Ilustración gallega y asturiana. J.Cueva |
El gallego Adolfo Carballo
García, habitual de las romerías gijonesas a su paso por Asturias en su
deambular de Galicia a Cantabria, se convirtió en toda una leyenda y ejemplo
histórico de músico callejero
Adolfo Carballo García, 'Adolfito', en las fotografías que le tomó Baltasar Cue |
En el periódico "La Voz de Villaviciosa" del 24 de noviembre
de 1897 leemos que en la villa llamaba la atención la presencia de un forastero,
y que los chiquillos se habían colocado a su alrededor "creyéndolo un
Adolfito pero viendo que no llevaba violín juzgaron que era un sacamuelas,
charlatán o vendedor de específicos". Nos detenemos en el hecho de llamar
"Adolfito" a cualquier violinista.
Y es que Adolfo Carballo García, "Adolfito", se convirtió en
una leyenda, en un sinónimo de músico callejero. Fue muy popular y se ganó la
vida tocando en las calles de Gijón, Villaviciosa, Llanes y por toda la costa
asturiana, gallega, y de Cantabria también. Él era gallego, nacido en Santiago
de Compostela en el año 1841 y murió, en el asilo de ancianos de su ciudad
natal en 1904. Vivió por tanto sesenta y tres años aunque las fotografías que
de él se conservan, como las que el fotógrafo llanisco Baltasar Cue le hizo en
su estudio, lo representan como más anciano.
Adolfito, violinista y cantor |
Habitual en muchas romerías gijonesas y en el mismo centro de la ciudad
con su inseparable violín, tocaba, cantaba y aceptaba la merecida ayuda
económica. Otra curiosidad relativa a su popularidad es esta. En "El
Noroeste" del 7 de marzo de 1897, sección "Para curiosos y
desocupados", que hoy llamaríamos Pasatiempos, vemos un acertijo: "Hace más de veinte años que
periódicamente nos visita, con su famoso violín, el simpático trovador callejero
conocido como Adolfito. Averiguar cuál es su apellido".
Por tanto un clásico este Adolfo Carballo García, Adolfito para todos,
que por Gijón deambuló, sobre todo durante las primaveras y los veranos, desde
la séptima década del siglo XIX hasta poco antes de su muerte en 1904. Nuestro
mítico músico además mereció sendos artículos en la prensa local nada menos que
de dos legendarios periodistas locales: Ataúlfo Friera "Tarfe" y
Alfredo García García "Adeflor".
1910 muelle de Gijón, portada revista la hormiga de oro. Biblioteca Nacional |
Tiene su historia este Adolfito. Era hijo de un médico y comenzó a
estudiar Farmacia en Santiago de Compostela. Quedó huérfano de padre y madre y
las malas artes de su tutor le privaron de la herencia. Entonces se incorporó
al ejército como músico del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos en la guerra de
Marruecos y ya licenciado de la milicia se enteró de la muerte de su novia.
Entonces empezó a recorrer cada año, antes lo dijimos, Galicia, Asturias y
Cantabria cantando y tocando el violín. Cuenta la leyenda que en Santander,
ante un hotel, tocó una mazurca y el mismo Pablo Sarasate allí alojado salió y
lanzó una moneda a su sombrero, cinco pesetas se dice. La revista
"Historia y Vida", número 315, 1994, cuenta varias cosas de Adolfito
en un artículo que firma Alejandro Ciarra Irurita: "Don Adolfito de Compostela,
violinista y cantor popular".
Adolfito no era ciego pero la figura del ciego coplero, de cualquier
ciego coplero, siempre fue la de un intérprete que tenía las características
oportunas para provocar devoción entre su auditorio. No se sabe cómo pero, en
Gijón y en todos los pueblos de España, los ciegos tenían desarrollado el
sentido de la orientación y se colocaban justo en el lugar "más
comercial", aquel donde era imposible quedar indiferente ante su reclamo.
Pasadizo exterior de la vieja cárcel de Cimadevilla. Principios de siglo XX. (la Cantera de Babí) |
Un ciego cantante muy conocido en el Gijón de hace más de un siglo, fue
El Ciegu de La Quinciana conocido también como El Quincianu, de nombre
verdadero Félix Corés. Vecino del prau de Don Gaspar, en Cimavilla, aunque su
fama corrió por todo el concejo de Gijón al asistir, con su violín, a las
romerías de Granda, de Ceares y de Jove además de ser contratado en bodas y
bailes. Ciego y todo fue Félix Corés maestro para jóvenes aficionados e influyó
sin duda en la formación de una agrupación musical popularísima en Cimavilla.
Se trata de La Nocturna, en la que todos sus componentes lucían una particular
gorra de color rojo y que animaban, sobre todo, las fiestas de carnaval en
aquellos años entre los siglos antepasado y pasado.
Gijón puerto principal de Asturias Corría el año 1850 |
Otros músicos ciegos que circularon por Gijón. Uno al que llamaban El
Ciegu del Mercau; otro que era natural de Roces, de nombre Eduardo Cachai a
quien acompañaba siempre como acordeonista el también ciego José Ramón Eduardo,
y Cayetano que había quedado ciego tras la guerra de Cuba y que interpretaba
unas, novedosas entonces, guajiras. Al igual que Adolfito no eran ciegos pero
sí muy famosos en el Gijón de entresiglos un gijonés al que llamaban Piniella,
pintor de brocha gorda de profesión y cantor callejero en sus "horas
libres", y una mujer ya de cierta edad natural de Utrera que en Gijón
pasaba temporadas calle aquí calle allá. Era doña Amalia que tocaba la guitarra
y cantaba acompañada siempre de una criada, "más decrépita que el ama, que
le llevaba la silla y recogía las monedas", y de un perro.
Un mercado en la costa asturiana, de Valeriano Bécquer |
Pero volvemos al vidente Adolfito, a quien a veces vemos llamado en la
prensa "el loco del violín, delgado como don Quijote y a quien un
desdichado amor (tres regresar de la guerra vio salir por el portal de la casa
de su amor el ataúd de su novia ya difunta) lo apartó de su ilustre familia y
su ciudad, y empezó a cantar y tocar el violín por las calles, habaneras por
ejemplo".
Ataúlfo Friera "Tarfe" habla de Adolfito en marzo de 1892
ante la clásica visita primaveral del músico a la ciudad, a las calles de
Gijón. Exagera un poco al decir que desde medio siglo antes visitaba la ciudad
y nos transcribe alguna de las coplas más conocidas del gallego.
"Adolfito", escribió Tarfe, "es un judío errante de la
música callejera, el poeta populachero y vagamundo, el vate incansable que
"desperdicia" los días de su existencia entre las provincias de
Galicia, Santander y Asturias yendo rodando de pueblo en pueblo como las arenas
de playa en playa y las hojas de surco en surco, y las ondas de fuente en
fuente, de arroyo en arroyo y de río en río".
Comentaba el periodista Tarfe que en su madurez (entonces Adolfito
tenía 51 años) tocaba el violín y cantaba sus coplas por Gijón "como en su
juventud florida".
Ilustración gallega y asturiana- J.Cueva |
Algunas coplas de Adolfito
Un ochavito de amor
pido yo de puerta en puerta,
y en todas ellas me dan
la callada por respuesta.
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¡Ay! Hermosa niña
no te olvides, no,
de aquel que te canta
canciones de amor.
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Niña bonita,
ponte el corsé
y si te aprieta
lo quitaré,
lo quitaré.
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Tus ojos, sí.
qué dulces son,
hieren y matan,
serrana mía,
mi corazón.
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Al pim, al pam, al pum,
un zapatero fue a misa.
Al pim, al pam, al pum,
y no sabía rezar.
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Sin reparos ni fervores
recorría los altares,
preguntando sin cesar:
¿Hay zapatos que arreglar?
FUENTE: LUIS MIGUEL PIÑERA
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