6 de febrero de 2020

Historias mineras de las cuencas

Un rescate feliz en San Feliz
Ilustración de Alfonso Zapico
El salvamento de cinco mineros del grupo La Cobertoria en septiembre de 1935. Los dibujos del Articulo son de los libros "LA BALADA DEL NORTE" de Alfonso Zapico-Ver reseña al final del artículo
Ilustración de Alfonso Zapico
https://www.lne.es/
La historia minera de las cuencas nos deja una serie de accidentes importantes, que da cuenta de la peligrosidad del trabajo en este tipo de instalaciones. Siendo los derrumbes o las explosiones, debidas a la acumulación de gas grisú las principales causas de fallecimientos en las cuencas mineras. Según el investigador en accidentes mineros Mario Antuña, que durante más de cinco años averiguó los accidentes producidos en Asturias y que materializo en el libro "Catástrofes mineras asturianas", esta actividad en nuestra región dejo más de cinco mil muertos.
Retrato de D. Bernardo Aza Glez.-Escalada (Pola de Lena 5 de febrero de 1887 - 21 de agosto de 1936) | Autor: J. Mª. Fernández Peláez. https://www.mieres.es/galerias/casa-consistorial-fondo-artistico-municipal/  
Afortunadamente también existieron accidentes que tuvieron un final feliz como el que vamos relatar y que ocurrió en el grupo minero de la "Cobertoria" situado en el concejo de Lena, que estaba arrendado a la empresa Fábrica Mieres por el diputado de la ultraderechista C.E.D.A., Bernardo AzaLo que relatamos sucedió el lunes 23 de septiembre de 1935, en el grupo minero situado en San Feliz y que ocurrió por un desprendimiento de tierras, dejando sepultado a un grupo de cinco mineros. Eso sucedió diez minutos antes de terminar el turno, un grupo de obreros salían de la mina sintieron el ruido producido por el desprendimiento. Como quedaron cortadas las comunicaciones con el interior, se ignoraba la suerte que pudiesen correr el resto de mineros que estaban adentro. Era uno de tantos accidentes mineros que desencadenaba una historia que parecía tener también tintes de tragedia. En las cercanías de la mina, ese mismo día y casi a esa misma hora de la tarde se celebraba un entierro en el pueblo de San Feliz cuando los vecinos vieron a un minero que iba con un médico, enseguida supusieron que algo grave ocurría. Cuando se supo de la magnitud de lo que había sucedido se produjo un movimiento de expectación que dejo paso a la pena.
Ilustración de Alfonso Zapico
Nada más terminado el entierro; casi todos los que asistieron a él, junto personas de los alrededores y de Pola de Lena se trasladarían al lugar del suceso donde ya estaban fuerzas de la Guardia Civil mandadas por un capitán, tanto para contribuir a los trabajos auxilio como para cuidar del orden. Hecho el recuento del relevo saliente por el vigilante de turno, se supo que los mineros que estaban dentro de la mina eran los picadores: Víctor López Díaz (de Tiós), Joaquín Moran Espina, Emilio Sánchez Álvarez, y los ramperos: Alfredo Martínez Cachero y Luis Álvarez García, de 23 años, vecino de Soterraña. Estos cinco mineros quedaron atrapados cuando iban a abandonar el trabajo, como consecuencia de desprenderse un macizo de carbón. Desde el primer momento, se organizó el salvamento y los trabajos se hicieron con gran celeridad ya que se pusieron a disposición de los jefes todos los obreros del grupo, así como también ingenieros, capataces, vigilantes y obreros de otras sociedades mineras, que rápidamente se presentaron a ofrecer sus servicios, siendo digno de mencionar el rasgo conmovedor de los vigilantes y de los mineros del grupo "Fortuna" de Turón, pues era un grupo hermano debido a que su propietario también era Bernardo Aza. Por eso, nada más conocer el accidente, los mineros de Fortuna reclutaron una camioneta y se presentaron en la bocamina de San Feliz, dispuestos a realizar por si mismos los trabajos de salvamento de sus compañeros.
Ilustración de Alfonso Zapico
Desde el primer momento estuvieron en el lugar del suceso, el gerente de la empresa, Bernardo Aza, y su hermano Antonio junto con el joven ingeniero de "minas de Figaredo", Alfredo Santos Figaredo, ocupándose junto Gerardo Suárez quien era capataz del grupo minero de todos los detalles técnicos y alentando a los rescatadores. Durante el rescate tanto el joven ingeniero como el capataz estuvieron en el interior de la mina junto a los salvadores. Unas horas después de suceder el accidente, se presentaron desde Oviedo en la mina los ingenieros del Estado. Al enterarse el Gobernador general de la importancia del siniestro, se personó en Pola de Lena, llegando a San Feliz a media noche. Presenció los trabajos de salvamento é intercambio impresiones con las personas que participaban en el rescate. Al mismo tiempo ordenó que se iniciasen las averiguaciones las causas del accidente. Mientras se realizaban los trabajos de salvamento e iban pasando las horas, acudieron a la bocamina numerosas gentes de las comarcas cercanas; y entre ellas se encontraban los familiares de los sepultados. En previsión de que pudieran hallarse heridos o con menos, suerte muertos, la sociedad explotadora del grupo, prepararía en un sitio cercano a la bocamina, camillas, aparatos de respiración artificial, servicio médico-farmacéutico, tuberías y ventiladores, alimentos, bebidas. Todo correspondía a las necesidades en estos casos llegando a llevar cinco ataúdes con el consiguiente sacerdote por si hacía falta.
Ilustración de Alfonso zapico (Brigada de Salvamento Minero)
Estos trabajos de rescate fueron muy difíciles debido a los continuos derrumbes de tierra y carbón siendo su ejecución muy lenta. Sobre las tres de la madrugada, los mineros que estaban realizando los trabajos de salvamento consiguieron ponerse en comunicación con los sepultados por medio de voces y golpes que daban con la picas los sepultados en el muro de la capa. A partir de este momento se redoblaron los trabajos, avivado el esfuerzo de los que participaban en el salvamento, al sentir las voces de sus compañeros. Al saberse la noticia, en la plaza de la bocamina se produjo entre los que estaban una explosión de júbilo. Esta buena nueva se extendió como un reguero de pólvora hasta los familiares de las víctimas. Pero el momento de felicidad absoluta, se vería empañada, a de la duda de si vivían o no todos y por el hecho de que podría quedar horas o incluso días de arduo trabajo y decisiones antes de que los mineros pudiesen salir a la plazuela de la mina, y estuviesen a salvo. Aquel martes, amaneció con muchas dudas respecto a la suerte de aquellas cinco víctimas. Incluso se acentuaron los rumores por la mañana, sin fundamento, de que los cinco habían fallecido. Durante toda la mañana de aquel día no cesaron de pasar autobuses de diferentes lugares de la cuenca en dirección al sitio de la catástrofe, ya que, como se sabe, la paralización de la minería fue total en toda Asturias por este motivo. La falsa noticia causó consternación en toda la cuenca minera, pero la alegría no tuvo límites cuando se supo que los cinco salían sanos y salvos del interior de la mina.
Ilustración de Alfonso Zapico
A las doce y media de ese día, se lograría hablar con ellos y fue cuando se supo que todos estaban ilesos, y no habiendo transcurrido media hora de labor, se rompía precisamente en el sitio donde se encontraban los cinco mineros. Estos se hallaban en perfectas condiciones y el momento del encuentro con sus compañeros fue de auténtica emoción. Rápidamente bajaron a la galería, donde fueron reconocidos por el médico y autorizados, visto su buen estado, para salir al exterior. La noticia de haberse hallado vivos a los cinco mineros, produjo la natural alegría entre sus familias, sus compañeros de empresa y cientos de vecinos, que desde el primer momento y a pie de bocamina, habían seguido con emoción y tensión los trabajos de salvamento. La acertada organización de los trabajos de rescate, consistieron en relevarse cada media hora en el frente, y fueron dirigidos por el ingeniero Alfredo Santos Figaredo, que contó con la aprobación y consejo de los ingenieros de la Jefatura de Minas, Arango y Beamón y llevadas a cabo por el capataz jefe del grupo, Gerardo Suárez y el auxiliar Manuel Fernández.
Ilustración de Alfonso Zapico
El éxito de la operación fue evidente: no sólo todos y cada uno de los cinco mineros saldría a la plaza de la bocamina, sino que estaban en buen estado de salud y en un tiempo mucho más breve de lo esperado al culminarse en veintidós horas un rescate que, se suponía, que podía durar hasta cuarenta ocho horas. A su salida cada uno de los rescatados fueron abrazados por familiares, compañeros y amigos. Entre ellos estaría el gobernador, que se mostró muy emocionado y feliz en todo momento. Esa misma tarde regresaría para Oviedo esta autoridad, que había pasado la noche en lugar del suceso, así como varios ingenieros, el propietario de la mina y otras personas. Durante aquellas horas y como sucedió en centenares de rescates mineros, hubo un clima de mucha solidaridad, trabajo en equipo, profesionalismo, compromiso por solucionar el problema, calidez humana y mucho liderazgo. Como anécdota reseñamos que uno de los mineros recatados se fue con alguno de sus familiares y amigos a tomar unos vinos a Pola de Lena. La verdad es que el hecho era para celebrarlo.
Ilustración de Alfonso Zapico
FUENTE: JOSÉ ANTONIO VEGA
José Antonio Vega Álvarez nació en el conocido barrio de Requejo en Mieres, en el seno de una familia oriunda de la Hueria San Tirso (en asturiano, L’Agüeria San Tiso), valle perteneciente a los concejos asturianos de Mieres y Langreo. Es hijo, nieto y bisnieto de mineros y campesinos. En su familia hubo mineros tanto de carbón como de mercurio siendo su padre el único que practicó los dos tipos de minería de forma activa. Tras hacer sus estudios en Mieres, se incorpora de forma temprana al mundo de la minería privada, trabajando en diferentes lugares de las Cuencas Mineras. Unos años después cambia de profesión. Esta relación del investigador con su primera profesión en la minería del carbón, ha hecho de él, un apasionado practicante de todas las formas de recuperar el pasado de esta, así como de sus gentes y su entorno. Por esto durante años, se dedicó y realizó largas sesiones de búsqueda, sumergido en los archivos de toda la región y consultando papeles que acumulan incluso polvo de décadas y algún siglo. José Antonio Vega tiene varios libros publicados con una editorial nacional, donde es, autor y coautor de libros relacionados con la formación profesional de diferentes técnicos y especialistas. FUENTE: EL SASTRE DE LOS LIBROShttp://elsastredeloslibros.es
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La balada del Norte (Recomendación del Blog)
Alfonso Zapico, Premio Nacional del Cómic 2012 con Dublinés, lanza su mirada a una realidad que le toca de cerca, para recrear con pulso firme unos tiempos convulsos de grandes desigualdades, donde se sitúa la gestación de la Revolución asturiana del 34 como telón de fondo. https://www.astiberri.com/products/la-balada-del-norte
Los Increíbles libros de Alfonso Zapico. LA BALADA NORTE I – II – y III. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de La balada del norte. Fuente: Librería Barco papel. https://twitter.com/alfonsozapico

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de tres tomos.  Esta magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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