Bandoleros de andar por casa |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un
historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue
galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de
destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
Bandas armadas atemorizaron a finales del siglo XIX y principios del XX las Cuencas: fue muy sonado el tiroteo en Mieres en enero de 1932 |
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
La Nueva EspañaResulta difícil saber cuándo se puso el punto final al bandolerismo en Asturias, aunque casi todos los historiadores consideran que fue en el momento de la truculenta muerte de Bernabé Ruenes a manos de un compañero de fechorías. Efectivamente, Bernabé se hizo famoso en la larga posguerra franquista por sus atracos a mano armada en los concejos de Llanes, Ribadesella, Colunga, Villaviciosa, Piloña, Cabranes y Parres. Fue un bandido típico, sin más interés que su propio beneficio, que forjó su pequeña leyenda e inspiró en novelas y libros como “Víbora” y “Los bandoleros asturianos” de Héctor Vázquez Azpiri o “Bernabé el mito de un bandolero” de José Ramón Gómez Fouz e incluso alguna película de poco recorrido. Pero en la Montaña Central industrializada hubo otros ladrones menos conocidos, que por sus características deben ser considerados como bandoleros. Por no ir muy atrás, la partida de La Cebosa, que atemorizó a los pueblos altos de los concejos mineros en los primeros años de la década de 1880, o Rufino Díaz “el Cucao”, temido en el valle del Nalón a finales del siglo XIX. Y ya en el siglo XX Armando Suárez “el bandido de La Barraca”, autor de varios robos en los concejos de Gijón y Lena, entre ellos uno en las oficinas de La Cobertoria donde se hizo con 16.000 pesetas de la época, hasta que tuvo que ser reducido por 14 guardias civiles.