El poeta que amaba la lluvia
Carlos Bousoño (Boal,
1923-2015)., en octubre de 1990, el asturiano, entraba solemnemente en la Real
Academia de la Lengua. Era el clímax profesional de una andadura consagrada a
la poesía. (...). Saber más... La Razón. |
Carlos Bousoño en una visita a Oviedo. La Nueva España. |
Se marchó en silencio, como se marchan los inteligentes. De
alguna manera Carlos Bousoño se había despedido del mundo unos años atrás, postrado
por la enfermedad pero sin perder su sonrisa. "Lo que importa en el arte
es ser diferente", declaraba a este periódico hace veinte años. Bousoño,
nacido en Boal en 1923, se incineró en el cementerio madrileño de la
Almudena. Su viuda, Ruth Crespo, lo calificaba ayer de "hombre
fascinante". Tenía 92 años y era mucho más que un poeta magnífico; era un
ensayista de altura, un crítico literario inmenso y un gran profesor. La catedrática de Literatura Josefina Martínez le recuerda
"siempre contento, vitalista e ingenioso". Pero más allá de estas
cualidades que tienen que ver con el exterior, la fachada del ser humano, en
Carlos Bousoño había un poeta "de palabra justa", todo un
"técnico de la literatura" y alguien que muy joven, con apenas 22
años, deslumbró a la comunidad literaria con su poemario "Subida al
amor", renovadora lírica de postguerra. Corría el año 1945.