Solicitantes en
Confesión (…). "Este delito, más que ningún otro, se prestaba a la
calumnia, porque solía cometerse en forma oculta y sin testigos(…).congreso.gob.
Los
delitos de solicitación fue una constante preocupación dentro de la Iglesia, ya
que fue uno de los delitos más extendidos dentro de la Iglesia Católica, y lo
peor de todo, es que manchaba su buen nombre, ya quera un delito que afectaba
directamente a sus curas y sacerdotes
Estos delitos se producían durante el
sacramento de la confesión y reciben este nombre porque el sacerdote
"solicitaba" algún tipo de favor sexual al penitente. Es decir, el
confesor se aprovechaba de su autoridad y la intimidad de la que gozaba para
obtener algún trato carnal con la persona que se estaba confesando. Este tipo de comportamiento fue habitual
por parte de sacerdotes y frailes confesores, considerándose un mal endémico
asociado a este sacramento, especialmente a partir del siglo XI, con la
extensión de las órdenes mendicantes. Y es que mientras el clero secular estaba
algo más controlado al tener su radio de acción más centralizado; los miembros
de las órdenes mendicantes, al tener una vida más itinerante, podían confesar a
un mayor número de mujeres.
El 'delito de solicitación' o la práctica del abuso sexual como forma de redención en el acto de Confesión Cristiana.Arqueología e Historia del Sexo.
Y como muestra un botón, el testimonio
recogido durante un proceso de solicitación efectuado por la Santa Inquisicón
en el Nuevo Mundo: "Asimismo testifica contra él una Joana
de Vera, mujer casada, de edad de veinte y seis años, que entrando en un
confissionario a confesar con él, el reo le dijo muchas palabras amorosas y
aficionadas y muy ocasionadas para mal fin. Y luego inmediatamente la confesó y
ésto le aconteció más de seis veçes. Y después, estando mal dispuesta en su
casa, fue allá este reo y tuvo con ella tocamientos de manos en los pechos,
piernas y muslos della, abrazándola y besándola teniendo delectación y
polución".-
Proceso por solicitación en confesión al
jesuita Luis López (Lima, 1578)
Estos delitos englobaban todo tipo de
conductas y comportamientos: desde delitos de palabra, donde el confesor
animaba a sus feligreses a describir con todo lujo de detalles sus pecados
sexuales,pasando por aquellos que
realizaban insinuaciones y comentarios con una clara carga sexual. Pero lógicamente, los más graves eran
aquellos que pasaban de las palabras a los hechos, confesores que pedían
favores sexuales a cambio de absolver de sus pecados a sus pobres feligreses o
que se masturbaban mientras escuchaban sus confesiones más íntimas, o aquellos
que se aprovechaban de su posición de poder para realizar toda clase de
tocamientos, sabiendo que no iban a ser denunciados, ya que ellos representaban
a la máxima autoridad moral de la zona. Incluso no faltaban aquellos confesores
más avispados que no dudaban en emplear supuestas doctrinas teológicas para
convencer a sus feligresas. Así conocemos el testimonio dónde el confesor
esgrimía ante su atónita penitente que "era muy ordinario que los padres de
espíritu conociesen carnalmente a sus hijas de confesión, y aun a la más
virtuosa, porque esta guardaría más secreto”.
La confesión,
Giuseppe Molteni. (confesión sacramental). (...). Este delito eclesiástico
alcanzó su configuración definitiva en la Bula del Papa Gregorio XV «Universi
Dominici Gregis» de 30 de agosto de 1622. (...). saber más... Anécdotas y curiosidades jurídicas- iustopía.
Por no hablar, de aquellos que se hacían
pasar por médicos y realizaban toda clase tocamientos o incluso aquellos que
prometían toda clase de regalos y prebendas a cambio de favores sexuales. Como
bien recoge este testimonio recogido en el Archivo de la Inquisición de
Canarias: "Y
el dicho fraile, viendo que esta declarante se escandalizaba de lo que le había
dicho, le dijo que no se espantase de aquello, que él era hombre de carne y
había de volver a la naturaleza, y que otras señoras tan honradas como ella se
acometían aquellas cosas y que podía venir.., de noche, como que venía a rezar
a la iglesia, y que a un canto de ella podía tener cuenta carnalmente con esta
declarante. Y que le daría tres o cuatro reales y que cuando viniese a la
Ciudad le enviaría un sombrero o alguna cosa buena que pidiese". -
Archivo de la Inquisición de Canarias (VIII, 7). Y es que los confesores no sólo administraban
este sacramento dentro de la Iglesia, ya que no era raro que el sacerdote
acudiese a la casa de sus parroquianas o incluso los más osados las invitaban a
su propia casa, por lo que era fácil encontrar momentos de absoluta intimidad
para cometer estos delitos de solicitación.
(...). Un
documento conservado en el Archivo Histórico Nacional y que contiene las
declaraciones de dos religiosas y del confesor del “convento de Monjas de Santa
Faz, Huerta de Alicante”, realizadas a mediados de 1736, nos permite conocer la
existencia de un posible caso de solicitación en este monasterio alicantino. Se
trata de la alegación del inquisidor fiscal de Murcia dirigida al tribunal del
Santo Oficio de València, órgano creado en 1481 y suprimido definitivamente en
1834. (...). Saber más... alicanteplaza.
Pero el premio gordo para los confesores
más lascivos eran los conventos de monjas, toda una tentación para muchos de
estos hombres, más si sabemos, que muchas mujeres eran ingresadas en contra de
su voluntad, por lo que no renunciaban voluntariamente a los placeres de la
carne. Así sabemos que un confesor de monjas de
nombre, fray Juan Domínguez le pidió a una de las novicias "que le
enseñase las piernas y los pechos y esta declarante se los enseñó a su ruego. Y
el dicho confesor, estándoselas mirando con delectación, le dijo palabras
torpes, sucias y de lujuria, nombrando las partes vergonzosas y naturales de
esta declarante con los nombres más inmundos que tienen y pidiendo que se las
enseñase".
La confesión de Francisco de Goya. Comportamientos indebidos clérigos solicitantes en Caravaca en el siglo XVIII. El Noroeste.
El
sacramento de la confesión
No hace falta recordar la importancia de
la confesión como método de control social por parte de la Iglesia Católica.
Quizá uno de los métodos más eficaces de toda la historia,ya que no hay que recurrir al espionaje o a
la fuerza, sino que es la propia persona que de "propia voluntad"
confiesa sus más íntimos secretos. Bueno, sí algún alma libre no visitaba con
regularidad al confesor, éste podía anotar este hecho y que el feligrés en
cuestión fuese llamado al orden por más altas instancias, incluso ser llamado
ante la propia Inquisición. Además, el acto de la confesión para las
mujeres de la época implicaba mucho más, a veces, era el único vehículo para
expresar sus temores, sus miedos, sus anhelos, fuera del estricto y controlador
círculo familiar. Por lo que el confesor se convertía en la única persona a la
que pedir consejo o ayuda, no sólo en problemas espirituales, sino también en
los terrenales. Todo esto hacía que la relación entre
confesor y penitente fue muy estrecha, íntima, por lo que no es raro que muchas
feligresas comentaran sus problemas conyugales, sus dudas o inquietudes
sexuales con el confesor, ya que éste se convertía en la única figura de
confianza dentro de su círculo más cercano. Recordar que, en esta época, las
mujeres se casaban siendo apenas unas adolescentes, y normalmente con hombres
mucho mayores que ellas, muchas veces siendo apartadas de su círculo familiar,
por lo que podemos imaginar la importancia que adquiría la figura del confesor.
El delito de
solicitación. Al regular los delitos en el ejercicio de las funciones
eclesiásticas, el canon 1387 tipifica que: El sacerdote que, durante la
confesión, o con ocasión o pretexto de la misma, solicita al penitente a un
pecado contra el sexto mandamiento del Decálogo, debe ser castigado, según la
gravedad del delito, con suspensión, prohibiciones o privaciones; y, en los
casos más graves, debe ser expulsado del estado clerical. (...). saber más... Anécdotas y curiosidades jurídicas- iustopía.
Las
mujeres víctimas propicias...
Con todo ello, es sencillo suponer el
poder de manipulación e influencia que podía alcanzar la figura del confesor
para aprovecharse de aquellas mujeres más ingenuas, inseguras o temerosas,
convirtiéndose en víctimas propiciatorias para los confesores más libidinosos.
Y es que su figura, además, estaba rodeada de un halo de autoridad y
obediencia. Podemos imaginar que este tipo de
delitos fueron demasiado habituales, no sólo por el gran número de casos
recogidos en las fuentes, sino sobre todo si tenemos en cuenta lo difícil que
tenía que ser para una mujer denunciar este tipo de delitos en aquella época.
Ya que la sombra de la sospecha no sólo recaía sobre el sacerdote, sino también
sobre la persona que denunciaba, ya que no era raro que la culpa finalmente
cayese sobre la penitente. Y es que la Inquisición se encargaba de
recoger información sobre la honestidad y la familia de la mujer denunciante,
por lo que también se juzgaba la moralidad pública de la denunciante, ya que no
valía lo mismo el testimonio de una doncella de familia acomodada que el de una
"mujer deshonesta en su vivir, y de gente muy ordinaria".
La confesión (c. 1750) de Pietro Longhi. El confesionario fue introducido por el concilio de Trento (siglo XVI) para evitar el contacto físico entre el sacerdote y la penitente. WIKIPEDIA.
Solicitantes
y... solicitadoras
Pero no siempre las mujeres eran
víctimas de las acciones lascivas de los religiosos, algunos testimonios nos
hablan que a veces eran ellas las que buscaban el afecto del confesor: desde
mujeres que sólo necesitaban a alguien que las escuchase pasando por mujeres
insatisfechas sexualmente hasta llegar a casos de auténtico acoso y derribo al
pobre confesor. Entre este grupo de mujeres destacaban
las viudas, ya que no estaba bien visto socialmente que se volviesen a casar,
por lo que si enviudaban jóvenes y ante la imposibilidad de conocer varón de
otra forma, veían a su confesor como única válvula de escape a sus necesidades
sexuales. Como mejor ejemplo de todo ello, es que
hasta hace pocos años era habitual que los sacerdotes viviesen con sus
concubinas, mujeres que se hacían pasar por sus sobrinas, amas de casa,
cuidadoras, etc., pero que eran de hecho la pareja sentimental del sacerdote.
Sesión del Concilio de Trento, cuadro de Tiziano.metahistoria.
Un
intento de reforma moral de la Iglesia: Concilio de Trento
Por lo que estos delitos de solicitación
o "solicitatio ad turpia" fueron uno de esos estigmas habituales
dentro de la Iglesia Católica, especialmente porque el clero se caracterizaba
por su nula formación teológica, por lo que no nos puede extrañar que en el
Concilio de Trento (1545-1563) en su afán reformador de la Iglesia Católica
empezase a tomar medidas severas por la gravedad y extensión de este tipo de
crímenes. Aunque esta reforma no era debida a la
preocupación de la Iglesia por sus fieles o por los abusos de poder de su
cuerpo sacerdotal, sino era una cuestión de pura supervivencia. Y es que a
partir del siglo XVI, Europa se vio sacudida por la reforma protestante,
corriente cristiana que denunciaba los abusos y la corrupción moral del
catolicismo romano, corriente que rechazaba la autoridad papal y el carácter
sagrado de algunos de sus sacramentos, entre ellos, el de la confesión.
Escena Galante
a las puertas de París. (Scene Galante at the Gates of Paris ). Fuente: meisterdrucke.
Por lo que pronto se vio obligada a
iniciar una reforma profunda de todas sus instituciones e intentar atajar toda
clase de abusos, como estos delitos de solicitación. Y es que anteriormente al Concilio de
Trento, el único delito que perseguía la Iglesia era aquellos casos donde la
solicitación se realizase durante la confesión, es decir, si los hechos
acaecían momentos antes o después del sacramento, la Iglesia no entraba a
juzgar este tipo delitos. Además, estos casos se solucionaban dentro de la
propia diócesis, por lo que un traslado del sacerdote a otra parroquia y
problema resuelto... Por lo que para cualquier sacerdote
ligeramente avispado era tremendamente fácil esquivar cualquier tipo de
castigo, ya que la Iglesia sólo consideraba delito si se "manchaba"
el acto del sacramento en sí, dándole igual que la posible solicitación
ocurriese en el contexto de la confesión. Así que habría que esperar al Concilio
de Trento para que la Iglesia empezase a tomar cartas en el asunto. Lo primero
que se les ocurrió fue crear el mueble del confesionario, colocando una rejilla
entre confesor y penitente para evitar que intimaran demasiado, aunque su uso
tardó mucho tiempo en generalizarse.
Lo primero que se les ocurrió fue crear el mueble del confesionario, colocando una rejilla entre confesor y penitente para evitar que intimaran demasiado, aunque su uso tardó mucho tiempo en generalizarse. Pero el mejor indicador de la gravedad del asunto fue que, a partir de 1559, se permitió que fuese la mismísima Santa Inquisición la encargada de perseguir y juzgar estos delitos. Aunque vemos que fue bastante difícil erradicar estos delitos, ya que se siguieron promulgando bulas y leyes, para frenar este fenómeno, como la bula de Gregorio XV, Universi Dominici Gregis, de 1622. Es famoso el caso del párroco de
Beniganim en el Reino de Valencia que fue juzgado en 1608 por haber solicitado,
nada más y nada menos, que a 29 mujeres, "con palabras lascivas y amorosas
para actos torpes y deshonestos". Y es que como podemos suponer, sólo en
los casos más flagrantes las autoridades eclesiásticas actuaban, haciendo la
vista gorda en la mayor parte de los delitos, ya que la Iglesia siempre ha sido
de lavar sus trapos sucios de puertas para adentro.
Ilustración de
Capuz sobre el tribunal de la Inquisición. / RACAL. La inquisición de Cuenca.
Fuente: Cadena Ser.
Penas y castigos
Por regla general las penas y castigos
para los solicitantes eran bastante indulgentes, ya que apenas se conocen casos
donde la Inquisición acabase utilizando el tormento o penas de azotes o de
condena a muerte hacia los sacerdotes infractores. Las penas más comunes eran la abjuración
de levi, es decir, limitarse a dar una leve reprimenda al confesor y
aconsejarle mucha oración y ayuno, a ver si así se le quitaba la calentura...
Otra de las penas más comunes era la multa económica, o en aquellos casos más
claros, las penas solían ser la prohibición, temporal o de por vida, de
administrar el sacramento de la confesión, normalmente acompañado de sentencias
de reclusión en hospitales donde ayudar a pobres y enfermos. En aquellos casos
más extremos uno de los castigos más severos era el destierro.
La
confesión (c. 1750) de Pietro Longhi. Tulaytula.
Para finalizar, incluimos otro de los testimonios incluidos en el proceso por solicitación contra el jesuita Luis López, que saca a la luz el lado más oscuro y tenebroso de estos delitos de solicitación: un abuso de poder que muchas veces caía en tocamientos no consentidos, abusos o incluso violaciones: «...el
dicho reo se quedaba en casa de la dicha moza doña María algunas y muchas
noches a la velar y guardar, durmiendo en un estrado junto a su cama. Y que una
noche había tenido cópula carnal con ella y la había corrompido y habido su
virginidad y se había quedado preñada. Y el reo echaba la culpa del preñado al
demonio, diciendo que él confesaba a su madre y hermanas y les daría a entender
por libros cómo podía el demonio empreñar sin que la mujer lo entendiese. Y
queriendo el reo otra vez tener cópula carnal con la dicha doña María,
juntándose con ella que estaba desnuda en la cama, había tenido pollución entre
las piernas de ella. Y porque no había sido en el vaso natural le dijo el reo
que no fue sino un acometimiento a pecar con ella, porque como fuese fuera del
vaso no lo tiene por pecado mortal. Y porque la dicha doña María dijo a cierta
persona: "mira vos lo que debe un hombre a una mujer que la adonçella, éso
me debe a mí Luis López", el reo sabiéndolo, indignado contra ella, le dio
muchos azotes con una disciplina por piernas y brazos, descubriéndole sus
vergüenzas. De lo cual ella, indignada y rabiosa, lo vino a denunçiar...»
Proceso por solicitación en confesiónal jesuita Luis López(Lima, 1578)
González Rincón, M.; La crítica sexual
anticlerical en el Apókoposde Bergadís: la sollicitatio durante la confesión,
Byzantion Nea Hellás, 29, 2010: 113 - 133
Galván Rodríguez, E.; La praxis
inquisitorial contra confesores solicitantes (Tribunal de la Inquisición de
Canarias, años 1601-1700)
Sánchez-Oro Rosa, J.J.; Sexualidad, vida
conyugal e Inquisición en Ciudad Rodrigo (siglo XVI-XVII), Centro de Estudios
Mirobrigenses.
(...). El
sistema inquisidor duró en España unos seis siglos. En julio de 1834, al inicio
de la Regencia de María Cristina de Borbón, el gobierno liberal moderado de
Francisco Martínez de la Rosa aprobó un decreto cuya disposición primera decía:
“Se declara suprimido definitivamente el Tribunal de la Inquisición”. Fue la
cuarta y última abolición de la Inquisición en España. (...). Saber más... nuevatribuna.es.
FUENTE: BLOG ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DEL SEXO(La sexualidad y el erotismo a lo largo de la Historia). Publicado por Arqueología e Historia del Sexo el 10-04-2018. Ver enlace.
ARQUEOLOGÍA E
HISTORIA DEL SEXO (La sexualidad y el erotismo a lo largo de la Historia).
Autor: Alkmst. Licenciado en Historia. Desenterrando cachitos de historia y
curioseando por el lado más salvaje de la arqueología. Arqueología e Historia del Sexo.
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