2 de septiembre de 2012

Vivienda Tradicional en los pueblos de Mieres







 


La vivienda tradicional del Concejo de Mieres (Asturias), como en otras partes de Asturias, eran típicamente de labranza, en el concejo de Mieres, la vivienda comienzan a sufrir cambios cuando la industria se empieza a imponer al campo y la unidad familiar comienza a tener como primera actividad la industria, esto de alguna manera modifica sustancialmente la vida en los pueblos y en sus habitantes, teniendo que alternar el trabajo en las minas y fabricas con las tareas del campo.
En las viviendas tradicionales solían compartir espacio personas y animales, es de adobe y mampostería unido con argamasa, podía estar revocado interna o externamente.
Aunque lo predominante son casas de planta baja, en altura, la vivienda podía tener hasta dos alturas. En planta, la estructura es la siguiente: portal, desde el que se accedía a todas las estancias del edificio; la cocina o llar, separada o no del portal mediante tarimas o tabique.
Dos son los elementos utilizados para elaborar la comida: el llar y la «forna». El llar o fogón, inicialmente sobre el suelo, está protegido por piedras o ladrillo. Con posterioridad, se comienza a utilizar el llar alto, sobre poyo o meseta y, más tarde aún, llegan al concejo las cocinas bilbaínas, de carbón o leña. Sobre el llar se colocaban las trébedes, útil éste de hierro en forma de aro o triangular con tres pies, que servía de asiento a los cacharros de cocina. Algunas trébedes tienen mango con un pie al final para facilitar su retirada del fuego sin quemarse. Asimismo, sobre el llar se colocaban «les calamiyeres» o «caramilleres», cadenas éstas de hierro que colgaban de la chimenea o de un triángulo rectángulo de madera , el cual giraba sobre unas bisagras para apartar «les calamiyeres» a voluntad del fuego. «Les caramilleres» terminan en un gancho sobre el que se colgaba la caldera. Asimismo, tenían otro gancho para unirlo a algún eslabón de la cadena para subir o bajar la caldera.
Sobre el llar, y por debajo del tiro de la chimenea, se colocaba el «sardo», tejido de mimbre o avellano de unos dos metros de largo, que servía para poner a secar sobre él determinados frutos: castañas, avellanas o nueces. Por extensión, también se denominaba «sardo» a pequeñas bandejas de mimbre que servían para servir la comida sólida: torta, boroña, etc.

 

El útil de cocina más común era el pote, cacharro de hierro muy barrigudo, de boca ancha, que se apoyaba sobre tres pies. Para poder asirlo, portaba dos asas pequeñas y opuestas y otra grande semicircular, que servía para colgarlo de «les calamiyeres». Como inicialmente no tenían mesa, se comía a rancho directamente de dicho pote. Posteriormente, se implanta la escudiella, vasija semiesférica. Y el proceso culmina con la incorporación de platos de barro y, recientemente, de loza.
Otro útil importante es la «ferrada» o herrada, caldero de tablas de madera verticales que se usaba para transportar el agua. Las tablas se amarraban mediante grandes aros de hierro o latón, más anchos en la base y boca que en el resto del cuerpo. Para transportarlos y manejarlos tenían un asa semicircular que arrancaba de unas anillas. Se extraía el agua de ellas mediante el canxilón, del cual se bebía directamente o se echaba en vasos. Los vasos, de barro cocido o de madera, son más altos que anchos.
La «forna» u horno de leña para cocer o «aroxar» el pán o la boroña suele estar proyectado en planta hacia el exterior.
En torno al llar
, las familias «conceyaban» o hablaban a veces con el riesgo de quemarse debido a que saltaban chispas: 

 
La planta baja tenía como solado tierra batida o entarimado de madera.
El acceso a la primera planta se realiza por escalera de mano o de peldaños. A tal fin, podía contar con una trampilla en el piso superior, a través de la cual se accede al mismo. El primer piso podía tener, a partir del XVIII, corredor con rejas o barandillas que se desarrollaban entre columnas con o sin capiteles (algunos podían estar tallados). Los corredores se utilizan para secar las cebollas, los ajos, las alubias, el maíz, etc., que, una vez secas, se almacenan en el desván o en el hórreo.
Carecían de retrete; éste no se utiliza hasta el siglo XVIII, momento en el que empieza a extenderse su uso. Su ausencia era cubierta con la cuadra.
Para asearse se utilizaban los palanganeros, en madera o hierro, y en los cuales encajaba una palangana y o un jarro para traer el agua.
La planta alta, cuando existía, era la destinada a las habitaciones. Sobre ella, o directamente sobre la planta baja, se colocaba el desván. La cubierta se hacía a teja vana (teyavana).
 
 

El mobiliario era escaso. Para sentarse se solían utilizar el escaño y las «tayuelos», banquetas de tres pies o troncos de árbol partidos.
El escaño era un banco corrido para tres o cuatro personas sujeto a la pared. Posteriormente complican su estructura mediante una tabla horizontal giratoria que se mueve sobre unos brazos laterales, uno a cada lado del escaño. Esta tabla horizontal que servía de mesa provisional tiene una anchura de 40-50 cm. Cuando se terminaba la comida, se subía la tabla, que quedaba pegada a la pared, por lo que ésta ya no ocupaba espacio.
Otros muebles de cocina son las «espeteras», las maseras, las alacenas, los anaqueles y el calderil.
Las «esperteas» son tablas con garfios sobre los que se colgaban los útiles de cocina (sartenes, cazos
Las maseras son mesas dedicadas a amasar los cereales molidos y a guardar el pan.
La ausencia de armarios es suplida con alacenas en las paredes, con o sin puerta, y con los anaqueles. 

El calderil es un soporte de madera del que se colgaban las «ferradas» o los calderos. Podían tener o no visera para que la basura no cayera en los recipientes.
No solían tener armarios roperos. Las ropas se colgaban de clavos o perchas y, para protegerlas, se cubrían con telas. La función de armario ropero la desempeñaban los baúles, en los que se solía guardar la mejor ropa. Los mejores baúles son los traídos por los emigrantes. Solían carecer de reloj rigiendo su vida por el de la iglesia o el del ayuntamiento.
 

Las camas tenían un armazón de madera, hierro o bronce, en el que encajaba el somier, normalmente hecho con sogas de esparto tejidas en retícula sobre los agujeros laterales. Más reciente es el somier de tela metálica.
Dependencias auxiliares de la casa eran el hórreo, la porqueriza (cubil), el «llagar» y el gallinero. Los útiles de labranza se solían guardar debajo del hórreo, en tendejones, etc.
Para alumbrarse por las noches se utilizaba la «candilexa» o candileja, el candil de carburo, de petróleo o de aceite, la campanilla, el farol y las velas. El carburo, el más moderno de estos útiles, era el más generalizado cuando llegó la luz eléctrica.
 
 Pueblo tipico del Concejo de San Juan