En noviembre de 1978, un grupo de
trabajadores de Minas de Figaredo, descontentos porque la empresa no quería abonarles
los salarios que les debían, subieron a José
María Figaredo Sela (uno de los dueños de la explotación en aquel momento), a
lo alto del castillete del pozo minero. Foto José Vélez. Facebook: Mieres antesy ahora de Carlos Díaz Marcos. |
Ilustración de Alfonso Zapico |
Los pozos de los Figaredo gozaron de la mejor fama entre todos los asturianos, pero, al llegar los años 70, entraron en crisis como el resto del sector hullero. En 1973 ya se vivió la primera regulación de empleo, aunque sirvió para muy poco, ya que, en vez de arreglarse, la cosa fue a peor y las protestas de los trabajadores empezaron a subir de tono. En la campaña para las elecciones generales legislativas del 15 de junio de 1977, los mineros llegaron a boicotear en Mieres algunos mítines de la UCD y el 6 de abril de 1978 una manifestación reunió en las calles de la villa a miles de personas exigiendo una solución estatal para la supervivencia de la explotación, que iba a cerrar aquel ejercicio con un descenso de producción que se quedaba en 182.955 toneladas, 95.045 menos que el año anterior. Las causas de aquella situación de desastre eran varias, entre ellas, según afirmaba la dirección, el elevado absentismo de la plantilla, pero, aunque no hubiese sido así, existía una condición que hacía imposible la rentabilidad por mucho carbón que se sacase: el precio de venta del mineral fijado por la Administración, que entonces era tan bajo que ni siquiera alcanzaba para amortizar el coste de la extracción.