Urogallos y pinos, ¿una alianza
viable?
Urogallo Macho. Gonzalo Gil Madrera |
Una
reciente propuesta vincula la supervivencia del ave más emblemática de la
cordillera Cantábrica a la plantación del árbol con el que llegó durante las
glaciaciones, que desapareció desplazado por el haya
Urogallo hembra. Gonzalo Gil Madrera |
El pino silvestre, albar o escocés y el
urogallo común tienen una larga y estrecha historia juntos. Una sociedad que se
mantiene en casi toda su área de distribución, salvo en la cordillera
Cantábrica, donde comenzó a debilitarse hace unos 3.000 años, conforme el haya
se fue extendiendo y desplazando a la conífera, apoyada en un clima favorable a
esa sucesión (también en la acción del hombre: talas, quemas y aclareos para
crear pastos), y que hoy solo subsiste en un bosque de la zona, el pinar de
Lillo, en el norte de León (al otro lado del puerto de Tarna), una de las
manchas vestigiales de la era de los pinos en la región atlántica ibérica,
junto con las de Velilla del Río Carrión, en Palencia, y las de la sierra de
Xurés, en la frontera luso-galaica.