Adolfo Quintana Castañón. (El blog del mierense) |
Ilustración de Alfonso Zapico |
http://lacomunidad.elpais.com
Un día fue llamado al
cuartel, donde fue apaleado, y eso no le gustó, a partir de ese día la vida de
Quintana cambiaría para siempre......
“Mi cuerpo es mío, a mi
padre le fusilasteis, pero yo no seré el paragolpes de vuestra represión”.
Estas frases fueron
dichas y repetidas por él en su vida guerrillera. Vivía en una casa apartada
del resto del pueblo de Santa Cruz de Mieres. Y por la parte de atrás, saltó
por una ventana pues tenía muy cerca un monte de árboles, con grandes matos.
Todo esto favoreció y protegió las escapadas de este hombre. Cuando la guardia
civil lo venían a detener ...En una de estas se unió a los grupos guerrilleros
de la zona.... A partir de ese momento comenzó la persecución de Quintana. ...
La vida de Quintana en la montaña fue
muy activa. Se movió por todos los montes de Asturies y parte de León. Fue un
compañero muy querido por todos aquellos que lo conocieron. Su fácil trato y
don de gentes le favorecían para ganarse el aprecio hasta con las personas que
no pensaban como él. Como se dio el caso de que también era apoyado y protegido
por personas de derechas. Fue herido en los enfrentamientos repetidas veces.
Una de ellas, la más grave, fue atendido y curado en una clínica de Oviedo. Por
todas estas cualidades que concurrían en este joven, de fácil trato, fue muy querido
por toda aquella juventud que le trató desde edad muy temprana...
Ilustración de Alfonso Zapico |
Por todo esto saltó a la calle el
mito del guerrillero Quintana. A lo largo de la investigación realizada por
donde más pisó se pudo observar, después de haber transcurrido cuarenta años,
que todavía goza por estas zonas de una gran simpatía.Se podría decir que este
guerrillero estaba totalmente identificado con el pueblo, que le apoyaba
constantemente. Esto le facilitaba tal protección que, con cierta frecuencia,
se podría presentar, de momento, en los salones de baile, o en las verbenas de
las fiestas, donde convivía con los jóvenes de su edad, sin que por ello fuera
denunciado ni una sola vez. La muerte de
Adolfo Quintana y su compañero, conocido como “El canario”, ocurrió como
consecuencia de una traición el domingo día 14 de agosto de 1950, en el pueblo
del Pedroso, en Santullano, Mieres. Cuando los ciudadanos de este pueblo
comenzaron a moverse por la mañana temprano, para realizar sus faenas, estas
fuerzas, que rodeaban al pueblo, procedieron a detenerlos, ordenándoles que no
se movieran de sus casas. Todo esto alertó a los guerrilleros, que
inmediatamente se dieron cuenta de que estaban rodeados. El día ya era claro. Y
comenzó el fuego. En la casa, donde se encontraban los guerrilleros. .. Allí,
en aquella amplia antojana, acababan de ser asesinados Adolfo Quintana y su
compañero, “El Canario”, un domingo, a las once de la mañana, día 14 del mes de
agosto de 1950. Sus cadáveres fueron trasladados, por vecinos de este pueblo,
hasta el cementerio de Villarejo, de Santullano, donde descansan sus restos
Ilustración de Alfonso Zapico |
Fuente: http://lacomunidad.elpais.com
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Lección de guerrilleros
Ilustración de Alfonso Zapico |
Durante dos días los cuerpos acribillados de Quintana y Canario
estuvieron expuestos en una caseta del cementerio de Villarejo
Ilustración de Alfonso Zapico |
Los militares que los habían matado,
después de una cruenta y desigual batalla de todos contra dos en El Pedrosu,
ordenaron que dejaran allí a los muertos para que la gente los viera y se
amedrentara. No contaban con que, para aquel agosto de 1950, el pueblo mierense
ya había visto demasiada represión e injusticia, demasiada sangre y tortura
como para dejarse amilanar. Así, la exposición pública de los cuerpos
acribillados de aquellos dos valientes guerrilleros -Adolfo Quintana y Ángel
Díaz Diego Canario -derivó en un homenaje popular que continuó durante décadas,
hasta ayer mismo, sesenta y un años menos tres meses después de su muerte. El
acto, organizado por Izquierda Unida de Mieres, contó con la presencia de
algunos familiares y amigos de las víctimas. En el homenaje, que comenzó con
una canción de Javier Valdés en honor a los guerrilleros, participaron el
candidato de IU a las elecciones autonómicas, Jesús Iglesias; el cabeza de
lista de la coalición en Mieres, Aníbal Vázquez, el coordinador local y uno de
los principales impulsores de la iniciativa, Luis A. Payo y el actual alcalde
Luis María García.
“ Quintana siempre llevaba con él un
libro, casi siempre sobre marxismo. Era el más valiente. A Canario le gustaba
cantar, a veces me decía que le enseñara las coplas de la época. Tiraba muy
bien a pistola. Podría destacar de ellos muchas cosas pero sobretodo su
compañerismo y su lealtad”, explicó Aquilino Fernández, Quilino Polio , ante la
atenta mirada de Cari Quintana, que no pudo reprimir las lágrimas al acordarse
de su hermano Adolfo Quintana. Cari, con la emoción en la garganta, fue una de
las encargadas de inaugurar el monolito en honor a los dos guerrilleros y que,
desde ayer, se puede visitar en la parte baja del cementerio de Villarejo, a
escasos cinco metros del cuartín en el que se expusieron “como trofeos” los cuerpos
de Quintana y Canario. Donde antes sólo había memoria ahora hay dos placas -que
recuerdan sus nombres y su historia- y una escultura que nació de la cabeza del
investigador Luis Felipe Capellín, que prepara un documental sobre Quintana.
Ilustración de Alfonso Zapico |
“Quintana era el
guerrillero más importante de la zona y por eso vinieron a por él”. Así inició
su discurso Capellín, antes de explicar la historia que llevó a los dos
guerrilleros a ser masacrados. Según apuntan las investigaciones llevadas a
cabo desde aquella época, la muerte de Quintana y Canario el 14 de agosto de
1950 empezó a fraguarse el 1 de agosto de ese mismo año. Ese día fueron
detenidos en la frontera francesa dos guerrilleros, Luis González Barranca y
Canor. Ambos fueron devueltos a Asturias y sometidos a unas duras sesiones de
tortura en las se les obligó a dar información sobre Quintana, natural de
Mieres, y Canario, nacido en Cuba pero criado en Infiesto. Cuando los militares
consiguieron lo que querían acudieron al Pedrosu a buscarlos. Durante horas los
guardas estuvieron disparando hacia la casa donde se guardaban. El fuego
cruzado fue ensordecedor y viendo que los dos guerrilleros no se rendían, los
militares le predieron fuego a la vivienda. Quintana y Canario no pudieron
hacer más que saltar por la ventana. Fue entonces cuando “los fascistas los
molieron a balazos”. En las paredes de la casa, años después, aún se podían
contar los disparos de aquella nefasta madrugada. Barranca y Canor no corrieron
mejor suerte, meses después murieron a garrote vil en la cárcel de Oviedo. Con
todos ellos desapareció también la resistencia organizada en Asturias.
Ilustración de Alfonso Zapico |
FUENTE:
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