiesta por experiencia de la
ilusión de los niños. De algunos niños. Porque, aquel año, los Reyes Magos no
visitarían las casas de los no afectos a la sublevación fascista. Por si
quedaba, después de tanta parafernalia, duda alguna. Cautivo y desarmado el ejército rojo en el 39 -a Gaspar, en
eso, no le faltó razón- los tiempos se hicieron, si cabe, más difíciles. Esta
vez, para todos. A la grandiosa cabalgata anunciada para el Gijón del 39
siguieron los paseos de los reyes con sus humildes séquitos en Oviedo y Pravia,
y, en 1940, ningún niño asturiano tuvo cabalgata. Sí en el 41. Organizada, como
se haría a partir de entonces, por el Frente de Juventudes y gracias a las
contribuciones de los comerciantes gijoneses, aquel año los Reyes sí pudieron
fondear un humilde barquito en la Dársena de Poniente, rodeados, por supuesto,
de flechas, militares, cornetas del Frente de Juventudes y cierto toquecillo
macabro -en los periódicos decían que “oriental”– con dos alas de un ejército
infantil portando antorchas encendidas. Y hubo, incluso, un camello, aunque de
cartón y ornamento de una de las carrozas. Un esfuerzo, el de aquel año,
económicamente sobrehumano, pero suplido con creces gracias a centenares de
voluntarios de las Juventudes y la Sección Femenina, que cerró la fiesta, muy
apropiadamente, cantando el Cara al Sol.
DESMITIFICANDO AL REY
NEGRO
Fray Mauricio de Begoña, censor religioso y pensador de pro del primer franquismo, publicó este artículo en el VOLUNTAD, el día de Reyes de 1943, con el objeto de dulcificar la imagen de Baltasar, vilipendiado por los niños de la posguerra por el color de su piel. Claro que lo hizo de forma un tanto heterodoxa:
“Baltasar es el más simpático, es el negrito, con un alma y unos dientes muy blancos, unos labios rojos y gruesos para besar, con el pelo ensortijado, a lo abisinio, y una barbita pequeña y rizada y un gran fulgor en los ojos. ¡Qué bien valdría para hacer la guardia a nuestro Generalísimo!". Durante el resto de la década, las cabalgatas de reyes
fueron inexistentes en Asturias o, cuanto menos, muy humildes. Eran tiempos de
vacas flacas y la atención de las organizaciones establecidas a tal efecto se
centró en conseguir recursos, por medio de las ayudas de los ayuntamientos y
las donaciones de comerciantes y particulares, para poder hacer regalos a los
niños más pobres. En Gijón, la Plaza de José Antonio se convirtió en la
protagonista de las recepciones reales, eventos de moda en la década de los 40
que suplían a las carísimas cabalgatas. Sea como fuere, año tras otro ocurría
lo mismo: los niños, acongojados por la idea de que uno de los reyes fuera
negro, rara avis en aquella España de posguerra, se echaban a llorar cuando
veían al tercero de los monarcas, se empeñaban en creer en que era él, y no los
otros dos, quien les dejaba carbón cuando habían sido malos y en que la prueba
de ello era, obviamente, que él, como el carbón, era de color negro.
Artículos de prensa corrieron como la pólvora rompiendo una
lanza a favor del etíope e, incluso, los discursos de los Reyes se centraban en
esta engorrosa confusión. En 1949, la primera vez en ocho años que se organizó
una pequeña cabalgata en Gijón, sobremanera. Gaspar presentó a su compañero,
según informa el VOLUNTAD, diciendo que “a pesar de su color, no deben
asustarse de él los niños, puesto que lo único que interesa es el color del
alma y no el color de la piel”. Baltasar, a continuación, aseguró que, a pesar
del rumor público, y “aun siendo él el negro, no es el único que les obsequia
con carbón”. No ha trascendido si, dicho esto, miró con justificada frustración
y un puntillo de envidia a sus dos compañeros de piel pálida. Lo que es seguro
es que Baltasar, en 1949, desconocía por completo que al año siguiente no le
acompañarían tan solo dos magos. Nuevos personajes se iban a incorporar al
cuento, y esta vez lo hacían para quedarse.
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Dibujo del Gabiotu en 1956 |
LA APARICIÓN DE
ALIATAR Y ABD-EL-AZIZ
En términos historiográficos se considera, a grandes rasgos,
el año 1954 como el final de la posguerra, porque aquel fue el año en el que la
renta per cápita del país subió, por fin, a niveles mayores que la anterior al
inicio de la Guerra Civil. En el 52 se habían acabado las cartillas de
racionamiento, y poco antes recibimos a los americanos con alegría. En fin: en
la década de los 50 España comenzó a salir, lenta y engañosamente, pero sin
pausa, del profundo agujero de la posguerra. Hubo muchas consecuencias de ello…
y las cabalgatas de reyes también lo fueron. La primera gran cabalgata de Gijón
se celebró, con abundante publicidad de por medio, en el año 1950. Después de
tantos años de carestía, aquel primer año más liviano económicamente se decidió
crear una cabalgata grandiosa, que se fuera superando, al ritmo de la economía
del país, con cada año que pasase. Para ello era necesario contar con profusión
de voluntarios, efectos visuales, carrozas, claro, y nuevos personajes que
alargasen la cabalgata al tiempo que, por fin, el dinero podía pagar. En Gijón, aquel año, nació el primer mensajero real de
Asturias. Se llamó Abd-el-Aziz, como el walí de Al-Andalus, en unos tiempos en
los que el peso de la educación en Historia recaía, pesadamente y como recordarán
aquellos a los que les haya tocado vivirlo en primera persona, en listas de
reyes godos, cuentos árabes y Reconquistas mitificadísimas. Aquel primer
compañero asturiano de los Reyes Magos era una de tantas invenciones que, por
la época, sirvieron para enriquecer las cabalgatas de toda España, sin que
hubiera nada en el mito original de los Reyes Magos que justificase la
presencia de aquel Príncipe “Adeladiz” -lo escribe, erróneamente, el VOLUNTAD
del 6 de enero del 50- montado en un brioso caballo blanco -“para contrastar
con el color negro de su piel”– justo antes de la entrada de Melchor, Gaspar y
Baltasar en sus respectivas carrozas.
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1958. (Cartel de Navarro óptico) |
En pocos años la moda de que cada ciudad tuviera su propio
mensajero real llegó a límites un tanto confusos. A finales de los años 50, y
durante un mes, Abd-el-Aziz tuvo su página propia en el VOLUNTAD, que
aprovechaba para responder las cartas que le remitían los niños. No había
problemas con los niños que, no habiendo salido de Gijón en la vida, solo
conocieran la existencia de Abd-el-Aziz como mensajero real, cartero y
embajador de los Reyes… pero sí con aquellos que supieran que en otras ciudades
el nombre del personaje, e incluso el aspecto, variaba. En Oviedo, por ejemplo,
un avezado periodista había creado a Aliatar, al uso y semejanza de cierto
caudillo hispanomusulmán del siglo XV. Y hubo quien reparó en ello. En el
VOLUNTAD del 20 de diciembre de 1959, un inquisitivo niño llamado Luis Enrique
Valledor, natural de Oviedo, se da cuenta del error, y Abd-el-Aziz sale del
paso como puede:
“Mi querido amiguito,
yo soy el príncipe que viene a Gijón, pues a Oviedo llega mi hermano Aliatar.
Pero como vivimos juntos y nos llevamos muy bien, me dijo te contestara en su
nombre (…)” No se sabe por qué razón en el imaginario colectivo pegó con
más fuerza la imagen del mensajero carbayón, Aliatar. A pesar de que en los 60
Abd-el-Aziz seguía siendo el mensajero oficial de los Reyes en la villa de
Jovellanos, cada vez más niños lo llamaban Aliatar y la fama de éste se popularizó
de tal manera que comenzaron a pedir su presencia en comercios, centros
juveniles y, en definitiva, en tantos sitios a la vez que la situación se llegó
a hacer insostenible: se había de contar con demasiados actores como para que
se respetasen entre sí los horarios, la vestimenta o, incluso, el color de la
piel. El 11 de enero de 1960, un periodista crítico firma, bajo las iniciales
L.A.Z., una encendida columna en LA HOJA DEL LUNES (en su edición ovetense)
criticando el descontrol reinante en las pasadas fiestas navideñas: “Puede
Aliatar hablar por la radio, recibir a los niños en un comercio y salir a la
cabalgata. Pero coordinadamente. Si no, a los padres les resulta imposible
explicar razonadamente a los críos que Aliatar hable por la radio mientras desfila
por la calle y que existan un Aliatar negro y otro blanco.”
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Año 1963 |
La popularidad de Aliatar llegó a tal extremo que produjo la
sorpresa y consecuente salida del anonimato de su creador, un periodista
ovetense que, el 1 de enero de 1962, firma para LA HOJA DEL LUNES como J.F.B.,
sin dejar duda alguna acerca de la procedencia del mensajero, titulando la
columna “Aliatar reclama su total vinculación a Oviedo, su ciudad natal”:
Yo, yo fui el creador
de un personaje popular (…) Una vez hallé en Granada a mi personaje; cabalgaba
sobre brioso corcel y era vistosísimo remate de una sala de cine, cuyo era su
nombre “Aliatar”. También supe por los periódicos que en los próximos pasados
años mi personaje visitó otras ciudades por estas fiestas de las Pascuas navideñas
y hasta apareció en gráficos. (…) Bueno sería, pues que alcanzó tal popularidad
el imaginario príncipe oriental, jefe de los ejércitos de los reyes magos
Gaspar, Melchor y Baltasar e intendente general de SS.MM, pero, sobre todo, el
gran amigo de los niños ovetenses, se vinculase, de una vez, con un definitivo
tipo, carácter, atuendo y misión a las cristianas festividades de la Natividad
del Señor en Oviedo. (…) Hay que imprimirle un carácter y un tipo
personalísimos para que pueda llegar, incluso, a la estampa o, mejor, a la
plástica escultórica en miniatura para recuerdo de visitantes y turistas.
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Cabalgata de Reyes de Gijón. Año 1965 |
Suponemos, en tanto en cuanto cincuenta y dos años después
Aliatar recorre todas las ciudades de España sin que nadie sospeche ni
remotamente de su origen ovetense, que los deseos del buen J.F.B. no llegaron
nunca a ser satisfechos. Aliatar sigue siendo, indistintamente, joven o viejo,
africano de piel oscura, árabe de piel cobriza o europeo de barba blanca, y
visitando a la vez centros comerciales, escuelas o plazas públicas. A los
niños, que ya no lloran con su piel oscura, ni con la de Baltasar, ni con la de
nadie, no es que les importe mucho esta incongruencia: a fin de cuentas, somos
solo los adultos quienes nos preocupamos por dotar de caracteres
personalísimos, o de caballos que contrasten con sus pieles, o, incluso, de
política a quienes, en realidad, son solo -y ni más ni menos- una ilusión.
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Dibujo de Corona Real |
FUENTE: aranmb. TEXTOS EXTRAÍDOS DE (LA CANTERA DE BABI). Publicado por esta web el 04-06-2014. Ver enlace. _________________________________________________________________________
AUTORES.
Arantza
Margolles Beran nació en Gijón, 1982. Licenciada en Historia por la
Universidad de Oviedo y Máster en Arqueología y Patrimonio por la Universidad
Autónoma de Madrid. Cursando actualmente estudios de Lengua y Literatura
Españolas e Historia del Arte en la UNED. Especializada en genealogía,
hemerografía y divulgación. Coautora de "Villafría 1934: Luz en la
memoria" y "El crimen de ayer", ambos publicados en 2012.
Colaboradora semanal en El Comercio y Noche tras Noche, (RTPA) y guionista del
programa 'Historias y Misterios'. Fuente: El Comercio.
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se
adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y
CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
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se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se
ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo figurar o para borrarla si es su
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última vez el 01 de abril de 2023 a las 07:25 horas
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