La fascinante historia de Valdroguín, el lobo de Caso
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Lamina de Lobo. Autor. Gonzalo Gil. (Colección de Joyas de la naturaleza Asturiana). Foto Archivo |
La polémica sobre el lobo viene a ser tan antigua, por unas u otras causas, como la del hombre mismo
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Loba ibérica en su cubil con su camada. El primer aullido. Obra de Miguel Borja Bersabe. Foto Archivo. |
elcomercio.es
«Creo que jamás en la historia nadie haya conseguido más
de un lobo para domesticarlo. Soy campesino, un pastor de la última
cabaña del puerto. Trabajo mi hacienda, cuido mi ganado y hago las
labores de la casa. Mi mujer se encuentra aquejada de una enfermedad
mental, recluida en un sanatorio durante largas temporadas. Mis únicos
deportes son: la caza, la captura de alimañas y la pesca. Cuando era
chaval, de 14 a 20 años, y estaba autorizada la garrafa manejaba con
especialidad este artefacto; hoy de caña soy de los del nivel medio.
Como cazador siempre ocupé un puesto de honor y de confianza entre mis
compañeros, pero no (soy) ‘el tigre’ del monte, como algunos me llaman
allá por Oviedo».
Así comienza su testamento vital el alimañero oficial del
concejo de Caso. Domingo Calvo Testón (Puente Piedra 1913-1990) redactó
de forma rudimentaria la historia que le hizo famoso en toda España, e
incluso en algunos lugares de Europa. Si como pescador fue de nivel
medio, como él cuenta, «como alimañero, aunque no estén bien los
halagos propios, voy con los de cabeza entre los especialistas en la
materia. Pocos podrán presentar un conjunto de alimañas de todas las
especies como yo. Lobos en cantidad (82), cientos de zorros, gatos
monteses, turones, jinetas, martas, tejones y otras variedades (1.400)…». Tras su carta de presentación, Domingo enseguida se centra en
el hecho que da título a estas memorias: ‘El Valdroguín, lobo famoso de
los montes de Caso’.
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Cabeza de lobo Ibérico, dibujo de Fernando García Herrera. Foto Archivo. |
Valdroguín pertenecía a una camada de cachorros
que Domingo capturó en el Coto Nacional de Redes el 9 de junio de 1961. A
diferencia de los otros, a los que no dudaba en dar muerte, se quedó
con éste, lo amaestró hasta donde pudo y vivió con él una intensa
historia durante 33 meses que acabaría con final trágico. «Aunque son fieras y como fiera terminó, me quería tanto y me tenía tanto cariño como el perro más leal a su amo».
Domingo le dio el biberón a Valdroguín, al que puso este singular
nombre porque era muy comilón. Más tarde le dio carne y cuando empezó a
crecer le fue dando libertad. El lobo desaparecía a diario por el bosque
y no volvía hasta caer el sol. Domingo tenía un cantar característico
de llamada al cual siempre acudía. Entonces se entregaba a las infinitas
caricias de su amo, quien no dudaba en autodefinirse como la “madre”
del animal. «Un día regresó mordido en el hocico por una víbora y si no le sangro se muere», rememora.
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Domingo Calvo Testón, el último alimañero de Caso, vivía en La Puentepiedra y era un apasionado del monte y de la naturaleza. De no ser así, serían imposibles sus andanzas. Como es de rigor en estos casos, conocía el monte como la palma de la mano y no solo eso; conocía al dedillo los hábitos, costumbres y querencias de la fauna de la zona, lo cual era imprescindible en su oficio. Saber más... caleaoredes |
La historia del lobo amaestrado corrió como la pólvora. Y
Puente Seco comenzó a registrar un reguero de cientos de visitantes
deseosos de fotografiarse con él. La gente llegaba, Domingo silbaba y
ahí aparecía, procedente del bosque, su más fiel amigo. Le acompañaba a
las tareas del campo, a perseguir alimañas, al cuidado del ganado, a
todo. La relación era cada vez más intensa: «Cuando regresaba a
casa de noche arañaba la puerta y gruñía como un perro, la abría y me
quería comer a caricias, me lamía la cara, me cogía las manos con sus
fuertes mandíbulas sin apretar y daba la cola para hacerme gracia».
Pero el instinto iba aflorando poco a poco. Domingo comenzó a
sorprenderlo llevándose pollos del corral para comérselos en el bosque.
Si lo pillaba, lo llamaba, el lobo volvía hasta él y se lo entregaba. Él
le pegó la primera vez para hacerle ver que aquello estaba mal y el
cánido se revolvió hacia el amo avisándole «de que por las malas no había nada que hacer».
Desde entonces, cuando Valdroguín hacía alguna fechoría en el monte, al
regresar se delataba tirándose al suelo patas arriba mientras emitía un
extraño lloriqueo como pidiendo perdón. Sabía que no le estaba
permitido ser un depredador, pero su instinto le podía cada vez más. Si estaba con Domingo, al pasar junto a un rebaño de ovejas
se le iban los ojos tras ellas y se relamía el hocico. Pero no hacía
nada. Un día olfateó como un loco excremento hallado en el monte y
Domingo concluyó que era de sus padres. Pero ya debían de estar muy
lejos, pues no intentó seguir la pista. El animal, pese a su vida
dependiente del amo, a quien buscaba a veces incluso por los bares, se
hacía salvaje por momentos. Presionado por los vecinos de Sama, el
alimañero se vio obligado a llevar a Valdroguín a la fiesta de los
Güevos Pintos como una atracción de feria. En aquellos casos, reseña en
sus memorias, se mostraba tímido e incómodo. Sin embargo, al final,
Domingo debió recurrir en algunas ocasiones a citas festivas de este
tipo (incluidos San Mateo en Oviedo y San Agustín en Avilés) al
necesitar ingresos extra para afrontar los gastos hospitalarios de su
mujer, que cada vez estaba más tiempo ingresada.
En aquella primera
exposición en Sama ganó el primer premio y salió en televisión. Valdroguín
alcanzó la plena madurez una primavera, amplió su campo de acción y los
parroquianos empezaron a reclamar al dueño que le diese muerte. Él le
hizo un fuerte bozal. Pero la cosa se iba cada vez más de las manos. Una
noche de lobos estuvo al límite con un rebaño de cabras, con Domingo
delante. Y a la siguiente al regresar a casa lloriqueó. Se había cargado
un cordero. Entonces empezó a dejarlo encadenado en casa y a soltarlo
solo cuando lo llevaba al monte con él. Pero un día se le escapó y el
amo pasó la noche entera buscándolo. Su felicidad plena llegó cuando sus
silbidos, desde lo alto de un cerro, acabaron encontrando respuesta y
vio llegar dos ojos iluminados, como dos faros, hasta que el hombre y la
bestia se abrazaron como dos amantes «y todo eran lloridos como
si quisiera decirme algo». Así se fueron sucediendo las fugas, los
incidentes con otros aldeanos a los que de repente les faltaba un
animal, las rutas de Domingo por fiestas de pueblo con su pequeño circo,
las apariciones en la prensa nacional… Hasta que se produjo el fatal
desenlace, del que el popular alimañero de Caso se autoinculparía una y
mil veces.
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Domingo Calvo Testón mostrando el lobo sacrificado. (El Comercio). |
En
diciembre de 1963, estando en casa, Domingo pegó al lobo bruscamente
con un palo cuando éste no quiso prestarle atención debido al celo. Al
día siguiente, arrepentido, se lo llevó al monte, junto a dos cachorros
de perro recién adquiridos, para sellar las paces. Pero el lobo le
enseñó los colmillos y le rugió en mitad de la nieve. Fue el principio
del fin. Los días posteriores, Valdroguín siguió aullando y erizándose
ante el amo. El 20 de diciembre, Domingo volvió a agredirlo con un cayao
al no dejarlo acercarse a la cadena con la que lo ataba a un árbol en
el monte. Pero el lobo esquivó casi todos sus golpes dando grandes
saltos a un lado y a otro. Esa noche no durmió pensando cómo podría
cogerlo y llevarlo para casa.
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Este es un documento gráfico que relata en imágenes la captura de una lloba por un alimañero de los de entonces, Domingo Calvo Testón, que habitaba en La Puentepiedra. "Momento histórico de uno de los alimañeros más incansables de toda una vida, Domingo calvo. Para un documental del Ministerio de Agricultura, “me encargan un lobo vivo y en pocas horas lo capturé”. El guarda José Portugal, su hermano Abelardo, Santiago, Julio, Pelayo y Amador me ayudaron a amarrarla. Protagonistas: Domingo Calvo, una loba, los amigos y el Puerto de Contorgán. 4 de abril de 1964" Caleaoredes |
Fue con su mujer al día siguiente y la
bestia se dejó soltar por ella como si tal cosa. Se pasó, sin embargo,
otra semana rugiéndole, enseñándole los colmillos, recelando de él.
Domingo ya no era su amigo; era su enemigo. La conclusión del amo fue
singular: «Queda comprobado que a los lobos no se les puede pegar. Son tan celosos como las mujeres y los toros» (sic). Tres meses
después, con la relación totalmente enrarecida, llegó la tragedia.
Domingo dejó al lobo atado junto a una fuente. Cuando volvió de las
tareas en el campo tenía la cadena enredada y parecía de muy mal humor.
Lo desenredó con mucho trabajo y al llevarlo cogido hacia casa le hincó
los colmillos en una pierna e intentó escapar. Domingo cometió dos
errores: no soltarlo y golpearle con la cadena. «No sabía que
aquella noche iba a nevar, como tampoco lo sabía el 20 de diciembre,
cuando la otra agarrada, pero él sí y la víspera de nevar a estos
animales les hierve la sangre, de tal forma que se ponen anormales y
solo desean matar».
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Domingo Calvo Testón, el último alimañero de Caso con su lobo Valdroguín. (Caleao). Caleaoredes.
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Entonces el lobo le atacó: desgarró sus
manos, el antebrazo, el gersey… Domingo le cogía como podía el cuello y
con él haciendo presa en su cuerpo logró ir encaminándose hasta la casa,
con ataques mutuos, pues el alimañero llegó incluso también a morderle
el hocico al lobo, mientras éste se ensañaba en sus manos y su
antebrazo; así hasta que pudo gritar a su mujer que le trajese la
escopeta. Ella llevaba una hoz y le dio tres fuertes golpes en el cuerpo
que debilitó al animal, luego fue corriendo a por el arma. Entonces
Domingo Calvo Testón descerrajó el tiro que más le pesó en toda su vida,
como cuenta de forma descarnada en el relato. Le curaron 55 heridas y
durante la convalecencia su humilde hogar de Puerto Piedra se vio
abarrotado. Las muestras de afecto fueron su mejor bálsamo. Pero Domingo
nunca se perdonó los palos que dio a Valdroguín ni mucho menos el tiro
que le mató. De todo ello dio fe en 32 memorables cuartillas que acabó
de redactar el 18 de febrero de 1965, cuando aún sentía en sus brazos
los colmillos del lobo que más llegó a querer nunca a un hombre.
En 1953 se crearon en España las Juntas de Extinción de Animales Dañinos que en los 29 años posteriores (hasta 1982) alentaron la caza de 4 millones de alimañas, incluidas aves rapaces. Se entendía por alimañas todas aquellas especies consideradas nocivas para la caza, la ganadería o la agricultura, pagándose una cantidad por cada pieza al alimañero, que también comerciaba con sus pieles y sus plumas. Muchas se estas especies hoy están protegidas. Domingo Calvo Testón fue el más famoso alimañero de este tiempo referido.
FUENTE: El Comercio. Publicado por "El Comercio" el 19-02-2015. Ver enlace: Blog "campoyplayu" por Adrián Ausín_______________________________________________________________________
AUTORES.
Adrián Ausin. Redactor.
Periodista de EL COMERCIO desde 1995. Subjefe de Área de Gijón-Asturias.
FUENTE: El Comercio.
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septiembre de 1878 y en 1995 incorporó La Voz de Avilés, el periódico histórico
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el periódico más leído en Gijón y el segundo del Principado. EL COMERCIO edita
varias ediciones: Asturias, Cuencas y Oriente, además de La Voz de Avilés. Sus
lectores disfrutan de una renovada oferta de suplementos y complementa el día a
día de la provincia con la aplicación ‘Vive Gijón’. Una guía de la ciudad en la
que se puede encontrar cualquier punto de interés en función de la localización
del usuario. La mejor forma de vivir Gijón desde dentro la proporciona EL
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“El único deber que tenemos con la historia es
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García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
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Siendo yo nena recuerdo en Campomanes a un lobo muerto encima de un coche que andaban paseando por los pueblos
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