18 de diciembre de 2015

Hospitales de Mieres

Los hospitales registrados del concejo mierense       

Ilustración de Pablo García. (LNE)

Una mirada retrospectiva a los hospitales de nuestro concejo a través de los años
Hospital de Murias en 1954. (Archivo del blog)
http://elblogdeacebedo.blogspot.com.es
Hospital de Malatos o Malatería (edificio destinado en otro tiempo a hospital de leprosos) de La RebolladaLa primera vez  que se habla de los leprosos de La Rebollada es el 27 de julio de 1266, en el testamento del arcediano D. Fernando Alfonsí. Probablemente al mismo siglo XIII de su fundación, correspondiese la iglesia románica de esta malatería,  que fue derribada hacía 1921. La demolición de la antigua iglesia comenzó al día siguiente de la festividad de la parroquia (La Magdalena) del año 1921. El nuevo templo ocupa el solar del anterior más el pequeño cementerio que tenía adyacente. Fue inaugurado el día de La Magdalena de 1923.

17 de diciembre de 2015

Una mirada retrospectiva de Mieres

Una transformación de 60 años
Casa Consistorial de Mieres a finales del siglo XIX. Foto Archivo.
El municipio mierense ha dejado atrás una época fértil para atravesar momentos difíciles
Fábrica de Mieres ( 1956). Foto Archivo.
Las estadísticas están ahí para que de vez en cuando el ciudadano curioso, atento al discurrir de los acontecimientos de su pueblo, recoja realidades del pasado y, a veces, se quede con la boca abierta pensando en su interior, pero, ¿éste es posible? Y casi siempre la respuesta le viene como por encanto. "Pues claro que sí, no sólo es posible, sino que también palpable". Y todo por la irrupción de nuevas formas de vida, algunas tecnológicas y otras de reconversión demográfica y, en este caso, sobre todo, de decadencia industrial.

13 de diciembre de 2015

Germán Horacio Robles Sánchez (Gijón, 1929)

Cuando fuimos refugiados
(Ver artículo del “blog” de fecha 9 de abril de 2013 “Germán Robles, actor Gijonés” http://elblogdeacebedo.blogspot.com.es/2013/04/german-robles-actor-gijones.html
Las escenas que el artista gijonés Germán Horacio dibujó en los campos de concentración franceses de republicanos tras la Guerra Civil se repiten hoy entre las columnas de sirios que huyen l Los exiliados asturianos reviven su misma tragedia 80 años después
Germán Horacio ha perdido la guerra. Es febrero de 1939 y está en Francia. Se ha convertido en un refugiado de guerra, uno más del medio millón de españoles republicanos que en dos meses invadirá Francia. Hombres, mujeres y niños llegan ateridos, protegiéndose con mantas de un invierno inusualmente crudo. Vienen muertos de miedo, hostigados por la aviación franquista. Horacio está en el pequeño campo de concentración de Les Haras, unas cuadras para caballos cerca de Perpiñán. Es la antesala de los campos playa donde los españoles serán recluidos en condiciones deplorables. A él le tocará el de Saint Cyprien. Alambradas ante el arenal, una cárcel abierta al mar, vigilada por soldados senegaleses. Allí les esperan el hambre, la fría tramontana, la disentería. Tendrán que hacer sus necesidades en la playa. Sólo podrán lavarse con agua de mar. Horacio, uno de los grandes artistas de la Asturias republicana -el más prolífico y reconocido autor de carteles de guerra, el que ha diseñado los "belarminos", el papel moneda del Consejo de Asturias y León-, no deja caer el lápiz en esos primeros días de exilio. Toma apuntes por doquier. Hoy, por ejemplo, en Les Haras, retrata a un joven durmiendo, parece que en el suelo, cubierto por su propia chaqueta. En la esquina superior derecha asoma la bota de otra persona. Duermen hacinados, sobre una larga incertidumbre. Les han quitado todo. Germán Horacio esboza su terrible presente, pero no sabe que también está dibujando el futuro: casi ochenta años después, en septiembre de 2015, si aún viviese, podría haber hecho el mismo apunte del natural en la estación de trenes de Budapest, donde confluyen miles de refugiados de la guerra de Siria. Ahí, una niña duerme sobre un paquete de pañales. El colchón es un cartón. La historia repite el mismo trazo duro. Otra vez el sueño quebradizo de los desposeídos.

8 de diciembre de 2015

Más de cien años del asturiano (gijonés) que trajo a España el amanecer democrático

Torcuato Fernández-Miranda, el Erasmo de la Transición
Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, I duque de Fernández-Miranda (Gijón, 10 de noviembre de 1915 – Londres, 19 de junio de 1980). Reflexiones Heteróclita
Una "revisita" al padre de los "padres de la Constitución", el más británico de los hombres de Estado españoles, que ayudó al Rey y a los partidos a hallar el camino
Don Juan Carlos y doña Sofía, con Torcuato Fernández-Miranda. Archivo LNE
La Nueva España
Por una determinación del azar o por esas filigranas que traza la casualidad, murió Torcuato Fernández-Miranda donde seguramente debería haber nacido, en Inglaterra. La precoz muerte hizo visible lo que, para cualquier observador perspicaz, era una evidencia: que estábamos ante un conservador británico de libro. Quizá por eso el destino le llevó a morir a Londres, a la orilla opuesta del mar en el que había nacido. Esa mar es una presencia permanente en su vida, incluso en los muchos años que pasó, varado, en tierra seca. Decir mar es decir galernas. Con lo que estamos ante una constante de su vida: la historia le ponía en el punto donde iban a ocurrir cambios de importancia, o con más precisión, donde iba a ocurrir la gran tormenta. A este amante apasionado del orden la vida le puso con frecuencia en medio de los desórdenes. Llevaba en su genética una familiaridad congénita con las transformaciones, que acudían a él como a su médico. Llegó así a convertirse en piloto y timonel de turbulencias. Hace más de 100 años (10 de noviembre de 1915), un humilde pesebre lejano, Gijón, se convertía en una especie de Belén de Judea de la historia democrática de España porque en esa periferia nacía, en medio de una de las mayores crisis y convulsiones que ha conocido la historia humana, cuando Churchill era ya un gran hombre y Alemania corría camino del desvarío que se llamaría Hitler, un niño que era un don. Exagerando un poco, podríamos recordar aquella famosa profecía de Isaías que recanta siglos después el Evangelio: "un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y su nombre será Admirable Consejero".