La «Colección de Asturias» y los
«Diarios»
Jovellanos aprovechó sus numerosos viajes para recabar noticias
históricas
y describir los principales monumentos
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Jovellanos tenía una formación muy
amplia y un interés muy acusado por todas las cuestiones. Eso le llevaba a
preocuparse e interesarse por todo lo que veía en sus continuos viajes. Los
«Diarios», iniciados en 1790, son, en ese sentido, una extraordinaria fuente de
información, pues en ellos anotó y describió multitud de lugares y escenas de
la Asturias de ese final del siglo XVIII. Durante los diez años que pasó en
Asturias, de 1790 a 1801, Jovellanos recorrió buena parte de la región, a
caballo, cumpliendo con las comisiones que se le habían encargado. Pero también
se interesó, allí por donde pasaba, por las características del régimen
agrario, tema por el que tenía gran interés, pues por entonces se hallaba
redactando su informe sobre el expediente de la Ley Agraria.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Igualmente recogía
noticias de las costumbres, describe monumentos y se interesa por la
documentación antigua que pudiera haber. Cuenta Ceán, a este respecto, que al
tiempo que recorría Asturias, allegando noticias para dar cumplimiento al
encargo de Antonio Ponz, «no se olvidó de visitar los monasterios de
benedictinos y bernardos que hay en el Principado, ni de copiar o extractar los
preciosos códices, becerros y demás documentos que halló en sus antiguos
archivos, y forman parte de los muchos que en otra época acabó de recoger».
A este celo de Jovellanos, debemos
los asturianos el haber conservado un notable centón de documentos que se
perdieron o desaparecieron en los años posteriores. Su interés no se limitó a
las instituciones asturianas, sino que cuando viajaba fuera de Asturias también
copiaba u ordenaba copiar cuantos documentos estimaba de interés.
En una carta
que dirigió al canónigo González de Posada, también muy interesado en temas
históricos, en julio de 1795, relatando el viaje que había hecho por Tierra de
Campos, Castilla y La Rioja, le cuenta cómo ha «logrado ver los archivos de
Burgos, Belorado y Haro, y de los monasterios de Santa María de Herrera,
Nájera, San Millán, Cardeña, Carrión, Sahagún, Eslonza, Sandoval y Sanclodio de
León, en donde he extractado y copiado muchas buenas cosas». En la copia de documentos, labor
complicada como bien saben todos los que han leído papeles antiguos o estudiado
paleografía, era Jovellanos un experto. Debió de adquirir esos conocimientos
con su hermana Benita, que era toda una experta, y fue auxiliado en esa labor
por José Acebedo. En las noticias y los documentos que recoge sobre Asturias
había por parte de Jovellanos un interés manifiesto por la historia de su país,
que él tenía intención de escribir.
La denominada «Colección de Asturias»
reunida por Jovellanos ha sido publicada en cuatro tomos, gracias al mecenazgo
del marqués de Aledo. El primero apareció en Madrid, en 1947, y transcribe más
de doscientos documentos del archivo de la Catedral de Oviedo. El segundo se
publicó al año siguiente y copia, entre otros documentos, el «libro becerro»
del monasterio de Valdediós y el llamado «libro del Codo» de la iglesia de San
Pedro de Teverga, documentos que sólo conocemos por esta transcripción del
gijonés. El tomo tercero es de 1949 y el cuarto y último salió a la luz en
1952. Hay en la suma de estos cuatro volúmenes documentos de los principales
monasterios asturianos, mucha de ella desaparecida posteriormente, y también
del Principado y de algunos ayuntamientos.
Es, sin duda, un mérito más que
añadir al haber de Jovellanos, que no dejó campo del saber por el que no se
haya interesado.
Los «Diarios» contienen páginas
memorables de descripciones hechas por Jovellanos de los temas que le
interesaban. Entre las primeras excursiones que hizo para dar cuenta de la
comisión de minas, se detuvo en Valdesoto, en el concejo de Siero, haciendo una
detallada descripción de las labores del maíz: cuándo se siembra, qué
instrumentos se utilizan, trabajos que requiere... En 1792 recorrió los
concejos de Avilés, Pravia, concejo que entonces comprendía además otros
territorios hoy independientes, como Cudillero, Salas y Miranda. En este último
concejo visitó y describió el «machucu» de Alvariza. También hizo en este
viaje, en territorio praviano, una descripción de las partes de un hórreo, con
los nombres de cada una de ellas.
Otra excursión memorable fue la que efectuó
en octubre de 1796 a Cangas de Tineo, a la vendimia del conde de Toreno,
ocasión en la que se alojó en el palacio del conde Peñalba, su pariente. En
cada uno de estos viajes, Jovellanos no desperdiciaba la ocasión de acopiar
cuantas noticias históricas podía y de visitar y describir los principales
monumentos. Otros muchos lugares visitó Jovellanos en estos recorridos por
Asturias, convirtiendo algunos fragmentos de sus «Diarios» en un extraordinario
libro de viajes. La Historia tenía para Jovellanos una
importancia trascendental y estuvo siempre entre sus primeras preocupaciones.
Ya desde su etapa sevillana realizaba resúmenes sobre la historia del derecho
nacional o la del teatro.
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El
centenario de la muerte de Jovellanos tuvo lugar en 1911, y «El Noroeste» del
martes 28 de noviembre de aquel año lo publicó en primera página, a dos
columnas: «Con gran solemnidad y brillantez se celebraron a las diez de la
mañana de ayer, en la iglesia parroquial de San Pedro, las anunciadas honras
fúnebres por el alma del inmortal Jovellanos (...) . http://jovellana.blogspot.com/p/jovellanos-curiosidades.html |
En una carta de enero de 1779 dirigida a José Gil de
Araujo se lamentaba: «Los cronistas e historiadores antiguos han cuidado muy
poco de dejarnos las noticias respectivas a la parte civil de nuestra historia,
como si sólo fuesen dignas de pasar a la posteridad las noticias relativas a
las guerras, a las batallas y a las divisiones intestinas, de que sólo hablan». Jovellanos fue propuesto por
Campomanes como miembro supernumerario de la Real Academia de la Historia, el
16 de abril de 1779. Y el 4 de febrero de 1780 leyó en esta institución un
discurso sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de nuestra
historia y antigüedades. En él se exponían unas ideas muy avanzadas para la
época, influencia de sus lecturas de obras históricas de Voltaire y otros
autores franceses. Reniega en él de las viejas crónicas, anales, historias,
compendios, donde «apenas se encuentra cosa que contribuya a dar una idea cabal
de los tiempos que describen». Esas historias sólo se preocupaban por grandes
personajes, batallas, conmociones, hambres, pestes..., por lo que no tiene
empacho en afirmar: «La nación carece de una historia».
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Porque, se pregunta al
final del discurso: «¿Dónde está una historia civil que explique el origen, los
progresos y las alteraciones de nuestra Constitución, nuestra jerarquía
política y civil, nuestra legislación, nuestras costumbres, nuestras glorias y
nuestras miserias? Y ¿es posible que una nación que posee la más completa
colección de monumentos antiguos; una nación donde la crítica ha restablecido
el imperio de la verdad y desterrado de él las fábulas más autorizadas; una
nación que tiene en su seno esta academia, llena de ingenios sabios y
profundos, carezca de una obra tan importante y necesaria?».En «Nuevas consideraciones sobre la
historia», Voltaire también repudiaba los relatos de batallas y fiestas, los
comadreos de la Corte, que llenaban tantas obras, y reclamaba, en cambio, el
interés por los hechos llenos de enseñanzas y por los «conocimientos de mayor
utilidad y más duraderos». En el citado discurso leído en su
recepción en la Academia de la Historia, lamentaba Jovellanos la poca atención
prestada a esta materia en la formación de los juristas. Dice: «Entré en la
jurisprudencia sin más preparación que una lógica bárbara y una metafísica
estéril y confusa, en las cuales creía entonces tener una llave maestra para
penetrar al santuario de las ciencias. Mis propios directores miraban como
inútiles los demás estudios, incluso el de la historia; y dedicados siempre a
interpretar las leyes romanas, creían perdido el tiempo que se gastaba en leer
los fastos de aquella República». Sin embargo, para él la historia es como una
«maestra de la vida» y «no hay miembro alguno de la sociedad política que no
pueda sacar de la historia útiles y saludables documentos para seguir
constantemente la virtud y huir del vicio».
La historia, según Jovellanos en el
citado discurso, enseñaría al jurisconsulto «a conocer los hombres y a
gobernarlos según el dictamen de la razón y los preceptos de las leyes». En
gran parte de su obra, Jovellanos recurrirá a la historia para fundamentar sus
posiciones y para apoyar las posiciones reformistas.
Abrigó también Jovellanos la idea de
escribir una historia de Asturias y un diccionario geográfico. En tal sentido
llegó a redactar unas instrucciones para la formación de un Diccionario
Geográfico de Asturias. Ya en 1785, Jovellanos había colaborado estrechamente
con la Academia de la Historia en la puesta en marcha de los trabajos para la
realización de un Diccionario Geográfico de España, y en 1788 leyó en la
Academia de la Historia un discurso sobre el lenguaje y el estilo propio de un
diccionario geográfico. Por ello, cuando en 1800 se entera de que la Academia
de la Historia había encargado a Martínez Marina la dirección del tomo de
Asturias, no pudo por menos que sentirse enfadado y menospreciado. Así, el 28
de junio de 1800 escribió a González de Posada: «Pienso también que sea patraña
lo del Diccionario de Marina. Es muy estudioso y aplicado, y muy dado a la
historia; pero no podría yo ignorar que trajese tal obra entre manos».
Martínez Marina escribió a Jovellanos
solicitando su colaboración para el Diccionario, ignorando en su carta que
aquél ya hubiera estado comprometido en el proyecto. Éste respondió el 3 de septiembre
de 1800 poniendo de manifiesto cómo la idea que Marina le comunicaba había sido
siempre objeto de sus deseos. «Desde que llegué a mi casa en 1790 pensé en
formar una reunión de sujetos que se dedicasen a tratar de las cosas de nuestro
país, con el deseo de que algún día se reuniesen los materiales necesarios para
escribir su historia civil y natural». Sin embargo, tuvo de abandonarla por
falta de colaboradores, si bien confesaba que «nunca ha dejado de pensar en
ella». No obstante, Jovellanos no niega su
colaboración, aunque «sea poco lo que pueda aportar». Ofrece Jovellanos un
artículo que tenía escrito sobre «Oviedo» y le comunica que tiene también
algunos apuntamientos sobre Gijón. Pero en verdad, muy poco después de ser
escrita esta carta, en enero del año siguiente, Jovellanos fue llevado preso a
Mallorca y nada pudo ya hacer por el citado Diccionario, aunque en su
correspondencia con González de Posada le envió algunas notas geográficas para
que las hiciera llegar a Martínez Marina.
FUENTE: JAVIER RODRÍGUEZ MUÑOZ HISTORIADOR
Javier Rodríguez Muñoz
(Mieres, 1948), historiador.
Muñoz
tiene una "acreditada trayectoria" en el estudio y la difusión de la
historia de Asturias. Entre los grandes hitos resaltó "la dirección de la
exposición '1388-1988, seis siglos de historia del Principado de Asturias' o la
coordinación de la colección 'Biblioteca histórica asturiana', compuesta por 26
títulos. Además, colaboró en el diseño del pabellón del Principado en la Exposición
Universal de Sevilla en 1992 y con labores de documentación, catalogación y
documentación, en la puesta en marcha del Museo de la Minería y la Industria de
Asturias, en El Entrego". Como autor, ha firmado cerca de una veintena de
libros sobre la historia de Asturias, entre los que destaca la obra "La
monarquía asturiana, nacimiento y expansión de un reino", editada en 2004.
Fue el comisionado para los actos conmemorativos del decimotercer centenario de
los orígenes del Reino de Asturias. Reputado estudioso de la historia de
Asturias, exdirector del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.
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