12 de marzo de 2020

Historia de los martes de campo de Oviedo

El origen franco de la Balesquida

Grabado de J. Cuevas, de 1879, que reproduce la marcha hacia el Campo San Francisco del habitual ramo y la carroza donde se llevaban los bollos. LNE

Los antecedentes de la fiesta del Martes de Campo

Romeros celebrando el Martes de Campo a comienzos del pasado siglo, cuando el declive de la fiesta propició la aparición de la Sociedad Protectora. LNE

La Balesquida en Oviedo, es uno de los festejos más tradicionales y antiguos de la capital asturiana. Seguramente, muchos ovetenses sabrán que el nombre y el origen de esta fiesta se remonta varios siglos atrás, y que se debe a una dama llamada Velasquita Giráldez, que el 5 de febrero de 1232 instituyó y dotó generosamente a la «cofradía de los alfayates o xastres y de otros vecinos y [hombres] buenos de la ciudad de Oviedo»; congregación que con el tiempo pasó a ser denominada de la Balesquida, al trastocarse el nombre de Velasquita, fundadora de la cofradía. Con este artículo, trataremos de dar a conocer a los ovetenses algunas noticias de esa señora de nombre tan singular. 

Grabado que muestra el reparto del bollo entre los cofrades. LNE

Por los documentos conservados, se sabe que Velasquita Giráldez era hija de Giraldo Pérez y que tenía dos hermanos, Pedro y María Giráldez. Debió de morir el mismo año en el que otorgó su testamento, en 1232, y fue enterrada en la iglesia de San Tirso de Oviedo, en la que en una pilastra del lado del Evangelio consta la siguiente inscripción, escrita con caracteres más modernos que los de la fecha que incluye: «Dª Balesquida Giráldez fundadora del hospital y cofradía de su nombre yace al pie de esta columna. Murió año de 1232». Velasquita debió de permanecer soltera, ya que el citado testamento de 1232 es en realidad una de las llamadas donaciones «pro anima», ya que se ofrece por la «redención de mi ánima [de Velasquita] y de mis padres y de todos mis bienhechores», no habiendo mención ni a marido ni a hijos. Pertenecía Velasquita Giráldez al grupo de francos instalados en Oviedo desde tiempo atrás o descendiente de éstos.

Lámina de la lápida de Dª. Velasquita Giráldez procedente de "Asturias monumental, epigráfica y diplomática" (1887). Cofradías y Hermandades Antiguas de España y la Cristiandad

Así lo parece indicar su apellido y el nombre de su padre, Giraldo, de indudable origen francés, ya que Gerard, o Girard, es nombre y apellido muy extendido en el país vecino, formado por los términos germánicos «ger», que significa «lanza», y «hard», duro o fuerte. El patronímico de Velasquita, «Giráldez», denota ya una hispanización al utilizar la terminación «ez» junto al nombre del padre para formar su apellido, como era habitual en nuestras tierras. 
Los francos habían comenzado a instalarse en Oviedo al tiempo que las peregrinaciones a Santiago y a San Salvador de Oviedo cobraban auge, en el último cuarto del siglo XI. Algunos debieron ser peregrinos que no retornaron a su tierra, mientras que otros fueron inmigrantes que aprovecharon la demanda de servicios mercantiles y artesanales generada en los núcleos urbanos que se fueron desarrollando a la vera del camino o animados por el flujo de peregrinos. Ya en 1075 el rey Alfonso VI, acompañado de un amplio séquito, había visitado la Cámara Santa ovetense y las reliquias en ella conservadas, por la fama que éstas tenían ya en medios cristianos. 

Foto extraída de la web de La Balesquida (apartado de fotos antiguas).

Algún tiempo después, con posterioridad a 1085, fecha del fuero de Sahagún, cuyo modelo sigue, Alfonso VI concedió a Oviedo y a Avilés su primer fuero. La confirmación que de ese primer fuero ovetense hizo su nieto Alfonso VII, en 1145, ha llegado hasta nosotros en una versión romanceada de 1295, escrita al ser ratificado el texto foral por Fernando IV. Una de las disposiciones del fuero establece: «Los merinos que el Rey pusiere sean vecinos de la villa, uno franco y otro castellano [?]. Y lo mismo los sayones». Esta disposición foral revela la gran importancia que el grupo de pobladores francos tenía en el Oviedo de esos siglos altomedievales. La dualidad de magistraturas de francos y locales figuraba ya en el texto del primer fuero de Alfonso VI, como lo testimonia un documento de venta fechado en junio de 1115, en Oviedo, suscrito por un «Robert, iudice de illos francos», es decir, un Robert o Roberto, juez de los francos, y «Monio Sarasin», al que simplemente se califica de «juez», y que sería el nombrado por la población autóctona.

Procesión de la Balesquida a mediados del siglo XX. LNE

Robert es un nombre germánico muy frecuente en la Francia de la época. 
Aparte de ese «Robert, iudice», ya citado, la documentación nos ha dejado los nombres de otros francos que desempeñaron magistraturas municipales, como «Beltram de Tarascon» (población de la Provenza francesa), que era merino en 1185, o «Petrus Geraldiz, iudice», en 1231, e incluso Pedro Bretón, juez en 1261. Muchos de los personajes cuyos nombres o apellidos son franceses, como Gerard, Geraldiz, Guillielmus, Guillem, Jofré, Galter, Guionet, Yvo, Almerinus y otros varios más, y que aparecen en la documentación conservada, serían originarios de varias regiones francesas y otros ya descendientes de los primeros francos establecidos tanto en Oviedo como en Avilés.
 La capilla de la Balesquida en Oviedo. La Balesquida
La integración y fusión de estos francos con la población local debió de ser muy temprana y muy estrecha, de manera que cuando en junio de 1262 se redactaron unas ordenanzas para la elección cada año de jueces, alcaldes y jurados por el concejo de Oviedo, ya no se hace mención al grupo franco. Para entonces, en cambio, habían adquirido un gran protagonismo los «mesteres» o agrupaciones de los distintos oficios artesanales, que en número de doce elegían a 24 hombres buenos para participar en la elección, que se celebraba en Santa María del Campo, una capilla situada en el luego denominado Campo de San Francisco, por la instalación en sus términos de los monjes de la orden franciscana.

Cartel de la Asociación de Amigos de la Naturaleza de Asturias (ANA) pidiendo que se respete el Campo San Francisco durante la celebración de un Martes de Campo en los años 80. LNE

La mayoría de los onomásticos empleados por esa población de origen franco corresponden, según el prestigioso lingüista Rafael Lapesa, a la amplia zona conocida como Occitania, que ocupaba la mitad sur de la actual Francia y que hablaba el occitano o lengua de «oc», y a la Gascuña, región vecina a la anterior, en el ángulo suroccidental. También hubo presencia de otros inmigrantes de otras regiones, como Bretaña, Normandía, Lorena? Ese dominio de los elementos occitanos, explica la presencia de términos lingüísticos provenzales en los textos romanceados de los fueros de Avilés y Oviedo.

Romeros celebrando el Martes de Campo. Foto extraída de la web de La Balesquida (apartado de fotos antiguas).

Afirma Rafael Lapesa que no se sabe «si la redacción sancionada en 1145 [para el fuero de Oviedo] y 1155 [para el de Avilés] por Alfonso VII estaba en latín y fue objeto de romanceamiento posterior, o si la cancillería del monarca se limitó a autorizar unas ordenanzas previamente compuestas en lengua vulgar. Pero ese romanceamiento o esa versión primitiva debieron ser hechos por un francés del Mediodía, y su lenguaje hubo de ser la mezcla de provenzal y asturiano en que los "francos" se entendían con la gente del país». Los elementos de origen franco debieron integrarse sin gran dificultad con la población nativa, lo que se constata por los matrimonios en los que uno de los cónyuges tiene onomástica francesa y el otro local, o la adopción por parte de los francos de nombres hispanos, como es el caso de Velasquita Giráldez, cuyo nombre es de ese origen y su apellido francés.

Imagen antigua del interior de la capilla de la Balesquida.. Foto extraída de la web de La Balesquida (apartado de fotos antiguas).

No obstante, el mantenimiento de relaciones comerciales con algunos lugares franceses, como el puerto de La Rochelle, en la costa atlántica, contribuyó a la continuidad de francos en la capital asturiana y en Avilés. El 19 de febrero de 1274 se fecha un documento de venta de una casa situada en la ovetense «calella de Socastiello», que lindaba con la casa de «María Guillérmiz morador enna Rochela». Esa «caleya» de Socastiello se situaba donde hoy se encuentra la calle San Juan, y era ésa una zona ocupada con preferencia por artesanos y comerciantes de origen franco.

Jóvenes bailando la danza prima en un abarrotado paseo del Bombé durante la celebración del Martes de Campo en los años 70. LNE

Buena parte de los personajes con onomástica franca que se conocen a través de la documentación antigua de Oviedo aparecen instalados a lo largo de las actuales calles de Cimadevilla y la Rúa, que aparece denominada en aquellos tiempos como «Rúa Francisca», precisamente por ello, y en la zona en torno al castillo construido por Alfonso III, que ocupaba el solar donde hoy se alza un edificio de Telefónica. Formaban esas calles un importante eje comercial en el Oviedo de entonces y en esa misma zona levantó nuestra Velasquita Giráldez un hospital, desaparecido, mientras se conserva la capilla de la Balesquida, construida a su lado. Es un dato más esta ubicación de la pertenencia de nuestra Velasquita Giráldez al núcleo de pobladores de origen franco, que constituía un poderoso e influyente grupo entre la burguesía del Oviedo medieval.

Procesión antigua de la Balesquida... Foto extraída de la web de La Balesquida (apartado de fotos antiguas).

FUENTE: JAVIER RODRÍGUEZ MUÑOZ. Publicado por La Nueva España el 18-05-2013. Ver enlace
Artículo con fotos extraídas de la web "LA BALESQUIDA" (antigua cofradía de nuestra señora de la Esperanza). Para saber más visitar; La Balesquida
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AUTORES.

Javier Rodríguez Muñoz, historiador. Nació en Mieres en septiembre de 1948. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo en 1973, ha dedicado toda su vida al estudio de la historia y cultura asturiana, realizando su trabajo vinculado a las editoriales Gran Enciclopedia Asturiana-Silverio Cañada y a La Nueva España, en los últimos años. Ha participado muy directamente en obras como la Gran Enciclopedia Asturiana y sus Apéndices; la Historia General de Asturias y la Enciclopedia Temática de Asturias, además de otras obras y colecciones. Dirigió la librería y sala de arte Artemón, en la calle Mon, de Oviedo (1977-1978) y entre 1980-1981, dirigió y puso en marcha el Centro Social y Cultural de Las Vegas, dependiente del Ayuntamiento de Corvera de Asturias. En 1988 dirigió la exposición 1388-1988. Seis siglos de historia, organizada por el Gobierno del Principado de Asturias en conmemoración del sexto centenario de dicha institución. Con tal ocasión coordinó la edición de la «Biblioteca Histórica Asturiana», colección de 26 títulos que cubrían toda la historia de Asturias, siendo autor de algunos de ellos. Coordinó también la colección «Cruzar el Charco» editada por el Archivo de Indianos, 16 títulos publicados entre 1992 y 1994. De diciembre de 1993 a diciembre de 1996 trabajó en la puesta en marcha del Museo de la Minería, en El Entrego, donde ha llevado el departamento de Difusión y redactado los textos que ilustraron la exposición inicial. Para La Nueva España ha dirigido las obras Asturias a través de sus concejos (Oviedo, 1998), Diccionario Geográfico de Asturias (Oviedo, 2000), Diccionario Histórico de Asturias (Oviedo, 2002), Enciclopedia del Paisaje de Asturias (Oviedo, 2003), Diccionario enciclopédico del Principado de Asturias (en colaboración con Ana María Roza Iglesias, 15 tomos. Oviedo, 2004), Los Asturianos. Raíces sociales y culturales de una identidad (Oviedo, 2005), Asturias y la mar (Oviedo, 2006); La prehistoria en Asturias: un legado artístico único en el mundo (Oviedo, 2009). Igualmente, ha coordinado y dirigido una Historia de Gijón publicada en 2010. También ha coordinado las obras Diccionario general de la lengua asturiana (Oviedo, 2002-2004) y Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos (Oviedo, 2005), obras ambas de las que es autor Xosé Lluis García Arias. Ha dirigido y participado en la obra Gijón, cantón milenario, editada por el Ayuntamiento de Gijón en 2003. Desde febrero de 2007 a diciembre de 2015 dirigió el Club Prensa Asturiana de La Nueva España y ha sido colaborador asiduo en el periódico La Nueva España, con artículos de temática histórica asturiana. En 2018 fue Comisario del Gobierno del Principado de Asturias en los actos del XIII Centenario de los orígenes del Reino de Asturias y organizó el Congreso “Nuevas visiones del reino de Asturias”. Desde junio de 2018 es patrono de la Fundación Indalecio Prieto, con domicilio social en Madrid. Es autor de los siguientes libros: Historia gráfica de Asturias (Gijón, 1988); Colección de textos y documentos para la historia de Asturias (I) (Gijón, 1990); Colección de textos y documentos para la historia de Asturias (II), en colaboración con Juaco López Álvarez (Gijón, 1990); Diccionario de historia de Asturias, en colaboración con Miguel A. González Muñiz (Gijón, 1991); Asturias. Tarjetas postales (Gijón, 1992); Gijón. Tarjetas postales (Gijón, 1992); Oviedo. Tarjetas postales (Gijón, 1992); Asturias. Fotos y retratos de Laureano Vinck (Gijón, 1992); Curiosidades asturianas, en colaboración con varios autores (Gijón, 1992); La monarquía asturiana. Nacimiento y expansión de un reino. (Oviedo, 2004); La guerra civil en Asturias (Oviedo, 2007); Asturias: el siglo XX en imágenes, 15 tomos (Oviedo, 2007); La guerra de la Independencia. Los asturianos en el levantamiento contra Napoleón y en la revolución liberal (Oviedo, 2009); La revolución de octubre de 1934 en Asturias. Orígenes, desarrollo y consecuencias (Oviedo, 2010); Excursiones por Asturias. Un fin de semana en… (Oviedo, 2011); Asturias bajo el franquismo: (1937-1975) [Oviedo, 2012]; Asturias monumental. La historia de Asturias a través de sus joyas arquitectónicas (Oviedo, 2013); y Parlamentarios asturianos de 1977. La transición en Asturias de la Dictadura a la Autonomía, en colaboración con Adolfo Fernández (Oviedo, 2018). Es autor de más de medio centenar de artículos publicados en diversas obras colectivas o revistas. Entre los últimos: «Con alas de plomo: la fallida ayuda aérea al Norte», en Indalecio Prieto. Primer Ministro español del Aire (Madrid, 2016). En Dialnet, portal de difusión de la producción científica hispana, que desde 2001 puso en marcha la Universidad de la Rioja, como base de datos de acceso libre, se pueden ver algunos títulos más. Ver: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=2644612. Es patrono de la Fundación José Barreiro desde el 12 de diciembre de 2017. Reputado estudioso de la historia de Asturias, exdirector del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. FUENTE: Fundación José Barreiro

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