La huelga que acabó en consejo
de guerra
Ilustración de Alfonso Zapico |
Una protesta por el bajo
salario y la jornada laboral en el pozo María Luisa, en el año 1957, terminó
con un proceso ante un tribunal militar para los 22 mineros que se encerraron
Ilustración de Alfonso Zapico |
Empezó
como una huelga y terminó en consejo de guerra para veintidós mineros. Ocurrió
en el pozo María Luisa, hace sesenta años. Esta es la crónica de un proceso que
hizo historia, pero que no aparece en los libros de texto. Durante las últimas
seis décadas, los protagonistas han guardado silencio. Ahora uno de ellos,
Roberto Suárez Buelga (Santa Bárbara, 1935), pone voz a esa protesta
crucial: "Yo no soy protagonista de nada, protagonistas somos
todos", aclara antes de empezar a hablar. Camina erguido, lleva una
carpeta con fotos y documentos que le ayudarán a narrar todo lo que pasó.
Porque hay recuerdos que pueden enmudecer hasta la garganta más firme.
Castillete y polea Koepe del Pozo Maria Luisa en Ciaño (Langreo) |
Eran dos
reivindicaciones justas, pensaron los mineros. E iniciaron una protesta que,
creían ellos, les supondría enfrentarse a una sanción de meses o al despido. No
dejaron de trabajar, pero bajaron su rendimiento al mínimo: "Si antes
hacíamos un metro o metro y medio, pasamos a hacer medio metro". La
respuesta de la dirección del pozo fue rotunda: militarizaron de María Luisa.
El vigilante recibió el rango de cabo, el capataz de sargento y el ingeniero de
teniente. El siguiente movimiento tensó aún más la situación: ocho días después
de arrancar la protesta, unos soldados se llevaron al calabozo a seis
compañeros.
Ilustración de Alfonso Zapico |
"En
ese momento decidimos que había que ponerse más duros. Ya no importaban las
reivindicaciones, las personas siempre están por encima", dice Buelga, un
hombre que habla poco, pero que en cada palabra guarda una lección. Los
veintidós trabajadores bajaron en la jaula al relevo de las seis de la mañana.
Se quedaron en la segunda planta y anunciaron que ni trabajarían ni saldrían
del tajo hasta que sus compañeros quedaran en libertad.
Bebían
agua de un manantial de la mina y los que no soportaban el hambre comían cebada
de las mulas. Pasaron ochenta y dos horas. "Ya están sueltos", les
gritó un compañero que bajó a la galería. Fuera, les esperaba un pueblo
harto de callar: "Habían cortado la calle, la gente intentaba
escalar por el portón de María Luisa. No me emocioné entonces, no me di cuenta
de lo que habíamos conseguido".
Ilustración de Alfonso Zapico |
El
recuerdo sí le emociona. Saca un pañuelo y se seca una lágrima. Emoción por lo
que pasó aquella tarde y porque lo peor, aunque entonces él no lo supiera,
estaba por llegar. Unos días después de su salida de la mina, les dijeron que
ya no tenían permiso para librar la mili por ser mineros. Tenían que
incorporarse de inmediato, todos los participantes en el encierro, al servicio
militar. Destinados en Farnesio (Valladolid), él y su compañero Faustino
Gutiérrez Suárez fueron llamados a declarar. Buelga también en una auditoría
militar. Estaba en clase de teórica cuando le detuvieron: "El teniente
intentó impedirlo, dijo que yo era un soldado con un comportamiento impecable,
pero no sirvió de nada". Él y Faustino Gutiérrez fueron al calabozo y,
como argumentaron que no se sentían cómodos con el resto de presos, terminaron
en la celda de castigo. Otra vez el teniente intentó echarles una mano, y
ordenó dejarles mantas y unos colchones para protegerlos de la humedad de
aquella habitación. "Estuvimos dos días sin salir, sólo una vez al día
para ir escoltados al baño", rememora.
"Fueron
los dos días más largos de mi vida". Un dicho manido pero que, en boca de
Buelga, recupera todo el sentido. Y aún recuerda que le faltó el aire cuando
llegó un cura con rango en el ejército para confesarlos.
Ilustración de Alfonso Zapico |
- Mi capitán, ¿nos van a fusilar?
Pudieron
ser aquellos 21 años demasiado delgados para tanta altura, o la cara pálida de
aquel chaval que sólo conocía Santa Bárbara, el pozo María Luisa y aquella
celda, pero dice Buelga que el páter retrocedió. Salió de la celda "para
ver de qué se podía enterar".
Un joven Roberto Suárez, en Farnesio |
La
siguiente noticia la recibieron ya camino de la estación, les trasladaban a
todos al Milán (Oviedo) para ser juzgados en un consejo militar. A Roberto
Suárez le cogieron solo y el general juez instructor de la causa, Eduardo
Cocina, fue claro con él: "Eres el que más jodido lo tienes, porque tu
padre era comunista", le advirtió. Los ojos de Buelga están húmedos otra
vez, pero ya no saca el pañuelo. Aprieta los puños: "Yo dije que no sabía
lo que era mi padre, que le habíamos enterrado en enero. Que mi madre estaba
sola en casa, viuda y sin paga, y con una nena de catorce años".
El
consejo de guerra a los veintidós de María Luisa se celebró bajo las reglas
militares, sin civiles. Gracias
al juez, "era una buena persona", un alférez que era abogado le defendió.
La condena fue igual para todos: seis meses y un día por desobediencia, por
seguir con la huelga aún siendo "mineros militarizados". A sus
compañeros, les sumaron esos meses de condena al servicio militar. A Buelga no,
"seguro que fue por lo de mi padre". Otro compañero comunista, que
tenía antecedentes y fue juzgado por la vía civil, estuvo en prisión durante
nueve años: "Se llamaba Herminio Serrano Suárez, ya falleció. Pudo
disfrutar poco de la libertad", afirma.
Ilustración de Alfonso Zapico |
La vuelta
a la mina fue fácil: "El compañerismo que había ya no lo hay, dábamos
la piel unos por otros". Se enteraron de que el Sindicato Vertical había
pedido para ellos "un castigo ejemplarizante", pero el consejo de
guerra no permite acusación particular. "Ya ves, quien te tenía que defender
no te defendía. A veces hay que defenderse solos, eso tienen que aprenderlo
todos los jóvenes".
- ¿Cree que no lo han aprendido?
-Creo que
hay que levantarse cuando hay una causa. ¿No te parece que ahora hay causas de
sobra?
Ilustración de Alfonso Zapico |
Los protagonistas
1º).- Roberto Suárez Buelga
2º).- José Manuel García Fernández
3º).- Constantino García Cortina
4º).- Manuel Sánchez Alonso
5º).- Joaquín Cepedal Llaneza
6º).- Manuel Suárez
Fernández
7º).- Arturo Rodríguez Rotella
8º).- José Jeada Oural
9º).- José Antonio Tolivia Mateo
10).-
José Luis Sierra Llorente
11).-
Antonio Camblor Secades
12).-
Faustino Gutiérrez Suárez
13).-
Ursino Roces García
14).- José Luis González Suárez
15).-
José Luis Buelga Montes
16).-
Manuel Roiz Martínez
17).-
Gerardo Riego Fernández
18).-
Alfredo González García
19).-
Marino Suárez Aller
20).-
José
Expósito Expósito
21).-
Emilio Rodríguez
22).-
Bernardino González Menéndez
FUENTE:
CARMEN M. BASTEIRO
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