La sangre del Dos de Mayo
Ilustración de Alfonso Zapico |
Cuando los ciudadanos de este país aún eran capaces de recordar media docena de fechas sobre su historia, el Dos de Mayo de 1808 era una que brillaba con luz propia mostrando el afán de libertad de nuestro pueblo ante los opresores, de modo que todos los regímenes políticos tanto monárquicos como republicanos e incluso dictadores militares la celebraron como algo propio
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Antes de seguir, les voy a recordar en unas
líneas como se produjeron los hechos aquel día en que el pueblo
madrileño se alzó contra uno de los ejércitos más poderosos que jamás
han existido; luego conoceremos el papel que jugaron allí algunos de
nuestros paisanos de la Montaña Central de Asturias. A ello. La
gestación de una guerra siempre es compleja, pero los inicios de esta
que marcó a varias generaciones hay que buscarla en la inteligencia de
Napoleón, quien supo aprovechar la enemistad entre el Príncipe de
Asturias, el futuro Fernando VII, y Godoy, el valido de su padre Carlos
IV. El emperador firmó un convenio secreto con éstos últimos por el cual
se autorizaba a sus tropas a cruzar la Península para conquistar
Portugal y hacer de él tres partes: el norte para el rey español; el
llamado reino de los Algarbes para Godoy y el resto para los reyes de
Etruria, que acababa de ser ocupado por el Emperador francés.