Belarmino Tomás, casi una biografía
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Ilustración de Alfonso Zapico |
El sindicato avanzaba, los
patrones se plegaban, y Belarmino era un hombre importante, pero nadie iba a
evitar que bajara ocho horas a la mina, que tuviera que cargar la pistola cada
vez que asomaba la cabeza un poco más allá de su concejo
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Belarmino Tomás Álvarez. (alchetron.com) |
Había tenido una contrata, y cuando el sindicato se hizo con la mina
San Vicente había sido elegido vigilante general, el hijo mayor pudo ir a
estudiar para perito, el partido no dejaba de avanzar, pero en 1930 había que
sublevarse contra la monarquía, había que hacer una huelga general... y se
hizo. Llevaba dos horas cuando Belarmino ya había sentado de un bastonazo a un
guardia civil, y de pronto la contraorden, el movimiento abortado, la cárcel. Belarmino recordaba, enero de 1931, la muerte de Llaneza, su
nombramiento: presidente de la Federación Nacional de Mineros en el lugar de
éste; el extraño encargo de ocuparse de los teatros del sindicato, su
alineamiento en la controversia dentro del partido, con la política de Prieto,
para él paciente y realista; de cómo había sido llamado viejo y reformista.