Lorenzo Sanmiguel en una imagen de 1939. :: ICAL. En 1939 Lorenzo Sanmiguel dio los primeros pasos de una red de espionaje ubicada en León y con ramificaciones en todo el norte de España. El Norte de castilla |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un
historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue
galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de
destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
La Voz de Asturias.
El 20 de noviembre de 1943, la Guardia Civil entraba en un piso del número 34 del Paseo de la Condesa de Sagasta, en León, para detener a su ocupante bajo acusación de espionaje. Su nombre era Lorenzo San Miguel Martínez, y no llegaría a ser arrestado. El presunto espía iba a encontrar la muerte en su propia cama bajo las balas de la Benemérita; según el relato policial, al intentar resistirse a la detención empuñando un arma. Así queda constancia en los archivos militares de Ferrol, donde se conservan los sumarios de la causa militar abierta a raíz de una operación en la que la caída de San Miguel fue solo la primera en la larga retahíla de detenciones con las que el joven régimen franquista pudo desmantela una tupida red de espías. La historia le pondría el apellido de su cabecilla: la «Red San Miguel». Una trama al servicio de la inteligencia inglesa que el agente había tejido por todo el noroeste y la cornisa cantábrica con objeto de recabar información para preparar un posible desembarco aliado en la España de Franco.
El 20 de noviembre de 1943, la Guardia Civil entraba en un piso del número 34 del Paseo de la Condesa de Sagasta, en León, para detener a su ocupante bajo acusación de espionaje. Su nombre era Lorenzo San Miguel Martínez, y no llegaría a ser arrestado. El presunto espía iba a encontrar la muerte en su propia cama bajo las balas de la Benemérita; según el relato policial, al intentar resistirse a la detención empuñando un arma. Así queda constancia en los archivos militares de Ferrol, donde se conservan los sumarios de la causa militar abierta a raíz de una operación en la que la caída de San Miguel fue solo la primera en la larga retahíla de detenciones con las que el joven régimen franquista pudo desmantela una tupida red de espías. La historia le pondría el apellido de su cabecilla: la «Red San Miguel». Una trama al servicio de la inteligencia inglesa que el agente había tejido por todo el noroeste y la cornisa cantábrica con objeto de recabar información para preparar un posible desembarco aliado en la España de Franco.